De regreso a México (capítulo 10,11 y 12)

Especial de tres capítulos :D

Por la mañana Luna ya no estaba en la casita, me coloqué los tenis y salí a buscarle, caminé un poco, estaba al borde del lago, contemplaba el movimiento del agua, sigilosamente traté de acomodarme a su lado, sonrió levemente sin dejar de mirar fijo. Nuevamente me sentía descolorada, sus actitudes de vez en cuando eran extrañas, como si se limitara a sentir.

Después llegaron los demás muchachos y nos fuimos a desayunar a la casa, parecía que Tania y Alexa habían pasado una buena noche, al igual que Alex y Kevin, Lisa y Roberto platicaban tranquilos, quizá solo eran buenos amigos.

Un poco más tarde se retiraron, Tania se fue por la tarde pues al día siguiente tenían clases, Alexa decidió irse hasta el lunes, pero llevó a Tania a tomar un autobús.

Por la noche marque el número telefónico de Luna pero no obtuve respuesta.

Me di un baño largo en la tina, un poco de burbujas para aclarar mi mente, volví a mis viejas costumbres de perder la consciencia en el agua y me dormí. Una llamada a eso de la media noche me sacó de mi trance.

Respondí con cautela

-Si?-

-Ileana soy Aldo- me desconcertó y más de nada, me preocupó reconocer su voz

-¿sucede algo?- me salí de inmediato del agua.

-acabamos de llegar a México, estamos en el aeropuerto ¿vendrías por nosotros?- era media noche y estaba desnuda con bastante sueño.

-¿qué?- me sentía aturdida -¿quienes vienen?-

-tus papás, Juli, Anto y Gis- suspiró- todos tus hermanos ¡jajaja! Dice papá que mandes a alguien por nosotros, ningún taxi nos quiso llevar-

-bien, ahora salgo para allá, solo me visto- me senté el borde de la cama.

-¿estás en alguna movidita hermana?- me dijo con voz pícara.

-Claro que no ¡tonta!- reí nerviosa- me estaba dando una ducha...-

-Sí claro, solo espero que no avientes a la chica en cuestión por el balcón- oí las risas de mis hermanos de fondo- apúrate hermana.

Me vestí rápidamente y le pedí a Alexa y Roberto que me acompañarán, este último se fue en una minivan y Alexa y yo en otra camioneta. Nos fuimos a la ciudad, por suerte no había tráfico, hicimos hora y media. Al llegar al aeropuerto llamé a Aldo pero no me respondió, llamé a Juli y tampoco, al final me decidí a buscarlos de forma un poco más manual. Camine de un lado a otro, de repente, mis ojos observaron en cuadro más patético de mi vida. Mis padres sentados en la sala de espera, Giselle al lado de mi papá, Juli al lado de mamá y Anto y Aldo recargados en las piernas de mis padres, sentados en el piso, y claro, todos mirando la pantalla de la tableta de Anto.

Aún en mi somnoliento estado, me permití tomar mi teléfono y capturar el momento, me acerqué peo nadie lo notó, miraban atentos una película o algo así.

-les falta alguien ¿no?- de inmediato todos voltearon a verme. Aldonzza brincó del suelo para abrazarme.

-Joder te he extrañado- me abrazaba fuertemente.

-hermosa ¡yo a ti!- enseguida Anto se levantó y nos abrazó a ambas.

Alexa y Roberto llegaron y saludaron a todos, Aldonzza tenía 9 años cuando nos fuimos a vivir a España, ahora era toda una adolescente en plenitud.

El abrazo de mis padres se sentía distinto, lleno de nostalgia, no paraban de decirme cuánto me echaban de menos. Para regresar, Roberto se llevó a Julio, Aldo y Anto en la minivan. Agradecí enormemente que Alexa condujera de regreso a la Hacienda, mis padres, Giselle y yo íbamos en otro vehículo.

Llegamos a la Hacienda casi a las 5 de la mañana, mis abuelos no se enteraron que fui por mis padres, despertaron alarmados por el ruido que hicimos, mi abuela lloró de felicidad al volver a ver a mi papá, mi abuelo lloró al ver a Aldonzza, no la veían hacía tres años, al ser la menor, se notaba bastante el tiempo que había pasado. Entre abrazos y platica nos dieron las siete de la mañana.

Nos subimos a dormir un poco, cada quien se instaló en una habitación y al mediodía Aldo me despertó.

-¿llevas mucho ahí?- pregunte al verla sentada al borde de mi cama.

-apenas unos minutos- sonreía- ¿cómo estás?-

-a ti no te puedo mentir hermosa, he conocido a alguien, es una niña increíble- me senté en flor de loto sobre la cama

-¿y Lucía?- de golpe muchas imágenes pasaron frente a mis ojos, sentí un leve dolor en el vientre, era miedo.

-Aldo, sabes que amaba con locura a Lucia, lo sabes bien, era mi vida entera, pero después de todo lo que me hizo es imposible volver- trate de justificarme.

-fue a buscarte a casa- suspiró- mamá le dijo que estabas en México, que no te buscara más- me miró compasivamente

-espero que en verdad lo haga-

-Ileana- suspiró y cerró los ojos- ¿qué pasó esa noche en tu apartamento?- abrió los ojos de golpe-¿por qué tomaste la decisión?

-¿quieres la verdad?- dije mirándola fijo

-absoluta- apretó los labios.

-me golpeó, intentó que tuviéramos relaciones... por la fuerza- su rostro palideció- por fortuna se quedo dormida de tan borracha que estaba-

-¿cuanto tiempo te quedarás en México?-

-Aldonzza- tomé sus manos entre las mías- necesito que me comprendas, más que solo oír- suspiré- no quiero irme más de México, yo crecí aquí, me fui a los dieciocho, tienes 16 y has vivido la mitad de tu vida en un país y la otra mitad en otro, asumo que querrás vivir en Coruña por mucho tiempo más, pero yo no, está es mi vida, es mi esencia, amo esta tierra tanto como tú amas España- lágrimas brotaron de sus hermosos ojos verdes- eres mi hermanita consentida, eso jamás cambiará, pero ahora estoy más que feliz aquí-

Aldonzza me abrazó y nos quedamos así unos minutos, después Giselle se unió a nosotras, estaban pe servir el almuerzo y nos esperaban. Abracé un par de minutos a Giselle y después bajamos a almorzar. La mesa se veía repleta, aunque aún faltaba la familia de mi tío Matías, que vivían en Los Ángeles, eran quienes más visitaban a mis abuelos.

El almuerzo estuvo cargado de dramas familiares, anécdotas, recuerdos de todo tipo y pláticas amenas, Roberto y Alexa nos conocían desde niños, teníamos mucho de que acordarnos.

Un poco más tarde decidimos ir a dar un paseo a caballo, Anto y Aldo fueron juntos pues casi no recordaban como montar. Giselle, la más grande de mis hermanos, fue escaramuza un tiempo, y realmente toma una conexión especial con los equinos. Juntemos tomamos la delantera del grupo mientras mis abuelos y mis padres platicaban en el jardín de la casa.

Durante nuestro recorrido, Giselle y yo hablamos de muchas cosas, entre ellas Lucía y Jorge, su novio. Me dio un poco de miedo contarle de Luna, me sentía incluso culpable, mi familia quería mucho a Lucia, aunque no sabían bien cómo y por qué terminamos. Trate de no hablar mal de Lucía, ya no sentía rencor al recordarla, y claro, Luna era la causa de ello. Giselle me apoyó en todo, incluso en la idea de quedarme en México, ella sabía bien que a veces la distancia es lo mejor. Y con el Atlántico de por medio, toda herida sana, aunque aún la recordaba, esos mese en México me hicieron comprender que hacía mucho que Lucía y yo no nos amábamos, era costumbre, incluso necesidad, pero no era amor, y con Luna, luna era eso, era un rayo de esperanza en medio de la oscuridad, un salvavidas en medio de la deriva, una hermosa coincidencia que me hizo sentir viva nuevamente.

Regresamos a la casa, bajamos de los caballos y nos fuimos a la piscina, mis padres y abuelos seguían platicando, ahora se reían de las tonterías que hacíamos en el agua. Un rato después avisaron que la comida estaba lista, eran casi las cinco de la tarde. Alexa se había ido a mediodía después del almuerzo, muy a su pesar, tenía clases.

Después de comer decidimos mirar una película todos juntos en la amplia sala de la casa, Aldo y yo preparamos palomitas mientras mamá y Giselle hacían combinaciones de bebidas. Justo cuando la película terminó avisaron que me buscaban, todos me miraban inquietos, Giselle y Aldonzza estallaron en gritos, me hacían burla y preguntaban si había llegado mi Julieta, luego papá dijo que quizá era mi Romea. Entre risas nerviosas fui a la estancia, eran casi las nueve.

Vislumbre la silueta de una mujer de espaldas, contemplaba una foto familiar que estaba enmarcada y colgada en la pared. Vestía unos tacones cortos, pantalón de vestir azul marino, y una blusa blanca muy bonita, su cabellera castaño claro estaba suelta. Hice notoria mi respiración y se giró hacia mi.

-¿interrumpo algo?- su mirada quemaba sobre mí.

CAPÍTULO 11

Me quedé mirándola fijo, una parte de mí quiere reírse por el tono de su pregunta y la otra quiere seguir contemplándola.

—No—sonreí levemente — no lo haces—

—Ileana— resopló— quería saber que estabas bien...— no pude evitar sonreír— te envié algunos mensajes de texto y te hice un par de llamadas—

—Luna perdóname— me apresuré a decir— en la madrugada mis padres y hermanos llegaron de España, Alexa y Roberto me acompañaron por ellos y la verdad descuidé móvil desde mediodía— la miré fijo a los ojos—

—No te preocupes—sonrió levemente— te digo que me alarmé un poco— tomó un mechón de su cabello y lo acomodó detrás de su oreja— solo quería saber que estabas bien—

— Gracias— me acerqué y tomé sus manos— es tan lindo que te preocupes por mí—

—¿te estás burlando?— preguntó confundida

—hey— apreté un poco sus manos —claro que no— di un pestañazo más largo de lo normal— te lo digo de corazón.— nos quedamos viendo unos segundos.

Se escucharon pasos cerca, Luna hizo el intento de quitarse de mi agarre pero no la dejé.

—Hola— reconocí de inmediato la voz de Aldonzza— ¿tú quien eres?—

Acto seguido dejé que Luna respondiera, eso parecía interesante.

—Hola, soy Luna Palacios Monte— soltó mis manos y extendió una de ellas hacia Aldonzza quien le correspondió el saludo— soy amiga de Ileana— concretó.

—Pues qué gusto conocerte, Ileana te menciona todo el tiempo— me enrojecí mientras Aldo abrazaba a Luna— soy la hermana menor de Ileana, supongo— resopló— y en verdad quiero creer que ya te habló de mí— me dedicó una de sus sonrisas más falsas.

—claro—cortó Luna— me ha mencionado a toda su familia— ambas me miraron.

Y en cierta parte era correcto, solo que no a gran detalle.

—Quédate a cenar con nosotros— suplicó Aldo— anda, invítala— me dio un codazo.

—Luna, quédate— sonreí en una súplica

—No quiero importunar— la sentí incomoda.

—¡por favor!— chilló Aldo.

—Aldo no insistas, puede ser cualquier otro día— traté de mediar las cosas.

—Puede ser hoy— rodó los ojos y se acercó a Luna.

Depositó un beso en cada una de sus mejillas y se fue.

—Disculpa por favor— hablé apenada —suele ser muy insistente.

—Se ve que te quiere mucho—

—Es mi adoración— suspiré— ¿podemos vernos mañana?—

—Claro, tengo una cirugía por la tarde, búscame temprano ¿si?—

—¿Te puedo invitar a desayunar?— dije algo nerviosa

—Desde luego— sonrió— que acepte es otra cosa.— palidecí— estaré desde las nueve en la clínica— se acercó y me dio un corto beso en los labios. Sin más, desapareció.

Regresé a la sala y estaban platicando, mis abuelos se despidieron y se fueron a dormir, había sido un día ajetreado. Me subí a dormir después de media noche, esa ocasión tenía ganas de soñar con Luna, no sabia que pasaría, pero el simple hecho de conocerla era hermoso.

Caí en un profundo sueño del cual fue difícil deshacerme por la mañana, Aldonzza se encargó de que me levantara temprano, tomamos jugo juntos como hacía años no sucedía, los dejé desayunando y me fui al pueblo, tenía cosas que hablar con Luna.

Llegué a su clínica a eso de las 9:30, tenía paciente así que espere algunos minutos, después salió una mujer con un gato en brazos y Luna detrás de ellos, me saludó de beso en la mejilla y avisó que antes del mediodía estaba de vuelta.

Nos fuimos a desayunar, Luna eligió qué y dónde, resulta ser que fuimos a un pequeño puesto de comida, situado a un costado de la iglesia, oramos asiento en unos pequeños bancos y ordenamos nuestra comida, que por cierto estuvo deliciosa, vendían exquisitos tacos de guisados, ambas tomamos café durante el desayuno.

Platicamos un poco de cosas irrelevantes para nuestro teme principal, hablamos del gatito que había atendido, de la cirugía que tenía por la tarde, me preguntó por mis papás y mis hermanos y quedé formalmente en presentarle a mi familia, reímos un poco por chistes que los dueños del negocio nos contaban.

Luego del desayuno caminamos por las calles del pueblo, la platica era amena y la compañía inmejorable. Después fue ella quien sugirió que debíamos hablar respecto a lo que estaba sucediendo entre nosotras, muy nerviosa acepté y me propuso ir a su clínica para hablar en privado en el consultorio, caminamos un poco tensas, realmente no sabía en qué terreno estaba pisando.

Al entrar en su consultorio, lo primero que hice fue ir tras de ella, antes de que tomara asiento la tomé por la cintura, estaba detrás de ella, a guié para que girara, tome un mechón de su cabello y lo coloque detrás de su oreja, luego me acerqué lentamente, permitiéndome saber si ella también lo deseaba, acto seguido Luna cerró los ojos y estampé mis labios con los suyos, primero en un beso lento, luego lo intensificamos y había más movimientos. La hice prisionera en mis brazos sin dejar de besarla por unos minutos, cuando la respiración nos empezó a faltar, nos separamos.

—¿qué  me has hecho?— la mire sonriendo como tonta

—Ileana— su semblante era serio —sé que no es el lugar más bonito para esto, pero necesito decirte algo— me paralicé— quiero que seas mi novia— y ¡pum! Lo dijo.

Y mil emociones rondaban mi cabeza, mi estómago, mi vientre y en resumen todo mi cuerpo.

Pasó casi una semana después de que Luna me pidiera que fuera su novia, semana en la que por una cosa u otra solo nos veíamos unos minutos, el sábado Luna había ido a comprar materiales de curación y yo estaba en medio de una reunión con el consejo empresarial, no podía escaparme aunque la idea original había sido ir juntas.

El lunes la invité a casa a comer con toda la familia, aún nadie sabía de lo que teníamos, y es que era tan bonito y tan extraño a la vez que no quería arruinarlo.

Aldonzza sospechaba, lo sabía, me lo preguntaba pero siempre le respondía por la tangente, se me hacía feo negar a mi Luna, pero también decirle así nada más, primero quería que se conocieran un poco más.

Avisé en el desayuno que Luna nos acompañaría a comer. Y literal sólo lo dije y salí corriendo camino a la destiladora. Llegue unos minutos antes de la comida, me fui a mi habitación a ponerme un vestido corto, hacía bastante calor, me maquillé ligeramente y bajé al recibidor a esperar a Luna, unos minutos después se hizo presente.

Cuide que nadie viera que la salude con un beso en los labios, ambas nos sonrojamos y reíamos con complicidad. Caminamos al comedor y fue momento de presentarla, uno a uno, primero a Giselle que ya estaba sentada a la mesa, luego mi hermanito menor, Antonio, después le presenté a mi madre y padre, al parecer había química entre ellos, y para finalizar, llegaron Aldonzza y Julio, éste último tuvo el tino de decirle que le gustaba para cuñada, me aclare la garganta y me sentí como un tomate, sabía que estaba sonrojada, sentía el calor en mis mejillas. Luego Aldonzza la abrazó y me miraba con complicidad, a esa niña no se le iba una.

Mis abuelos llegaron instantes antes de que sirvieran, saludaron a Luna sin darle mayor importancia, en parte porque como decía mi abuela, ya se las olían de que algo traíamos entre manos, y quizá también porque era,os tantos en el comedor que era abrumador poner atención a todo, o al menos intentarlo.

Podría decirse que la comida, nuestra primer comida con mis padres fue todo un éxito, por más que trataba que pasara desapercibida la presencia de Luna, Aldo se encargaba de resaltarla cada que quería, argumentando que la nueva integrante de la familia debía acostumbrarse a todo lo que representábamos juntos.

Después de comer Luna tuvo que irse, tenía algunas consultas programadas y muy a mi pesar la dejé ir.

Alexa fue la primera en enterarse por mi, que Luna y yo teníamos algo, estalló en gritos eufóricos y decía que eso había que celebrarlo, decidí darle por su lado, me propuso que el fin de semana fuéramos a la playa, apenas a dos horas del pueblo, no muy convencida le dije que lo hablaría con Luna y de paso con mis hermanos, el martes no vi a Luna, aunque nos estuvimos enviando mensajes durante todo el día, por la noche hubo una llamada de no más de diez minutos y nos despedimos.

El miércoles por la tarde, después de salir de la destiladora y de comer  con la familia, visité de sorpresa a mi novia, se sentía raro decirlo, incluso pensarlo. Esperé a que terminara de aplicar unas vacunas a dos perros que una pareja llevaba, luego pasamos a su consultorio, en cuanto se cerró la puerta se arrojó a mis brazos y nos fundimos en un suave beso.

Dejé que el tiempo transluciera en sus labios, me sentía atada al firmamento por ella, era quien me sujetaba a la realidad, di algunos pasos y en un ademán de ligereza hice a un lado la silla que tenía frente al escritorio, la guié al escritorio y se recargó al borde. Nos besamos de muchas formas, mis manos jugaban en su espalda mientras las suyas me tomaban por la cintura y me aprisionaban más a ella, mi temperatura corporal se elevó rápidamente, una necesidad de sentirla mía comenzó a apoderarse de mí.

Luna me empujó levemente, pero lo suficiente para poder girar y esta vez ser yo quien se recargara en el escritorio, puse poca atención en nuestra posición, estaba más concentrada en su lengua dentro de mi boca, ese día llevaba un pantalón de mezclilla, al igual que Luna quien separó mis piernas en un rápido movimiento y se colocó entre ellas, la humedad se hizo presente en mi entre pierna,  mi respiración se alteró y mi líbido  casi me hacía estallar —hubiera sido delicioso estallar ahí, justo en ese momento— Luna pasó una de sus manos a mi nuca, me jalaba hacia ella, tomaba el control de la situación mientras yo perdía el control de mi cuerpo, poco faltaba para que en mi delirio olvidara cómo respirar, quizá porque era más indistinto que praxis.

Enrollé si piernas a las de Luna y coloque mis manos al rededor de su cuello, entrelacé las manos en su nuca y me dejé llevar, sentía demasiado placer, ella se dio cuenta y aprovechó nuestra posición para empezar un ligero vaivén entre nosotras, mi clítoris empezó a latir al ritmo de sus movimientos, sentía ganas de gemir, quería desnudarla ahí mismo, la tierna y tímida Luna que había conocido se había transformado en una mujer en toda la extensión de la palabra.

CAPÍTULO 12

Llegó el viernes, la mañana la pasé en mi oficina en la destiladora, una taza de café me hacía compañía. No cabe duda que la vida nos tenía preparadas sopesar, emociones por descubrir, y un sinfín de personas bellas por encontrar, un puñado de almas caminando a nuestro paso, en paralelo a nuestras vidas pero al mismo tiempo juntas.

Me sentía melancólica, al parecer el litro y medio que llevaba de café no había cumplido su encomienda de elevar mis niveles de adrenalina, o quizá sí, no lo sé. Era un día extraño desde el comienzo, un día de esos grises, la maza, de Silvio Rodríguez sonaba de fondo, quizá también por eso estaba así mi ánimo.

Tenía sentimientos encontrados, claro, quizá todas las relaciones lo tenían, mi mente y mi pseudo corazón se debatían entre la razón y lo que sentía. Luna era una niña hermosa, llena de vida, de esperanza, era mil cosas hermosas, me sentía feliz y agradecida por ella, y a la vez tenía mil miedos, miedo a perderla, miedo a que ella me perdiera, miedo a que esto no fuera real, a su familia, a la mía, miedo a Lucía, sí, miedo a Lucía. Hacía días que no venía a mi mente Lucía —qué buen momento Lucía—pensé.

Después de un rato perdiendo el tiempo en mis pensamientos, salí de la destiladora, tomé el coche y me dirigí a la hacienda, ensillé un caballo y me fui a cabalgar un rato, a paso veloz recorrí la hacienda, incluso crucé los límites de la hacienda con la de Luna y después con otra más, necesitaba despejarme, algunas lágrimas brotaron de mí, no sé si eran de felicidad o de tristeza, a estas alturas no sabía nada.

Llegué a un pequeño río que cruzaba por esa tierras, bajé un rato del caballo y le ofrecí agua, luego decidí volver un poco más tranquila. De regreso recordé como me había ido el miércoles con Luna, tuvimos un encuentro un tanto íntimo en su consultorio, si eso era mágico, no imagino el día que hagamos el amor pro primera vez —hagamos el amor— retumbó en mi mente, sí, deseaba que eso sucediera, lo deseaba con ella, la deseaba en cuerpo y alma.

Entré a la casa directo a mi habitación, traté de evitar todo contacto humano, aunque eso incluía a Aldo, sabía que pronto vendría a buscarme. Me di un baño largo, hasta quedarme dormida en la bañera, necesitaba unos minutos e inconsciencia. Me vestí y bajé a comer con mi familia, Aldo identificó que algo sucedía pues no había hablado nada en toda la comida.

Un poco después de comer llegó Alexa, sentenció que debíamos hablar largo y tendido, accedí sin chistar y comenzó a contarles de la playa, mis hermanos estabas emocionados de pasar unos días en la playa todos juntos, mis papás mis abuelos aceptaron ir, lo había hablado con Luna y había dicho que sí, aunque no sabía si tenía trabajo.

Por la noche la llamé, quedamos todos de acuerdo en partir al día siguiente por la mañana, Tania nos alcanzaría allá.

En la mañana fui por Luna a su casa, se despidió de sus papás y de Lisa, pero algo extraño había en la mirada de su madre hacia mí, quizá ya se había dado cuenta que había algo entre nosotras.

Regresamos a la hacienda y salimos de ahí, insistí en irme a parte, así que sólo Luna y yo íbamos en mi coche, Mis papás y abuelos en otro, y mis hermanos y Alexa en una de las camionetas.

El camino a la playa más cercana no fue de más de dos horas, Luna y yo encabezábamos la excursión, en el trayecto ella eligió la música que escucharíamos, por suerte era música alegre, así que evité momentos de melancolía. Era bonito, era mágico, eran la vida misma esas primeras veces a su lado. A ratos me tomaba de la mano, otros más se recargaba en mi hombro, giraba y se me quedaba viendo, y yo simplemente me sonrojaba.

Cuando por fin llegamos, nos fuimos directo a la casa de campo de mis abuelos, a pie de playa. Con siete habitaciones enormes y una alberca semi olímpica era el destino perfecto, una playa en el oeste central de México, un pequeño poblado y la compañía más grata del mundo.

Dividimos las habitaciones, mis padres en una, mis abuelos en otra, Alexa y Tania en otra, Julio y Antonio juntos, Aldonzza y Giselle en otra más, y claro, Luna y yo en otra. Dejamos el pequeño equipaje que cargábamos y quedamos de ir a meternos un rato en la alberca, antes de salir de la habitación, Luna me acorraló en la puerta, me besó dulcemente y se separó de mí. Me miró fijo y habló tranquilamente.

—Te quiero, Ileana— me regaló la más bella y sincera sonrisa hasta ahora observada.

Abrió la puerta y me invitó a salir, ni siquiera me dio tiempo de responder, me tomó de la mano y bajamos algunas escaleras para llegar a la alberca, nuestra habitación tenía una puerta que daba al jardín, y otra que estaba por dentro de la casa.

Iba como flotando detrás de ella, de hecho, me hubiera ido al espacio si no fuera porque me llevaba de la mano en un dulce agarre. Se metió a nadar y jugaba con mis hermano mientras Alexa y yo intentábamos platicar.

—Te tiene apendejada—

—Gracias amiga— dije sarcástica

—¿te encanta verdad?

—Sí, realmente me fascina esa mujer—

—Ya lo creo—

—Bueno ¿y tú?—me giré para quedar viéndola

—¿Yo qué?— fingió

—Bien sabes qué— suspiré —¿cómo vas con Tania?—

—Dios— suspiró profundamente —esa mujer me vuelve loca—sonreí ampliamente —es tan ella, tan hermosa y fuerte a la vez... No sé cómo me he sostenido en el firmamento, podría morir en ella—

—Y dices que soy yo la enamorada—

—Ileana, sabes que adoro a Tania, sabes que desde aquella noche, algo surgió con ella, y aunque sé que no habría problema con mis papás o con los suyos, no lo sé, tengo miedo—

—¿Miedo a qué?—

—A que todo termine—

—Alexa, podría decirte que es lógico y hasta natural, lo cierto es que el miedo sólo hará que no los disfrutes— suspiré —¿Sabes?— el día de la lunada en la hacienda, Luna me dijo, bueno, creyó que estaba dormida, dijo que no importaba si le rompía el corazón, porque habría valido la pena— respiré profundo —con esto, no quiero decir que lo vaya a hacer, tampoco que quiera que termine o algo así, pero siento que ella tiene razón—

—¿qué sugieres?— se veía realmente confundida

—Supongo que Luna como Tania, como yo, y espero que como tú, sabemos que en el fondo no podemos prometerle eso a alguien, no podemos asegurarle a alguien amor eterno, incluso a veces las mismas acciones por amor, duelen— suspiré —pero creo que podemos al menos intentar no hacer daño, o hacer todo lo que en nosotros esté para no dañar a alguien de forma consciente o directamente—

—Ahora ve y aplícalo— sonreí —sabes que no es tan fácil—

—Sabes que no es tan difícil— me levanté y dejé mis lentes de sol y los huaraches, luego me metí a la alberca.

Luna parecía interactuar muy bien con mis hermanos, aunque no era igual de abierta como conmigo, era como al principio conmigo, tímida, hasta un poco reservada.

Comimos todos juntos, por la tarde fuimos a la playa, Julio y Anto sacaron las motos acuáticas y las arrastraron hasta el agua, cuando fue mi turno de tomar una, invité a Luna a ir conmigo, aunque no muy convencida, aceptó, creía que no sabía conducirla.

Mientras dábamos la vuelta en el agua, Luna me abrazaba por al cintura, colocó su mentón sobre mi hombro, sentir su respiración en mi piel era una sensación increíble.

Jugamos un rato en la playa, más tarde nos fuimos a dar un baño a la casa y propusieron que buscáramos dónde cenar, mis papás y mis abuelos ya no quisieron salir, pidieron comida a la casa.

Después de mirar muchísimas opciones terminamos en un puesto de tacos —muy ricos por cierto— en el que estuvimos parados porque había demasiada gente —mejor así, nos caben más tacos— pensé.

Llegamos a casa y esta vez nos fuimos cada quien a su habitación, era agotador el calor de la playa y el cansancio de la semana cobraba su factura —al menos de los que trabajábamos o hacíamos algo— mis hermanos no tenían algo qué hacer.

Me recosté en la cama mientras veía a Luna preparar sus cosas para meterse a la ducha.

—¿te vas a bañar?— preguntó antes de entrar al cuarto de baño.

—Claro guapa, después de ti— sonreí

—Bien— me sonrió y se metió.

Tuve un debate interno muy fuerte, de pronto me surgieron las ganas de meterme a bañar con ella, pero no sabía cómo lo podía tomar, además, aún no había tal grado de confianza, no quería verle incómoda.

Esperé, tratando de ser paciente, a que terminara de bañarse, cuando salió envuelta en una bata blanca me pareció ver la criatura más hermosa del mundo, su cabello mojado caía por sus hombros y sus ojos se miraban más grandes que de costumbre.

Me levanté de la cama sin dejar de verle, me acerqué a ella y le planté un beso lento en los labios, sus manos me detuvieron ahí un poco más.

Me metí a dar un baño y cuando salí Luna tenía puesto un short corto con una camiseta de tirantes, se salió para que me vistiera y aunque no era el plan, no le dije más.

Me puse un short y una playera corta, cuando Luna regresó traía una botella de tequila y dos caballitos.

—¿Brindamos?—

—Claro preciosa— me aclaré la garganta —¿qué celebramos?—

—Que estamos juntas— suspiró —Que me quieres y yo a ti— al instante se sonrojó

Tomé los caballitos para ayudarla a servir los shots de tequila, nos tomamos el primer trago al mismo tiempo y la invité a sentarse conmigo en la terraza de la habitación, nos tiramos sobre una sábana en el piso de la terraza que nos daba una vista bonita del mar, aunque a esta hora sólo veíamos la oscuridad de la noche.

El tequila hizo su efecto, después de algunos shots nos mirábamos y reíamos como tontas, me acerqué a ella gracias al valor que la pérdida de razón —tequila— me dio.

—Sí, abrázame— me dijo al oído cuando me acerqué a centímetros de ella.

—Ven— tomé su barbilla y la giré hacia mí, me acerqué lentamente y comencé a besarla.

Primero en un beso lento, tierno, como reconociendo cada parte de nuestras bocas, mordí su labio inferior, ella aprisionó mi lengua en su boca, lentamente comenzó una guerra por poseer la boca de la otra. Cuando los besos ya no eran suficientes para expresar lo que estábamos sintiendo, Luna se giró para quedar completamente frente a mi, la guíe hasta sentarse sobre mí, a horcajadas con una pierna de cada lado de las mías.

Estaba sentada sobre mis piernas por lo que su cabeza quedaba más alta que la mía, me besaba y a ratos se separaba de mí, me tenía tomada por el cuello, y yo la sujetaba por la cintura, no sé cuánto tiempo pasamos así, hasta que me decidí a cambiar un poco el ritmo del beso, subí mis brazos a su cuello, la aprisioné ahí y tuvimos un beso muy largo, muy dulce, tierno y cálido.

Luna era eso, era magia pura en pequeñas dosis de cariño y besos, tiernos besos que podían convertirse en besos ardientes que me sacaban de mi realidad.

Tomó una de mis manos y la condujo hasta su pierna, me estaba invitando a tocarle, más que darme permiso, me estaba pidiendo que lo hiciera. Me solté de su agarre y comencé a mover mi mano sobre su pierna, descubierta gracias a su short. Luego bajé la otra mano, con ambas acaricié sus piernas, hice círculos con las llamas de mis dedos sobre su piel, al parecer nuestro contacto era como un choque eléctrico porque se sentían muchas sensaciones.

Me armé de valor y dejé un poco su boca para dirigirme a su oreja, en un camino de besos llegué a ella, succioné un poco su lóbulo y después bajé por detrás de la oreja hasta llegar a su cuello, a ratos besaba y otros lamía lentamente su cuello, me percaté que ambas estábamos comenzando a sudar, nuestra sesión de besos estaba provocando estragos.

Descaradamente Luna bajó sus manos de mi cuello, lentamente hasta llegar a mis pechos y se detuvo ahí para masajearlos, cerró los ojos y se dedicó a frotar lentamente, mis pezones no tardaron en reaccionar y ponerse erectos, a Luna parecía fascinarle eso. Continué besando su cuello mientras mis manos jugaban con sus piernas, me sentía muy excitada, mi corazón latía muy rápido y lo hacía en todo mi cuerpo, me sentía extremadamente caliente.

Levanté las rodillas hasta apoyarme con los pies mientras luna caía sobre mi vientre, su contacto me encantaba, ella comenzó a moverse en un rico y lente vaivén mientras nuestras manos peleaban por tomar las manos de la otra, nos besábamos, casi nos comíamos ahí mismo, luego paró en seco.

—Ven, vamos adentro— la escuché decir mientras intentaba levantarse.

No sabía si este momento continuaría o tendría su fin ahí, le di un beso en los labios antes de levantarnos. Caminamos de la mano hasta la cama, dejamos la puerta del balcón abierta y abrimos las cortinas, sólo la luz de la luna entraba.

Unos centímetros antes de llegar a la cama, me solté de su mano y la abracé por detrás, coloqué mis manos en su vientre mientras besaba su cuello y su espalda. Se giró y quedó frente a mí, me tomó por el cuello y nos besamos un buen rato.

Después me tumbó sobre la cama y se colocó sobre mí, nuevamente con una pierna a cada lado de las mías, me besó lentamente en el cuello mientras sentí como mi cuerpo reaccionaba, mi entre pierna se sentía húmeda.

A lo lejos, comencé a escuchar música, no sé si fue real, o producto de mi imaginación y mi delirio. Luna me tocaba de una forma deliciosa, me hacía tocar el cielo con cada dulce movimiento, nuevamente comenzó su vaivén sobre mí, esta vez la tomé de la cintura y dirigí sus movimientos, a ratos lento y otros más rápido, conforme lo hacía me sentía más excitada, me sentía más yo.

En un movimiento rápido nos hice girar para quedar sobre ella, la miré a los ojos, sus pupilas estaban dilatadas, ambas deseábamos entregarnos en ese momento. Besé su cuello unos instantes y fui bajando por su pecho, llegué al borde de su camiseta con su piel, decidí continuar un poco más con ropa, bajé hasta sus piernas y comencé a besar una, después besé la otra, así en un camino de besos y dulces mordidas sobre sus piernas llegué al borde de su short con su piel.

Me fui nuevamente a sus labios, esta vez Luna me abrazó y colocó sus manos en mi espalda, las metió debajo de mi playera, subió hasta mi sujetador y buscó la forma de desabrocharlo, ahí supe que podía pasar mi vida entera con esa mujer, sentí una descarga eléctrica recorrer mi espalda al momento que luna desabrochaba mi brassier.

Mi respiración se hizo entrecortada, los latidos de mi corazón se percibían en mi sien, en mis labios, mi pecho e incluso en mis partes más íntimas. Dejé que subiera mi playera hasta sacármela, después quitó mi sostén, bajé a su cintura y levanté un poco su camiseta, con la boca la fui recorriendo mientras dejaba un pequeño rastro de besos hasta llegar al centro de sus pechos, estaba más que excitada.

Aproveché que estaba en medio de sus piernas para comenzar con un lento vaivén, al instante mis fluidos vaginales se sintieron liberarse, tenía ganas de gemir, me estaba volviendo loca. Luna me abrazó, primero por la cintura, mi estampada estaba completamente desnuda, luego subió sus manos a mis hombros para intensificar el frenético vaivén que teníamos.

Me separé un poco de ella, subí por completo su camiseta, acto seguid dirigí una de mis manos a acariciar con desesperación uno de sus pechos aún con sostén, por cierto, un sostén verde de encaje. Con la otra mano comencé a deshacer el nudo que los tirantes de su short habían hecho. Cuando lo desabroché, supe que estaba pasando todos los límites que una persona deja que otra haga, bajé lentamente su short mientras ella batallaba para respirar, estaba igual de excitada que yo.

Descubrí que portaba un conjunto de tanga y brassier en el mismo color, me deshice de su short tirándolo al piso, besé su obligo y de ahí hice un camino hasta sus pechos, ella me tomó por la cintura y de deshizo de mishort, ambas quedamos con tanga sólo que ella aún con los senos cubiertos.

Desabroché su sostén de la forma más erótica posible, el broche se encontraba en frente, justo en medio de ambos pechos. Con ayuda de mis dientes levanté parte del sostén y observé cómo se liberaba su pezón endurecido, no soporté más y me acerqué a rodearlo con mi lengua. Luna dio un gemido audible por mi acción, esa fue la señal que me indicó que podía seguir.

Con mi lengua hice círculos sobre su pezón, después le di una mordida leve para irme al otro pezón, hice lo mismo con esa otra parte de su sostén y también lamí un rato, cuando la respiración de Luna se hizo pausada y en ocasiones dejaba salir uno que otro gemido, supe que ambas estábamos listas. Ella bajó sus manos a mi cadera y bajó mi tanga hasta mis rodillas, luego me dio vuelta y quedo encima mío, bajó por completo mi tanga y se dedicó a alternar besos de una pierna a la otra, llegó a mi monte de venus y pasó de largo, continuó en mi vientre y así llegó a mis pechos.

Se dedicó por varios minutos a besar mis pezones, acariciarlos y morderlos, comencé a gemir levemente en contra de mi voluntad, era una respuesta genuina a tu dulce tacto. Se colocó entre mis piernas y comenzó otro vaivén, mucho más intenso pues sólo la delgada y pequeña tela de su tanga separaba mis labios vaginales de los suyos.

Me dejé hacer por ella, quería gritar, era indescriptible la sensación, miles de choques eléctricos sentía recorrer mi espina dorsal, me aferré a ella mientras unas lágrimas brotaron de mis ojos, estaba en mi punto más alto de éxtasis, a nada de terminar en un intenso orgasmo. Luna se detuvo y giramos nuevamente, esta vez yo estaba sobre ella, me decidí a bajar su tanga sin titubear y cuando subí mi mano de regreso por sus piernas toqué descaradamente su vientre, bajé hasta su monte mientras la miraba fijamente, sus ojos estaban desorbitados y su respiración muy alterada.

Toqué lentamente esa zona, por instinto Luna cerró los ojos, bajé en besos voraces hasta su vientre, de ahí hice un camino con mi lengua, justo antes de llegar a sus labios, me fui hacia su ingle, luego cambié rápidamente a la otra, sin más, me separé de ella, la miré a los ojos para después hundir mi lengua entre sus labios, esta vez Luna gritó, hizo puños sus manos en las sábanas mientras me dediqué a jugar con su clítoris, hice pequeños círculos al rededor de éste, variado la intensidad para que sintiera más rico.

La sentí tensarse, desde los dedos se sus pies hasta la cabeza, la brisa marina llegaba hasta la cama, la puerta de la terraza abierta dejaba que entrara y se colara en nuestro acto tan íntimo. Luna me tomó del cabello, la tomé por la cintura para evitar que se me escapara, seguí lamiendo mientras una oleada de placer me recorría el cuerpo, desde el centro de mi sexo hasta la cabeza y los pies, de pronto Luna dejó de moverse, gimió muy fuerte, en ese momento me detuve también, un orgasmo al mismo tiempo nos hizo explotar intensamente.

Pues bueno, decidí hacer este especial de tres capítulos juntos para tratar de emparejarnos con los capítulos de wattpad. Le pido una disculpa a quien me ha enviado mensajes vía email y no le he respondido, tengo 1100 correos por revisar D: pero promento buscarlos en serio. Gracias  a quienes han seguido conmigo la historia. Nos acercamos al final chicos y no me queda más que agradecer nuevamente por la aceptacion que ha tenido la historia (al menos en wattpad).

Les dejo el link por si alguien quiere leer hasta el cap. 15 en wattpad https://www.wattpad.com/user/ClaudiaGmez968