De regreso a México (capítulo 1)

Ileana es una joven mexicana que por cuestiones del destino vivió en Coruña por siete años, tras una decepción amorosa decide volver a México, sin embargo no cuenta con la existencia de Luna, una chica que pondrá su vida de cabeza y la hará dudar entre lo que siente por ella y lo sintió por Lucía.

Capítulo I

De repente abro los ojos taciturna, anonadada por la muchedumbre que escucho fuera de la habitación. Es cerca de mediodía y mi cuerpo está de lo más relajado, es extraño despertar de forma natural, sin presiones, sin relojes y alarmas. Fuera de mi habitación, en el jardín que es a donde da mi ventana, se prepara la comilona que mi abuelo ha pedido.

En un ademán de ligereza me levanto de la cama y abro la pequeña puerta del servibar que está en mi habitación, por suerte me ha tocado la más grande. Tomo una cerveza enlatada y hago desbordarla sobre la superficie de la lata y comienzo a beberla. Justo al frente de la cama, se encuentra un ventanal con puerta corrediza que da a un balcón, y éste al jardín antes mencionado.

A la derecha se encuentra un espejo amplio, y en la pared perpendicular a ésta se encuentra una ventana más, aunque esta es más bien oscilante, la habitación en general está muy iluminada.

A unos metros a la izquierda de mi ahora lecho, se encuentra una puerta que conduce al sanitario, y de ahí sigue la pequeña barra donde está el frigo donde ahora reposan mis brazos.

Creo que ni siquiera había tenido tiempo de observar a detalle la habitación, con piso, paredes y detalles en madera.

Deposito la lata en el cesto que está al lado del frigo y camino en dirección al cuarto de baño, al abrir la puerta descubro con admiración la belleza que está detrás de la habitación. A mi ahora izquierda se encuentra un amplio cristal esmerilado que ilumina l habitación, un pequeño pasillo en el que hay espacio para ropa, cajones y una pequeña barra, el vestidor perfecto. A mi derecha hasta el fondo se encuentra una regadera con pared curva de cristal, con una entrada por un lado y por la derecha la entrada al jacuzzi para unas tres personas, simplemente estupendo.

Decido tomar un baño relajante, lleno el jacuzzi y pongo un poco de burbujas, así me quedé, como en un trance en el agua, recordando como regresé a México después de siete años de sólo visitar de vez en cuando.

Los problemas en Coruña ya eran demasiados, luego de dos años de independizarme por completo de mis padres y vivir sola en mi apartamento, recibí muchos insultos, amenazas e incluso agresiones de Lucía, quien fue mi novia tres años, y seis meses después de terminada la relación por común acuerdo, seguía presionando, quería que volviera con ella, pero esto iba más allá de los límites permisibles en un ex.

Reconozco que hababía ocasiones en las que me la topaba en bares, y en lugar de irme seguía de coña con mis amigos, bebíamos y jugábamos en medio de la pista, hasta la noche en que me arrastró del cabello hacia la puerta y para no armar tremendo escándalo, además, ambas traíamos un peazo de bollillón a cuestas. Me subió a su auto y condujo hasta mi apartamento, en el aparcadero se subió sobre mí y me besaba con una fuerza casi feroz. Esa noche las cosas terminaron muy mal, ella aprovechó gustosa que yo estaba más que ebria y bajo su propia borrachera intentó propasarse conmigo, por suerte se quedó dormida, salí del auto y cogí un taxi a casa de mis padres, ahí decidí que con esa mujer tenía que poner tierra de por medio.

Ella fue la que me puso los enormes cuernos a mí, ahora era más que lógico que no quisiera ni verla en sueños.

Noté que el agua ya estaba helada, así eu salí y quité el tapón de agua para que se vaciara, me metí a la ducha y salí en unos minutos, en la habitación, busqué mi pequeña maleta y me puse algo de ropa, pantalón de mezclilla, botas y camisa. Sali de la habitación con tremenda hambre. Bajé un par de escaleras y en el descanso vi la hora en el reloj análogo, las 13: 50.

Fui directo al comedor, donde se encontraba mi abuela, una señora de unos 65 años, cabello cano, de estatura media y complexión delgada. Me saludó con un abrazo y un beso en la mejilla y me hizo sentarme a tomar algo como desayuno, una mujer un poco más joven que ella, de estatura baja y cabello cano igual que mi abuela se acercó a servirme un poco de fruta, así la comí entre pláticas con mi abuela, quien me decía lo emocionado que estaba mi abuelo y que la fiesta que estaba organizando era por que su nieta había llegado, y a juzgar por lo que sentía, sería por un buen tiempo.

Pasé la tarde viendo como acomodaban sillas y mesas, platicando a ratos con mis abuelos, más tarde me fui rumbo a las caballerizas y pedí que me ensillaran un caballo, monté y traté de recordar cómo se hacía, anduve un rato por la hacienda merodeando sin mucho que hacer. A unos cuantos kilómetros, quizá dos, encontré un pequeño lago, siempre me gustó verlo, recordé que antes de irme para España iba de vez en cuando a tomar un baño, jugaba con mis hermanos y primos, todo era diversión en ese entonces, tan hermosa es la vida de un jovencito, sin preocupaciones mayores, sin problemas y líos de amores.

Me pareció oír un caballo cerca de donde estaba, pero vislumbraba, la tarde ya había muerto, y ahora sólo un poco de lo que el sol había iluminado se dejaba ver. Despacio, regresé a la casa, un poco cansada, quizá por la falta de práctica.

Mi abuelo me pidió que me vistiera con algo más formal, pues recibiríamos a sus amigos, algunos hacendados de la región y uno que otro familiar, aseguró que "su princesa" debía hacerse notar.

Subí a la habitación y busqué un vestido corto, zapatillas cómodas y bajé de nuevo, esta vez mi abuelo ya estaba acompañado de algunas personas, lentamente me fue presentando con ellos, la noche iba comenzando bien.

Lentamente vi llegar a una familia pequeña, relativamente, en comparación con las demás, sólo el matrimonio y a mi parecer, sus dos hijas, se acercaron y saludaron a mi abuelo, resultó que eran los de la hacienda vecina, un señor joven, bien parecido tez blanca y cabello negro con apenas unos destellos de blanco. La señora delgada y alta, se miraba personas con clase pero muy sencillas, amables y queridas por mis abuelos. Presentaron a sus hijas y el señor, Don Carlos, como mi abuelo lo llamaba, me confesó que el gustaría que entabláramos una amistad sus hijas y yo, pues eran recién egresadas ambas de la universidad y no tenían muchos conocidos en el pueblo. Lisa, la más grande, era al igual que sus padres, de tez blanca, cabello negro y ojos café claro, ella era recién egresada de medicina, y la otra, Luna, era veterinaria, también recién egresada. Luna era un poco más baja de estatura que yo, tez blanca y cabello castaño, ojos color miel y sonrisa coqueta.

Enseguida comencé a platicar con ellas, primero respecto a sus profesiones, luego a gustos e intereses, Luna me llamaba bastante la atención, sus ojos, realmente era muy guapa.

Alexa, una gran amiga mía ahí en la hacienda, ayudaba a ms abuelos en algunas cuestiones y desde pequeñas éramos cómplices para las travesuras, su papá era el administrador de mi abuelo, llegó y las saludó, me pareció que ya las conocía, de un momento a otro se llevó a Lisa hacia donde se encontraban tres chicos, cada uno de diferente familia pero a juzgar por sus ademanes, muy buenos conocidos, quizá amigos. La bella Luna y yo nos quedamos solas, bebiendo cada una de su copa y sonriendo sin decir más.

Nunca tuve problema con mi sexualidad, tanto mis padres como mis abuelos y mi familia en general supieron que, desde muy temprana edad me iban las chicas, y no sólo eso, sino que era hasta un poco mujeriega. pero, lo de esta chica era distinto, era bonita, de esa belleza que se quiere para uno solo, de esa belleza que es para contemplarse, para adorarse. Además de guapa, bella por dentro, con un inmenso amor y entrega hacia la vida animal, respetuosa de toda forma de vida, humana o no.

Poco a poco la fiesta fue quedándose sola, y así, sin más, Luna se despidió junto con su familia, por mi parte me despedí de mis abuelos y me fui a la habitación, ahí, traté de acomodar la ropa que traía aún en una pequeña maleta. Me fui a la cama con dos latas de cerveza y comencé a quedarme dormida. Desperté a eso de las 3:15 a.m. y me fui al balcón, el calor era intenso, tomé otra cerveza y encendí un cigarrillo.

Por la mañana desperté un poco más temprano que el día anterior, me di una ducha rápida y bajé a desayunar con mis abuelos, la comida era deliciosa, para el desayuno hubo fruta, zumo y un corte de pollo preparado al horno con ensalada. Después de ello, mis abuelos me propusieron ir al pueblo más cercano a la hacienda, que era a donde pertenecía tal lugar, así lo hicimos y aproveché para comprar algo de ropa, vi unas blusas preciosas, también unos pantalones cortos y un poco de ropa interior.

Pasamos el día entre compras, era un pueblito pintoresco, con clima cálido y gente amable. Alguna personas paseaban a caballo, claro que había vehículos, también bicicletas, personas caminando, un ambiente mucho más tranquilo que al que estaba acostumbrada.

Mis abuelos trataban de complacerme en todo, les dije que comiéramos en el pueblo, quería conocer todo de ese lugar, fuimos a un pequeño restaurant, muy pequeño pero con buen servicio y comida aceptable, la especialidad era mariscos y pescados preparados de muchas formas, así que comí sin problemas. A la salida, mi abuelo me propuso ir por un helado,como años atrás. Así lo hicimos y al salir de la heladería alcancé a ver a Luna, caminada por la plaza con su hermana, me disculpé con mis abuelos y caminé rápidamente hacia ellas, casi corriendo.

Hola- saludé apresurada -¿cómo están?-

Hey, no te había visto- comentó Lisa un poco sorprendida

Hola- dijo Luna un tanto seria- ¿qué haces aquí?

Eh... bueno- pensé que decirle, me acerqué sin planear un pretexto- vine con mis abuelos a comprar algunas cosas y ahora están tomando un helado- señalé hacia donde mis abuelos, ellas giraron, los miraron y luego volvieron la mirada hacia mi-

¿sabes?- comenzó Lisa - Mi hermana y yo casi no conocemos gente, y me imagino que tu tampoco, algunas veces vamos a la ciudad, está relativamente cerca, quizá 1:40 de camino, a veces vamos al cine, a comer o simplemente a respirar algo de smog- hizo una pausa- quizá quieras acompañarnos en alguna ocasión.

Claro- me apresuré nuevamente a hablar- sería perfecto, y bueno, ¿puedo invitarlas nuevamente a la hacienda?- pregunté dudando

claro que puedes...-suspiró Luna- que vayamos es otra cosa

claro, bien respondido- trataba de ser amable

a mi me gustaría ir- comentó Lisa- me gusta mucho el lago que hay en los terrenos de tu familia, Luna pasea pro ahí a caballo

En seguida recordé que un día antes escuché un caballo cerca del lago.

Pues entonces nos podríamos ir a hacer algo ¿no?- dije entusiasmada

Sí ¿qué dia puedes?- Luna ahora parecía motivada

Si lo prefieren, mañana para mí está bien.

De acuerdo, mañana nos vemos- Asumió Lisa tratando de retirarse

Bien, ¿las espero en la hacienda? o prefieren que venga por ustedes...-fui interrumpida por Luna-

Nosotras vamos, al mediodía estaremos por allá

bien, ahora si me disculpan, mis abuelos me esperan y quizá ustedes tengan cosas que hacer-

Hasta mañana Ileana, que estés bien- pronunció Lisa y se marcharon.

Regresé a donde se encontraban mis abuelos para tomarnos un helado, luego pasamos a comprar unas cosas para la hacienda, que llevarían al día siguiente hasta ahí, y nos fuimos. La distancia entre el pueblo y la hacienda era de escasos diez minutos, pronto estuvimos ahí de nuevo, esta vez me despedí de mis abuelos más temprano que el día anterior y me dirigí a mi habitación, acomode las prendas que había comprando y comencé a llenar la ducha, esta vez planeaba pasar un buen rato en la bañera, tomé mi reproductor de música y me metí al agua, me coloqué los auriculares y cerré los ojos, sin querer, empece a pensar en Luna.

Cada vez que conocía una mujer con ojos hermosos, simplemente me era difícil dejar de pensarle, sus enormes pestañas y su piel un poco pálida me gustaban, claro, como siempre, me gustaban tres días y luego ni en el mundo las hacia, además debía considerar varias cuestiones, en el pueblo no se tenía la misma percepción que en la ciudad, y sobre todo en Europa respecto a la homosexualidad, quizá Luna era homofóbica y al enterarse puede dejar de hablarme... realmente no deseaba eso, como tampoco deseaba una relación, digamos que me encontraba en una etapa de mi vida en que era necesario anestesiar a mis atolondrado corazón antes que se me fuese de las manos la situación.

Como ya era costumbre el agua del jacuzzi se enfrió, me coloqué la bata blanca que estaba reservada para mí, salí del agua y vacié el jacuzzi. Tomé una cerveza del frigo que estaba en mi habitación, debo agradecerle a mi hermosa abuela que me llenara el servibar de cerveza, esa mujer me conoce a la perfección. Me fui al balcón a contemplar un poco las estrellas, rondaba la medianoche, llevaba pocos días de regreso en México y parecía como si jamás me hubiese ido, aunque extrañaba a mis amigos de Coruña, a mis padres, pero era un pasito más en mi vida, quizá pueda ir de vez en cuando a visitar... y bueno, para qué negarlo, también extrañaba un poco a Lucia, quizá la distancia de todo el océano haga que olvide los últimos momentos que viví con ella y enaltezca los gratos, los bellos instantes que me hizo pasar.

Cuando sentí el frío de la noche golpear contra mi piel, decidí meterme en la habitación, tome una toalla y seque mi cabello que no pasaba de los hombros, por suerte mi cabellera no es tan grande. Di un suspiro muy largo, no sé de dónde salió, no sé por qué me faltaba el aire, o quizá me estaba sobrando, di el último sorbo a mi cerveza y me quite la bata para tirarme un clavado en mi cama, como ya era costumbre, me fascinaba dormir sin ropa.

Entré muy rápido en un profundo sueño, por suerte descansé bastante, no recuerdo haber soñado algo, los rayos del sol entraron por el gran ventanal, ese fue el mejor y más natural de los despertares que tuve, cuando pude enfocar mi vista, me percaté de la hora, eran cerca de las once de la mañana.

Me di un baño de forma rápida y me vestí con un short corto y una playera negra, tenis blancos y me coloqué una gorra en la cabeza, bajé a tomar el desayuno para después irme a montar bicicleta un rato. A mi regreso me encontré con que Lisa y Luna ya me esperaban en la casa, entré y les propuse irnos al lago en las cuatrimotos, ese día no tenía ganas de montar, nos subimos a dos motos, Lisa se fue conmigo pues no sabía manejar.

Llegamos al lago, apagamos las motos y nos bajamos, Lisa traía en una mochila su traje de baño, cremas y todo tipo de artículos cosméticos para poder meterse al agua, una toalla y repelente, cuando sacó todo eso de la mochila me di cuenta que no yo llevaba nada, miré a Luna quien  me dedicó una mirada y sonrisa cómplice, ella tampoco traía algo, así que me miró como preguntando si habíamos pensado lo mismo, me pareció extraño ese tipo de comunicación, le sonreí y me senté al borde del lago. Mientras Lisa se ponía el traje de baño conversábamos de todo y nada, decidí quitarme los tenis y meter la punta de mis dedos en el agua, era tibia, no llegaba a ser cálida pero era soportable, quizá hasta agradable.

-¿qué hacen en tu carrera?- Luna me habló mirándome directamente a los ojos

-eh...- dudé un poco- somos encargados de el diseño de productos que sean adaptables al ser humano -hice una pequeña pausa- resolvemos necesidades que previamente son detectadas en el usuario al relacionarse con el entorno y por lo general son soluciones industriales- esperaba que con eso quedara claro.

-¿como se llama tu carrera?- pregunto Lisa antes de meterse en el agua.

  • diseño industrial, es un grado de ingeniería, tengo un mister en diseño de producto - Luna me miraba atenta, como reflexionando lo que decía.

-¿te gusta mucho tu profesión?- pregunto Luna

-Sí, la verdad sí- Luna tomo siento a un escaso metro de mi - me apasiona bastante desde el proceso de detectar problemas y proponer soluciones, de la investigación hasta el prototipo- sonreí

-¿pero qué haces en México?- pregunto Lisa luego de dar unas brazadas en el agua

  • es largo de explicar, pero vamos, yo adoro mi país, me fui con mis padres hace siente años, pero siempre ha sido mi delirio esta tierra- hablaba emocionada.

-¿te quedarás mucho tiempo?- Luna me miraba expectante

-Aún no lo sé- dije pensativa, recordé de pronto a Lucía- pero no me iré pronto- Luna y yo sonreímos.

En cierto momento me recosté en el césped que rodeaba el lago, contemplé el azul del campo y la blancura de las nubes que pasaban lentamente, era finales de julio, el calor estaba en su máximo esplendor. De pronto y de regreso a la realidad, Luna se metió sin más al agua, enseguida les hice compañía y jugamos un rato. Al salir, Lisa se secaba mientras Luna y yo tiritábamos un poco por el aire que hacía, no estaba frío pero los árboles que nos rodeaban propiciaban un poco de aire. Nos quedamos sentadas un rato más, la compañía era agradable incluso en silencio.

Un poco más tarde regresamos a la casa, mis abuelos nos esperaban con comida, aunque en un principio Lisa y Luna se negaron, terminamos comiendo juntos. Después se retiraron, por mi parte me fui a la sala de estar y tome mi computadora, fue ahí que reflexione que no había internet, me levante sin muchas ganas y me fui a mi habitación, me quede profundamente dormida.

A eso de medianoche abrí los ojos, en el tocador estaba una bandeja con comida, me acerqué para descubrir que era un plato de fruta y un poco de cereales con fruta seca, un poco de miel y agua de hierbabuena. Entusiasmada comí para regresar a dormir a mi cama, me había afectado el regreso a México, el hecho de liberarme de tantas presiones tanto físicas, mentales y emocionales hizo que mi cuerpo quisiera recuperar le sueño perdido que durante años tuvo, quizá iban a pasar algunas semanas para que mi cuerpo superará las desveladas y demás conflictos internos.

Por la mañana traía un hambre más que feroz, de haber tenido un elefante ahí cerca, me lo como de una. Bajé en short y camiseta hasta La Cocina y comencé a dar picones, salude a las mujeres que esmeradamente preparaban el almuerzo, tomé un vaso y serví jugo de naranja de la jarra, lo bebí y me retire a mi habitación. Me di un baño rápido y bajé a tomar el almuerzo con mis viejitos hermosos.

Terminando esto, les comenté a mis abuelos que ocupaba comunicarme A Coruña con algunos colegas, así que iría a la ciudad más próxima, a hora y media de ahí. Mi abuelo le pidió a Alexa que me acompañara, y ésta encantada aceptó. Así, emprendimos el viaje al mediodía.

  • ahora sí vamos a hablar...- dijo Alexa colocándose el cinturón se seguridad mientras salíamos de la Hacienda- ¿qué te hizo quién para que volvieras así de repente a México?- me miraba directo a los ojos

  • Figuraciones tuyas- dije en tono de broma, al ver que ni se inmutó, hablé- digamos que jugaron al torero conmigo, solo que me tocó ser el toro- la expresión de Alexa cambio en unos segundos.

-¿qué?- pregunto incrédula

  • que me puso los cuernos, poco faltaba para que no pudiera entrar en casa con semejantes cachos- dije un poco molesta, no con Alexa, con mis recuerdos.

  • ay amiga, ahora sí que no sé qué decirte- Alexa trataba de sopesar la información

  • pues nada que me tocó perder una vez- dije tranquila. Durante el trayecto hablamos de todo un poco, cómo le fue al terminar la carrera, los dos novios que había tenido durante su estancia en la universidad y por mi parte hablamos de Lucia y las chicas a las que alguna vez mande por un tubo.

Al llegar a la pequeña ciudad, busqué un local de internet para comunicarme, envíe un par de emails y nos fuimos por unos helados. Decidí ir a hacer el súper, compre pastas, quesos, algunas botellas de vino y un poco de carne. Después buscamos un servicio de internet, quedaron de instalar la semana entrante. Ahí mismo busque una tienda de celulares, me hice de uno con numero mexicano, asi, tendría por lo menos cobertura telefónica en la Hacienda, y en unos días, internet y todas las comodidades.

Regresamos a la Hacienda a eso de las 5pm. Mis abuelos comenzaban a comer y nos unimos a ellos, prepararon enchiladas y agua de tamarindo.

Al término me fui a dormir, realmente me estaba volviendo muy floja.  Cuando desperté traía una idea loca atravesada, quería ver a Luna.

Eran cerca de las 9pm y decidí ir a buscarla a su casa, trate de no pensar mucho en lo que hacía para no arrepentirme. Tomé un caballo y me abrí pasó entre los árboles y la maleza hasta la casa de los padres de Luna. Descendí del cabello y subí unos pequeños e escalones hasta la puerta, con ayuda de mi reloj toqué la puerta de acero.

Para mi sorpresa, fue la misma Luna quien me recibió. De inmediato la saludé con un beso en la mejilla.

  • Hola guapa, he venido pensando que quizá te apetece ver una película conmigo...- dudé al terminar la frase- mañana- cerré la frase.

-bueno- el rostro de Luna entra inexpresivo- sí, creo que me gustaría mucho- dijo un poco absorta en sí misma.

  • vale que te he pillado, si no quieres por mi no hay problema, lo dejamos y ya está- traté de darle mi más sincera sonrisa.

-claro que quiero- se apresuró a comentar- a qué hora está bien?-

-Eh...-titubee- dale que por mi a las 6:30 a.m. Está perfecto- dije seria mientras esperaba reacción alguna en ella.

-¿eh?- la sorprendí con mi comentario, enseguida traté de remediarlo

  • que es broma mujer, ¿puede ser a las 7 de la noche? - ahora lo dije un poco apenada- y en una de esas hasta podemos cenar...- dejé la frase ahí y esperé por su respuesta

  • Claro, te veré mañana a las siete- sonrió y en ese momento me di cuenta de los hermosos rasgos de su rostro.

Me fui del lugar, a paso lento. Pensaba en cómo olvidarme por completo de Lucía, había dado todo en esa relación y hasta hacía unas semanas creía que mi atolondrado corazón jamás se repararía. Pero fue el llegar a mi país, sentirme a gusto con mi gente y mi espacio lo que me hizo sentir mejor. Hacía unos meses que ya pasión entre Lucía y yo había muerto, a ella ya no le atraía que coqueteáramos, el jugar o simplemente el dedicarnos verdadero tiempo de calidad como pareja.

Poco a poco nos convertimos en extrañas con recuerdo en común, con pensamientos y sueños muy distintos, y siento realistas, jamás empataríamos nuestras metas.

Llegue a la casa y descendi del caballo, me sentía tan libre de volver a montar, me sentía yo. Entré a La Cocina con un dejo de sonrisa en los labios, recordé la emoción que me hacía sentir Luna. Una chica muy bella y de carácter sencillo, quizá era pronto para apostarle a algo con ella, pero al menos podría tenerla de amiga.

Solo esperaba que no fuera homofobia, siempre he pensado que nadie es cien por ciento heterosexual u homosexual, sin embargo cuando eres homofobico, no te permites ni conocer a personas con preferencias distintas a ti.

-¿será que alguien te tiene pensativa?- rápido mi mirada se dirigió a la entrada de La Cocina, recargado en el marco de ésta mi abuelo me observaba.

-puede ser- dije tomando un juego de cubiertos de la estantería para luego caminar hasta llegar a él -¿me acompañas a cenar?- enseguida mi abuelo me abrió paso y nos fuimos al comedor.

-¿te hizo daño alguien allá en España?- escuche atenta mientras picaba un trozo de manzana para acto seguido, llevármelo a la boca.

-me rompieron por completo- me pasé el bocado y continúe- digamos que uno siempre vuelve a los lugares donde ha sido amado, y por eso vine aquí... no quiero que se me olvide quién soy- mi abuelo sabía que tenía una relación en España, aunque nunca la conoció, sabía que yo le daba mi alma a esa mujer.

-siempre podrás volver aquí... siempre siempre hijita...- lo miraba atenta mientras masticaba- aunque también puedes quedarte aqui- las ultimas cuatro palabras retumbaron en mí.

La platica con mi abuelo se tornó en cuanto a la producción de la Hacienda y cuando fue lo suficientemente tarde, me dirigí a mi habitación, tomé un respiro en el balcón, regresé hasta el pequeño librero recién colocado y busqué una cajetilla de cigarrillos, tomé dos y encendí uno, regrese al balcón a perderme en mis pensamientos, solo las constelaciones sobre mi techo acompañaban esa fresca noche.

Clauxs

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