De señora a fulana.

Una pareja ha descubierto el placer de jugar, ahora siguen investigando.

Aquel masaje regalo de Juan había cambiado por completo vuestra vida de pareja y sexual, había abierto una nueva puerta que no se cerrará jamás.

  • Mara el viernes salimos a cenar y quiero que te vistas muy provocativa.
  • Tus deseos son ordenes, pero lo mismo necesito ir de compras.
  • Lo que necesites.

Ninguna mujer se niega a unas compras, esa misma mañana me fui a la búsqueda de la provocación.

Para tu marido tenias claro lo que quería decir provocación. Llevaba ya tres tiendas pero no encontraba ese conjunto que dejara caliente a cualquier hombre, además las dependientas eran todas muy sosas.

Cuando pensaba tomarme un descanso había una tienda nueva, que ya desde su escaparate me llamaba. Tenía la ropa ese punto entre clásica y pervertida, sensual pero algo puta, me estaba poniendo cachonda de solo pensar lo que me haría así vestida.

Me quedé muy sorprendida al ver que no era dependienta, era un hombre, no es muy frecuente que en ese tipo de tiendas boutique sea un hombre el que te atienda. Al principio me sentí un poco cohibida, quizás prefería una mujer para esa complicidad. Me lleve dos vestidos al probador pero estaba muy convencida.

  • Señora todo bien, me dijo el vendedor con un cierto descaro, ya que la cortina no cerraba bien del todo y yo estaba cambiandome de vestido.
  • Si muchas gracias, conteste algo ruborizada, ya que veia como descaradamente sus ojos recorrían mis curvas.

Abrí la cortina una vez cambiada para mirarme al espejo, mientras notaba como los ojos del vendedor se metían bajo el vestido con el mayor descaro. Por un lado me daban ganas de darle un tortazo, quien se habia creido, por otro lado era tan sensual sentirse deseada.

  • Si me lo permite la señora ese vestido no le hace justicia.

Quien se había creído este estúpido mirón, pensé.

  • Permitame, me dijo, acercándome un vestido, pruebe lo, le quedara como un guante.

Ni conteste, tan solo me meti de nuevo en el probador para saber que de nuevo disfrutaría con mi cambio de vestido, recorriendo cada poro de mi piel. Pero esta vez yo también lo disfrutaría, de hecho ni mire el vestido, me lo quería probar para poder desnudarme y sentirme deseada. Y así lo hice, despacio y sensualmente.

Me fui desnudando, marcando bien cada pérdida de prenda, fui tan puta que me quite el sujetador sin venir a cuento. Desnuda y excitada, tan solo vestida con mis bragas me contoneaba frente al espejo, pudiendo notar como mi miron particular se estaba poniendo cachondo. Me agache bien para dejarle ver como mi tanga se metía entre mis muslos y no dejando nada sin entrever.

Me puse el vestido, ese que antes no habia ni mirado ,  ahora que le notaba enfundarse en mi, pensaba para mi misma, este si que es provocativo, como además no llevaba sujetador, mis pezones endurecidos lo hacían aún más provocador.

No sé quién estaba más cachondo de los dos, si yo o el dependiente, todo mi cuerpo estaba tenso y el suyo también.

Sali del probador siendo super consciente de la tremenda erección del mirón, eso si no le daba ninguna importancia y seguía contoneando me y preguntandole por como me quedaba.

La verdad que a pesar de la tremenda erección el aguantaba bien el tipo, haciéndome cumplidos y manteniendo un expresión más o menos honorable.

la sensación de estar poniendo cachondo a un total desconocido me podia, me excitaba tanto, quería llevarlo más al límite.

  • Este vestido me encanta, no me malinterpretes pero el viernes tengo una cita en la que no puedo fallar y necesitaría algo más atrevido.le dije.

El y su erección se fueron encantados, tendrían más espectáculo. El tan bien sabía que atrevido era seudónimo de puta guarrilla.

Esta vez fui yo la que cerró todavía menos la cortina, para así dejar mucho menos a la imaginación. Eso si, espere a que llegara con las nuevas prendas para empezar el numerito, no quería que se perdiese nada.

Colge lo nuevo y empecé a desempaquetarme del vestido sin prisa y sin pausa para ese desconocido, no era un adonis, no era ni el, era yo dejando desear sin freno. Mi cuerpo era energía pura, dejándose saborear sin contacto alguno, pero siendo poseído sin permiso. Ahora no es que fuera un mirón, yo era una enseñadora. Perdí el vestido casi sin turbarme, tan solo mis tacones y mi tanga tapaban mi cuerpo. Mi respiración estaba muy alteraba, mi corazon latia como para salirse del pecho, estaba a punto de bajarme las bragas delante de un desconocido, no daba crédito lo cachonda que me habia puesto de la manera más tonta.

Conté mentalmente y me las quite, creo que pude notar como el miron perdía su aliento y su cara se quedaba clavada en mi desnudez. Podia notar como sus ojos se querian abrir paso entre mis nalgas, y quien era yo para impedirlo, me agache dejando que viese mis labios carnosos y brillantes.

Entendía que su miembro estaria tenso como una cuerda de guitarra, y eso junto a saber que estaba disfrutando de mis labios y mi culo en primera persona me obligaron a estar un poco más así agachada.

Respire profundamente antes de iniciar la subida, necesita aire para poder retomar algo la compostura y poder seguir con este juego sensual.

Cuando estuve arriba me di cuenta que me habia pasado quitándome las bragas, me di cuenta que era una provocación desmedida, si ese hombre me violaba. Pero en lugar de asustarme me excito aún más, era tan puta que quería que tomara.

  • La verdad es que esta cortina no tapa nada, estoy más cómoda sin ella, no le importa verdad? Pregunte con voz dulce.

Si así no se tiraba sobre mi. Parecerá increíble pero no se tiró sobre mi, eso si su erección debía estar haciéndole daño. Esta claro que no era Gay, pero desde luego tímido o poco seguro de si mismo, pero esa timidez me calentaba más.

Tan solo con mis tacones, desnuda en ese probador, con el sexo húmedo y caliente, no daba crédito que ese hombre empalmado como un león no me tomaba allí mismo.

Mi marido no se podia ni imaginar con que ganas le iba a tomar esta noche, jamás en mi vida imagine que me pondría tan cachonda tan solo probandome ropa.

segui tonteando casi una hora más vestido para abajo y vestido para arriba, me quite las bragas me las volvi a poner. Compre al final 3 vestidos, a cada cual más de putita, me hizo un precio genial y me regaló unas braguitas, yo me dejé olvidadas las mías adrede.

  • Señora a su servicio, un placer haber podido servirla. Me decia todavia empalmado

Se que el esta noche, o nada más salir de la tienda se haría una buena paja pensando en mi, lo que el no sabía era que yo tambien follaria con mi marido pensando en esta tan sensual y extraña tarde.

Me pase la semana follando a cuenta del dependiente, no podía quitarme de la cabeza esa sensualidad sin contacto. Sentirme tan deseada sin un solo roce, notar como me violaba sin tocarme. Con todo eso llegamos al viernes.

  • Mara cariño tienes el vestido, me dijo mi marido antes de irse al trabajo.Mirándome con una sonrisa malvada.
  • Si claro, pero no lo veras hasta esta noche. Le dije con mirada de fulana