De regreso a casa

Un viaje muy entretenido y caliente despues de un apasionado fin de semana

Todo empieza en el regreso a casa después de un fin de semana en un pueblo maravilloso en el que habíamos disfrutado de buena arquitectura, gastronomía deliciosa, y momentos de pasión en el hotel.

Ya llevábamos mas de 80km de los 300 que nos separaba de casa, y empezamos a comentar Raquel  y yo de lo bien que lo habíamos pasado estos 2 días.

Sí, mi chica se llama Raquel es una persona que parece muy seria, que cae muy bien a la gente por lo bien que habla y que siempre tiene buenas palabras para todo el mundo, tiene 30 años, es recatada, pero a la vez es una loca apasionada cuando se pone al tema… Es más bien bajita (1,60), pero tiene un cuerpo perfecto. Delgada, cintura estrecha, con un culo apretado y respingón, tiene un pecho firme y de buen tamaño. Buen tamaño a mi gusto, cuando lo agarro, no sobra ni teta ni mano!!! Morena, pelo rizado. Con gran pasión por hacer top-less cuando vamos a la playa. Me vuelve loco.

Yo ya estaba bien satisfecho de estos días, pero no perdía oportunidad para calentar el ambiente para disfrutar de nuevo al llegar a casa. Entonces empecé a acariciar su pierna por encima del pantalón de manera sensual, y llegando de manera repetida a su sexo. A la vez acariciando su pecho, y metiendo la mano por dentro de la camiseta para disfrutar de la textura de su pecho desnudo. Todo eso con la mano derecha, mientras conducía con la izquierda. Esperaba que me quitase la mano de encima de su cuerpo por lo “peligroso” de la situación, y como había hecho en tantas otras veces. Peo esta vez no sé si le podían más las ganas o el peligro de que yo condujera con una mano. En lo que seguí un poco más y acerque su mano a mi polla, que para ese momento ya tenía un tamaño considerable.

Por fin su responsabilidad apareció, me pidió que parasemos en los sobeteos. Yo me resistí pero al final paré y cogí el volante con las 2 manos, pero lo que no cesaron fueron los comentarios sobre ese fin de semana.

Lo hicimos en varias ocasiones, en demasiadas diría yo. Ya casi no aguantaría otro polvo más. Practicamos bastante a menudo, así que no tenía necesidades en exceso o acumulación en los huevos. Pero le lamí entera al llegar el primer día, en la bañera, y a cada vez que estábamos en el hotel. Incluso después de comer en un bar de la zona, y con una botella de vino peleón que nos sirvió para estar aún mas excitados, lo hicimos en 3 ocasiones, con siesta entre medias. Y quizás, en total superó las 8 ocasiones ese fin de semana.

Pero Raquel, no se por qué motivo, pero aún quería mas. Y se lo notaba mientras conducía. La indique para que se tocase mientras yo la llevaba a casa. Y así hizo, se desabrochó el pantalón, reclino el asiento un poco, e introdujo su mano dentro de sus bragas. Estaba disfrutando, y yo con lo que ella hacía, de vez en cuando sacaba su mano para que yo pudiese tocar, notar lo mojada que estaba, sustituir sus dedos durante unos segundos y al sacarlos saborearlos (algo que la ponía aún mas cachonda).  Que buenos me sabían sus jugos.

Al poco tiempo me pareció que estaba a punto de correrse, y así es. Se retorció un poco y se quedó un poco de lado descansando unos segundos. Yo aproveche para tocar y notar que realmente estaba mojada.

Y esta vez no fui yo. Dijo Raquel: - Para el coche, tengo ganas de más, búscate un sitio para que puedas hacerme gozar. - ¿Aún más?, me tienes seco este fin de semana. – Respondí yo. - Aprovecha hoy…. Ya pedirás… La vedad es que ganas no me faltaban, pero no sé si por las ganas de llegar a casa, o mas bien por  miedo a no poder satisfacerla al 100%, la di largas y seguí conduciendo y acariciando a cada poco.

De repente: - Pues que si no quieres, pues yo sigo a lo mío. Dijo Raquel.

Se quitó el pantalón y la braga dejando al aire, su rasurada rajita que me encargué yo mismo esa misma semana de arreglar. Se reclinó aún más el asiento, y empezó a acariciarse con aún más pasión, y abriendo sus piernas todo lo que la estrechez del coche la dejaba. Yo estaba loco por la escena. Pero después de unos instantes, la invité a que se tapase un poco: - Deberías taparte un poco, creo que un par de camioneros a los que hemos adelantado te han visto, y podrías provocar un accidente. Dije yo. Cogió una toalla de la mochila que teníamos en el asiento trasero y se tapó mientras seguía tocándose la rajita con la derecha, y pellizcándose los pezones con la zurda.

Yo no perdía ocasión de acariciar debajo de la toalla, sentía como toda ella estaba muy húmeda, del clítoris, a las ingles, e incluso su ano.

Estaba completamente cachondo, no podía disfrutar más de la escena, mi miembro estaba muy, muy grande, todo lo que mi vaquero le permitía. También me lo acariciaba por encima. Yo también estaba empezando a lubricar, incluso notaba húmedo el bóxer.

Al poco ella bajó las dos manos debajo de la toalla, una por delante y otra por detrás subiendo la pierna derecha encima del salpicadero. Aseguro que se estaba tocando todo, y me invitó a que la sobase las tetas: - No me quedan manos para tocármelas, ¿te importaría? Y así hice mientras las necesidades del tráfico me lo permitieran.

Qué manera de jadear, de estremecerse y de volverse loca.

Perdí la cuenta de los orgasmos que llevaba, imagino que sería equivalente a las manchas que yo estaba dejando en mi calzoncillo.

Cuando hubo terminado, se quedó unos kilómetros recostada, para luego enderezarse el asiento y no mediar palabra. En ese momento me dio igual todo, quería probar, beberme, saborear todo lo que en su entrepierna rebosaba.

Ella se dio cuenta y dejó la toalla encima de sus piernas aún desnudas. No tarde en encontrar un camino que salía a la derecha que no parecía en muy mal estado. Frené bruscamente, y me adentré en él.

Raquel lucía una sonrisa de oreja a oreja, y a no a mas de 100 metros había unos árboles justo al lado del camino. Paré el coche a la sombra de estos, y aún no había parado el motor, cuando ella ya estaba en el asiento trasero con el sujetador y camiseta quitada y abierta de par en par.

La escena me ponía cardiaco me abalancé sobré su clítoris que lamí con pasión mientras mis manos jugueteaban con sus tiesos pechos. Que sabor, y deleite. Pasé mi lengua por sus labios e ingles, llegando al ano. Toda ella sabía al jugo que había salido de sus anteriores orgasmos.

Bajé mi mano para seguir tocándola el clítoris con mis dedos y mientras mi lengua se introducía todo lo que podía en su vagina, inundando mi barbilla. Acto seguido empecé a recorrer mi lengua por su ano. Lo que la empezó a volver loca. Puso sus manos en sus glúteos abriendo más su culo.

Noté como se corría de nuevo, a lo que la dejé descansar mientras con una mano acariciaba sus pechos suavemente, y con la derecha, sin tocar si coñito acariciaba sus piernas y culo. - Desnúdate del todo y métemela hasta dentro. Dijo ella. - Aún no he terminado contigo. La respondí.

Tenía unas ganas locas de liberar todo lo que en mi pantalón aprisionaba. Pero ella aún podía darme más.

Sin tocarle el clítoris, empecé a jugar con mis dedos en su culo, con lo lubricado que estaba todo, no me costó introducir el principio de mi dedo. Notando lo relajada que estaba seguí unos segundos, y a continuación ya fueron dos lo que intentaba meter hasta dentro.

Ella cerró los ojos, y empezó a tocarse sus pezones poniéndolos aún más duros. Dándome por enterado que le estaba gustando mucho.

No dejaba de acariciarla las piernas, el pecho, los brazos, todo ello con mi mano izquierda, ya que la derecha estaba ocupada en otros asuntos…

La verdad es que el culo de Raquel siempre  ha sido un tema “tabú”, nunca le había gustado que jugase con él, pero sabiendo lo cachondo que a mi ponía de vez en cuando, y mientras la saboreaba, lo acariciaba por fuera, incluso un día me dejó apretarle mi miembro sobre el aunque no llegó a terminar de meterse la cabeza del pene.

Ya estaba poniéndose otra vez más a tono con lo que pase mis dedos de la mano izquierda a acariciar muy, muy despacio, y muy suavemente por todo su coñito y clítoris. Mientras yo prestaba la máxima atención en hacerla gozar por el culo.

Salían y entraban estos 2 dedos ya prácticamente solos así que probé a meter “otro mas”. Me pareció verla alguna mueca de dolor o desagrado, pero me dio igual, yo ya estaba con intenciones de hacerlo, cuando fui abriéndome caminó pensé: - (¿Y que hago con el dedo pequeño?, también para dentro).

Y así intenté, muy poco a poco y con todo bien humedecido, fui metiendo los cuatro dedos en su culito. Me separó la mano, parecía que le estaba doliendo, lo que me hizo ir más despacio, pero no paré, la vista era excepcional.

En este momento insistí más en su clítoris, y a la vez ella empezaba de nuevo a retorcerse, y los movimientos de mi mano derecha empezaron de nuevo. Otra vez se estaba corriendo, en lo que aproveché la coyuntura para introducir más mis dedos. Esta vez no se quejó y solo estaba disfrutando. Y mis dedos llegaron a introducirse hasta casi los nudillos. Y así durante bastante tiempo, yo estaba loco. “Le había hecho gozar por la estimulación en el culo”.

No podía desperdiciar la ocasión, tenía que metérsela en su agujero más pequeño. Y sin que terminase de correrse, me desnudé, y me dispuse a metérsela.

Lo malo llegó después, y justo que venía planeando sobre mi cabeza, no lo tenía sufientemente dura como para follarla el culo. Solo lo intenté una vez, no quería fastidiar el momento. Y bueno, se la introduje de una vez en su empapado coño, aquí no hubo problema.

El mete saca duró bastante tiempo. Tiempo en el que no pude perder la concentración y en la que Raquel estaba gozando de nuevo.

Que lindos pechos, que melena preciosa, que cara más bonita, y vaya polvo la estoy echando.

Me corrí dentro y me quedé casi mareado. Qué bueno fue. Nos separamos del calor, yo estaba exhausto. Y los cristales del coche completamente empañados.

Hasta ese momento no me había dado cuenta lo cerca que estábamos de la carretera, cualquiera podría haberse parado a “cotillear”, pero no me importó.

Raquel se recompuso antes que yo. Sacó un pañuelo de papel, se limpió. Bueno, no se cuantos tuvo que sacar, también me secó a mí.

Después se medio tumbó en mi pierna y empezó a besarme y acariciármela muy despacio. Limpiando cualquier resto que pudiera quedar. En todo esto, yo pensando “otro mas no puedo”, pero no fue así. Al poco paró, nos vestimos, y reemprendimos el camino de vuelta a casa.

Fue el fin de semana más sexualmente activo que he tenido nunca. Inolvidable, y quería mantenerlo para siempre con este relato. Desde entonces intenté escapadas para disfrutarlo de igual manera, estuvieron muy bien, pero no fueron iguales.

Y a día de hoy. Sigo sin poder usar su culito para satisfacer mis más bajos deseos, pero aún así no me puedo quejar de lo sana y activa que es nuestra vida sexual en estos 9 años que llevamos juntos.

Espero les haya gustado…..

Juan.

juanjuan1979@hotmail.es