De Puta Madre

Todo el mundo tiene un pasado. Y mi madre no era una excepción...

Abrí los ojos. Me dolía muchísimo la cabeza. Me había pasado bebiendo anoche. Anoche... ¡Dios mío, era una locura! ¡Una auténtica locura! ¿De verdad había pasado o había sido todo un sueño? Me quité el pijama, me vestí y bajé al salón.

 ¿Te preparo un Cola-Cao , cariño?

 Sí, mamá

Mi madre parecía muy contenta. Se había levantado de muy buen humor. Cualquiera que la viese entregándome el vaso de leche, hubiera dicho que era la típica ama de casa de toda la vida. Por las escaleras bajó un chico joven, unos cuantos años mayor que yo. Tenía el pelo despeinado y cara de sueño. Iba en boxers, por lo que llamaba la atención sus trabajadísimos abdominales y su abultado paquete.

 ¡Buenos días! ¿Qué hay para desayunar?

 ¿Quieres tostadas?

 Vale

Mi madre sonrió, le dio un pico al chico y se fue a la cocina. El muchacho se sentó a mi lado. Bostezó y me dijo:

 ¡Joder, tío! ¡Cómo folla tu madre! ¡Es una fiera!

Sonreí y me callé porque la verdad es que no sabía muy bien que decir. Para terminar con ese incómodo momento, me terminé el Cola-Cao y me fui al baño a hacer mis necesidades. Cuando salí, mi madre estaba sentada en el sofá viendo un programa de cotilleo por televisión.

 ¿Y Oliver? ¿Ya se fue?

 Sí

 Bueno, ¿y que tal la noche? ¿Bien?

 Sí, la verdad es que bien. Bastante bien

 ¿De puta madre, no? Me alegro

 Sí. ¡Ah, ha llamado tu padre! Al final ha terminado antes de lo previsto y vuelve en dos días

 ¡Qué bien!

 Cariño...

 ¿Sí?

 Ya sabes, cuando...

 Tranquila, ya te dije que no le contaré nada a papá

Dos semanas antes...

Llegué a casa a las cinco de la mañana. Yo tenía 15 años y estaba completamente borracho. Subí las escaleras hacía mi cuarto muy despacio. Iba descalzo para no hacer ruido. Sin embargo, no me hubiera hecho falta hacer ésto, pues mis padres estaban enzarzados en una discusión en su dormitorio y ni se enteraron de que yo llegaba dos horas más tarde de la hora permitida. Nunca había visto a mis padres pelearse, siempre me habían parecido dos tortolitos, aunque era verdad que con los años habían disminuido sus carantoñas, al menos en público. Por lo que pude oír desde mi cama, mi padre tenía que irse a pasar un mes al extranjero por motivos de trabajo y eso era lo que había enfadado a mi madre, ya que por lo que se ve mi padre ni siquiera le había consultado. Poco a poco, se fueron calmando y yo me dejé abandonar en un plácido sueño.

Al día siguiente, mi padre ya estaba haciendo las maletas y el lunes ya fuimos a despedirle al aeropuerto. Mis padres se dieron un cariñoso beso y a ella se le escaparon algunas lágrimas. Las cosas ya se habían tranquilizado. Mi madre siempre me había parecido una mujer normal, la típica ama de casa trabajadora y decente que quería a su esposo y le trataba como a un rey. Una figura algo anticuada hoy en día. Tenía 39 años, el cabello negro le llegaba por los hombros, medía 1,64, estaba rellenita (aunque viendo el vídeo de su boda, se podía apreciar que de joven era delgada) y nosotros la vamos a llamar María. A mi madre le gustaba cocinar, leer las revistas del corazón y ver las telenovelas, por lo que podía decirse que era el prototipo de maruja. Yo, al ser hijo único, estaba muy unido a ella y, aunque a veces le contestara mal por cosas de la edad, en el fondo la quería muchísimo. Todo comenzó cuando a mi madre se le ocurrió que fuésemos a pasar el fin de semana al pueblo a ver a una tía abuela mía que se encontraba algo enferma.

Yo era la primera vez que iba. Todo iba con normalidad hasta que, paseando por la calle, un hombre que tendría más o menos la edad de mi padre, gordito y con perilla, se paró con nosotros y saludó a mi madre con dos besos. Me olió mal la efusividad de ese señor con mi madre.

 ¡Hombre, María! ¡Cuánto tiempo!

 ¡Joder, Jose Luis! ¡Cómo has cambiado!

 Sí, estoy más gordo. ¡Ja, ja, ja! Tú, sin embargo, estás más guapa que nunca

 Gracias, pero por mí también han pasado los años...

 ¡Ay, qué recuerdos de aquellas tardes que pasamos en el asiento de atrás de mi coche!

Me quedé casi literalmente muerto al oír esa frase. Mi madre me miró de reojo y se puso colorada

 ¡Calla, Jose Luis, que está mi hijo delante!

 ¿Y qué? El niño ya es mayorcito y sabrá que su madre es una mujer y que fue joven. ¿A que sí, chaval?

Avergonzado, yo no sabía que contestar.

 No te de corte, chaval. ¡Tendrías que estar orgulloso de tener una madre tan fogosa!

En ese momento quise que me tragase la tierra.

 Te tengo que dejar ya, Jose Luis que tengo cosas que hacer. ¡Hasta luego!

 ¡Adiós! Ha sido un placer volver a verte. ¡Qué pena que ahora estés casada y no podamos recordar viejos tiempos

 Sí, una pena

No podía creer lo que estaba viendo y oyendo. ¡Me quería morir!

 Bueno, tu marido no está aquí, ¿no?

 No, está de viaje de negocios

 Hombre, entonces, si tu hijo es discreto, podríamos...

 De podríamos nada, Jose Luis. ¡Yo ya me he retirado! Te dejo, hasta luego

 ¡Adiós, guapísima!

 Hijo, vamos a ver a la tía, ¿vale?

 Sí

 ¿Manu?

 ¿Qué?

 Nada, que... Bueno, que Jose Luis es un viejo amigo. Es muy cachondo y... quiero decir que no le hagas mucho caso. Dice muchas...

 Mamá, no me importa. Me da igual lo que hicieras de joven

 No, si... Sí, claro

Dejamos el tema, pero yo no me lo pude quitar de la cabeza. ¿No había sido mi padre el primer hombre de mi padre? Eso era lo que siempre me habían dicho. Entonces, ¿le habría puesto ella los cuernos? Yo ya me he retirado Mi madre siempre me había parecido una mujer muy decente, incluso la hubiera catalogado de mojigata. Yo ya me he retirado A partir de ese momento, cada hombre del pueblo que nos saludaba, cada viejo amigo de mi madre con el que nos cruzásemos, eran para mí ex amantes potenciales de mi madre. Por la noche, había una especie de fiesta en el pueblo. Allí nos cruzamos con un hombre vestido con un elegante traje de chaqueta y el pelo muy requetepeinado y repleto de gomina. Se llamaba Armando y por lo que se veía era otro viejo amigo de mi madre. Éste no había envejecido tan mal, ya que como aparentaba le había ido genial en los negocios y seguramente estaría forrado de pasta. Tenía mucha labia y no paró de bromear en toda la noche conmigo y, sobre todo, con mi madre.

 Y resulta que se habían acabado. ¡Fue buenísimo!

 Me imagino ¡Uy, está llamándome tu padre! Voy al baño a hablar que aquí hay mucho ruido. Armando, cuida de mi niño

 Tranquila, guapa

 Enseguida vuelvo

 Bueno, ¿y tú que estudias?

 4º de ESO

 ¡Ah! ¿Y ya sabes que carrera quieres hacer?

 ¿Te has follado a mi madre?

 ¿Perdona?

 ¿Qué si te has follado a mi madre?

 ¡Menuda pregunta!

 Es solo por curiosidad

 Pues la verdad es que sí.

 ¿Érais novios o...

 No, no. Solo éramos... bueno, no sé muy bien lo que fuimos. Quizás sería lo que hoy se llama follamigos . Algo así

 ¿Entonces follabais a menudo?

 Perdí la virginidad con ella. Fijate lo importante que fue tu madre para mí

 ¿En serio? ¿Tú fuíste el primer hombre con el que mi madre...

 ¿Pero qué dices? ¡Si tu madre desvirgó a la mitad de los chicos del pueblo!

Silencio. Quería morirme de nuevo. El morbo me había llevado a saber más de lo que quería. O quizás a saber lo que yo no quería creer.

 Con todos mis respetos... No intentaba meterme con tu madre. Solo decía que...

 Solo decías que mi madre era la puta del pueblo

 No, a ver chaval... Lo que quiero decir es... No me malinterpretes. Tu madre era joven y simplemente se divertía. Luego conoció a tu padre y se calmó.

 Se calmó

 Sí

 Ya

 ¡Ya estoy aquí! ¡Ay, ese hombre! Tu padre ahora dice que...

 Me voy

 ¿Ya?

 Sí

 Bueno, espera. Ya nos vamos

 No, tú quédate. Seguro que prefieres quedarte con tu amigo Armando

 No, Manu. Yo me voy también. Si te quieres ir... Bueno, Armando. Ha sido un placer

 Lo mismo digo

No hablamos en todo el camino. Tu madre desvirgó a medio pueblo . Al día siguiente, nos fuímos del pueblo. En el autobús, no paré de pensar en el pasado de mi madre. No debería de importarme tanto, pero para mí había sido como si todo lo que sabía sobre mi madre hasta ese momento se hubiera desmoronado

 Manu, ¿te pasa algo?

 No

 ¿Seguro?

 Sí, es solo que... Mamá, yo creía que mi padre había sido tu primer amor. Tu único amor. Y, sin embargo, este fin de semana he descubierto que me mentiste. Los dos me mentisteis. Me dijisteis que... Ya sabes, eso. ¿Por qué? Yo hubiese comprendido que antes de estar juntos, tuvieseis otras relaciones. ¿Por qué me tuvisteis que hacer creer que habíais sido la típica pareja cateta que llega virgen al matrimonio? ¿Por qué?

 Hijo, creo que estás equivocado. ¡Claro que tu padre ha sido mi único amor! Pero es que una cosa es el amor y otra es el sexo. ¿Me entiendes?

 Sí, claro. Pero es que nunca me contaste nada

 Es que no tengo por qué contarte nada. ¿Qué querías que te dijese? ¿Qué de joven me gustaba el sexo? ¿Qué me sigue gustando el sexo? ¿Pero es qué no nos gusta a la mayoría?

 Sí, claro. Perdóname, mamá. He sido un idiota

 ¿En serio estás bien ya?

 Sí, solo era que me impactó saber que la imagen que yo tenía de ti no era real. Pero si lo piensas bien, es mejor así. ¿Quién quiere a una madre mojigata? ¿No es mejor una madre molona a quien le gusta el sexo? Es bueno saber que tu madre no es una frígida. Te gusta follar, ¿y? ¿Dónde está el problema?

 Claro que sí, cariño

Llegamos a casa. Fui al baño. Comencé a pajearme. Siempre lo hacía, por aquel entonces era virgen y esa era la única forma que tenía de disfrutar del sexo. Pero aquella tarde mientras me masturbaba no pensé en ninguna actriz porno ni en una chica de mi clase. Al mismo tiempo que me machacaba la polla, cerré los ojos y visualicé a mi madre joven, como en el vídeo de la boda, desvirgando a Jose Luis, a Armando y a la mitad de los adolescentes pajilleros del pueblo. Ella había sido su musa. Y ahora era la mía. Nunca una fantasía me había excitado tanto. Me corrí tan fuerte que el semen se salió del trozo de papel higiénico y se desperdigó por el suelo del baño. Mientras lo limpiaba y mi excitación bajaba al mismo tiempo que la erección de mi pene, me puse a pensar. ¿Estaba bien lo que había hecho? ¡Me había pajeado pensando en mi propia madre!

Cuando me estaba sirviendo la cena, no pude evitar fijarme en el culo y las tetas de mi madre. Tenía unas buenas tetas y su culo era muy gordo. Todavía podía ser una mujer deseada. ¿Cuántos hombres se la comerían aún con la mirada? ¿Cómo había pasado de ser la puta del pueblo a la esposa recatada?

 Mamá, ¿te puedo hacer una pregunta?

 Ya lo estás haciendo, hijo

 ¿Cómo cambiaste? ¿Cómo dejaste de ser... promiscua y te convertiste en lo que eres ahora? ¿Cómo cambiaste de personalidad?

 ¡Yo no cambié de personalidad! Nadie lo hace, al menos no del todo

Casi sale de mi boca un ¿Entonces sigues siendo igual de puta que entonces?

 No cambié. Simplemente me enamoré

 Ya, pero... ¿Te sigue gustando el sexo?

 Sí, ¿y?

 Y estás casada, por lo que ahora solo estás con un hombre mientras que antes...

 Se puede disfrutar del sexo en el matrimonio. Quizás no del mismo modo que en la soltería, pero...

 ¿Nunca le has puesto los cuernos a papá?

 Claro que no. Hijo, me sorprende que pienses eso de mí

 ¿Ni siquiera has fantaseado con ello?

 No pienso responder a eso

 O sea, que sí

 ¡Manu, por favor!

 ¡Joder, mamá! ¡Es que no me puedo creer que pasases de tirarte a un montón de tíos a estar con el sosainas de mi padre! Háblame en serio. Sé que eso me lo tendrías que decir tú a mi y no al revés, pero... tienes que verme como un amigo y no como a tu hijo

 ¿Qué? Hijo, claro que echo de menos mi vida de soltera. El matrimonio no es nada fácil y yo de joven me lo pasaba pipa. ¡Lo que daría yo por irme de juerga a una discoteca!

 ¿Y por qué no nos vamos este finde tu y to a una discoteca?

 ¿Qué?

 Venga, mamá. No puedes seguir trabajando como una esclava. Disfruta de la vida

 ¿Tú y yo? ¿Qué dirán tus amigos si nos ven? ¿No te daría vergüenza?

 Mis amigos van todos al botellón. Algunos del insti van a la disco, pero ya más tarde. Nosotros podemos ir temprano. Cuando no haya tanta gente todavía. ¿Qué me dices? ¿No te quejabas de que no hacíamos cosas juntos?

 No, lo siento pero no. ¿Qué crees que pensaría tu padre de que yo me fuera por ahí de juerga?

 Papá está muy lejos de aquí. No tiene por qué enterarse de nada

 Bueno...si tu padre no sabe nada y... Bueno, ¿por qué no? Vale, vamos

Llegó el fin de semana. Mi madre se maquilló y se puso una blusa escotada y una falda. Entramos en la discoteca y al rato estaba bailando como una loca. Nunca la había visto así. Parecía que por una noche había vuelto a sus años de juventud. Noté que algunos hombres maduros la sobaban por detrás. Era algo inevitable en una discoteca y eso me comenzó a excitar. Salimos un rato a tomar el aire.

 ¿Viste como te sobaba ese viejo verde?

 ¿Pero qué dices, hijo? Serán imaginaciones tuyas

 Que va... Eres la más deseada del lugar. Todos los tíos de dentro están deseando follarte

 Mmmmmm. ¿En serio?

 Sí

 No creo. Habiendo tantas chicas jóvenes ahí no creo que nadie se fije en mí

 Soy tu hijo así que si te digo yo ésto es porque es verdad. Mamá, tu puedes llevarte a la cama al tío que quieras

 ¿Tú crees?

 Sí

 Antes sí, pero hace tiempo que no salgo de caza. Desde que cacé a tu padre

 Hagamos un juego. Yo elijo a un tío y si tú consigues seducirlo, mañana hago yo las cosas de la casa, limpiar y todo esto

 Hijo, ¿tú estás borracho?

 Sí. ¿Y tú?

 También.

 ¿Entonces?

 Una semana o no hay trato

 Hecho

 Repasemos: tú eliges a un tío cualquiera, yo lo seduzco y tú limpias la casa durante una semana. ¡Me encanta!

 ¡Uy, qué segura te has vuelto en un momento!

 Es que pensaba seguir con mi papel de madre, pero como seguramente mañana tendrás resaca y no te acordarás de nada... pues he decidido desempolvar mis viejas armas de seducción

 Mmmmmmmmmmm. Que sepas que pienso buscarte un tío difícil

 Cariño, los tíos difíciles no existen

Entramos dentro. Había conseguido mi objetivo. Me ponía muchísimo pensar en que mi madre era una puta total de joven y quería ver cómo seducía a los hombres por aquella época y si aún tenía el poder de hacerlo. Pero sobre todo me preguntaba hasta donde sería capaz de llegar. En ese momento le vi a el. Era el típico chulo de discoteca. Veintipocos años, alto, moreno, gafas de sol levantadas que dejaban ver sus ojos verdes, camiseta ajustada que marcara su cuerpo musculoso y apoyado en la barra con dos pivones a cada lado. Le señalé con el dedo y dije:

 Ese

 ¿Qué? ¿Pero si podría ser mi hijo?

 ¿Y? Contra más joven, más salido. Más fácil, ¿no?

 ¡Sí, va a dejar a esas dos por mí!

 ¡Saca tus antiguas armas de seducción!

Mi madre se acercó al muchacho. No sé que le dijo, pero mientras le hablaba le acarició el pecho y él sonrió de forma picarona. Mi madre pidió una bebida y, al ir a cogerla refregó una de sus tetas sobre él. Le susurró algo al oído pegada a él, que ya tenía una de las manos acariciando su culo. Tras un largo trago, mi madre se bañó la blusa con el resto del licor. No llevaba sujetador y se le transparentaban las tetas. Pude escuchar como gritó:

 ¿BAILAS CONMIGO, OLIVER?

Oliver soltó a las dos chicas. Una de ellas le dijo algo enfadada, pero él paso de ella y siguió a mi madre que ya caminaba hacia la pista mirándome con mirada triunfante

 YA ESTOY HARTA DE NIÑATAS. ¡QUIERO FOLLAR CON UNA MUJER DE VERDAD!

Dicho esto, Oliver le dio una palmada en el culo a mi madre que resonó por toda la discoteca. Comenzaron a bailar muy pegados. Él aprovechaba para tocarle el culo y las tetas y ella, acostumbrada a la barriga cervecera de mi padre, también se aprovechaba y le manoseaba a él. Yo no sabía que pensar. Por un lado, me avergonzaba ver a mi madre, a la que siempre había respetado, bailar con un chulito como una zorra cualquiera, pero por otra parte me excitaba la situación: hacía años que estaba solamente con mi padre y ahora mi madre estaba disfrutando, estaba sacando la puta que habitaba en su interior (no lo digo en un sentido machista, me refiero a la parte sexual que todos tenemos, tanto hombres como mujeres y que en algunos casos, como el de mi madre, se mantiene oculto por culpa de nuestra sociedad, aún muy retrógrada en el plano sexual, aunque intente aparentar lo contrario).

Oliver besó a mi madre, pero ella le apartó y le dijo que no con la cabeza sonriéndole. Él mostró una sonrisa burlona que parecía querer decirle que, aunque se hiciera la difícil, conseguiría llevársela a la cama. Le dio la vuelta colocando a mi madre de espaldas a él con sus cuerpos pegados. Oliver le agarró las tetas con fuerza. Mi madre estaba frente a mí y me miró algo avergonzada porque su hijo contemplase ese espectáculo. Se dio cuenta de que era hora de terminar el juego. Se apartó de Oliver y le besó en los labios. Fue un beso largo y apasionado en el que era ella quien dirigía la situación. Tras apartarse, le dijo adiós, se acercó a mí y salimos de la discoteca.

 Ya sabes, te toca limpiar la casa durante esta semana

 OK

 ¡Ey, espera! No pensarás dejarme así...

Oliver había salido corriendo detrás de nosotros. Se le podía notar un gran bulto en su entrepierna. Mi madre lo había calentado a fondo.

 Lo siento, Oliver. Me tengo que ir

 ¡Venga ya, María! Si lo estás deseando

 Te presento a mi hijo Manu

 Encantado, chaval. María, ¿por qué me dejas así?

 Estoy casada

 ¿Estás casada? ¡Buf, cómo me pones! ¡Me encantan las casadas!

 Oliver, está mi hijo delante

 A mi no me metas

 ¿Ves? Si seguro que el niño es discreto

 Mamá, la verdad es que, después de haberle calentado así y dejarle a dos velas, lo mínimo que podríamos hacer para compensarlo es invitarlo a tomarse una copa en casa, ¿no?

No sé muy bien que buscaba con eso. ¿Cómo podía estar haciéndole de Celestina a mi madre? ¿De verdad la iba a ayudar a que le pusiese los cuernos a mi padre?

 Pero hijo...

 Por favor, María. Solo una copita. No tiene por qué ocurrir nada que tú no quieras

 Y si pasase algo, te prometo que yo seré una tumba

 ¡Manu, por Dios!

 Bueno, ¿qué dices, preciosa?

 Vale. Por una copita no pasará nada

Fuímos los tres a casa. Yo dije enseguida que tenía mucho sueño y que me iba a dormir. Fui a mi cuarto, me puse el pijama y, cuando estaba a punto de meterme en la cama, la curiosidad me pudo y me asomé por las escaleras sin que me vieran. Debían haber tomado ya varias copas. Mi madre se había quitado los zapatos y se había tumbado en el sofá. Sus pies reposaban sobre la entrepierna de Oliver, que acariciaba sus piernas maduras y sexys.

 Creo que no debería beber más. Puedo acabar haciendo una tontería

 María, los dos sabemos cómo vamos a acabar, así que mejor pasamos ya al final, ¿no crees?

 ¿Te lo tienes muy creído tú, no?

 Soy realista. Soy guapo y me entreno dos horas al día en el gimnasio para tener este cuerpazo. Sé que le encanto a las mujeres, ¿por qué tendría que ocultarlo? Me he tirado a todas las novias de mis amigos, ya sean antes o durante su relación, hay niñas que se lanzan a por mí en cuanto me quito la camiseta y les enseño mi tableta de chocolate y hay muchas chicas que han dejado a sus novios por mí. ¿Soy creído por decir que soy capaz de seducir a cualquier mujer? Sinceramente, si yo me viera entrar por la puerta agarraría fuerte a mi chica

 ¿Tienes novia?

 No, solo amigas. No quiero relaciones. Me aburriría estar siempre con la misma mujer

 Yo pensaba igual que tú, hasta que me enamoré y...

 ¿Y aún no te has cansado de follar siempre con tu marido?

 A veces sí que es un poco monótono, pero no me arrepiento de haberme casado

 Si alguna vez me enamoro, tendríamos una relación libre en la que tanto ella como yo pudiéramos follar con otras personas cuando quisiésemos

 Oliver, ¿por qué quieres follar conmigo?

 Porque me gustas

 Pero yo podría ser tu madre y no soy nada del otro mundo. ¿No te lo hubieras pasado mejor con las dos chicas con las que estabas?

 Tías como esas las hay a montones, pero no todos los días tienes la oportunidad de estar con una mujer casada... solo una vez al mes

 Entonces lo que te pone es tirarte a la mujer de otro

 No solo eso, además estás buena

 ¿Eso me lo dices porque es verdad o para conseguir que me derrita y me acueste contigo?

 Ambas

 ¿En serio te gusto?

 Mucho

Oliver empezó a chuparle los pies a mi madre, la cual soltaba unos leves gemidos.

 Oliver, ésto no está bien. Mi marido...

 Ojos que no ven, corazón que no siente. Ven

Mi madre se levantó y, guiada por Oliver, se sentó sobre él. Él se quitó la camiseta

 Toca

Mi madre le hizo caso

 ¿Te gustan mis músculos?

 Joder, tío. Estás buenísimo

 Te dije que a todas las tías les encanto

 Mejor cállate, que calladito estás más guapo

Mi madre le calló con un largo beso. Ya le daba igual. Había decidido abandonarse y recordar los viejos tiempos. Ya no era la esposa fiel y ama de casa ejemplar, sino que volvía a ser aquella chica joven que simplemente quería disfrutar del sexo sin compromisos

 Vamos a mi cuarto

 ¿Dónde follas con tu marido?

 Sí, ¿te da morbo?

Oliver sonrío. Cogió en volandas a mi madre y la subió en brazos sin dejar de besarla. Yo me escondí en mi cuarto y no volví a salir hasta que ellos no se encontraron en el dormitorio. Me asomé sigilosamente. Oliver le quitó la blusa a mi madre. Mi polla, que se había quedado tranquila durante el tiempo que me había estado escondiendo en mi cuarto, subió de pronto al ver cómo las tetas de mi madre se quedaban al aire. Era la primera vez que yo veía unos pechos femeninos al natural. Oliver le chupaba las tetas a mi madre mientras yo luchaba conmigo mismo por no llevarme la mano a mi entrepierna. Lo que había hecho ya estaba mal de por sí, pero masturbarme viendo como ese tío se follaba a mi madre me parecía ya algo demasiado perverso. Confieso que en ese momento deseé estar en el lugar de Oliver, aunque yo, todo un inexperto por aquel entonces, no hubiera sido capaz de succionar los pezones de mi madre como él. Se notaba que se lo estaba pasando de miedo entre las tetas de mi progenitora.

De pronto, mi madre le dio un empujón a Oliver tumbándolo sobre la cama. Le beso y fue bajando su lengua sobre los abdominales del chico hasta llegar a sus pantalones. Le quitó el botón y le bajo la cremallera. Le quitó los boxers y le sacó la polla en estado de erección. La tenía completamente dura y muy larga.

 ¡Joder, Oli! ¡Estás muy bien armado!

 Gracias. ¿La tengo más grande que tu marido?

 Claro. Y eso que mi marido no la tiene pequeña, pero es que tú...

 ¿Soy el que la tiene más grande de todos con los que has estado?

 Si supieras con cuántos he estado no me harías esa pregunta tan estúpida

 ¿En serio?

 Sí. Yo de joven era la bomba. Pero, vamos, que tú la tienes muy bien

Quizás fue el momento más extraño de mi vida. Excitación al ver a mi madre agarrar la polla de un completo desconocido en su cama de matrimonio, envidia por el enorme tamaño del miembro viril de Oliver y desconcierto al escuchar a mi madre hablar así. Pero más me asombré cuando mi madre

comenzó a hacerle una mamada a Oliver. ¡Se la chupó como una auténtica profesional! No la pude volver a mirar igual después de ver su maestría en el sexo oral. Ahí comprobé que la experiencia sexual de mi madre no eran solo palabras y que realmente era toda una experta. Se comía la polla como una actriz porno y los fuertes gemidos de Oliver demostraban el enorme placer que debía sentir con la lengua de mi madre recorriendo su pene. En un acto de exhibición, mi madre se metió la polla al completo de Oliver (que juro que debía medir como mínimo 20 cm) en su boca. Él pegó un chillido que debió de oirse por toda la calle, mi madre se sacó la polla y un hilillo de semen le salió de los labios. Luego, se la limpió tragándose toda la leche del chico

 ¿Qué tal?

 ¡Joder, eres una diosa!

 Hacía mucho tiempo que no hacía ninguna, pero supongo que es algo que nunca se olvida

 ¡Y qué lo digas!

 Bueno, yo ya he hecho mi trabajo. Ahora te toca a ti

Tras decir esto, mi madre se abrió de piernas. Oliver le quitó la falda y le bajó las bragas con la boca. Me sorprendió ver que el coño de mi madre estaba completamente depilado. Siempre había pensado que lo tendría peludo, pero lo tenía como el de un bebé. Oliver jugó con las bragas y luego las lanzó por el aire, quedando a pocos centímetros de donde yo me encontraba espiando. Oliver se abalanzó entre las piernas de mi madre. Mientras le comía el coño, yo cogí las bragas y no pude evitar olerlas. Estaban mojadas, prueba de la enorme excitación que había experimentado mi madre aquella noche. Las volví a dejar en el mismo sitio, pero ya no pude aguantar más y, al escuchar los gemidos de placer de mi madre, me saqué la polla y comencé a masturbarme mientras veía como aquel veinteañero musculoso lamía el sexo de mi madre.

Tras unos minutos, mi madre se colocó sobre Oliver y hundió toda su polla en su interior. Mi madre comenzó a follárselo. Sí, era ella la que se lo follaba, la que dirigía la situación. A pesar de la cantidad de chicas con las que habría estado ese chaval, mi madre era ahí la experta y la que dominaba el bestial polvo que estaban pegándose. Yo no quería correrme tan rápido, por lo que ralenticé mi paja. Oliver le chupaba las tetas a mi madre mientras ella cabalgaba sobre él.

 ¡Qué ricas!

 Espera

 ¿Qué pasa?

Por un momento pensé que mi madre me había pillado. Afortunadamente o no, no era eso. Mi madre se puso a cuatro patas sobre la cama poniendo su culo a pocos centímetros del rostro de Oliver.

 Metémela por el culo

 ¿Estás segura, nena? Casi ninguna tía me deja y las que lo han probado se quejan por... ya sabes, les duele y eso

 ¡Ay, cariño! Si supieras la de cosas que me he metido por aquí

Tras oír ésto, aumenté el ritmo de mi masturbación. ¡Mi madre era una PUTA! Oliver, que no se creía aún su suerte, abrió las nalgas de mi madre y metió su cabeza entre ellas. No podía creerme la cara de zorrita viciosa que tenía mi madre mientras ese chulo le hacía un cunnilingus. Reconozco que el chico debía de estar moviendo la lengua muy bien porque mi madre tuvo incluso que morder la sabana del placer. Luego, Oliver introdujo su polla poco a poco en el culo de mi madre. Una vez que estaba entera, ella pegó un grito brutal. Yo me corrí. El suelo del pasillo estaba lleno de mi semen. Aunque lamenté perderme la escena, tuve que ir muy despacio y sin hacer ruido al baño. Cogí bastante papel higiénico y lo limpié. Bajé a tirarlo a la basura para no hacer ruido con la cisterna del váter. Cuando volví a mis labores de voyeur, Oliver había perdido el miedo a hacer daño a mi madre y le estaba dando unas embestidas brutales. La estaba cabalgando fuerte por el culo mientras le daba cachetadas en las nalgas. El muy cabrón se debía sentir el rey del mundo y en su cara tenía una sonrisa triunfal

 ¡Me vengooo!

 ¿Ya? ¡Qué poco aguante, chico!

 Cállate, nena

 Era broma, cariño. ¡Pero si eres todo un semental!

Oliver sacó su venosa polla y se corrió en las tetas de mi madre, que gemía como una zorra. Luego, comenzó a chuparle las tetas lamiendo su propia leche ante la sonrisa cachonda de mi progenitora.

 ¿Te gusta tu semen, cariño?

 Me gustas tú

 Gracias, nene. Hacía tanto tiempo que no disfrutaba tanto...

Una vez Oliver dejó las tetas de mi madre limpias y bañadas en su saliva, la pareja de amantes comenzó a hacer un 69. Mi madre parecía tener aún más ganas de fiesta, así que yo, no sé si por sueño o porque si seguía contemplando el show no podría volver a mirarla a la cara en mi vida, decidí irme a la cama. Tardé un rato en dormirme, pues los gemidos de Oliver y mi madre no cesaron hasta altas horas de la madrugada. A partir de ese día, nuestra vida cambió. No aparentemente, pues seguíamos siendo a ojos de los demás la misma familia normal. Sin embargo, sin que mi pobre padre se enterara de nada, mi madre le era infiel y volvía a ser la misma de sus años de juventud. Y yo, su hijo, era su cómplice en sus aventuras. Sé que no está bien, pero es que me pone tanto tener una madre tan puta...