De poderosa mujer, a perrita de su amo (I)
Lucía es la joven mujer de un político que aprenderá que no siempre consigue lo que quiere y que no tiene que enfadar a su nuevo amo.
Lucía es la joven mujer de un importante político, que luce un cuerpo increíble, el cual despierta la envidia del resto de madres del colegio de su hijo pequeño. Siempre tenía una sonrisa en la cara, ya que como ella misma decía, tenía la familia y la vida perfecta. Pero esta felicidad era solo una actuación para el público, ya que su matrimonio era una total farsa. Vivía en un matrimonio acordado para ocultar que su marido es gay. Cuando su marido empezó en la política le propuso ser su mujer, para crear la familia perfecta que siempre muestran los políticos y ella aceptó.
Pero el secreto de vez en cuando salía a la luz, por causa de algún desliz de su marido cuando salía de fiesta, pero Lucía se encargaba de pagar el silencio y seguir disfrutando de su vida de lujos. En esta ocasión Lucía tenía que negociar el precio de un video, en el que aparecía su marido chupando la polla a otro hombre.
Al llegar al lugar acordado, Lucía se encontró con un chalet, que la dejó sorprendida, ya que los anteriores chantajistas habían sido unos muertos de hambre, que no se podrían permitir esta casa. Entró en la propiedad y aparcó el coche al lado de un bonito BMW. Lucía estaba desconcertada y empezó a preocuparse por la negociación, ya que todo lo que veía le indicaba que no le hacía falta el dinero al hombre que iba a conocer. Salió del coche y comenzó a caminar hacia la puerta de la casa.
La joven llamó a la puerta y después de unos eternos segundos se abrió. Lucía no se lo podía creer, conocía a la persona que apareció ante ella. Era un antiguo compañero de la residencia de estudiantes en la que vivió durante sus años de universidad.
Hola Lucía, no te esperaba a ti.
Hola…
No te acuerdas de mi nombre. - le dijo el hombre con un tono burlón. - Oscar.
Eso… Oscar. - intentó disimular Lucía.
¿Dónde está tu marido?
Se disculpa, pero le fue imposible liberar su agenda con tan poco tiempo y me envía a mi para cerrar este asunto. - le indicó Lucía con un tono un poco prepotente.
Lucía no podía creer que aquel friki que conoció en la residencia, fuese el que intentase joderle su vida. Lo único que recordaba de él es que era un friki de los videojuegos y un pringado que puteaban.
¿Cuanto dinero me va a costar el video? - preguntó Lucía muy tajante. - Tengo cosas más importantes que hacer.
Veo que no has cambiado en estos años. - le reprochó Oscar.
¡Déjate de tonterías y di el precio!
Te crees tan superior que ni te has preocupado en averiguar algo de con quien te ibas a reunir. - le contestó con una sonrisa. - ¿Tengo pinta de necesitar dinero?
Lucía estaba desconcertada ya que todo lo que veía a su alrededor le indicaba que no era un muerto de hambre como los chantajistas que había conocido hasta el momento. Pero su orgullo le empezaba a nublar el pensamiento, ya que no aceptaba que el pringado, del que se reían en la universidad, le quisiese joder.
Que pena me das. - le dijo Lucía burlándose de él. -Seguro que le habrás pedido prestada la casa a alguien para intentar impresionarme.
No dejas de sorprenderme. - le contestó Oscar con una carcajada.
Mira perdedor, dame el video y terminemos con este asunto o sino…
O sino,¿qué? - preguntó el hombre.
Tu vida va a ser un infierno, te has metido con la persona equivocada. - le gritó amenazando Lucía. - Mi marido conoce jueces que te van a meter en la carcel, ¿has entendido puto pajillero?
Te estás equivocando.
!El que se ha equivocado eres tu, friki! - le gritó la joven cada vez más envalentonada. - Sigues siendo un pringado como en la universidad, que se hacía pajas en…
Una fuerte bofetada golpeó la mejilla de Lucía, que la hizo desequilibrarse. La joven no se lo podía creer, que aquel hombre le acabara de pegar y su ira se avivó como un fuego dentro de ella. Se giró con la mano acariciando su caliente mejilla, para responder a Oscar, pero al ver su cara de enfado, un miedo recorrió el cuerpo de la joven.
Me.. me has pegado. - dijo Lucía con la voz temblorosa. - Te voy… te voy a denunciar.
Si tu marido me fuese a denunciar a sus amiguitos, no te habría enviado a conseguir el video. - le indicó Oscar enfadado. - Sigues siendo la misma niña mal criada.
¡Hijo de puta! - le gritó Lucía enfadada. - ¿Cómo te atreves?
Te lo voy a decir muy claro. - le dijo Oscar enfado. - Le iba a pedir a tu marido su influencia para conseguir un contrato con el gobierno, pero me lo he pensado mejor.
Vete a la mierda, hijo de…
Una nueva bofetada hizo que lucía se quedase muda y una lágrima empezase a caer por su rostro.
Si quieres que el video no arruine tu vida de lujos, vas a tener que ganártelo. - le dijo serio Oscar.
¿Qué… quieres? - le preguntó Lucía un poco asustada.
A ti. - le indicó mientras se sentaba en el sofá. - Vas a ser mi perrita.
Estás loco… jamás me acostaré contigo. - la rabia volvió a apoderarse de Lucía.
¡Pues márchate!. - le dijo señalando la puerta.
Lucía cogió sus cosas y salió corriendo de la casa sin mirar atrás. Jamás la habían humillado de tal manera y solo pensaba en vengarse de aquel hombre. Llamó a su marido para contarle lo que pasó y empezar su venganza, pero este comunicaba.
Unos kilómetros antes de entrar en la ciudad el teléfono de Lucía empezó a sonar. Era su marido y la joven se paró a un lado para responder.
Cariño, no te vas a creer lo que…
¡Callate! - le interrumpió su marido. - Ya me han explicado cómo la has jodido.
Pero cariño, yo… - dijo Lucia sin creerse lo que escuchaba.
No podías controlarte y por una vez no ser una malcriada.
¿Estás de broma?
Da la vuelta y consigue ese video. - le gritó su marido. - Porque si no, olvídate de la vida de lujos que tanto te gusta.
No se podía creer lo que acababa de escuchar antes de que su marido le colgase el teléfono, sin tiempo a replicarle. Su marido jamás le había hablado así, ya que siempre hacía lo que Lucía quería. La joven se quedó un rato pensando dentro del coche y decidió dar la vuelta.
Entró nuevamente en el chalet de Oscar decidida a conseguir ese video. Salió del coche con los ojos rojos de haber estado llorando y caminó despacio hacia la puerta de la casa. Oscar le abrió la puerta y la dejó pasar.
Veo que has hablado con tu marido.
¿Qué le dijiste? - preguntó Lucía llena de rabia.
Le recordé las consecuencias de que el video se hiciera público y me parece que se asustó un poco. - dijo Oscar entre risas.
Hablemos de lo que quieres. - dijo la joven intentando mantener la compostura. - No estoy dispuesta a…
¡Desnudate! - le ordenó muy serio Oscar
No… no soy una puta.
Oscar se dirigió a abrir la puerta y le hizo un gesto para que se marchase. Lucía tenía una mezcla de ira y terror que recorría todo su cuerpo. Sabía que Oscar no bromeaba y que no tenía otra alternativa que obedecer. Se empezó a quitar la americana muy despacio y la colocó sobre el sofá. No dejaba de mirar con cara de pena a Oscar intentando buscar algo de compasión. Oscar le indicó que no perdiese el tiempo y la joven se apresuró a quitarse la camiseta y el pantalón. Una gran vergüenza invadió todo el cuerpo de Lucía, al encontrarse en ropa interior delante de aquel hombre. Oscar se acercó muy despacio a la joven, mientras disfrutaba del estupendo cuerpo de Lucía. Se colocó detrás de Lucía y la agarró del pelo con fuerza.
- Sé obediente o me enfadaré. - le susurró al oído.
Oscar introdujo su mano dentro de las bragas de Lucía y comenzó a acariciar su entrepierna. Lucía como un acto reflejo, intentó cerrar las piernas para impedirlo, pero Oscar la empujó contra la pared. Lucía se encontraba cara a la pared y Oscar la empujaba contra esta para inmovilizarla. Con más firmeza el hombre continuó masturbando a Lucía, que ya no se podía defender. Con cada caricia en su entrepierna, un escalofrío recorría toda su espalda, que hacía que la piel se le pusiera de gallina.
En la cabeza de Lucía solo había odio y rabia por lo que le estaba haciendo Oscar, pero su cuerpo opinaba de otra manera. Hacía demasiado tiempo que su cuerpo no experimentaba ese placer, ya que su marido solamente la follo para tener a su hijo. Las caricias de Oscar empezaron a aumentar el ritmo y sin poder impedirlo Lucía, su coño empezó a mojarse.
Parece que no lo estás pasando tan mal. - le susurró Oscar al oído.
Vete a la mierdaaaaaaaaaa…
Sin previo aviso, Oscar le metió los dedos dentro de su vajina, que hizo ponerse de puntillas a Lucía. La joven estaba empezando a perder el control y al moverse notó la dura polla de Oscar contra su culo. Como hipnotizada empezó a mover el culo para frotarse con aquella polla que la estaba volviendo loca.
Oscar la agarró del pelo y la condujo hasta el salón, donde la lanzó sobre el apoyabrazos del sofá. Antes de que Lucía pudiese reaccionar, Oscar le arrancó las bragas y la puso boca abajo. La joven sabía lo que pasaría ahora e intentó moverse, pero Oscar la agarró por la nuca para que no se moviese. Con la cara pegada a un cojín, Lucía reconoció perfectamente el sonido de como Oscar se estaba desabrochando el cinturón y los pantalones. Intentaba gritar pero el cojín ahogaba cada palabra que intentaba salir de su boca.
Sin ninguna piedad, Oscar clavó su dura polla en el indefenso coño de la joven, que hizo que se arquease y gritase desconsolada. El coño de Lucía se sentía muy apretado y Oscar lo estaba disfrutando más de lo que se imaginaba. Empezó a follarsela sin ninguna piedad, metiendosela casi entera en cada embestida. Con cada embestida Lucía gritaba pidiendo que parase, pero Oscar le respondía con un fuerte azote en su redondito culo. Lucía no se podía creer que la estubiesen sodomizando, pero lo que más le dolía en el orgullo eran los azotes que le estaba dando por gritar.
Por instinto Lucía mordió el cojín para no gritar y así evitar dar una excusa a Oscar, para que la azotase. Oscar se dio cuenta y le soltó la nuca, para agarrarle con las dos manos por la cintura. El hombre aumentó el ritmo de la follada, que hizo que Lucía empezase a perder el control de su cuerpo y sus chillidos de quejas, empezaron dar pasos a gemidos descontrolados. Lucía no podía creerse pero estaba llegando a su límite y lo que menos quería era que Oscar viese que estaba disfrutando. Pero el cuerpo de Lucía llegó a su límite y un fuerte orgasmo recorrió el cuerpo entero de la joven, haciéndola gemir sin ningún control. Oscar la agarró fuerte y siguió follándola mientras notaba como la joven se corría como una loca.
Cuando Oscar estaba a punto de correrse, sacó su polla del mojado coño de Lucía y le dio la vuelta para correrse encima de ella. La joven estaba tan agotada que no pudo defenderse y toda la corrida cayó sobre su rostro. El asco se apoderó de Lucía al notar la corrida caliente sobre su mejilla y se quiso limpiar.
Joder… que puta eres - le dijo Oscar intentando recuperar el aliento.
Cabrón. - le dijo Lucía limpiandose la corrida.
Como se te ocurra limpiarte en el sofá, me voy a enfadar. - le gritó Oscar muy serio.
Dame algo, por favor. - le suplicó Lucía con la corrida en su mano.
¿Vas a desperdiciarlo? - le preguntó riendose.
Por favor no. - le suplicó la joven sabiendo perfectamente a qué se refería. - Ya me has follado, no más por favor.
Bueno, te dejaré elegir. - le dijo Oscar. - Tragatelo y untalo por tu cuerpo, que seguro que es bueno para tu piel.
Lucía no se podía creer lo que quería que hiciese, pero su culo rojo y caliente le recordó que no tenía que enfadar a Oscar. Empezó a untarse el semen por la barriga y se le notaba que le estaba dando mucho asco.
- Por la cara. - le indicó serio Oscar.
Lucía ya estaba totalmente derrotada y lo único que quería es que este infierno terminase. Comenzó a untarse la caliente corrida por la cara, lo que le hizo tener un par de arcadas del asco. La joven se fijó en la hora que marcaba un reloj de pared y la realidad de su mundo la hizo despertar de su atontamiento.
¡Es muy tarde! - le dijo a Oscar levantándose como un resorte del sofá. - Tengo que ir a buscar a mi hijo. ¿Dónde está el baño?
¿Para qué? - le contestó burlón.
Tengo que limpiarme. - le indicó Lucia.
Vístete. - le ordenó Oscar.
¡Ni de coña voy a ir así al colegio de mi hijo! - le gritó la joven.
Veo que no has aprendido a tener respeto.
Oscar agarró a Lucía por el pelo y la llevó arrastras hasta su ropa, para que la cogiese. Con toda su ropa en las manos, Lucía fue arrastrada hasta el jardín fuera de la casa.
¡Vístete y márchate a buscar a tu hijo! - le ordenó Oscar. - Luego te escribiré al Whatsapp.
Así no puedo ir, joder. - le dijo la joven. - Por favor, déjame entrar.
Voy a conectar los aspersores. - le amenazó Oscar acercándose a la llave de paso.
Para, por favor, me vestiré. - le dijo más mansa Lucia y empezando a vestirse. - ¿Y el video?
No te preocupes, ahora hablaré con tu marido de eso.
Hice lo que querías, dámelo. - le dijo Lucía terminando de vestirse.
El tono de Lucía no le hizo ninguna gracia a Oscar y encendió los aspersores, que empezaron a mojar a la joven. Lucía se metió en su coche, mientras veía a Oscar entrar riéndose en su casa. Arrancó el coche y se dirigió hacia el colegio de su hijo, sintiendo un gran asco y vergüenza por el olor que tenía, una mezcla de sudor y semen.
CONTINUARÁ...