De regreso a España y SORPRESA DOBLE.
Regreso a España antes de lo previsto, el COVID-19 alteró agendas, proyectos y trabajos. Por esto último hubo que regresar, ajustar y modificar proyectos, para tratar de que siguieran en pie. Una vez estuviera todo en orden, viajar de nuevo sin falta.
En mi cabeza ya llevaba la idea básica de cómo encontrar solución a los contratiempos. Nadie sabe que hemos llegado, porque dije que volvería pero no especifique cuando. A Marina que hizo el viaje de vuelta conmigo, le dije que no llamara a nadie, que se fuera a su casa a dejar sus cosas y que sin prisas, acudiera al trabajo después. Hice lo mismo, fui a casa, me di una ducha y me cambié de ropa. No perdí el tiempo y fui al trabajo. Llegué pasadas las nueve y se estaban preparando para una reunión, para mi gusto empezaban demasiado tarde, pero era Victoria la que estaba en ello. Al verme se quedaron sorprendidos, a excepción de Victoria que ya me conoce.
Salude como es lógico a todo el mundo, no permití que Victoria se moviera de su sitio y me senté en otro libre. Iban a empezar a tratar las soluciones para los contratiempos que habían surgido, Victoria me preguntó que cómo quería hacerlo y le dije que empezaran por un lado y acabaran por el otro, que los escucharía y luego debatiremos. Escuchaba con detenimiento y se habían puesto bien las pilas, porque había soluciones muy ingeniosas y que aunque por sí solas no valdrían, junto con otras serían perfectas. La parte más tediosa era la económica, que lo dejamos para el final, números y más números.
En esa parte era donde más diferencias de opiniones había. Vi a Marina llegar, sí que se había tomado con calma lo de sin prisas, le hice una seña para que entrara. Se sentó y si creía que iba a estar de oyente se equivocó, porque le hice explicar los contratiempos de nuestro viaje y las soluciones. También le pedí que dijera donde creía que habían estado los errores, dudo al principio porque los primeros errores, aunque luego subsanados, fueron míos. Fue muy prudente porque los detallo sin dar el más mínimo indicio que el autor de esos errores fui yo. Eso lo aclaré al final, porque no me importa que sepan que cometí varios errores, lo más importante es aprender de ellos y saber cómo se solucionó.
Había que trabajar a contrarreloj, porque había que visitar varios países europeos y tenía que estar todo perfecto, porque estando perfecto, seguro que encontraríamos algunos fallos. Victoria ya se había encargado de seleccionar al personal que vendría en el viaje. Nada más quedarnos solos ella, Adriana y yo, me expuso los primeros problemas… “No tengo quien lleve la coordinación en el viaje, salvo que vaya María” y le pregunte… “¿Pero María no había tenido algún problema con su embarazo?” y Victoria con un poco de sorna… “Si, pero algo que está dentro de la normalidad, pero como siempre que hay alguien embarazada las sobreproteges…” estuve un momento pensando y le respondí… “María no irá y ahora que caigo, ¿Por qué puñetas no puede venir Ricky. Es que también está embarazado?” y con más sorna todavía y cachondeándose me respondió… “Es verdad en qué estaría pensando yo… tienes razón, ahora mismo le digo a Ricky que deje otra vez su boda a un lado o mejor aún, que haga el viaje de novios con vosotros?”
No me acordaba que había retrasado un año su boda. Le pregunté en quien había pensado y me cayó la del pulpo… “Es que mira que te lo he dicho muchas veces, hay que preparar por los menos a dos más y siempre me dices que lo pensarás, pues nos ha pillado el tren” y tenía razón. Les encargue a ella y Adriana que eligieran a quien podía ser. Ariana tenía que ver en concreto, que quien seleccionara Victoria, tenía las capacidades para bregar con el resto. después de estar atascados en ese asunto Marina se ofreció de forma voluntaria a ser ella. Nos cogió a los tres con el paso cambiado. Victoria la veía bien, pero recelaba por las ampollas que podía levantar con el resto de los que iban y fui bien claro, que ella sería quien tendría que solventar esos inconvenientes y si no podía, pues no volvería a viajar. Quedamos en que Adriana le echaría una mano para que afianzara su autoestima, que ojo, ya la tenía bien alta.
A pesar de que mi intención era bajar mi ritmo de trabajo, hay momentos, temporadas, que no es posible, como era en este momento. Victoria me avisó que al día siguiente, al mediodía dejaría a la gente salir antes de comer y qué no regresar por la tarde, para que tuvieran un respiro y recargar de trabajo. Algo que me pareció muy bien. Sobre la una se empezó a marchar todo el mundo. Victoria pasó a despedirse y cuando pasó Marina, la recordé que si había algún problema o duda, me llamara y Victoria me decía que tranquilo. Al quedarnos solos le dije a Victoria que no estaba muy convencido de que fuera Marina a ver a un posible cliente. Me quedé solo y me comí un par de sándwich de vegetal que me habían traído. Francamente estaba contento, todo lo que había pensado y todo lo que habíamos diseñado con el resto de las personas, tomaba forma y me gustaba como quedaba. Hice un pequeño alto para tomarme un café tranquilamente y estando todo en silencio.
Sonó de manera inmisericorde el teléfono de la mesa. Siempre digo que lo tengo que cambiar, porque tiene un tono desagradable. Cogí mi café y rápido fui a mi mesa. Contesto y es Marina, con tono preocupado y que me explica o lo intenta por lo menos, había naufragado, no dejó que continuase y le digo que se venga para aquí. Nada más colgar llamó a Victoria para decirle de todo menos bonita y no me coge. Llega Marina y le digo que me explique con tranquilidad lo sucedido y no se termina de explicar bien. Vamos en mi coche y llamó nuevamente a Victoria que me dice que no puede acercarse que está en el médico. Como estaba Marina me contuve, pero con lo que le dije ella ya sabía que había tormenta. Llegamos a la entrada de una importante urbanización y después de comprobar que nos esperaban nos dejan pasar. Marina me va indicando y se pierde una vez. No digo nada y lo único que pienso es que es un desastre y si me había equivocado para que coordinara el viaje.
Aparcamos y Marina está más nerviosa, le digo que respire tranquilamente, que me deje hablar a mí y si aporta algo, que lo haga con seguridad. Llamó a la puerta y nos preguntaron quiénes somos, no lo entiendo, ya le han dicho desde seguridad que íbamos, pero bueno, le digo quienes somos y se abre la puerta. Accedemos a la entrada de la casa y se abre una puerta, donde sale un hombre, de 1,70 más o menos. Ni gordo ni delgado normal. Barba de dos o tres días, se adelanta me da la mano y cuando la estrechamos ya me empezó a caer gordo, porque hizo aspavientos de que había apretado mucho. Es que no me gustan las manos enclenques al saludarme. Me dice soy Ignacio pero llámame Nacho. Le presento a Marina y el tío se fue por ella como un toro, le dio dos besos para mi excesivos y unos comentarios sobre ella que no venían a cuento.
Entre que me había jodido dejar lo que estaba haciendo y tener que ir a ver a semejante “señor” le mande sutilmente a la mierda y le dije a Marina que nos íbamos. El tío quiso quitar hierro a lo sucedido y me daba igual, lo que me frenó fue que Marina insistió en que tuviéramos la reunión y nunca dejó tirado a quien iba conmigo, sea hombre o mujer, aunque después le tenga que decir estando solos algo. Entramos a la casa y sorpresa inesperada, pero muy agradable. Era una fiesta para mí y estaba hasta mi hermano, que me había hecho una video llamada por WhatsApp desde Alicante donde se le veía en una terraza de la Plaza de los Luceros con amigos nuestros. Me la habían metido bien, después de dedicarles a Victoria, a Ray… unos “halagos” muy particulares, me vuelvo hasta localizar al tal Ignacio y le preguntó quién es.
Marina me dice que su marido y le digo a ella… “Bien que me la has metido, eres una… vale me debes una… jajaja…” me mordí la lengua y me presento formalmente a su marido, estuvimos hablando un rato y me cayó bien. Una vez salude a todos los presentes, fui a picar algo de lo que habían preparado y de nuevo hable con Ignacio que coincidimos haciendo lo mismo. primero una conversación fútil, de las de salir del paso. Lo que me di cuenta que era un cachondo y me hacía reír. Lo siguiente fue que cuantas horas de gimnasio hacía para estar así, le explique que más que horas era constancia.
- Pero cuantas horas y durante cuánto tiempo tendría que dedicar para estar fuerte como tú.
- No sé qué decir. Pero no es solo el deporte, es modificar hábitos alimenticios. Buscarse no sólo un nutricionista, sino también un buen endocrino también.
- Pues dime donde vas tú, a que gym vas.
- Desde que estoy en Valencia he preferido al final hacer ejercicio en el gimnasio que me he montado y ahora están a punto de acabarme una pista de ejercicios.
- Pero cuáles son los ejercicios más adecuados, porque antes del COVID estaba físicamente bien y en este tiempo me he descuidado. Que Marina me lo avisaba, que ella mientras estábamos encerrados, hacía ejercicios a todas horas, no paraba, así esta.
- Explicarte ahora algo es complicado y no es el momento, pero toma mi móvil y después del viaje que tengo pendiente, me llamas y te vienes un fin de semana y los vemos.
- UF… no creo que a Marina le haga gracia que acepte la invitación.
- ¿Por qué no?
- Porque me va a decir que es un abuso por nuestra parte y estamos en un momento de reencuentro. Se lo tendría que preguntar a ella y me da que le va a disgustar esta conversación.
- Mira estoy acostumbrado, le dices que he sido yo el que te ha liado y no has sabido que decir. Que no has querido decir que si porque ella no se moleste y que no has dicho no, para no ofenderme.
- Es verdad lo que dice Marina, eres inimitable y atípico.
No pudimos seguir hablando porque había que estar con el resto de la gente que me reclamaban. Pero me había quedado con ganas de saber por qué decía eso su mujer de mi. Habían traído a un DJ que conocía de un sitio al que solía ir a bailar. La música básicamente era bachata, salsa, música latina. Baile con varias mujeres, con algunas de forma más especial y después de un buen rato sin parar, fui a beber algo y vi a varios amigos, que nunca bailaban y quise provocarles un poco, ya que sus mujeres o parejas no habían parado de bailar. Un marido de una de las mujeres con las que había bailado de forma más especial me dijo… “Nada tu sigue, que me dejas relajarme…. Ya sabes… jajaja…” claro que le entendí perfectamente y estaba Ignacio con ellos, que se quedó sin saber qué decir.
Sabía que él no entendía lo que acababa de decir mi amigo y para quitarle la confusión… “No me digas que eres del grupo de estos, sal a bailar, que estos te abducen” entonces Ignacio con una amplia sonrisa me respondió… “ Ya baila mi mujer por mí, que ya tengo bastante con acompañarla a las clases de baile, que no me quedan mas pelotas” y le pregunte mas y solo me dijo… “Mira la kizomba que has bailado, ella la baila de puta madre, es única” me quedé descolocado, por lo menos sabía el baile que era, no como el resto de mis amigos. Me acerque donde estaba Marina, que estaba con otras mujeres y le dije que me habían dicho que bailaba muy bien la kizomba, no contestó, se quedó paralizada… “Después de la que me has hecho, me debes un baile, a ver si es verdad lo que dice tu marido” no le dije mas, me acerque a donde estaba el DJ y le dije las canciones que quería.
Victoria puso cara rara y no le hice caso. Marina no estaba muy por la labor y la primera canción que era en español, la bailo algo tensa, al terminar hizo un amago de irse y empezó a sonar una canción muy sensual en portugués, una que me trae muy buenos recuerdos. Normalmente la bailo con los ojos cerrados. Marina se dejó llevar y era verdad, bailaba muy bien, con mucha sensualidad y me hizo sentirme muy bien, fue excitante y no quise bailar más, porque me estaba poniendo cachondo. Me acerque a beber algo frío, cuando vi a esa amiga tan especial con la que había estado bailando ir hacia el interior de la casa, fui para adentro y se quedó esperando a que quedara el aseo libre.
Como la había visto ir varias veces al aseo, le pregunté si se encontraba bien… “Me encuentro perfecta, es que esta la plasta esa (La pareja de un amigo) que desde que nos ha visto, no para de preguntarnos cosas de la TV o de gente conocida, la única manera, decir que vas al baño” y siempre era lo mismo, a pesar de que le habíamos dicho mil veces que no diera la paliza. Salen del baño dos mujeres y mi amiga entra en el baño sin cerrar la puerta, se apoya en el mueble del lavabo y se mira al espejo. Entro cierro la puerta y la abrazo por detrás, beso su cuello y lo lamo, ella pega su culo contra mi polla y lo mueve tan bien como siempre, no tarda nada en ponerse dura mi polla.
Bajo un poco mis manos y desabrocho su pantalón. Hasta dejarlo caer, se queda solo con un tanga blanco que lo tiene metido del todo entre sus nalgas. No tiene ni una marca de bikini, sigue tomando el sol desnuda. Me dice con voz mimosa y a la vez de provocación… “Mira que soy mala, tenía que estar ahí fuera con mi marido o viendo a mi familia, pero no, aquí en un baño con alguien que no es mi marido, merecería un castigo… ¿No crees?” y levantándole el top, acariciando sus pezones y mirándola a los ojos por el espejo le contestaba… “Mala no eres, lo que tú eres es muy puta y es lo que más me gusta de ti. Seguro que tu marido se lo imaginara al no vernos” ella sonrió lujuriosamente y me dijo… “Antes de venir me dijo que yendo así vestida me follarías seguro”.
Seguía mirándola con deseo, con calentura y acariciando su culito. Para soltarle un azote fuerte y ver su cara de cachonda reflejada en el espejo, desafiante y llegaron los siguientes azotes. Ella los aguantaba con sumo placer y su cara se transforma en puro deseo. Me gusta sentir unas nalgas ardiendo y las suyas ya lo estaban. A los dos nos daba igual si alguien las oía desde fuera, estábamos a lo nuestro, no pensábamos en nada más. Cuando cogí de sus caderas el tanga y lo empecé a bajar, se le escapó un dulce gemido que rompió el silencio que había en esos momentos. Se lo baje hasta la mitad de sus muslos y el siguiente ruido suave que se oyó, fue la cremallera de mi pantalón. Deje libre mi polla que tenía una erección suprema y la acerque por detrás de ella, hasta sentir la humedad de su coñito. Esta vez el gemido fue más sonoro… “UUUHHHMMM… como me pone de cachonda sentir como me quema…” y movía su cuerpo, su cintura de un lado para otro y hacia atrás.
Colocaba mi polla en la entrada de su coñito, cada vez se mojaba más y de un golpe se la metí hasta el fondo. Lo que soltó ya no fue un gemido, fue un alarido de placer. La follada empezó a buen ritmo, nada de tonterías y ver su cara en el espejo, “descompuesta” del placer, me pedía que lo hiciera con más fuerza, sabía que me lo iba a pedir, porque la conocía, pero iba a mi ritmo, me gustaba provocarla… “Tranquila, disfrútalo con paciencia… ¿Qué dirían tus admiradores?” y antes de que pasara sabía lo que iba a decirme. Casi gritando… “Déjate de mamonadas, fóllame como sabes y me da igual lo que piensen, venga, por favor…” y en ese momento inicie una de mis folladas más salvajes. Tuve que agarrar bien sus caderas, porque algunas veces no se aguantaba bien con sus manos y para que no se golpeara contra el espejo.
Notaba como chorreaba y me daba cuenta que le faltaba muy poco para correrse y se corrió, al principio trató de aguantarse y después no pudo. Vi por el espejo su cara de gusto mientras se corría. Recuperamos un poco de la cordura perdida y oíamos como me llamaban a voces, para algo. Ella quería que me corriera dentro de su culito y yo encantado de la vida. Llamaron a la puerta preguntando si estaba allí después de intentar abrirla, con esfuerzo y controlando la respiración dije que sí, me estaban esperando para el brindis que ya estaban sirviendo las copas de cava. Me cabreé mucho y tuvimos que dejarlo. No me quedó más remedio que dejarlo para un momento mejor, pero eso no evitó que le diera un buen azote acompañado de un morreo de categoría suprema. Salí antes que ella.
Antes de llegar a donde me tenía que colocar para el brindis. Nunca si tengo que hace un brindis por algo, lo llevo preparado, pero en este caso mucho menos, porque no sabía a dónde iba a ir ese día, por eso es difícil vaticinar el futuro. Tres amigos hacen unos brindis alegrándose por mí y porque todo estuviera bien, uno el más “cabroncete” me dice que es hora de sentar la cabeza y otras cosas que no voy a comentar. Se que esperan que diga algo largo y extenso, pero no… “Los amigos son aquellos como vosotros, que en tiempos de zozobra mostráis vuestro amor, a los que dicen ser amigos y no están… BUEN VIAJE. Los amigos nos queremos sin más, porque nos conocemos y aun así conociéndonos bien, seguimos queriéndonos. La vida me ha dado una familia biológica, a los que he amado y siempre amare, aunque no estén ya, pero la vida también me ha permitido elegir una familia no biológica, vosotros. Que ya sabéis como soy, dudo, me lo pienso y tardó en entablar amistad, pero cuando lo hago, es una amistad para toda la vida y ese acercamiento, ese querer, es el que sientes cuando estás en silencio con otra persona y ese silencio no te resulta incómodo”
Al terminar se acercó el que fue a tocar la puerta del baño y le dije… ”Se me ha olvidado decir, que en ese grupo que he dicho, excluía a los que van a dar por culo a la puerta de un baño…” mi amiga se echó a reír y yo también. Cantamos, bebimos, bailamos, algunos se pusieron con una “alegría” inusitada. Lo que me permitió volver con mi amiga de forma discreta e irnos a una habitación. No tardamos nada, segundos, en estar desnudos y haciendo un jugoso 69. Cuando llego a un punto concreto de excitación, me cuesta correrme y me pongo malísimo. Se corrió dos veces y no me aguante más, como la cama era pequeña y no muy cómoda, hice que se levantara, que se apoyara sobre una cómoda y encima había un espejo, no se podía pedir más en esas circunstancias.
Me coloque detrás de ella para follarme su culito, un culito que ya me había follado infinidad de veces, que se lo tragaba todo y sabía disfrutarlo y hacérmelo disfrutar a mí. Estaba follándola con mucha fogosidad y ella se comportaba como siempre, no se callaba nada, nos provocamos mutuamente y nuestras burradas léxicas iban subiendo de tono. Me dijo que estaba más a gusto cuando la follaba a cuatro patas, puso la almohada en el suelo, se puso de rodillas apoyándose sobre una banqueta y cuando me la iba a follar de nuevo, alguien había entrado y oímos… “Perdón, perdón, no sabíamos que estaba ocupada la habitación” eran Marina y Micaela, una amiga de toda la vida. La cara de Micaela era de lo más normal, salvo la sonrisa de cabrona que tenía y la cara de Marina era de tierra trágame, que hacen estos dos aquí dándole que te pego. La verdad que estábamos tan cachondos que nos dio igual, ni nos inmutamos y mi amiga es que ni miro quienes eran.
Estaba tan cachondo que ya no pude saber las veces que ella se corrió, pero que fueron varias veces. Hasta que quien se corrió fui yo y llevaba tiempo sin correrme de esa manera, fue bestial y lo único que no me note satisfecho del todo. Últimamente estaba raro en ese sentido, quería algo más. Aprovechamos que en la habitación había un baño para adecentarnos. Ella que es de las mujeres más claras y sinceras me dijo… “Hijo mío, cómo estás hoy… me dejas para el arrastre, que una ya va teniendo unos años… jajaja…” no era tan mayor lo decía por decir, porque aguantaba mucho más. Me dijo que fuera saliendo yo primero. De nuevo fui a beber algo fresco, cogí una lata de coca cola y me fui hacia un grupo de los que había formado, donde estaba el marido de mi amiga, Ray e Ignacio con sus parejas y dos parejas más, estaban atentos a lo que contaba Ignacio. Se lo estaban pasando bien y Marina me miraba seria, extrañada.
Mi amiga apareció y se unió al grupo, fue cuando su marido le preguntó de forma distendida… “¿Dónde estabas? Que no te encontraba” y ella con más tranquilidad de la que transmite su marido… “Nada he estado de cháchara con Carlos un rato y ya sabes…” él le dijo… “Ah bueno, cuando os enrolláis se os va el tiempo… ¿Pero todo bien?” y ella con su habitual “perversidad” le responde a su marido… “Mas que bien, hoy estaba más convincente que nunca, diría que la vez que más convincente ha estado. Tanto descanso le ha dado mucha vitalidad” , su marido que sabía de sobre de qué iba se sonrió y Ray que lo sospechaba igual. Marina miraba alucinada y no decía nada. Victoria me hizo una seña y me disculpé y fui con ella.
- Anda el pollito la que ha liado.
- ¿Qué se supone que he hecho?
- Micaela me ha contado lo que ha pasado y como se ha quedado Marina. ¿Qué crees que pensara o le pasara?
- Vamos a ver Victoria, eso le pasa por no llamar cuando una puerta está cerrada.
- Ya sé tus teorías, pero no me has contestado.
- No sé qué podrá pensar. Le romperá un poco sus esquemas, su moral le estará diciendo, has visto a tu jefe en pelotas, empalmado y follándose a una mujer casada. Pues eso…
- Tu siempre tan didáctico. ¿Vas a hablar con ella?
- ¿De eso? No tengo nada que hablar.
- Carlos no te cuesta nada, unas disculpas y una pequeña explicación.
- Se te va la cabeza. Que no tengo nada de qué disculparme y mucho menos dar explicaciones.
- Hay veces que no te entiendo de verdad, pero que te cuesta…
No quise oír nada más y me alejé de ella. Estaba otra vez con el mismo grupo. Estaban hablando de los ritos en la noche de San Juan. Ignacio sabía mucho de esos rituales o por lo menos estaba empollado en ellos. A Ray que le va esos tipos de cosas, como también la astrología, tarot… y como en las playas ya avisaban que no se iban a poder hacer salvo en Cataluña, hacer una fiesta del fuego en el campo, me daba igual, sería una noche entretenida. Cuando dijo que Ignacio podía ser el maestro de ceremonias ya me gustó menos, porque me caía bien pero Marina trabajaba conmigo y la veía demasiado moralizadora para mi gusto. Ya tenía bastante con Victoria. Avise a Ray de que cuando lo organizara, eligiera bien porque no cabíamos todos, el máximo lo establecí en las habitaciones que había. Aunque alguno se ofreció a dormir en el raso o llevar una tienda de campaña. No quise oír más y le dije a Ray lo que había.
Primer día de trabajo después de la fiesta sorpresa. Todos trabajando para dejar a punto los viajes pendientes. Había que lograr que no se suspendiera ningún contrato de los que había, si era necesario ajustar costes, se ajustarán. Marina era de las que más tenían que trabajar, porque tenía que estar en misa y repicando, tenía consultas con todos los departamentos. Había quedado con ella para que ante cualquier duda o contratiempo, viniera a preguntarme y si no estaba que me llamara, pero que no lo dudara. Eso se lo dije antes de la fiesta y la veía de un lado para otro, estaba claro que tenía dudas y no se acercaba a preguntar. Por eso, para facilitárselo, para que no se sintiera mal, le mandé un aviso a ella y a Victoria para que a las 12:30 dejasen todo y tuviéramos una reunión. En la reunión expuso dudas, contratiempos y cosas que para su criterio estaban mal enfocadas como mínimo. Tenía razón, era más inteligente de lo que pensaba y estaba involucrada en su trabajo. Modificamos algunos criterios y formas de trabajo. Se había venido arriba y antes de irme quiso hablar a solas conmigo si a Victoria no le molestaba. En esa misma sala hablamos sin nadie más presente.
- Como hay mucho trabajo por hacer, vamos al grano y expón lo que sea sin rodeos. (Se que resultaba un poco frío decirlo así, pero era una costumbre )**
- Lo mismo no es el momento…
- Vamos a ver Marina, has querido hablar a solas, pues empieza, no me vengas si es el momento o no es el momento.
- Vale, mi marido se ha empeñado en aceptar la invitación de su hermano, si es que es su hermano, porque la diferencia de color se nota, perdón, sigo. El problema es que no creo que sea lo más adecuado, no somos amigos, no formamos parte de su núcleo de amistades y no compartimos formas de vida en absoluto, no sé porque he dicho esto. En fin, que me gustaría que su hermano le pusiera alguna disculpa a mi marido y exonerarnos de tener que asistir. ( Se expresó nerviosa y lo dijo de carrerilla sin respirar )
- Tenías razón ni es el momento ni el lugar, pero ya está dicho. Aunque biológicamente no somos hermanos es como si lo fuéramos y tampoco creo que eso te importe mucho. Lo que pides lo solucionas con Ray o aún mejor, con tu marido. ¿No crees? (Según me iba escuchando se le iba poniendo cara de mala leche concentrada, pero conteniéndose hasta que… )**
- No es por justificar nada ni justificarme. Como profesional puede ser que te admire, como persona me caes mal y no me gusta tu manera de vivir. No todo está permitido en la vida y menos hacer ciertos “feos” a los que dicen que son tus amigos. Nunca me ha gustado la traición y tú, a tu amigo le has traicionado y lo peor, os habéis reído en su cara.
- Ya has dicho lo que tenías que decir, en lo sucesivo este tipo de conversaciones fuera del trabajo y nunca cuando estemos en la situación crítica que estamos. Tu cumple con tu trabajo que es tu obligación.
Fui abrupto cortando la conversación, porque no quería que fuera a más y que la situación se le fuera de las manos, cosa que suele pasar con los que quieren imponer su moralidad. Una vez en mi despacho hice dos llamadas, a Ray para decirle que tratara de que solucionara lo de Ignacio, que no entendía porque le había invitado y que su mujer no quería ir, Ray me dijo… “Ya me lo dijo el que a su mujer no le iba a hacer gracia, pero es que es el que tiene que dirigir la ceremonia” . Quise convencerle pero no hubo manera, además el resto pensaba lo mismo. la segunda llamada a Victoria, pero no pude hablar con ella y sin dirigirse a mí por mi nombre, me hizo saber que estaba reunido con Marina, lo hizo con mucha sutileza.
Me llamó más tarde, le conté con todo detalle la conversación y ya me dijo que ella se lo había contado, que después le entraron todos los males, porque pensaba que estaba despedida y que ella la tranquilizó diciéndole que no la iban a despedir. A la pregunta de por qué le dijo eso ella me respondió… “Carlos, puedes echar a cualquiera por un montón de motivos, pero por decirte las cosas a la cara y sin faltarte al respeto, no he visto que lo hicieras nunca” de todas maneras le exprese que no me gustaban las personas que se metían en mi vida y ella lo sabía. Victoria me cambió de tema astutamente y me recordó que había quedado esa tarde con el “Sr. Presidente de la comunidad” de mi nueva vivienda y se echó a reír, diciéndome que la llamara por la noche que le apetecía reírse. Como siempre Victoria me había dejado unas notas como si de trabajo se tratase sobre el susodicho presidente, la disección que le había hecho no lo dejaba nada bien y ella es lo suficientemente fría para saber discernir entre lo personal y lo profesional.
El primer encontronazo lo tuve con el conserje que parecía que estaba ungido por un ser superior, porque cuando le pregunté el motivo de impedir a los operarios que iban a mi casa a hacer sus trabajos, me dejó atónito su contestación… “A usted no le tengo que dar explicaciones y si las busca, diríjase a don Máximo” le quise hacer ver que yo también era propietario y me ignoró revisando unos papeles que parecían propaganda. No pase por mi casa y fui directamente al piso del dichoso presidente. Por lo que me había dicho Victoria, está bien relacionado con un partido político, era conocido empresarialmente y a aunque se jactaba de haberse hecho a sí mismo, lo heredó todo de su padre, que no es que me parezca mal, pero si empezamos mintiendo en eso… llame a la puerta y me la abrió un hombre que físicamente no me decía nada. Bajito, cara regordeta de unos cincuenta años, un poco de tripa, medio calvo y gafas gruesas.
Le dije quién era y me invitó a pasar. Estaban esperándome y digo estaban, porque me pasaron a un salón, donde había una mujer explosiva, nada más verla me llamó la atención y no había mentido Victoria, me llamó la atención lo buena que estaba. Me la presentó como su esposa Ángeles. También había un chico y una chica muy jovencitos o eso pensaba. Porque sin venir a cuento me dijo que eran mellizos y que ya estaban haciendo la carrera de derecho, se le olvidaba que ahora eran grados. Me recalco mucho lo de derecho. Lo que me indicaba que eran mayores de edad. Ninguno de los chicos se parecían a su madre. Del chico no diré nada más que me dio la impresión de que era muy “blandito” y de la chica, físicamente aparentaba menos edad de la que tenía y era pequeñita, delgada y sin apenas pecho.
La madre y yo encajamos visualmente nada más vernos. Mi intención antes de llegar, era solucionar todo en minutos y marcharme, pero viendo esa mujer, no me importaba esperar. Al cuarto de hora salvo que me equivocara mucho, me quedo claro que el Máximo ese era un tonto integral y según iba hablando de distintas temas, sospechaba que padecía el síndrome de Dunning-Kruger, es que era de libro. Su familia le miraba como diciendo ya está el plasta este con lo mismo de siempre. Al principio cuando lo tuteé casi le da un infarto, el no dejaba de decirme don Carlos. Ya me canse de escucharle y tome la palabra…
- Vamos a ver… ¿Quién es usted para impedir que los obreros entren en MI casa y hagan el trabajo para los que les he contratado?
- Soy el presidente de esta comunidad y mi obligación es estar vigilante para que se cumplan las normas.
- ¿Pero de qué normas estamos hablando?
- La más fundamental… que a mí nadie me ha comunicado nada.
- Estarás de cachondeo… ¿Verdad?
- Soy una persona muy seria que no bromeo con nada ni con nadie.
- Creo que la conversación ha finalizado, pero antes quiero dejarle la demanda que va a interponer mañana mismo en mi nombre, mi abogado contra usted, no contra la comunidad. Porque tengo todos los permisos solicitados y concedidos para realizar las reformas en mi domicilio. Como verá en la documentación está adjunta un acta notarial en la que se certifica el impedimento a los operarios que acudieron a continuar con la reforma mencionada y también le comunico que mañana temprano se van a reanudar, porque vendré en persona a abrirles la puerta.
Quiso seguir hablándome de leyes, de la LPH, del apoyo de los vecinos… y no dije nada mas, me levante y me fui, me detuve un momento y también le avise de que pasaría a por las llaves donde estaban los registros de la telefonía, televisión digital e internet. Ya que el portero me dijo que todo eso lo llevaba personalmente el presidente. Se lo dije para que le dejara la llave al conserje. Subí a mi casa y estaba todo a medias, los suelos levantados sin terminar y lo único que estaba terminado era mi habitación y el baño en suite que había. Lógicamente mobiliario no había ninguno. Me dediqué a tomar notas y a hacer alguna foto de cosas que no me gustaron, para pasárselas a quien llevaba la reforma. Las risas de Victoria cuando le conté todo se podían oír por cualquier sitio.
A la mañana siguiente el conserje ya se deshacía en tener buena conexión conmigo y le di la primera… “Cuando baje al garaje, no quiero que mis plazas estén ocupadas, me da igual de quien sean los coches” trató de justificarse y le corté de raíz. Ya estábamos en mi casa y el jefe de la reforma, hablamos de las pegas que había visto y le pregunté cuando le hacían falta las llaves para el tema de la digitalización de la TV e internet. Me dijo que eso no corría prisa, que cuando vinieran los técnicos de la empresa que hubiera contratado. Me dio igual, el conserje no tenía la llave pero iría por ella, no quería que Máximo se creyera que me había echado para atrás.
Faltaban pocos minutos para las diez de la mañana, llamo al timbre de la casa y abrió Ángeles la mujer. Es verdad que el día anterior tuvimos buena conexión visual, pero nunca pensé que hasta el punto de abrirme la puerta de esa manera y aunque había vivido situaciones algo parecidas, siempre se dio después de un largo conocimiento con la mujer y con ella no habían pasado ni quince horas. Llevaba puesta una bata de lencería transparente que le llegaba a los tobillos y se distinguía un camisón corto del mismo estilo, se insinuaba mucho pero ver lo que se dice ver, poco, más la imaginación. Me invitó a entrar, que no lo llevaba pensado y un tipo inteligente hubiera rechazado la invitación. Pero al final entre. Hizo un café y lo trajo en una bandeja, había también una jarrita de leche y un azucarero. Me sirvió el café y lo tome sin nada más. No era un café muy bueno, pero me lo bebí. Ella al sentarse cruzo las piernas y la bata se abrió, viéndose sus piernas y más en concreto sus buenos muslos. Tuvimos una conversación breve pero clarificadora.
- ¿Vas a seguir adelante con la guerra que has iniciado con Máximo?
- Pues claro, no creo que sea de los que se rinden y sé que va a seguir en sus trece. No me gustan las guerras pero tampoco las rehuyo.
- No sé quién tendrá la razón, aunque dudo que él la tenga. Lo único que si ve que va a perder ya tratara de hacerse amigo tuyo para que cambies de opinión.
- No hay nada que me haga cambiar con la decisión tomada. Porque si no seguiríamos en luchas absurdas con otras cosas y me apetece vivir tranquilo.
- Es que te habrás llevado una mala impresión de nosotros.
- Que va, por uno no juzgo a todos y saco mis propias conclusiones. Además no os parecéis en nada.
- ¿Ah sí? ¿Y eso?
- Pues sí, no os parecéis en nada y lo vi en tus ojos, en tu mirada.
- ¿Qué curiosidad más grande… ¿Qué viste en mi mirada?
- Que te guste como me gustaste tu a mi nada más verte y que tu marido no ha debido darte un buen “rato” nunca.
- Jajaja… que descaro que tienes. Ahora tendría que negarlo o… ¿Qué tendría que decir?
- Como decir nada. Solo levantarte y quitarte la bata que llevas y que mostrases ese cuerpazo que tienes y que “DON MÁXIMO” no sabe qué hacer con él.
Esa mujer era muy puta y pura dinamita. Porque su cara se iluminó y se puso de pie, se quitó la bata y se dio la vuelta para dejarla sobre un sillón, pudo hacerlo con uno más cercano, pero se dio la vuelta para que viera bien su culito. Se dio de nuevo la vuelta y ya tenía sus ojos llenos de vicio. Me levanté y fui hacia ella, nos morreamos y llevé mis manos a sus nalgas. La apreté contra mi cuerpo y en nada pudo notar la dureza de mi polla. Le mordía los hombros y ella entre suspiros me decía… “Tenía que estar llamando a Máximo para decirle que ya has recogido las llaves” pero se dejaba hacer. No llevaba braguitas ni sujetador, estaba encharcada y me decía… “Sabía que si venias iba a pasar esto” , cada vez hablaba mas y cuando le dije si luego no le iban a entrar remordimientos me respondió como si estuviera a punto de correrse… “Que le den por culo, si no sabe cuidar lo que tiene que le jodan y al ver un empotrador como tú, no iba a dejarte escapar”
No quiso hablar más y empezó a quitarme el cinturón, no se conformó con desabrocharlo, me lo quitó literalmente del pantalón. Ese día llevaba puesto un polo de color azul, me lo saco y antes de quitármelo del todo, me lamia y me mordisqueaba mis pezones. Al quitármelo se fue a por mis pantalones, se agachó hasta ponerse de rodillas, me bajo el pantalón y me dejo solo con el bóxer blanco, como es lógico y natural, al ser ajustado mi erección se notaba hasta más grande de lo que era y ella no dijo nada, su mirada ya lo decía todo, se puso a mordisquear a todo su largo por encima del bóxer. No se resintió más y me los quito, dándole mi polla en la cara. Qué manera de lamer, mordisquear, chupar y mamar. Me dejé caer en el sillón para quedarme sentado y verla mejor. Se la metía lo más posible, le gustaba sentirla bien dentro de su boca.
Y como nos esperábamos los dos, el nuevo cornudo llamó por teléfono a su mujer. Dejó de mamar pero no la iba a dejar quieta, aunque me hacía señas de que me estuviera quieto, le hice poner el altavoz y que lo soltara, luego la cogí y la hice sentarse sobre mi polla, no tuve que obligarla. Hasta con su mujer era un cretino integral. Ponerle los cuernos era poco. Cuanto más borde se ponía con su mujer, Ángeles se movía más y mejor, se la clavaba de forma salvaje y cuando se le escapa un ruido casi gemido, él preguntaba que pasaba y ella le decía que haciendo sus ejercicios, lo que le cabreaba porque decía que tuviera más respeto hacia él y no hiciera otras cosas mientras hablaban. Él estaba molesto… “Pero Ángeles, ¿Qué habéis hablado cuando ha ido?” ella muy zorra y sarcástica… “Que le he dado las llaves y ya. ¿Qué querías que lo invitara a tomar café y luego follármelo?” él le reprochaba el lenguaje y le decía que en una mujer hablar así no estaba bien, pero él sí podía decir los tacos que quisiera. Terminaron de hablar enfadados y nada más colgar ella se puso a cabalgar como si no hubiera un mañana. Me comía sus pezones y acariciaba sus dos enormes tetas. Me gusto como se corrió, se quedó como tensa, se agarró con fuerza a mi cuello, contuvo la respiración y de pronto fue como la erupción de un volcán, grito, chillo, insulto y se movió como si fuera Maikel Jackson, que manera de moverse.
Para no variar quería follarme su culo y la coloque a cuatro patas en el sillón y cuando se dio cuenta de mi pretensión, me pidió que no, que eso lo mismo con más calma, que le daba miedo, tampoco teníamos mucho tiempo, porque estábamos en un polvo de conocimiento o de presentación, ya nos desquitaríamos en otro momento. Me la folle de esa manera y lo que sí hice fue azotarle el culo mientras lo hacía, cuánto más la empotraba más disfrutaba, hasta terminar de corrernos los dos. No le entró prisa porque me marchara y hablamos un poco más.
- Ahora pensarás que le pongo los cuernos todos los días a Máximo.
- Te lo puedes creer si quieres y si no, no te lo creas, me da igual.
- Pues te juro que es la primera vez y que me ha sentado muy bien.
- Ya te digo que me da igual… pero ¿Por qué ahora?
- Jajaja… porque me desnudaste con la vista, te dio igual todo y luego la pinta de empotrador que tienes. Me dije por la noche… la vida me lo ha mandado y es que lo has tenido todo. Además se lo merece, ya que es un cabrón conmigo y con nuestros hijos.
- ¿Por qué siempre te refieres a él como Máximo, no como tu marido, tu esposo? Es que ni una sola vez.
- Porque nos trata como una posesión, no como una familia.
- No lo entiendo…
- Porque no es mala persona, le puede el dinero, el tener más y más. Porque dice que el dinero lo puede todo y compra las voluntades de la gente. El que le conozcan, que le teman. Luego le dices que nos divorciamos y se pone como un niño a llorar y decir que va a cambiar y no cambia.
También debía de ser algo de comodidad por parte de ella, pero el paso que acababa de dar si era verdad que había sido su primera vez, pero eran problemas suyos no míos. No intercambiamos los móviles, no por nada, que no se nos ocurrió. Por la noche me llamo Victoria, que ella si le dejo a él su móvil. Me decía que quería reunirse conmigo sin falta al día siguiente, si me lo podía decir o que le diera mi móvil, lo que Victoria no hizo. El caso es que al día siguiente a las 12:30 vendría a verme. A las diez llame a su mujer al fijo de su casa, le pregunté y me dijo que sería porque los abogados le habían dicho que tenía las de perder y que a Máximo no le gustaba perder a nada. Que suponía que sería para llegar a un acuerdo y poder decir que no ha perdido. A ese hombre nadie le había dado una cura de humildad, ya sabía que iba a estar muy borde con él. Al llegar no paró de decirme lo bien relacionado que estaba, que podía ayudarme en muchas cosas…
- Vamos a ver máximo, no creo que hayas dejado tus obligaciones, que ya sé que son muchas, para venir a contarme lo bien relacionada que estas, que ya me lo dejaste claro el día que nos conocimos y que antes de ir a verte, ya me había informado y ya lo sabía. Así que dime… ¿Qué es lo que quieres?
- Ya que quieres ser franco… vamos a ser vecinos, no es bueno que estemos enemistados. Porque tampoco queda bien, encontramos y no saludarnos, queda feo.
- Mira no me gusta estar enemistado con nadie, pero oye, si hay que estarlo, pues se está, que a mí lo que le parezca feo a los demás me da igual.
- Me parece que no estás apreciando el gesto de venir a verte, te estoy tendiendo la mano y te he ofrecido mi ayuda para cualquier cosa que te haga falta, que seguro que algo tendrás en que necesites ayuda o un empujón.
- Máximo tu no has venido a tender la mano. Seguro que tu abogado o como me dijiste TUS ABOGADOS te habrán dicho que tienes las de perder y por eso estás aquí.
- Seguro que tengo algo o puedo hacer algo que quieras. Seamos prácticos y seamos personas de negocios.
- Te lo repito no tienes nada que me interese. Bueno algo si hay… la mujer que tienes, que está de pecar.
No hablamos más, esperaba que se levantara indignado, que me mandara a algún sitio lejano, pero también vi reflejado en su rostro, desconcierto que no se lo esperaba. La verdad que no sé porque se lo dije, porque no tuve en ningún momento intención de hacerlo, porque tampoco se me había pasado por la cabeza. Que no se lo dije ni a Ángeles ni a él, mi intención era llegar a la conciliación prejudicial, que él reconociera su error y ya estaba. No quería nada más, solo que tuviera que reconocer que se había excedido.