De putas
A mi edad, por aquel entonces tenía 20 años, aún me resultaba conflictiva la experiencia que había tenido con mi pareja y el conserje, pues hasta antes de aquella si bien había tenido una vida bastante liberal en el ámbito sexual, siempre me había relacionado con personas que conocía socialmente, esta vez en cambio, me había permitido tener sexo con un completo desconocido.
A mi edad, por aquel entonces tenía 20 años, aún me resultaba conflictiva la experiencia que había tenido con mi pareja y el conserje, pues hasta antes de aquella si bien había tenido una vida bastante liberal en el ámbito sexual, siempre me había relacionado con personas que conocía socialmente, esta vez en cambio, me había permitido tener sexo con un completo desconocido.
Sin embargo cada vez que recordaba el hecho mi entrepierna se humedecía hasta mojar mis prendas interiores. Sin querer pasaba del recuerdo de la experiencia vivida a fantasear con ser una puta, no me seducía el dinero, ni en mis fantasías era de aquellas putas de alto nivel o de aquellas otras que aparecen publicadas en páginas de internet que trabajan en departamentos o en algún local, no, en mis fantasías no era otra cosa que una puta de aquellas que salen a la calle a parase en las esquinas en busca de clientela, sólo imaginar esa sensación de ser usada y la adrenalina del peligro hacía que mi excitación llegara a límites que yo misma desconocía en mí. Guiada por una fuerza interior y sin decir nada a mi pareja, comencé a frecuentar lugares donde sabía o creía saber se paraban prostitutas, pasaba a altas horas de la noche, a algunas les convidaba cigarrillos, fumaba con ellas y seguía mi camino. En más de una ocasión preguntaron por mis servicios, pero no me atrevía a dar el paso, que de algún modo rechazaba pero que mi cuerpo con todas sus fuerzas rogaba.
Cada vez que salía a estas excursiones nocturnas sin darme cuenta comencé a arreglarme de un modo distinto, me maquillaba más, mi ropa era más provocativa y no sólo yo me daba cuenta de aquellos cambios sino también aquellas a quien ahora consideraba mis amigas. No recuerdo el día exacto, sólo recuerdo que era invierno pues recuerdo el frio y la amenaza de lluvia en el cielo, ese día salí de casa usando una calza de lycra negra que se ajustaba a mis piernas y mi trasero, una blusa de strech, mi chaqueta de cuero negra, y botas de taco alto y caña larga –bucaneras-, como siempre la excusa fue la compra de cigarrillos, de regreso como también era mi costumbre me puse a conversar con mis amigas pitando un cigarrillo, cuando un vehículo se detuvo, Angélica se retiró de la ventana del vehículo y se acercó a mí, una confusión brotó de golpe en mi cabeza, me estaba dando instrucciones, lo que debía hacer, los lugares, los valores, el tiempo del servicio y otros detalles, me tomó del brazo abrió la puerta del vehículo y me dijo -esta vez vas tú-, reaccione cuando el auto ya había iniciado su marcha. Me encontraba aturdida, el vehículo se dirigió por el sector de Pudahuel (el aeropuerto), un sector bastante peligroso, mi corazón se abombaba en el pecho, temor y excitación, en un sector desierto detuvo el auto sin detener el motor, mirándome bajó el cierre de mi chaqueta y manoseó mis pechos, tomo el escote y bajo lo que se puede mi polera liberando mis senos, subió el sostén a la altura de mi cuello mientras chupaba mis tetas con desespero, tomó mi cabeza haciéndome ver sus deseos, liberé su miembro y comencé a chuparlo dejándolo entrar hasta el fondo de mi boca, lo saque y lo lamí desde los testículos hasta su cabeza, chupo y aspiro, mi excitación va en aumento, el marca el ritmo de los movimientos de mi boca, estoy deseando que me tome, cuando se viene en mi boca derramando una gran cantidad de leche que sale por mis comisuras, nunca retiró el miembro de mi boca obligándome a tragar toda su explosión, al darse cuenta se retira y me pregunta donde me deja, le digo que en el mismo lugar donde me recogió, no han pasado veinte minutos y mi cuerpo está que arde, necesito una penetración. Sin decir nada maneja y llegados al lugar me pasa un billete de dos mil pesos, que en su momento entrego a Angélica. Las chicas no me dicen nada, sólo se ríen de mi incursión y me señalan que siempre la primera vez es la más difícil, no pueden saber que mis deseos son precisamente aquello que ellas dicen ser difícil, que me siento completamente feliz acabó de tomar el semen de un absoluto desconocido, que por hacerlo me han pagado, y que eso me hace completamente feliz, ahora si soy una puta con todas sus letras, mi ser más profundo ha comenzado a salir a la luz.
Se acercó una camioneta 4 x 4, la cual se detiene muy cerca de nosotras, -yo voy- le digo a Angélica, me acerco a la ventana y le propongo llevarme, me pregunta el precio, mil la francesa y tres mil el contacto le respondo, a lo cual me hace subir, partimos y me lleva cerca de Vivaceta a un Drive In, durante el trayecto apoyé mi mano en su verga y le sobaba por sobre el pantalón notando como crecía y se ponía durita, no dejaba de mirarlo a los ojos y me excitaba cada vez más sabiendo la excitación de él, llegados al lugar abrí la puerta del auto y me saque la ropa dejando ver mis tetas grandes y turgentes y mi conchita absolutamente depilada, sin bajarse del vehículo me pide que me acerque me toma de la mano haciéndome subir nuevamente, me pongo de rodillas en el asiento, abro su pantalón y saco su verga que ya se encontraba totalmente erecta, dura y reluciente con su humedad, la llevo a mi boca, la beso y chupo su cabeza jugando en ella con mi lengua, la saco y la lamo en toda su extensión volviendo a ponerla en mi boca y le doy una chupada profunda alojándola toda hasta mi garganta, me encuentro realmente poseída chupo rápidamente subiendo y bajando por aquella verga, dejó su cabeza en mi boca y lo masturbo tratando de apurar el manjar que tanto deseo, lo miraba mientras chupaba sabiendo que eso lo excitaba aún más, las manos de aquel hombre iban de mis tetas a mi culito, jugaba con uno de sus dedos en mi ano, lo introducía y lo saca simulando una penetración, mis gemidos lo excitaban, necesitaba que me penetrara ya no podía más de la excitación, necesitaba sentir una verga atravesando mi cuerpo, rompiendo mis entrañas -te gusta mi culo- pregunté, su respuesta fue obvia,-dame por atrás- le digo, nos pasamos al asiento de atrás del auto, lo senté y yo me puse de espaldas a él mirando el espejo retrovisor del auto, tomé su verga la acomodé a la entrada de mi culo y comencé a bajar lentamente, sentía como se abría mi ano hasta que entró la cabeza, me mantuve quieta un rato y luego dejé caer todo mi peso de modo que la verga entró de un solo golpe en mi culo, un grito de dolor y placer salió de mi garganta, el me sujetaba de las nalgas mientras se movía sacando y entrando su verga, yo gritaba de placer, instándolo a darme con más fuerza, a que usara bien ese culito que le regalaba, hasta que acabé con un orgasmo largo que me dejó agotada, le pedía que acabase, hasta que sentí un mar de lágrimas regar mi recto. Me pregunto cuanto me debía, a lo cual le dije que sólo la propina, me pasó diez mil pesos, nos fuimos y me dejó en el mismo lugar donde me había recogido, intercambiamos teléfonos y quedamos de llamarnos.
Angélica no se encontraba, con otra de las muchachas le dejé el dinero que había obtenido, y regrese a casa, iba a pie, feliz y dichosa, llena de semen en mi cuerpo de dos hombres que no sólo no conocía, sino que muy probablemente no vería nunca más, ahora si era toda una puta, mis pensamientos iban y venían cuando recibí un SMS de Angélica pidiendo reunirnos al día siguiente más temprano de lo habitual.