De Puta. (3) Por un 10. Parte 1

El profe de nuevo puso su mano en mi pecho. Yo lo rechazaba moviéndome, pero poco. -Tienes unos pechos enormes. –Me dijo. – ¿Cómo serán?

No se miraba nada para fuera, los vidrios estaban empañados mucho. A pesar de que estábamos en medio de la nada, le pedí que no bajara los vidrios. Me asustaba y excitaba mucho pensar que alguien podía pasar y ver que el auto, estando parado, se movía y estuviera en esas condiciones.

Me estaba clavando en su verga, tenía un buen rato haciéndolo. El trato de esta noche era que, seguía pendiente lo de tomarme su lechita, pero a cambio, yo iba hacer todo el trabajo. No me podía tocar para nada. Se volvió loco con mi propuesta. Deseaba tanto tocarme, pero no podía.

Empecé a brincar lentamente, pero moviendo mi cuerpo para que mis pechos, grandes, se movieran mucho.

-No soporto verlos saltar y no agarrarlos, tocarlos, besarlos. No aguanto. –Me decía, desesperado.

Me detuve, lo vi y lo besé.

-Recuerda. –Le dije. –Si me tocas, no me tomo tu lechita.

-No me hagas esto. –Me decía.

Disfrutaba verlo sufrir.

Sentí que me llegaba el 3er orgasmo de la noche.

-Ahí viene. –Le dije, gimiendo. –Ahí viene.

Le tomé las manos, y se las puse en mis pechos, sin dejar de moverme.

-Pero… -Me dijo, no lo dejé terminar la frase.

-Esto no rompe el trato. –Le dije.

-¿Cómo quiera te vas a tomar mi lechita? –Me preguntó.

-A eso vine. –Lo besé.

Más suelto, empezó a masajear mis pechos. Me calenté mucho más. Al darse cuenta que estaba por alcanzar mi orgasmo, Rafa soltó mis pechos, me agarró mis nalgas, las abrió un poco y me levanto poco, y se empezó a mover, con fuerza.

Al instante me llegó el orgasmo. Gemí, cansada, de satisfacción. Me quedé un rato descansando, clavada en su verga. Pensé en que no teníamos mucho tiempo y me bajé.

-Acuéstate. –Le dije.

Se acomodó a lo largo del auto. Me puse a la altura de su verga, que estaba erecta, tomé con mi mano su verga, que todavía traía el condón puesto y me la metí a  la boca. Estuvo unos 10 segundos mamándole la verga.

-No me gusta, sabe a plástico. –Le quité el condón. –No hay nada mejor que lo natural. –Le dije.

Y de nuevo me metí la verga a la boca. Puse una de mis manos en sus bolas para masajearlas, y la otra en su verga para masturbarlo y empecé un mete y saca rápido. No tardó ni un minuto cuando:

-Me vengo, me vengo amor. No te salgas. –Me dijo.

Apreté mis labios contra su verga, y me puse dura, dispuesta a recibir su lechita. Ahora si iba a disfrutarla toda. Rafa me empujó con sus manos, para que no me saliera.

El primer chorro me pegó en el paladar. El segundo me llegó hasta la garganta, sentí como que se me pegó y como si me faltara el aire. Quise salirme, pero mi novio me tenía agarrada muy fuerte. El tercero de nuevo llegó hasta la garganta. No estaba disfrutando mucho. Sentí un par de chorros más hasta que me soltó. Me quité rápido, me tomé el semen como pude, era espeso, y tenía un sabor medio amargo.

Tenía los ojos llorosos. Me tranquilicé.

-La próxima vez, no me agarres la cabeza. –Le dije, enojada.

-La próxima vez, te hincas. Más fácil. –Me dijo.

-Tonto. –Le dije.

Me acerqué para besarlo, pero me esquivó. Me dio un beso en la mejilla. Yo hice lo mismo. No entendí porque hizo eso.

Nos vestimos, y nos fuimos cerca de las 10pm. Teníamos que quedar bien con mi mamá. Llegar, un sábado, antes de las 10pm, era buena hora.

Nos despedimos.

FINALES DE MARZO 2007

Mi vida estaba tranquila en este momento. Había podido dividir todas mis cosas de una manera en que pudiera disfrutar de todo; mi vida social, era buena alumna, buena hija, buena amiga, todos me miraban de esa manera. En el lado sentimental, con mi novio, era buena novia, nos amábamos, a veces salíamos, y a veces hacíamos el amor, sin levantar sospechas, todo muy rico. Estaba muy enamorada de él.

Pero había una parte de mí, que hacía que no fuera buena hija, buena amiga, buena novia. Me estaba metiendo con Víctor, el novio de mi amiga Marcela, y a cambio, no revelaba nada de mí. Lo hice unas cuantas veces que me hablaba, solo para ir a coger. Y lo peor, es que aparte de todo, me gustaba.

Eran finales de Marzo y había descansado un poco por la naturaleza de mi cuerpo. Víctor me había estado hablando pero no podía ir. Cuando pasaron esos días, me habló y quedamos en vernos.

Fuimos a su casa. Entramos y nos dirigimos a la sala.

-¿Hoy toca en la sala? –Pregunté, en tono sarcástico.

-No, hoy no quiero. Quiero hablar contigo. –Me dijo.

-Eso ya me dio miedo. –Se me hizo un nudo en el estomago.

Lo vi, parecía algo preocupado. “¿Se habrá enterado Marcela de que me estoy metiendo con su novio? No creo, ya me hubiera hablado” , pensé. Me tranquilicé un poco.

-¿Qué pasó, Víctor? –Pregunté nerviosa.

-Te quiero pedir un favor. –Me dijo.

En cuanto escuché esas palabras, sonreí. No era nada de qué preocuparse. Pero ahora si puse mucha atención, me tenía a su merced y de seguro me iba a pedir algo que sin duda, rechazaría.

-Dime. –Le dije.

-Tú sabes que soy bien cabrón y que la escuela no es lo mío. Estoy a punto de salir de la prepa pero un profe no me quiere echar la mano. El profe es bien tranza y le ofrecí dinero a cambio de que me pasara pero no quiso. –Guardó silencio.

-Y ¿Yo que tengo que ver en esto? –Había aprendido un poco sobre los hombres y sabía la respuesta de esa pregunta.

-Hay algunas chavas que son bien putas en la escuela, y nos cuentan que cogen con él en su casa a cambio de que las pase. Todos sabemos eso. El profe tiene dinero y no quiere más dinero. Lo que quiere es unas nalgas, que yo no tengo, pero tú sí. –Terminó.

Se hizo el silencio. Hablé.

-Y ¿Quieres que yo coja con él? Para que te pase. ¿No? –Pregunté.

-Sí.

-Y si no lo hago, dirás todo sobre mi, ¿verdad? –Dije.

-July, sabemos que estas aquí por gusto y no por chantaje. –Me dijo. Era verdad. –Otra verga, la recibirías encantada.

-Cállate. –Le dije. Quería mantener un poco mi dignidad, pero era verdad lo que decía.

-No diré nada de ti si no aceptas, pero quiero que me ayudes. Por favor. –Me suplicó y se puso de rodillas.

Silencio. Pensaba mucho en nada. Me imaginé cogiendo con un profe, con mi profe de “Ética”, joven, atlético, guapo, y le imaginaba una verga enorme.

-¿Cuando sería? –Pregunté.

-Le dije, y me dijo que cuando quisiera. Nada más que le hablara. –Me dijo.

-Tú decide. –Le dije.

Miró su teléfono.

-Son las 3pm, ahorita ha de estar en su casa. Con suerte, todavía en la escuela, pero no creo.

No dije nada. Le daba mil vueltas al asunto en mi cabeza.

-Entonces que, ¿te animas? –Me preguntó. –Para hablarle ahorita.

-Hoy no, solo vamos a ver. –Le dije. Ya me había metido.

Le habló y estuvieron un rato platicando.

-Dice que nos ve en el campo de futbol en un rato. –Me dijo.

-Pero nada de nada. ¿Está bien? –Le dije.

-Sí, solo vamos hablar. –Me dijo.

Salimos, subimos al auto y nos dirigimos al campo de futbol. Llegamos, nos estacionamos lejos, junto a un árbol.

-Gracias por hacer esto. –Me dijo, mientras estábamos en el auto.

-No te dije que lo haría, venimos hablar. –Le dije.

-Pero eso no es un no.

No hablamos un rato. Vi que se llevó una mano a su pantalón y sacó dinero.

-Ten. –Estiró la mano y me dio el dinero.

-Y ¿Esto? ¿Para qué es? –Le dije, sorprendida.

-Es el dinero que le iba a pagar al profe para que me pasara. Son $500. Son tuyos, te los doy porque me estas ayudando. –Me dijo.

-Pero ya te dije que no es seguro que lo haga. –Le dije. Y estaba indignada porque me diera dinero.

-Con esto me es suficiente. –Me dijo. –Tú agárralo.

-Pero… -No me dejó terminar.

-Ahí viene el profe. –Se bajó del auto.

Mi corazón latió muy de prisa. Vi el dinero y lo dejé en su asiento.

El “profe” se estacionó frente a nosotros. Víctor se acercó a su auto y estuvieron hablando. De vez en cuando miraban hacia acá. “¿Qué estarán hablando?” ,pensé.

Se abrió la puerta del auto y se bajó un tipo bajito, de mi estatura, con una panza enorme, con bigote, moreno y nada atractivo. De entre 40-50 años. Nunca me lo imaginé así.

Caminaron hasta el auto donde yo estaba. Tomé los $500 pesos y me los guardé. Me entró un miedo enorme. El profe abrió la puerta del piloto y se sentó a un lado de mí. Víctor se sentó atrás.

Me vio.

-¿Eres de “x” escuela? –Me dijo el “profe” al ver mi uniforme. –Ahí todas son bien tranquilas, ¿verdad? Víctor.

-Si profe. –Respondió Víctor. –Aunque hay una que otra destapada.

No dije nada. Solo los escuchaba. Estaba aterrada.

-Tu amigo me dijo que te gusta hacer favores. –Me dijo. No respondí. Estiró una de sus manos y me tocó uno de mis pechos. Me sobresalté pero no quité su mano, solo me moví.

-Voy a salir a fumar. –Dijo Víctor.

-Oye Víctor. –Le dije con un tono de suplica. No quería que me dejara sola con el “profe”.

-Tranquila, corazón. –Me dijo el profe. –Solo va a vigilar un poco.

Vi que Víctor se acomodó viendo al campo.

El profe de nuevo puso su mano en mi pecho. Yo lo rechazaba moviéndome, pero poco.

-Tienes unos pechos enormes. –Me dijo. – ¿Cómo serán?

Puso unos dedos en medio de mi playera y la estiró un poco. De nuevo me moví.

-Así son todas las putitas como tú. Hacen como que no les gusta pero desean tanto la verga. –Dijo.

Yo solo lo escuchaba. No pensaba en nada.

Vi que se movió un poco, se bajó su pantalón y su ropa interior y se sacó su verga. La vi, era chica, la más chica que había visto y tenía una forma de plátano.

-Esto es lo que quieres, ¿verdad? –Me dijo. Yo seguía sin hablar.

Empezó a masturbarse. Luego tomó mi mano y la llevó hasta su verga. Yo cedí. Se empezó a masturbar usando mi mano. Poco a poco la fue quitando y yo lo masturbaba sola.

Me tomó la cabeza y me bajó con fuerza.

-Mámamela. –Me dijo.

Yo ya me estaba calentando. Bajé sin que me rogara. No le di la mejor mamada, solo quería que terminara ya.

Sentí sus manos en mis pechos. Me los empezó a masajear por encima de mi playera. Me levantó y me la quitó, luego el brassier. No opuse resistencia. De nuevo me puso a mamársela, mientras me tocaba mis pechos. Estaba muy caliente.

El profe se empezó a mover como si me estuviera cogiendo la boca, hasta que se detuvo.

-Qué rica boquita. –Me dijo. Solo volteé a verlo. -Quiero cogerte.

Hablé por primera vez.

-¿Aquí? –Ya estaba puesta para una cogida.

-Sí, nadie nos va a ver. Víctor está vigilando. –Dijo. –Pásate para atrás.

Lo hice. Empecé a quitarme el pantalón mientras esperaba al profe. En eso escucho sonar el teléfono del profe. Salió a responder. Me quedé con el pantalón a la mitad. Estuvo un rato hablando. Cuando terminó, regresó conmigo.

-¿Qué pasa? –Le pregunté.

-Me tengo que ir. –Me dijo. Se notaba decepción en su cara. –Pero esto lo vamos a seguir mañana, ¿verdad?

No respondí.

-Quiero fantasear un poco. –Me dijo. –Ve hablar con Víctor y dile que te de dinero a cambio de coger conmigo.

-Ya me dio. –Le dije.

-Pero no te vi. Ve y dile ahorita. –Me metió dos dedos en mi panochita y me masturbó. Me mojé. Me calenté.

Me subí el pantalón y me dirigí con Víctor.

-¿Qué pasa? –Preguntó.

-El profe dice que si no cojo con él, no te va a pasar. –Le dije.

-Y ¿No lo harás? –Me dijo con un tono decepcionado.

-El dinero que me diste es poco. Mínimo otros $200 mas. –Le dije.

-Lo que sea. –Me dijo. Sacó la cartera y me dio $200 más.

Regresé con el profe.

-Ahí está. –Le dije.

-Eres bien puta. –Me dijo. -Mañana nos vemos al salir de clases. -Nos despedimos y se fue.

No entendí lo que había pasado.

Víctor regresó. Nos fuimos. No dijimos ni una palabra en el camino. Yo estaba ardiendo.

-¿Vamos a tu casa? –Le dije. –Me dejó caliente el profe.

-Con mucho gusto. –Dijo Víctor.

En eso me llegó un mensaje, era de mi novio, de Rafa. Me decía que estaba en mi casa y que ahí me esperaba.

-No, siempre no. Tengo que ir a mi casa. –Le dije. Me gustaba más coger con Rafa.

-Como digas. –Me dijo Víctor, con tono de general.

A los 5 minutos llegamos a mi casa. Me bajé sin despedirme de Víctor. Venia pensando en todo lo que iba hacer con Rafa, que lo único que quería era estar con él.

No vi el auto de Rafa, me extrañó. Entré rápido a la casa y vi en la mesa del comedor a Miguel, el novio de mi hermana Olga.

-¿Dónde está Rafa? –Pregunté.

-¿Rafa? –Preguntó. – ¿Tu novio? Fue con Olga a comprar unas cosas. Se acaban de ir.

Solté una grosería enorme. Miguel se rió.

-¿Por qué te enojas? –Me dijo.

“Porque estoy bien caliente, quiero verga y se me fue Víctor y ahora Rafa. No hay nadie” , pensé en mi mente. “¿Nadie?”

Tomé de la mano a Miguel y lo levanté. Lo llevé al sillón y lo senté.

-¿Has cogido? –Le pregunté.

-No, nunca. -Me respondió nervioso.

-Hoy te vas a estrenar. -Le dije. Me puse encima de él y lo besé.