De recatados a swingers en solo una semana - 04

Los beneficios del swinger. Poco a poco el interés por el swinger sigue avanzando y comienza el disfrute de los cuatro; es algo muy sutil pero los beneficios ya están ahí y empiezan a notarse

Como cada día a las seis me levanté, preparé el café y desayuné mientras leía las noticias por internet.

Amaneció algo nublado y ventoso, así que pensé que lo mejor sería pasar el día en Barcelona, haríamos una visita al Barrio Gótico y comeríamos en el restaurante de un viejo amigo mío y luego ya por la tarde regresaríamos a casa para dar tiempo a las chicas y que pudieran hacer los preparativos de la noche con tranquilidad, ya que mi intención era volver al club, y dar otro empujón a mis propósitos.

El primero en bajar un buen rato después fue Jorge, al que comenté cómo cada mañana el orden del día y le pareció perfecto: tenían ganas de visitar esa zona, pero es difícil de recorrer si no vas con alguien que conozca bien aquello, hay muchos rincones que no están en las guías turísticas y también le dije que mi intención era volver al club por la noche y ver si nos iba convenciendo, pero que en cualquier caso, no cabía duda de que lo pasaríamos bien..

Aprovechando que yo había iniciado el tema, me preguntó de una forma sutil, para no molestarme, por los gustos sexuales de Clara, para saber llegado el caso de que manera conducirse mejor. Yo le hablé con total franqueza y le dije que tanto ella como yo éramos swingers convencidos, que para mí si algún día la veía follar con otro hombre ni lo consideraba una infidelidad, ni por supuesto tenía celos por ello.

Y para animarle un poco más a que avanzase con Clara, le comenté que incluso ayer ella me dijo que le parecía un hombre encantador, con gustos muy parecidos a los míos y que estaba segura que follar contigo sería un placer, puesto que no solo le caias bien, sino que le resultaba muy atractivo.

Mientras le contaba esto se le iluminaba la cara y me confesaba que le había ido explicando el concepto swinger a María José, pero tal y como es ella, veía poco probable que llegáramos a hacer un intercambio, aunque a medida que iban  pasando los días, a él le parecía que podía haber alguna posibilidad de intentarlo.

Por lo que habían hablado seguía sin estar convencida, aunque ya no lo veía tan mal, era mas indulgente, pero que tanto yo como Clara deberíamos hacer un último esfuerzo de comprensión para seguir llevándolos de la mano y que él esperaba estar a la altura y por ello me pedía consejo para cómo actuar con Clara.

  • Con Clara no debes preocuparte, solo hay que dejarse llevar, no tiene ideas fijas y una veces le apetece una cosa y otras todo lo contrario. Le cuesta mucho calentarse y es muy introvertida y poco fantasiosa, pero si la vas calentando sin prisa, se torna en un volcán, puede hacerte una cubana con sus hermosas tetas y practicarte una felación a la vez y cuando pruebes eso ya habrás llegado al séptimo cielo.

  • Y como puedo corresponderla, me refiero a que le gusta que le hagan?

  • Ella no es clitoriana, si no está muy excitada, rechaza las caricias allí, pero en cambio disfruta mucho con la penetración y si la llevas a buen ritmo suele tener varios orgasmos seguidos. También te diré que puede llegar a correrse con solo tocarle las tetas y hay que tener mucha suavidad cuando se le ponen los pezones duros, son muy sensibles, pero si le coges el punto, se vuelve literalmente loca.

  • Bufff, como me estás poniendo...y ahora confidencia por confidencia te diré lo que más le pone a María José

  • si, cuéntame

  • Es bastante lenta en calentarse, le cuesta dar el primer paso, y no conviene acosarla ni precipitarse. Primero unas palabras, le gusta que le hablen, caricias suaves, nada de correr, un roce, unos toques. Si consigues que te deje poner la mano debajo de sus bragas, igual, no corras: pasea despacio la mano por encima, ve entrando poco a poco, como sin querer. Cuando empiece a moverse, entra más, le gusta, al revés que Clara, que le den juego en el clítoris, y cuando ves que se excita un poco y comienza a agitarse, ahí ya puedes hacer lo que quieras, no se vuelve atrás.

Al momento aparecieron las dos juntas, riéndose de algo, pero no nos dijeron el qué, aunque luego Clara me contó que justo cuando iban a salir oyeron nuestra diálogo y esperaron un poco dentro, y aunque no habían escuchado toda la conversación, si lo suficiente para saber cuál era el tema y algunas de las confidencias que nos dábamos mutuamente.

Mientras yo les iba preparando el desayuno, y los dos un poco cortados por no saber de qué iban esas sonrisas cómplices, Jorge les iba explicando el plan para hoy, y ninguna puso ninguna pega en dedicar el día a conocer un poco más la ciudad y hacer turismo por Barcelona.

Cuando estuvimos listos Jorge agarró su cámara de fotos y nos dirigimos al tren, la forma más cómoda y rápida de desplazarnos hasta la ciudad.

Pasamos un día magnífico, por la calle íbamos abrazados y cogidos de la cintura con las parejas intercambiadas en bastantes ocasiones, como lo más natural del mundo y aprovechábamos cualquier excusa para besarnos y manosearnos de forma natural, casi como adolescentes,  ya que así nos sentíamos los cuatro, como dos parejas jóvenes encantadas de la vida e irradiando felicidad por todas partes.

Descubrí algo que a María José le encantaba y era escondernos en esos recovecos estrechos del barrio gótico para besarnos furtivamente, besos en la boca que yo robaba como podía en cuanto parecíamos ocultos a los demás, y en los que intentaba profundizar con la lengua hasta encontrar la suya, mientras la apretaba contra mí, para que no se retirase y aprovechaba para llegar hasta su culo redondito, que se iba relajando cuando se acostumbraba a mi tacto. Tenía que preguntarle si llevaba bragas, porque aparentemente, ningún obstáculo ni costura se percibía cuando mi mano se paseaba por toda la redondez.

Regresamos a casa ya algo tarde, pero aún nos dio tiempo a echarnos un rato antes de empezar a arreglarnos. Las chicas hoy tenían previsto ir más un poco mas sexys que la última vez, ya más desinhibidas y con mayor idea después de lo que vieron el otro día, según me comentó mi mujer en la cama, mientras iba sacando la ropa que pensaba ponerse, y me comentó que cuando había hablado con María José para ir mas o menos acordes, le dijo que tenía que recordarme el slip que debía ponerme.

Según la iba viendo arreglarse me tenía con la boca abierta, desde su ropa interior, casi mínima, hasta el vestido corto y pensé que si María José vestía igual, nos iban a tener empalmados toda la noche. Claro que si

conseguíamos

que se desnudaran, nos harían falta unos calzoncillos mucho más grandes que los que nos eligieron la otra tarde.

Y efectivamente, cuando bajó el otro matrimonio, y Clara apreciaba el estilo de Jorge y suponía que también llevaba el slip minúsculo que le tocaba, yo no retiraba la vista de ella, bajando con ese vestido oscuro con la parte inferior de la falda repleto de bordados de Flores de mil colores, las piernas desnudas y parte de los muslos asomando cada vez que bajaba un escalón. Me hubiera gustado también saber que ropa interior había elegido y solo esperaba que lo pudiera descubrir al fin en el club.

La entrada al Club fue espectacular;  Bernard, que no acostumbra hacer comentarios, las dijo que no había nadie en el club tan guapas como ellas. Nos dieron las pulseras de acceso con sus llaves y pasamos al comedor donde ya estaban acomodando a la gente.

Sentándose justo en ese momento descubrí a dos parejas conocidas y nos dirigimos hacia allí Eran Dani y Lucía y Pedro y Pilar, les presentamos a nuestros amigos y nos sentamos los ocho a cenar.

Yo le comenté a María José que Dani y Pedro eran socios de una empresa textil en Sabadell y que Lucía y Pilar eran hermanas. Y con las dos habíamos jugado en los reservados. También oí como Clara se lo explicaba a Jorge.

Como siempre que venía una pareja nueva, todos les prestaban mucha atención y daban consejos, pues no dejaban de ser carne fresca y tanto a Dani cómo a Pedro se les iban los ojos tras de María José, y aunque eran gente educada y respetuosa, y lo hacían con cierto disimulo, era bastante evidente tanto para Jorge como para mí.

Previne a María José, que en el club todo está permitido y que cuando dijera no, la cosa quedaba allí, pero que hasta ese punto podría flirtear lo que quisiera, es un juego muy morboso y se trata de ver hasta dónde eres capaz de llegar al tiempo que te diviertes. Ahí me di cuenta de su faceta atrevida y pícara porque empezó a mirarles con cierta malicia y expresiones del rostro insinuantes, y a los dos cuñados se les caía la baba

Fuimos por parejas al buffet, en el que ya se había formado una pequeña cola, detrás venían los cuñados que prontamente entablaron conversación con María José, en un acoso comedido y educado pero sus miradas eran evidentes y los toques y acercamientos aunque disimulados no me pasaban desapercibidos y estaba claro que para ella tampoco, aunque les dejaba hacer y estaba claro que le gustaba ese juego de seducción y de ser el centro de atención de tantos hombres, porque yo tampoco me separaba de su lado.

La cena continuó en la misma tónica, y la familiaridad fue aumentando con la comida y el buen vino. Un buen rato de sobremesa después y decidimos todos bajar a la disco a ver como estaba. Yo empecé con Lucia, que me preguntaba bajito al oído sobre la pareja nueva y si ya hacían el intercambio completo. Acabamos bailando todos con todos, en una rotación que dio mucho juego, pero que según me comentó luego María José, fue agotador pararles los pies de vez en cuando, porque estaban lanzados, pero que realmente le había divertido ese juego y los toques y atrevimientos de ambos cuñados.

Cuando por fin pude ver a la otra pareja, les vi muy relajados, Jorge muy pegado a Clara, sintiendo contra él los pechos abultados y rellenitos de mi mujer, mientras que a mí, por contraste, me volvían loco las dos tetitas no muy grande de María José, y sobre todo los duros pezones a través de la fina tela del vestido. Cuando me acerqué para besar sus labios no solo se dejó como otras veces, sino que se pegó mas a mí, y me correspondió de la misma manera, con algo más de pasión, seguro que debido al calentamiento previo de los dos cuñados.

Otra ventaja del tema swinger

Vi como Clara y Jorge se iban hacia el bar y me hicieron señas para que fuéramos con ellos.

En la mesa se veía a Clara y Jorge como más compenetrados, creo que la charla que habíamos tenido por la mañana había surtido efecto y los consejos dados los había empezado a aplicar aprovechando el baile y la escasa luz de la pista, y yo aproveché su distracción para pegarme más a María José, a la que ya se veía bastante desinhibida.

Aproveché esta circunstancia para proponer bajar al Jacuzzi y poner algo más de morbo a todo, empezar un poco a desatarnos y ver que tal nos iba, sobre todo porque estaba seguro que era la ocasión, y de que Jorge me iba a secundar, como así ocurrió, estaba convencido de que tenía ya ganas de tocar y acariciar las tetas de mi mujer después de hacerlo sobre la ropa..

Para no violentar demasiado a María José y que se sintiera cómoda, ya que al fin había aceptado, esperamos un poquito hasta el momento en que el vestuario quedó casi vacío y entramos los cuatro. Como si estuviéramos en la terraza de casa, o en la playa, nos fuimos quitando todos la ropa, y la verdad es que ni me acuerdo como lo hice, porque solo tenía ojos para ver la operación de mi amiga que pausadamente se quitó el vestido, lo colgó de una percha en la taquilla, quedándose en un conjunto muy pequeño de color rojo, que modelaba su cuerpo de una manera excitante y provocadora.

De espaldas a todos, y casi escondiéndose detrás de Clara, se desabrochó por detrás un sujetador sin tirantes que dejaba a la vista la parte superior del pecho al elevarlo ligeramente y a pesar de mis esfuerzos mentales para que no lo lograse y tuviese que

pedirme ayuda

, lo colocó con todo cuidado dentro y tras una pausa o duda, agarró la parte del elástico por arriba y se fue bajando las bragas poco a poco, como si estuviera en su dormitorio antes de acostarse, que era lo que imaginaba yo en ese momento, en el que para mí sobraba todo el resto de gente que había allí haciendo lo mismo.

Desnuda del todo y cubriéndose un poco con el pareo de gasa que ambas habían traído, se nos quedó mirando, como diciendo… lo he hecho. Dos parejas jóvenes se desnudaban al tiempo que nosotros, entre risas y bromas, ellas eran jóvenes y hermosas, pero yo solo veía a una mujer allí dentro.

Durante todo el día me había propuesto que en este momento actuaría con todo el tacto posible y sin precipitarme, tenía que ser todo medido, sin traumas, que se viera segura, pero sin parar. Ya se había desnudado, estaba cubierta solo con el chal transparente y ahora venía la siguiente parte.

Nos acercamos al jacuzzi, y mientras los otros dos se dirigían hacia el agua, yo la propuse ir primero a visitar un poco aquello, que se hiciera una idea del resto de las instalaciones. Mi propósito era dejar solos a la otra pareja, que se sintieran más libres y empezaran sus escarceos, y apartar de la vista de María José lo que podían estar haciendo, mientras yo la iba preparando a solas.

Paseamos los dos de la mano, hasta llegar a la zona de más oscuridad y antes de entrar le aconsejé que se quitase el pareo y lo llevase recogido de la mano, para no perderlo, porque allí había total oscuridad y no volvería a encontrarlo de ocurrir eso. Me hizo caso y entramos, ella medio temblando y agarrada a mi mano, despacito fuimos avanzando.

Un montón de manos se acercaron a  nosotros, ella me soltó de pronto, con un gritito contenido y yo la sujeté por la cintura y seguimos avanzando. Sentía las manos de la gente, hombres y mujeres, sobre mi cuerpo, y estaba claro que a ella le pasaba igual, porque se estremecía y se agarró con fuerza a lo primero que encontró a mano: mi pene erguido, al que apretó hasta que casi me dolía mientras seguíamos avanzando. Un cuerpo ante nosotros nos obligó a parar y ella me dijo bajito que le estaban metiendo mano en el chochito, que nos fuéramos.

Comenzó a estremecerse, yo creo que esa mano en su interior estaba haciéndole efecto, así que decidí, apartar suavemente a ese cuerpo que se interponía y continuar hasta que llegamos a la salida.

La tenue luz del pasillo me dejó ver un rostro encendido y arrebolado, el temblor de su cuerpo, casi pegado al mío y al final la descarga de una risa casi forzada al sentirse libre de aquel tormento, como me confesó casi en voz alta.

Seguía con el pareo de la mano, su cuerpo desnudo pegado a mí, todavía insegura, y con los ojos muy abiertos sin perder detalle de nada de lo que íbamos descubriendo. La sala de cine porno, en la que parejas desnudas se tocaban o follaban en camas o divanes colocados frente a la pantalla, la sala BDSM, con cadenas y cruces y alguna mujer atada con la cara transfigurada,  luego le enseñé uno de los reservados, le indiqué que aquí podías dejar abierto o cerrado con un pestillo, si querías que nadie te molestase, con una cama inmensa de polipiel, y desde allí, como me pareció que ya tenía suficiente, regresamos al Jacuzzi.

Jorge y Clara estaban metidos en faena, él le tocaba las tetas y ella se abrazaba a él y le besaba con furor. Se les veía muy bien juntos, pero noté que María José se tensó un poco, al entrar y ver la escena.

Clara se dio cuenta, se soltaron y nos preguntaron donde habíamos estado. Los dos al tiempo decidieron ir también a visitarlo, saliendo del jacuzzi por delante de nosotros, que nos recostamos viéndoles pasar. Los dos desnudos, brillando por el agua me parecieron hermosos: Clara estaba radiante, juguetona, agarrada de la mano de Jorge para que le ayudara a subir las escaleras, sus tetas hermosas saltando en cada escalón y el culo con un movimiento ondulante según se alejaban que me volvió a enamorar.

Cuando desaparecieron seguí a lo mío, o más bien a lo nuestro.

Puse mi mano en su muslo, y ella correspondió, acercándose mucho más a mí, hasta quedar nuestros cuerpos pegados, las cabezas juntas para hablar bajito entre nosotros, mientras nos dábamos piquitos.

  • Sabes… me ha excitado el cuarto oscuro, además, como no se veía nada no me daba vergüenza y... no te lo vas a creer, cuando nos quedamos parados, una mano se puso sobre mi vientre y metió un dedo en mi rajita, y… casi me viola allí mismo.

  • Jajaja, sí, ya me di cuenta por la forma en que me agarrabas, o más bien, agarrabas a mi polla.

  • Uyy, perdona, no me di cuenta de donde me sujetaba

Esto dicho con voz picara y entornando los ojos ligeramente, me hizo dar un paso más: fui deslizando mi mano por su muslo subiendo hasta ese montecito que tanto me gustaba y percibiendo el pelito raso que lo cubría, busqué la abertura, y mi dedo índice comenzó a entrar despacito en ella.

  • era algo así??

  • s..i, ss.. i, no ¡¡¡ bueno, siiii.

Se volvió de costado para besarnos en la boca apasionadamente, su cuerpo casi estaba sobre mí, medio pecho fuera del agua y su mano masajeando mi polla mientras yo avanzaba por la húmeda cueva y buscaba donde podía tocar para causar más efecto.

  • Me están tocando el culo –me dijo bajito al oído – ¿qué hago?

  • Chistt, sigue a lo tuyo, a lo nuestro, no te cortes por eso, déjale que disfrute también.

Se apartó a un lado un poco y vi a uno de los jóvenes de gimnasio con la mano casi encima de la mía, buscando también como entrar en un sitio ya ocupado, y la otra mano sobre una teta, acariciando el pezón, gordito y encogido.

  • Si no te gusta, retírale la mano, te dejará en paz.

  • Sí me gusta, pero… estoy contigo

Así lo hizo y el otro se retiró hacia otra pareja. Vimos acercarse a Jorge y a Clara y nos separamos un poco, venían sonrientes y sofocados, y se sumergieron a nuestro lado, entre risas de complicidad.

Fue María José la que dijo primero de retirarse, por hoy había sido suficiente y yo pensé que sí, que el día había sido provechoso y que aun quedaba tiempo para avanzar hasta mi propósito, de modo que salimos para regresar a los vestuarios a vestirnos y volver a casa.

Los cuatro necesitábamos una ducha, y nos quitamos el cloro del jacuzzi en la colectiva, más o menos serios esta vez, de forma rápida, para secarnos y vestirnos a continuación.

Ver como se ponía las bragas rojas de nuevo, fue más excitante que cuando se las quitó. Subir por los muslos suaves, hasta llegar arriba, medio enrolladas, colocarse la parte de abajo y la trasera, abarcando casi la mitad del culito y dejando ver la parte inferior donde la tela no alcanzaba para cubrir esos dos hermosos globos que atraían mi mirada como un imán, la cintura después, para que no quedase ninguna arruga y a continuación el sujetador dejándome con las ganas de nuevo de ofrecerme para colocar bien el pecho dentro de las copas.

Entonces nos señaló dio un codazo a Clara y las dos se pusieron a reír como locas cuando se dieron cuenta de que nosotros aun seguíamos con los diminutos slips azul y verde que nos habían elegido el día anterior y que lo que menos estábamos haciendo era acabar de vestirnos .

Necesitaba saber un poco la opinión de todos, pero sobre todo la de ella, sobre lo que habíamos vivido en el club un rato antes, así que al llegar a casa, sugerí ponernos más cómodos y tomar una botella de cava antes de irnos a dormir.

Allí mismo, en la terraza, con solo una luz bajita y ambiental, nos quedamos nosotros en los mismos slip que llevábamos y ellas se desnudaron quedando con solo las bragas y el pareo del club, y nos sentamos alrededor de la mesa para ir narrando nuestras impresiones.

No me fijé mucho en lo que dijeron Jorge y Clara, en realidad mi principal propósito era tantear a María José. Estaba asombrada aún, pero no escandalizada, y alegre y excitada por lo que había vivido, comentando entre risas y dirigiéndose a Jorge, que en el jacuzzi un chico le había tocado el culo y las tetas y había intentado meterle mano en el coñito.

-Jajaja, y en el cuarto oscuro? ¿Qué tal allí?

  • Puff, miles de manos sobonas, por todos lados,  el culo seguro que lo tengo lleno de moratones y casi me violan cuando tuvimos que parar un rato.

Los cuatro reímos, cómplices y contentos, la noche había sido provechosa, pero yo aun quería darle otra vuelta antes de separarnos para ir a dormir.

  • bailemos un poco, mañana lo tenemos que hacer así en el club, sin ropa, no??

La luz apenas dibujaba nuestras siluetas entre las flores del jardín, cada uno nos dirigimos hacia nuestra nueva pareja, ya estaban repartidos los papeles, y sobraban las palabras. María José se pegó a mi pecho y me abrazó como agradeciéndome lo que había sucedido durante el día, y yo la rodeé con mis brazos por la espalda: no era un abrazo sexual, ella lo percibió enseguida y me dio un beso cortito en la cara.

  • Gracias por el día, ha sido realmente una experiencia excitante, y me lo he pasado muy bien.

Yo callé. Apretándola solo un poco más contra mi pecho, y en silencio los dos nos movimos, mas que bailar, sobre el césped blandito. El momento se estaba convirtiendo en algo solemne casi, y entonces, María José, bajó una mano hasta rozar mi diminuto y brillante slip, tanteando hasta encontrar lo que buscaba, que no fue difícil porque apenas ya cabía dentro de la breve tela.

  • Qué le pasa hoy a mí amiguito?

  • Es que hoy no hay guerra

  • Quién ha dicho eso?

Acercó el pubis contra mi bulto que ya se volvió inaguantable para la pobre prenda, hasta que saltó por fuera como un resorte, pegándose a las bragas que yo iba bajando silenciosamente para dejar su piel a mi alcance. Mi polla encontró el pelito y se revolcó en él, entrando casi entre sus piernas. La noche se iba calentando por momentos.

Seguimos bailando un buen rato ya desnudos, hasta que notamos que Clara y Jorge se habían sentado en el sofá y los sonidos eran algo más que besos.

María José me preguntó directamente si creía que estaban follando

  • No lo sé.

Nosotros seguimos bailando  aunque los dos pensábamos que si no estaban follando, por lo menos se lo estaban pasando muy bien.

La volví a sentir, inquieta, nerviosa y algo tensa.

  • No te gusta estar así?

  • Si, pero no puedo concentrarme, no dejo de mirar en su dirección y me pone nerviosa. Tú no tienes celos al verlos así?

  • Al principio si me daban y era muy difícil, hasta que vi que disfrutaba y lo pasaba bien, y cuando nos quedábamos a solas era un volcán, y las noche… pufff, no te puedes imaginar cómo acababan las noches, y eso me fue borrando la sensación de aprensiones tontas y comenzamos a pasarlo bien los dos, a vernos disfrutar con otros y a pasarlo mejor aun después, ya solos.

  • Pero me dijiste que nunca lo habíais hecho con otros, no?

  • No, nunca

  • Y eso? No os atrevíais?

  • No, mas bien creo que la razón es que esperamos hasta encontrar a alguien con quien quisiéramos hacerlo de verdad, alguna pareja especial, como podría ser…

  • Ahora? Con nosotros?

  • Tal vez, es muy posible que sí, que fuerais el tipo de personas que esperábamos encontrar, ya ves que la atracción ha sido mutua y rápida.

Vimos como Clara y Jorge se levantaban, el bastante empalmado todavía, no desmerecía de la mía, igualmente empinada, y se acercaban un poco separados ya.

  • Se va haciendo tarde ya, no?

No contestamos ninguno, regresamos con nuestras parejas respectivas y nos fuimos retirando a dormir.

Ya en la cama, desnudos y Clara entre mis brazos, comentamos por encima los sucesos del día, pero yo quería saber hasta dónde habían llegado, si habían follado o no.

  • Tú qué crees?

  • Creo que no, aunque estoy seguro que le has puesto bien caliente.

  • jajaja, si, mas o menos como María José a ti, pero cuando llegue ese momento lo haremos de acuerdo, como hemos hecho todo hasta ahora, no?

  • Y tú ya estarías dispuesta para hacerlo con Jorge?

  • Sí, si a  ti te parece bien, pienso que con él podría ya pasar esa barrera, sí. Y está clarísimo que tú con María José también estás más que dispuesto.

El largo silencio que siguió a esta confesión se rompió de golpe con un breve grito, contenido y unos movimientos de nuevo en el cuarto vecino, y unos suspiros inconfundibles. Ya empezábamos a reconocer los gemidos de placer de ella, y el jadear de él.

Sin decirla nada, bajé mi mano hasta su vientre y con la otra le acaricié el pecho, y un poco después nuestros suspiros y jadeos se mezclaron con los de la pareja amiga