De prima a amante

5 meses sin vernos, y en 5 minutos se compensó todo.

Lo que voy a contar pasó ya ace unos 4 años. Soy Javi, tengo 22 años, por lo tanto en ese momento, yo tenía 18 años. Un día, estaba caminando hacia la universidad, y me encontre, sin esperármelo, a mi prima Marta, lo que me hacía bastante ilusión ya que hacía por lo menos 5 meses que no la veia.

-Hola prima

-Hola Javi, ¿Para dónde vas?

-Voy a la universidad, que ya llego tarde a clase.

-Bueno pues no te entretengo más. Espero que un día de estos me llames y quedamos a tomar un café o algo, ¿no?.

-Por su puesto, dalo por hecho. Lo que pasa es que... no tengo tu número.

Cualquier persona no hubiera dicho nada de lo del número de teléfono, pero me dejé llevar por lo que veia. Mi prima era una chica muy guapa, con todas sus curbitas muy bien formadas, sus grandes y redondos pechos, y su culo, que siempre que lo miro me deja sin palabras, podéis imaginar como es. Desde pequeños siempre hemos tenido mucha confianza, y eso nos daba seguridad a la hora de hablar o de encontrarnos por la calle. Y por fin, terminamos la conversación:

-Toma, aquí lo tienes.

Me lo apuntó rápidamente en un pequeño papel que yo había sacado de mi cartera.

-Bueno, pues no te preocupes, yo te llamo sin falta.

-Ok adios guapo.

-Adios Marta.

Aproveché que se iba para mirar ese trasero, que movía al ritmo de sus pasos, y que para mí, su primo, era prohibido.

Estaba clarísimo que ella tenía novio, o eso suponía. Yo ya había tenido malas pasadas con las chicas, que nada más que estaban conmigo por mi físico, cosa que cualquier tio no podía desperdiciar, yo aceptaba a todo sin rechistar.

Un par de semanas más tarde nos dieron tres días de vacaciones, por un profesor que se iba de viaje. Y sin dudarlo, esa misma tarde la llamé.

-¿Marta?

-Si Javi dime.

-Nada, que estoy quí en mi casa, que mis padres han salido. Era por si te querías venir a mi casa, y hacer realidad eso de tomarnos un café juntos.

-No sé si voy a poder, porque tengo que salir ahora, y volveré tarde. ¿Qué te parece si quedamos más tarde?

-¿Por la noche?-Pregunté asombrado-.

-Sí, me viene perferto, porque mañana no tengo que trabajar.

Quise preguntarle si tenía novio, pero no sabía como. Claro que si se lo preguntaba directamente, iba a quedar como un desesperado, y además, es mi prima. Pero le hice una pregunta que resolvió mi duda:

-No habrá ningún problema con tu novio, ¿no?

-Javi, me conoces bien, sabes que no tengo novio...

Un silencio incomodísimo envolvió el momento.

-Me extraña, con lo buenísima que estás...

En ese instante me heché las manos a la cabeza, pensé que ya lo había fastidiado todo, quería pensarlo, pero lo dije en voz alta, quise arreglarlo:

-Perdón, quiero decir que... o sea que yo... no no, que tú...

-Jajajaja, ¡calla ya! Que no pasa nada, no te pongas nervioso, si quieres te digo algo para que estemos igual.

-Algo como qué.

-Que tú también estan muy bueno.

-Jajajaja, bueno entonces vienes por la noche, ¿no?

-Si, esperame a eso de las 11.00.

-Muy bien, pues entonces hasta después.

-Adios Marta.

Cuando colgué me volví a hechar las manos a la cabeza, pero... ¿qué me ocurría? ¿me había gustado esa situación tan incómoda? Sin poder evitarlo, tuve que sonreír.

Esa tarde se me hizo larguísima, quería que llegara ya, para estar con ella. Llegaron las 11.00, y yo, impaciente, quité la música que estaba escuchando en mi ordenador, para cuando ella llegara, poder escuchar el timbre. Pasé un rato en el salón, esperando a que sonara el timbre de mi puerta. Llegaron las 11.20. ¿Le habría pasado algo? ¿Porqué no había llegado todavía? Fui al teléfono, y marcando su número, suena por fin el timbre. Me aceleré a abrir la puesta, y detrás estaba ella, se había arreglado mucho, estaba radiante, con su ajustado vestido blanco, y zapatos de tacón, sin poder evitarlo, deslicé la mirada desde sus pies hasta sus ojos, ella sonreía.

-Hola -dijo ella primero-

-Ho.... hola. Pasa pasa, siéntate en el sofá.

-Perdona por tardar, esque se me ha hecho tarde con una reunión.

-Ni lo digas, no pasa nada

Nuevamente, aproveché que pasaba por delante mia, para volver a mirarle el trasero, que se le marcaba aun más que con los pantalones que llevaba la última vez que la había visto.

Nos sentamos en el sofá.

-¿Te enseño la casa? Hace mucho que no vienes, y hemos hecho unas cuantas reformas.

-Vale. -respondió sin más-.

La cogí de la mano, y la llevé a la cocina, al baño, a mi cuarto, y... al entrar en el cuarto de mis padres, se sentó en la cama.

-Me gusta mucho este cuarto, y la cama es muy cómoda.

Me resultaba difícil creerme lo que estaba sucediendo, ella lanzaba indirectas, como si quisiera algo más que tomar café. Se tumbó en la cama, y me invitó a que la acompañara. Yo estaba incómodo, aunque ese estado era absolutamente excitante.

Al tumbarme, concidieron nuestras manos, y sin querer apartar mi mano de ella,  comencé a acariciarle el brazo, siguiendo por el hombro, hasta llegar a su cuello. No quería parar. En un instante, me doy cuenta de que ella, con los ojos cerrados, estira el brazo hasta llegar a la pared, donde había un interruptor, y apaga la luz.

Los dos nos volvimos el uno al otro, y mirándonos a través de la oscuridad, nos acariciamos durante un buen rato. Poco a poco, y muy suavemente, comienzaba a retirarle el tirante del vestido, y observaba que ella se dejaba hacer. Quise que no se diera cuenta de que yo estaba acercando mi cara a la suya, y, desprevenida, le di un beso. Al retirarme, me puso la mano en la nuca, y empujandome hacia ella, me lo devolvió. Después de un largo revolcón en la cama de mis padres, nos quitamos la ropa mutuamente, y me empujó para que yo me colocara debajo. Le acariciaba la espalda mientras ella deslizaba sus labios por mi vientre, hasta llegar a mi sexo, que ya estaba bastante duro. Comenzó a lamermela toda, hasta que la agarré, y la subí hasta coincidir su boca con la mia. De repente, note su mano en mi polla, que la conducía hacía sus húmedos labios vaginales, y la hacía entrar despacito, muy suave, y ella estremecida de placer, se dio la vuelta, hasta que me puso arriba, quería que yo mandara, y se lo concedí. Primero le di despacio, hasta que notaba que ella, sin palabras, me pedía que acelerara, y así lo hice. Un enorme escalofrío me recorría la espalda mientras lo hacía con ella, tenía que tener los ojos cerrados, porque si los abría, la veia a ella estremecerse de placer, y eso hacía que me viniera antes, y no quería decepcionarla. Al fin, llegó su orgasmo, lo cual note por sus uñas en mi espalda. Cuando por fin se vino, me dijo que me lo quería devolver, puesto que yo no me había corrido todavía, nos volvimos a cambiar de sitio, dejandome a mí abajo, y me follo locamente. Al fin, los corrimos los dos a la vez, fue el mejor orgasmo de mi vida.

Esta es mi historia. Actualmente, Marta y yo tenemos una relación, y aun se estremece de placer cuando lo hacemos.