De putita con el señor taxista

Desviado en el camino a mi casa, pude probar algo más que verga...

Hola! Primero quiero disculparme por el tiempo sin continuar mis relatos pero he estado ocupada satisfaciendo a mi novio y a sus amigos… cosa que, obviamente, les contaré más adelante.

Además, a modo de disculpas, les envío una foto de mi culito, ya que alguien así lo había pedido en el relato anterior… espero que les guste

Esa noche me había ido de la casa de Felipe, aún muy excitada por la forma en que mis dos compañeros de colegio me habían jodido toda la tarde. Pude devorar esas vergas que tantas veces soñé, que tantas veces sentí en sus bromas… por fin esos machotes habían decidido darme lo que merecía.

Caminaba por la calle pensando en lo sucedido sin notar lo tarde que se me había hecho para volver a casa, por lo que me decidí a tomar un taxi. Aún tenía algo de dinero, lo que supuse sería suficiente para ir desde donde me encontraba a mi hogar.

Eran las 9.10 PM aproximadamente cuando viene un taxi, lo hice parar, sin pensar mucho en realidad. Ni siquiera vi quién conducía, sólo me subí, le indiqué la dirección. Como les digo, aún estaba embobada de haber tomado lechecita. Rememoraba las escenas en mi mente, cuando recordé que aún llevaba mi tanguita roja de encajes bien metida en mi culote más los sostencitos rojos que me había regalado Felipe. ¡Me sentía tan puta con esa lencería puesta debajo de mi ropa normal! Justamente, como lo que soy… una putita dispuesta a satisfacer a su hombre… o sus hombres.

Sentí una pequeña molestia, pues mi cinturón estaba tirando mi colaless, así que tuve que acomodármela un poquito… pero no me di cuenta que el chofer estaba mirando por el retrovisor todo esto.

Quedaban un par de cuadras para llegar a mi casa.

¿Dónde va señorita? - me `preguntó el chofer mirando por el retrovisor

Yo quedé shockeada, pues aunque me gustaba que me trataran así, no que lo hicieran desconocidos, sobre todo si no sabes cómo reacciona la gente en un país homofóbico como este.

¿Perdón? – le dije aún descolocada por la forma en que me había llamado

Pero si a las damas hay que tratarlas como tal, ¿o no? – me respondió

Me puse roja de vergüenza sin saber qué hacer, qué decir, y muerta de susto.

Acabo de verte como te acomodas un hilo dental, no me vengas a hacerte el macho acá – me dijo con un tono de disgusto

Pero usted no puede tratarme así

Mmmm… y me tratas de usted, qué rica… debes ser una puta obediente

Señor, por favor, me bajo aquí, no estoy dispuesta a aguantarlo

¿Dispuesta? Jajaja… ya sabía yo que eras un maricón… sólo las putas como tú tienen un culo tan grande como el tuyo

Déjeme bajarme por favor

Jajaja… no te preocupes, que llegarás a tu casa… pero en unas horitas más… no aguanto a los maricones como tú

Por favor – le dije… entre sollozos.

Parecía que el no me escuchaba. Bajó los seguros de las puertas, aceleró el vehiculo y se dirigió a la carretera, tomando rumbo hacia fuera de la ciudad. Miraba hacia atrás a ver si alguien me veía pero a esa hora iba toda la gente en dirección contraria.

¿Te gusta el pico? – me dijo, pero yo no le contesté - ¡¿Te gusta el pico marica?!

Con esta pregunta entendí que lo que se venía para mí no era tan malo después de todo. Si bien ya la había pasado más que bien con Felipe y Gabriel, nunca debe rechazarse una verga… sobre todo si viene de un machote dominante como este. Me decidí a seguirle el juego, pensando en que si lo hacía sería más seguro mi destino… y más rico =P.

Me gusta mucho, señor – le contesté, para luego pasar mi lengua por mis gruesos labios.

Ya sabía yo… tu culo es de mujer… y sabes qué? Hoy aprenderás qué es un hombre de verdad…. ¿Has estado con alguno ya?

Si señor taxista – le dije

Mmmmm… pero te aseguro, marica, que ninguno te dejará el culo tan abierto como yo… ya vas a ver, ya vas a ver

Siguió conduciendo hacia unos cerros en la periferia de la ciudad. Manejó unos 45 minutos hasta que se detuvo entre unos árboles. El camino podía verse abajo del cerro en que nos encontrábamos.

Bájate – me ordenó

Lo que usted pida señor taxista

Qué ricura… mmmmmmm… compadezco a tu culo perra… hoy te quedará más abierto que nunca

No contesté nada. Abrió los seguros de las puertas y me bajé junto a él. Nos dirigimos a la parte de atrás del automóvil… ahí pude verlo bien: medía alrededor de 1.90, de contextura gruesa, barba candado, pelo corto oscuro, tenía una barriguita típica de esos hombres que consumen mucha cerveza.

Vaya, eres una verdadera chica – dijo

Gracias señor taxista- contesté algo avergonzada

Muéstrame la tanguita que te estabas acomodando

Como usted pida señor

Bajé mis pantalones dejando mi culo al aire, mi culo grande, redondo, lampiño, suave. Mi culo paradito, mi culito de nena.

Wow!!!!! – dijo él, algo sorprendido – Date vuelta

Ya me di vuelta, me apoyé en el maletero del taxi y paré mis nalguitas, sólo para excitar a ese HOMBRE.

¡Qué culo perra! Y vaya como lo paras. Quiero que te saques todo.

Recordé entonces que llevaba también los sostencito y pensé que eso podría ayudarme a que él se calentara aún más y terminara dejándome disfrutar del paquetón que pude apreciar cuando se paró frente a mí.

Me saqué la polerita que llevaba y quedé casi desnudita. Ya me imaginaba cómo él me veía. Sólo con mi tanguita muy metida entre mis nalgas y ese sostencito, haciendo un juego de lencería roja que me quedaba maravillosa.

Pasaron unos 15 o 20 segundo cuando se me acercó y me agarró con una fuerza brutal por la cintura y acercó su paquete a mi culito. Yo sentía un tronco muy grueso, muy duro… muy deseoso de follar a una perrita en celo como yo.

Llegó un momento en que me apretó tan fuerte que me intenté soltar y él me dijo que no lo hiciera, porque si lo hacía me daría una paliza que no olvidaría nunca. En cambio si le obedecía sólo obtendría mucho placer y obviamente, le daría mucho placer a su verga.

Me dijo que me acercara a dos árboles que estaban como a 1 metro y medio de distancia entre sí y que me quedará entre ellos, dándole la espalda y mostrándole mi culo.

Por lo que podía escuchar, supuse que abrió el maletero. Luego lo cerró. Se acercó a mí y lo pude mirar. Traía 2 sogas.

¿Para qué son? Por favor no me haga daño, señor taxista – le dije.

No te preocupes… lo vas a pasar muy bien creo, por lo puta que te ves, lo disfrutarás.

Con las sogas amarró mis manos a los árboles, una a cada lado.

¡Para el culo zorra! – me gritó

Yo le obedecía a todo sus requerimientos, a todas sus órdenes.

Bien, bien. Abre las piernas y para el culo… no se necesario que te lo pida… mira que perra eres!!!! Tienes el culo bien parado ya

Sí señor, creo que soy una puta

Mmmmm… demuéstramelo

Como usted ordene – le contesté

Trajo luego un banquito, se paró sobre él. Se desabotonó su cierre y sacó una verga muy gruesa… como nunca había visto. Bajó sus pantalones y pude ver sus piernas peludas, su vello púbico… pero mi vista siempre volvía a su polla. Era rojita, estaba muy dura y muy parada, tenía la puntita húmeda por el líquido que ya comenzaba a salir de ella.

¡Qué cara has puesto marica! ¿Quieres comerla?

Si señor taxista, démela

Mmmm qué zorra. Toma! – Comenzó a pegarme en la cara con su verga, me azotaba con su palo en mis mejillas… yo sólo quería que la introdujera en mi boca.

Por favor, deje que me la coma, señor

Pues claro puta

Abrí mi boca lo más que pude e introdujo su verga ahí. ¡Qué delicia! La saboreé completita… pasé mi lengua por la punta, luego por el tronco. Me la metí entera en mi boca y jugué con mi lengua mientras lo miraba. Él tenía sus ojos cerrados, tenía una mano con la afirmaba mi cabeza y daba ciertos quejidos de placer.

Luego lamí sus bolas, estaban algo sudorosas pero era un sabor rico… un sabor macho que me excitaba mucho. Me metía de una las bolas en mi boca, luego las dos. Pasaba mi lengua por ellas. Seguía subiendo por su tronco y volvía a introducirme su verga.

Comenzó un mete y saca, parecía que follaba mis labios. Me daba unos segundos para respirar y volví a follarme

Espera un poco – dijo eso y volvió al auto – Mira lo que traje para ti

Ohhhhhh – dije yo algo sorprendida, con un poquito de susto pero también caliente a más no poder.

Traía en su mano un pepino de unos 4 o 5 cms de grosos y como 25 cms de largo y una vaselina.

Señor que me va a hacer? – le pregunté

Yaaaaaa… si sabes lo que te voy a hacer PUTA!

Por favor, sea cuidadoso, se lo pido – le supliqué inocentemente

Jajajaja – rió sin dar una respuesta a mi petición

Corrió mi tanga a un lado y comenzó a untar vaselina en mi agujerito. Metió un dedito y yo suspiré femeninamente

Te gusta?- me preguntó

Si… meta otro

Siguió y metió otro dedito… los daba vuelta, masajeaba mi ano. Pasado unos minutos me dijo que metería un tercero… luego un cuarto. Yo sentía que mi culo no daba más, que iba a rompérmelo… y le pedía que parara, pero él hacía caso omiso.

-Ya puta, comételo- y puso el pepino en la entrada de mi culo.

Yo sólo atiné a pararlo lo más que pude para que no me doliera tanto, pues sentía que mi culito de desgarraba ante tal objeto tan grueso que estaba penetrando en mi.

Yo no aguantaba más y comencé a sollozar nuevamente, el me dijo que yo era tan puta que tenía que aguantarme. Yo no le respondía y con mis ojos cerrados me dejaba llevar por la perversión de aquel tipo cuyo nombre ni siquiera sabía, pero que me tenía a mil

Pasó un tiempo no muy grande cuando dijo que era la hora de que mi hoyito sufriera y clavó aquel objeto con tanta fuerza que sólo pude gritar… pero la escena me excitaba tanto que comencé a correrme… mi leche salía de mi verguita y corría por mis piernas.

Con su mano metía y sacaba el pepino de mi culo… y así estuvo como por 5 minutos. Lo sacó y dijo que la entrada de mi culito se veía muy rica, me decía que estaba rojita y hambrienta de verga.

¿quieres verga? – me dijo

Siiiiii, señor taxista

Pídemelo, perra

Por favor señor

Vamos puta, pídele verga tu macho como corresponde

Por favor, señor taxista, cláveme la polla en mi culo, por favor!

Así se hace, te la ganaste por zorra.

Se paró detrás de mí, puse su glande en la entrada de mi anito y enterró su verga con una brutalidad tremenda… pero mi culo estaba abierto, por lo que sólo pude sentir placer… me calentaba sentir los pelos del pecho de mi hombre en mi espalda, los pelos de sus piernas tocando mis piernas lampiñas y sus bolas chocando contra la mis nalgas.

¿Te gusta puta?

Si Señor

Cuanto te gusta?

Mucho mucho

Quieres más duro?

Por favor – le decía yo y el casi saltaba contra mi enterrando su verga lo más profundo que podía.

¡Nunca me había calentado tanto y nunca había conocido a una mina tan sumisa como tú! Te recomendaré a mis amigos – me dijo, pero yo no le tomé mucha importancia y sólo disfrutaba su verga en mi culote.

Ahhhhhh, ahhhhhh – sacó su verga de mi culo y comenzó a chorrear su semen en mi espalda, bajaba por mi culo y caía al piso.

Me abrazó por un momento y besaba mi cuello, tocaba mis tetitas, me acariciaba.

Qué rica eres… cuál es tu nombre?

Fran – le dije

Esteban, mucho gusto… que ganas de llevar siempre mujeres como tu en mi taxi

Me desató, me besó. Nos vestimos y me subí a su taxi, pero ahora en el asiento del copiloto. Dijo que me llevaría a mi casa y así lo hizo. Todo el camino acarició mi pierna y yo acaricié su paquete, agradeciéndole.

Llegamos cerca de mi casa, se despidió de mí y dijo que muy pronto volveríamos a encontrarnos y me volvería a dar rico. Agarró mis nalgas cuando bajaba y las apretó fuerte. Le tiré un besito por la ventana y me fui a casa pensando en lo puta que me había vuelto: 3 machos en un día… pobrecito mi culo.

Kisses!