¿De que sirvió?

De que sirvió pensar que estabas en el momento justo y el lugar perfecto para darle cuerpo a un esquema de amor que me pintaron al crecer.

De que sirvió pensar que estabas en el momento justo y el lugar perfecto para darle cuerpo a un esquema de amor que me pintaron al crecer.

De que sirve ahora erizarme como lo hice la primera vez que vi tus ojos retratándose en los míos, estremecerme en el escándalo de tus roces, volcarme en tus silencios llenos de idolatría, y colmar tus repetidos vacíos con mis risas.

De que me sirvió jugármelo todo para igualarme a la mujer que anhelabas, parar mi reloj para vivir en tu tiempo, enfriar mi cuerpo para calentar el tuyo, dormir mis ganas sólo por reforzar las tuyas...

Adivinar el sendero a tu corazón y transitarlo, para descubrir al fin que allí solo está la nada jugando a muerte con el arroyo de los sueños que tuve para los dos y que ahora no existen...

De que me sirvió pensar, que las ausencias de mi vida, la tristeza de mis huesos y las lágrimas de mi alma estaban apañadas en el espacio que dejabas para mí en la cama...

De que me sirvió asegurar, que estarías conmigo para disipar mis sombras, a la víspera de cada sublime historia compartida, en la plusvalía de mi aliento, en el eterno descanso de mis penas.

No sirvió de nada, te perdí y me perdiste, en el abismo fatal de lo frecuente, me quedé incauta en el féretro de tus manos saturadas de fastidio, de tus caricias mecánicas, en piso de tu realidad inventada.

Allí, me dormí en la infinita metáfora de nuestra felicidad, la que el azar se llevó a pernoctar en el diván de tus caprichos. Me quedé soñando con que aspiraba la esencia magnífica que sumaba tu piel a la mía, pero que hoy, ya no huele sino a soledad.

No sirvió de nada, no hay mañana y el hoy ya casi acaba, sin victorias, sin derrotas, peor aún, en la nada. Entre tu y yo, muy a mi pesar, ya no hay nada.