De Rusia con Amor (II)

Segundo relato de esta historia de amor filial

Relato de Fernanda

Hoy terminé mi práctica de voleibol antes de lo que tenía pensando por lo que decidí volver a la casa, a pesar de la insistencia de mi novio de que fuésemos a la suya.

-Mis padres no van a estar. Podemos hacer lo que queramos. –Dijo a mi oído.

-Disculpa pero aún no estoy lista.

Ya teníamos un tiempo de ser novios pero no habíamos llegado muy lejos. Incluso jamás le había hecho una mamada. Esa situación a él le estaba pesando mucho pero yo aún no me quería entregar, lo quería a él pero no para que fuese mi primera vez. Así que a pesar de tener veintiún años, seguía siendo virgen.

Ante mi negativa se ofuscó.

-¡Eres una calienta huevos! –Me soltó de repente. –Tanto tiempo y ni una mamada me quieres dar. Creo que mejor aquí terminamos.

-De acuerdo. –Le respondí.

Él dio media vuelta y se marchó lanzándome una sarta de maldiciones y otras tantas a mi madre pero a pesar de que era mi novio y lo quería, tampoco me dolió su partida. Siempre he sido de mente abierta y no me espanta el sexo pero no me quería entregar a mi novio porque lo consideraba como una etapa de aprendizaje y no de amor verdadero. Decidí darle vuelta a la hoja y seguir con mi vida. Tomé el camión que me dejaba cerca de la casa donde rentábamos desde hacía varios años y al llegar entré de inmediato para darme un baño. En la sala estaba mi hermano Carlos y Javier, su mejor amigo, con quien solía pasar horas jugando al ajedrez.

-Hola chicos. –Dije a ambos y no me detuve en mi marcha a mi habitación.

Escuché pequeñas risas detrás de mí pero no les di importancia ya que era normal y hasta me había acostumbrado a que Javier me viese el trasero cuando pasaba cerca de él y eso hacía enojar a Carlos.

-No hay mucha agua caliente. Mamá apenas pidió gas. –Me dijo mi hermana que venía desde la cocina.

-Gracias, “peque.” Voy a esperar un poco. –Respondí.

Estuve esperando un poco para que llegase la pipa de gas a cargar el tanque, mientras Javier y Carlos terminaron su partida y Javier se marchó de la casa casi en el instante en que mi madre; que en cuanto cruzó la puerta de la casa me abrazó con mucha fuerza.

Su actitud me tomó por sorpresa y es que normalmente no era muy efusiva. Apenas llevábamos quince días del año nuevo y supuse que se debería a alguna gratificación en el trabajo.

-¿Qué te pasa mamá? –Pregunte con verdadera inquietud.

-Les tengo una sorpresa pero esperemos hasta la comida. –Dijo con una emoción que era más que palpable.

El día transcurrió normal y nos sentamos todos a la mesa cuando mamá nos llamó para comer y una vez finalizada la comida nos pidió que siguiéramos sentados. Aquello ya me estaba intrigando bastante.

-¿Qué sucede? –Preguntó Jenny.

-Parece clima de dirección de la escuela. –Secundó Carlos.

-Hijos. –Comenzó mamá con un tono jubiloso. –Les tengo noticias de su tío. Este año no envío regalos para sus cumpleaños.

Mis hermanos de inmediato se quejaron amargamente ya que sus cumpleaños eran en abril por lo que eran los primeros en recibir lo que el tío solía mandar. Aún recuerdo su presencia cuando vino a vernos tras la muerte de papá. Tenía el recuerdo de que es un hombre joven para la edad que dice mi madre que tiene. En ese entonces él tenía veintiséis y fue un pilar para mi vida en la semana que estuvo con nosotros.

Me tengo que explicar mejor. Siempre había sido muy apegada a mi padre por lo que su muerte me afecto bastante más que a nadie en la familia; pero fueron las palabras de mi tío las que me mantuvieron ecuánime y me ayudaron a superar la frustración que sentía en aquel tiempo. El primer regalo que mandó fue para mí y me enteré que él pagaba el psicólogo con el que tuve que asistir. Después de recibir mi regalo, mis hermanos recibieron los suyos y se hizo tradición que los cuatro (también le enviaba a mi madre) recibiéramos algo de su parte.

-Ya habrá otra ocasión. –Respondí tratando de suavizar la reacción de mis hermanos.

Se hizo el silencio en la cocina después que mis hermanos terminaron de quejarse.

-Pensé que jamás se iban a callar. –Continuó mi madre. –Este año quiere darles sus regalos en persona y por eso nos ha invitado a todos a visitarlo ¡A Rusia! –Mi madre gritó de emoción y mis hermanos también. Yo quedé sin habla por la sorpresa.

Jamás me hubiese imaginado que mi tío viviera en Rusia y menos había preguntado por ello. Cuando mi madre terminó de explicarnos los preparativos todos seguíamos emocionados como locos.

Tan pronto nos enteramos del plan de viaje me pareció que mi tío llevaba planeando eso durante mucho tiempo. Aprovechando las redes sociales lo busqué en Facebook. Con el nombre de Luis hay miles de usuarios y cuando traté de refinar la búsqueda por su apellido la cosa no cambió mucho. Me llevó algo de tiempo pero al final logré contactarlo y aceptó la solicitud de amistad que le envíe. De inmediato me dediqué a buscar en su galería de fotos para tratar de ubicarlo mejor ya que poco recordaba de su rostro o de cómo lucía.

Me llevé una enorme sorpresa al verlo en sus fotos.

Sin duda no aparentaba tener más de treinta años y debo admitirlo; en algunas de sus fotos se veía bastante bien, tanto, que comencé a fantasear con él. No de una manera sexual pero esos pensamientos poco a poco llegarían a mi mente.

En el transcurso del año, mi ex novio comenzó a circular el rumor de que yo era una apretada y comenzaron las burlas y aunque traté de no darle importancia, lo cierto es que si me fastidiaba bastante. Miraba el calendario y cada vez ansiaba más que llegara la fecha de fin de cursos ya que no solo iba a descansar de los compañeros, también era la fecha en que íbamos a ir a Rusia.

Le pedí a mi tío que me mandara su número para tener comunicación vía WhatsApp y, aunque tardó un poco en responderme en Facebook me envió su número. Para mí, era casi un desconocido pero sentía una confianza inmensa al hablar con él. A él le comenté que me estaban haciendo bullyng en la escuela pero no le expliqué el motivo y siempre me tranquilizaba con sus palabras. Poco a poco ocupó la figura paterna que requería pero una noche de abril, tuve un sueño erótico con mi tío.

Me desperté muy confundida. No porque lo considerara como algo pecaminoso, ya que como dije antes, no me espanta el hecho de la sexualidad. Estaba confundida por no saber el motivo de que hubiese soñado con mi tío.

Me incorporé en mi cama y pude escuchar a mi madre mientras dormía. Las dos siempre habíamos compartido la habitación ya que mis hermanos tenían la otra. Mi madre no tenía inconveniente en que mis hermanos compartieran habitación ya que desde niños lo habían hecho. Me volví a recostar pero no lograba conciliar el sueño. Me sentía acalorada por aquel sueño y llevé mis manos a la cabeza. No podía estar pensando en aquella situación con mi tío, al que por cierto conocía muy poco.

Resbalé mis manos por todo mi rostro y legué a mis senos. La sensación del roce de mis manos sobre la tela hizo que se despertara una sensación en mi cuerpo como no había tenido nunca. Mis pezones estaban completamente erectos y estaba excitada a niveles jamás vividos. Aquello me espantaba pero me gustaba al mismo tiempo. Comencé a sobar mis pezones que de inmediato reaccionaron a las caricias. Sentí la energía concentrarse en esos dos pináculos que ahora estaban más duros que nunca. Instintivamente lleve una mano a través de mi cuerpo hasta llegar al elástico de mis calzoncillos. Con cierto temor introduje mis dedos para acariciar mi pubis y jugar un poco con los vellos que mantenía cortos por aquello del uniforme de voleibol.

Contrario a lo que muchos pensaban, si me calentaba con mi novio pero nunca al grado de querer estrenarme con él. Sin embargo, llegaba a casa a bañarme y me masturbaba en silencio en el baño por lo tanto, conocía muy bien mi cuerpo y en qué zonas acariciarme para lograr los orgasmos a la velocidad que deseara.

Esa noche y bajo el silencio de la madrugada comencé a masturbarme y de inmediato apareció la imagen de mi tío. Sentí como mi vagina lubricaba intensamente y el flujo impregnó mis dedos que comenzaron a friccionar el clítoris llevándome a la gloria en tan solo unos segundos. A partir de ese momento decidí que trataría de aprovechar el tiempo en Rusia para hacer que mi tío durmiera en mi cama.

Los días pasaban con bastante lentitud, al menos para mí que tenía que soportar las constantes burlas de mis compañeros y mi estilo de juego se vio afectado por mi falta de concentración. Mis calificaciones bajaron drásticamente en los últimos exámenes y a pesar de que mi madre trataba de animarme, no podía tratar con ella los temas que me tenían en esa situación.

“Hola tío. Necesito hablar con alguien y creo que tú puedes ayudarme, En cuánto puedas llámame” .

Le envíe el mensaje a su WhatsApp a las siete de la noche y no esperaba que me respondiera pronto ya que la diferencia horaria de ocho horas hacía que la comunicación con él siempre fuera en lapsos de tiempo muy separados. Terminé con mis labores del día en la casa, conecté mis auriculares al celular y comencé a escuchar un poco de música. Me recosté en el sofá de la sala cuando comenzó a sonar una canción que me deprimía pero fue interrumpida en menos de un minuto por una llamada entrante. Vi la pantalla de mi celular para saber quién me llamaba y cuando vi que era mi tío me sentí muy extrañada ya que debían de ser las tres y media de la mañana en Rusia.

-¿Todo bien? –Preguntó de manera directa tan pronto se inició la conversación.

-Hola tío, ¿Cómo estás? –Pregunté

-Preocupado. ¿Están todos bien?

-Estamos bien de salud. ¿Acaso no duermes? –Pregunté intrigada.

Escuché como suspiraba desde el otro lado de la línea. Sabía que estaba calmándose por mi manera de solicitarle ayuda y no ir al punto cuando él me llamaba. No era que no quisiera hacerlo pero estaba tratado de encontrar las palabras para decirle todo lo que me estaba pasando en la escuela.

-Claro que duermo pero ya desperté. Vi tu mensaje y decidí llamarte ¿Qué sucede?

-No es algo de importancia. –Escuché su quejido del otro lado de la línea. –Oh bueno. Tal ve sí. –Dije mientras me mordía la punta del dedo índice.

-Fer. –Me derritió escuchar mi nombre de esa manera tan enérgica. –Sabes que estoy para lo que se les ofrezca pero si no me dices lo que te preocupa, no puedo ayudar. Dime ¿Qué es lo que te tiene preocupada?

Media hora antes me había parecido buena la idea de platicarle lo que me sucedía pero jamás imaginé que tendría que hacerlo de esa manera tan personal. Esperaba que fuese con mensajes con casi doce horas de separación, como solían ser nuestras pláticas.

-No sé bien cómo empezar. –Logré decir al fin.

-¿Qué te parece por el inicio? La última vez que me mandaste mensaje me comentabas que tu mamá ya les había dicho lo del viaje a Rusia y que tu novio era un idiota.

En ese momento me di cuenta que mi tío me ponía atención a todo o que al menos no olvidaba tan fácil lo que solíamos platicar. Yo había mencionado a mi novio solamente porque estaba un tanto enojada y lo había hecho sin dar más detalles y mi tío tampoco me los había pedido. Este hombre comenzaba a gustarme de manera más intensa.

-Bueno en gran parte es por culpa de él.

-Explícame…

Su voz era una orden pero sin serlo. Tenía un don de mando en el tono de su voz que podría decir que me aterraba pero al mismo tiempo comenzaba a atraerme cada vez más.

Comencé a platicarle un poco lo que sucedía pero obviamente omití los detalles sobre el sexo y mi falta del mismo. Si sentía confianza con él pero tampoco tanta.

Comenzó a darme una charla para que superara el asunto pero me quedé dormida y en mis sueños escuchaba su voz mientras me decía lo mucho que le gustaba pero en el sueño estábamos desnudos y él me penetraba. Fue un sueño tan vívido que incluso podría jurar que sentí sus manos mientras recorrían mis senos y mis nalgas. De pronto escuché la voz de Carlos.

-Fer. Ya vete a dormir.

Desperté aún un poco acalorada y vi a mi hermano sentado en una de las sillas del comedor. Revisé el celular y la llamada había terminado hacía bastante ya que eran las nueve de la noche.

-¿Y mi mamá? –Le pregunté a mi hermano que me miraba fijamente.

-Ya se fueron a dormir. –Dijo refiriéndose a mi madre y mi hermana.

-¿Qué haces? –Pregunté mientras me acercaba a él para desearle buenas noches.

-Estoy terminando con esto. –Dijo señalando unas notas que tenía en su cuaderno. Notas que no entendí ya que eran movimientos de ajedrez que yo desconocía por completo.

-Que termines pronto. Hasta mañana. –Dije dándole un beso en la mejilla como todas las noches solíamos hacerlo en la familia.

Entre a la habitación y mi madre yacía en su cama y dormía plácidamente. Me quité la blusa y el sujetador que estaba un poco meneado dejando atrapado uno de mis pezones en la tela.

“Pero sigue durmiendo en el sofá.” Pensé.

Me coloqué el camisón para dormir y me quité el pantalón. Me metí en las cobijas para quedar dormida.