De pendeja, puta (Parte 7)
Una situación inesperada (o no) pone en riesgo mi virginidad y la posibilidad de poder entregársela al padre de mi amiga.
Gracias a todos los que dejaron sus comentarios e impresiones.
Soy consciente de que no a todos ti que gustarle mi relato pero sepan que esta es mi historia y no pretende ser un relato erotico más sino una catarsis de mi historia vivida desde pendeja.
Séptima parte.
Me quedé dura porque, por un segundo, sentí miedo de que eso se fuera a descontrolar y perdiese mi virginidad con ellos cuando en verdad tenía ganas de que mi primer hombre fuese Rubén, el padre de mi amiga. Los veía venir a los tres, Juanito en el medio y a Lautaro a su derecha y Agustín a su izquierda. Parados los tres frente a mi, de verdad me intimidaban.
-Se las vas chupar a mis amigos, no? - me preguntó Juanito que me miraba a los ojos y me sostenía la cabeza desde la barbilla.
Le dije que sí con la cabeza mientras tanto sus amigos ya tenían sus pijas afuera y se estaba pajeando. Casi al mismo tiempo agarré una pija en cada mano y las empecé a pajear, una mano de Lautaro se fueron a mis tetas y las apretaba sobre la remera.
-Sacale la remera, Juan! - le ordenó Lautaro, en una clara muestra de que él era el que iba a dirigir todo, parecía que tenía un poco más de experiencia que Juanito. Era dos años más grande que él. Tuve que soltar las pijas para que Juanito me sacara la remera. Inmediatamente las manos de Agustín y Lautaro se prendieron de mis tetas
-Dejémosla en tetas! Estas tetas son increíbles.- decía el más grande de los pibes mientras me apretaba con fuerza las tetas y pellizcaba mis pezones. En cuanto pude, volví a agarrarles las pijas y a pajearlos, lo veo a Juanito que vuelve a ponerse en el medio, con su miembro afuera y pajeándose. Era una sensación rara la que atravesaba mi cuerpo: miedo a que eso se fuera de las manos pero a la vez placer de verme ahí entre tres chicos que me estaban haciendo su puta, literalmente.
Empecé llevándome a la boca la pija de Agustín, la sentía re caliente, empecé a jugar con lengua sobre su pedazo mientras escuchaba a Lautaro
-Mirá cómo la chupa esta borrega!- y llevó su mano a mi cabeza y violentamente empujaba para que chupara más rápido la pija de su amigo, eso me provocaba arcadas…
-Vos ya te la cogiste? - le pregunta a Juanito que estaba en el medio de los pibes mirando todo y pajeándose
-No, porque no puede, me tiró la goma.- le respondió
-Entonces vos ya está, correte de acá, déjanos a nosotros.- le dijo al tiempo que lo empujaba y se ponía cerca de Agustín.
La mezcla de miedo y calentura crecía, un poco me gustó esa reacción de Lautaro, por eso dejé de chupar a Agustín y empecé a comérsela sin dejar de pajear al otro pibe. Me sentía una puta de verdad.
-Uuff! Qué hermosa boquita, Yani! Yo sabía que eras terrible puta, en el boliche ese día se re notaba.- me decía con voz de goce. Todo era grande en Lautaro. Sus manos, sus piernas, su pija era ancha y me parecía que hervía en mi boca.
Cambié a Agustín, lo miré y tenía ojos de no creer lo que estaba viviendo, él me dejaba hacer. Las manos grandes de Lautaro me apretaban los pezones con fuerza y yo pegaba gritos ahogados porque tenía en la boca la pija de su amigo pero me la saqué y le dije mirándolo a los ojos, sin dejar dejar de pajear a ninguno de los dos
-Me dolió, no seas así!
-Las putas como vos no se quejan, Yanina! Seguí chupando que es lo que te gusta.- me respondió y yo seguí dándole placer a Agus que, con sus dos manos, me agarró la cabeza y me empezó a coger la boca, parecía que se había despertado del letargo que tenía.
Tuve que soltar la pija de Lautaro para intentar que parase porque me ahogaba, tosía mientras salían litros de baba por mi boca y mi nariz, no podía hacer más que apretarle las piernas con mis uñas (aunque cortas) para que parara; era imposible.
-Veni, Juani! No te pierdas esto, boludo! - escuché que Lautaro gritó. Mis ojos estaban llenos de lágrimas y sólo puedo moverlos para mirar y así es como logro verlos a los dos pajeándose viendo la escena que termina cuando la leche de Agustín me invade la boca, la garganta y al seguir agarrada de la cabeza por el pibe, más las arcadas que eso me producía, hizo que parte de la leche de Agustín me saliera por la nariz. Ahí fue cuando me liberó.
-Noooo! Increíble, boludo! Viste eso?- dijo Lautaro
-Ufff, terrible puta tu novia, Juan!- escuché que le decían a Juanito.
Me había quedado de cuclillas en el piso con la espalda apoyada en la cama de esa habitación. No podía respirar, tenía una sensación rara y fea en la nariz, solo podía respirar por la boca. Abrí los ojos y veía los tres pares de piernas de los chicos. Con las manos intentaba secarme. Levanto la vista y, desde esa posición, los veía gigantes, ellos me miraban como no pudiendo creer lo que pasó. Levanté las
manos pidiendo algo para limpiarme, me dan algo y veo que es mi remera y la tiro al costado. Ahí sentí el desprecio de estos pibes. No era Yani, era una puta para ellos…
Me di vuelta, me limpié como pude la cara con el acolchado de la cama. Una mano me ayuda a levantarme, es Juanito y me da la toalla que está en el baño. Mientras me seco del cuello y las tetas los chorros de baba y leche escucho a Lautaro decir:
-Estos dos ya están, ahora quedo yo borrega puta.- mientras con una mano lo apartaba a Juanito.
-Tomá un poco.- me dio una latita de cerveza de la que él tomó un sorbo y se sentó en el borde de la cama. Mientras yo tomaba cerveza caliente casi, Lautaro me agarró del pantalón y me acercó hacia él.
-Tomá así se te va el sabor a boca de petera porque te quiero besar.- dijo y ya me tenia abrazada por la cintura, mientras yo seguía tomando él me apretaba la cola y empezó a darme besos en la panza cerca del ombligo; estaba siendo lo cariñoso que hubiese esperado que fuese Juanito conmigo. Tal vez porque era más grande que él. Ahí entendí que los tipos más grandes la tienen más clara que los de mi edad.
Seguíamos en esa posición: él sentado y yo parada sintiendo sus besos en mi piel. Con una mano sostenía la lata de cerveza casi vacía y con la otra acariciaba su pelo. Me gustaba mucho que después de haber sido tan desconsiderado y haberme usado, ahora tuviese esa ternura. Por eso le levante la cabeza y lo besé como nunca, más intensa aún que la noche esa en el boliche, su lengua ganó la batalla y llenó mi boca, era hermoso todo. Sus brazos grandes, su lengua gorda, sus manos que me apretaban. Esas mismas manos se fueron a mis tetas, las apretaba con fuerza y después sus dedos jugaban con mis pezones duros. Instintivamente le ofrecí mi teta, como si amamantara, para que me la chupara. Fue la gloria. Su lengua se movía a mil por hora y me estimulaba los pezones de una forma que nunca antes sentí. Nunca nadie me chupó las tetas así. Un mordisco que me dolió me hizo salir de ese trance.
-Te quiero coger, Yanina- me dijo mirándome a los ojos. Me derritió. Dudé realmente en permitirle ser mi primer hombre. Me sentía deseada. Plena. Estaba siendo una puta de verdad. Tenía ganas de sentir por primera vez una pija como la de Lautaro pero a la vez quería que Rubén, el padre de mi amiga, fuera quien me desvirgara. Además estaban ahí Juanito y Agustín, qué pasaría si ellos se sumaban: no habían preservativos, eso iba a ser un descontrol total. Tampoco estaba segura.
Fueron segundos, parecían una eternidad para mí en esa decisión.
-No puedo, me vino… pero quiero con vos algún día, Lauti.- le dije y le comí la boca. Me separó y me dio vuelta, me dejo de espaldas a él, de frente a Juanito que estaba sentado en el silloncito que había, con las piernas abiertas y sin parar de pajearse. Agustín estaba tirado en el piso dormido. Las manos de Lautaro se fueron a mis tetas y directamente me apretaba los pezones mientras su boca me daba besos en la espalda. Me parecía increíble estar siendo exhibida mientras gozaba como loca, yo no podía mirarlo a Juanito, cerré los ojos y se me escaparon algunos gemidos.
-Mirá cómo la tengo a tu novia, Juan.- le decía a su amigo que se mataba a pajas viendo la escena.
-Dijiste que te la ibas a coger primero y no pudiste y ahora la tengo entregada, si quiero me la cojo adelante tuyo. Se van a cagar todos de risa de vos en el tercer tiempo.- en tono serio y de revancha lo dijo. Sentí pena por Juani, por eso no dije que no soy su novia pese a que desde que lo vi me gustó pero Lautaro tenía algo más que me volvía loca, por eso me agaché y volví a chuparle la pija; esta vez poniéndome más puta aún y tratando de hacerlo disfrutar tanto como yo lo estaba haciendo
-De verdad que nunca creí que fueras tan puta; tu novio nos dijo que le dejaste tirar la leche en tu panza aquel día en el boliche pero pensé que no te animabas a mucho más.- me dijo mientras me acariciaba la cabeza; yo no dije nada. Estaba concentrada en sacarle la leche, tenía ganas de tomársela, de complacerlo, como a todos los hombres les gusta. Escuchaba sus gemidos y sus “ufff, así”, “no pares”, “cómo la chupas, borrega” que me ponían más loca aún. Empecé a sentir que su pija latía, me aparta y me levanta poniéndome de pie frente a él
-No pares de pajearme, puta!- me ordenó mientras su mano intentaba abrirme el pantalón.
-No, qué haces!?- le respondí seria soltando su pija. Acercó su cara a la mía. Con una mano se pajeaba, con la otra me sostenía la cabeza fuerte
-Haceme caso, Yanina, te lo digo bien. Abrirte el pantalón y bájatelo.
-Me vino, Lauti no puedo…- la excitación se convirtió en nervios y los nervios iban convirtiéndose en miedo.
-No me interesa si te vino o no. No te voy a coger. Te abrís o no? - me dijo con un tono de voz muy serio que me dio miedo y me desabroché el pantalón y lo dejé caer un poco.
Lauti no paraba de pajearse y con la otra mano me acarició la concha, por encima de mi bombacha de encaje blanca, apretándomela fuerte. Un gemido se me escapó.
-Qué mojada que estás, mirá.- me muestra los dedos súper húmedos y me los lleva a la boca para que se los chupe, algo que hago; eso me morboseó mal. Apenas terminó de sacarlos de la boca, su mano mano se mete por adentro de mi bombacha, ni bien empieza a rozar mi pubis depilado mi mano lo detiene; fue una reacción instintiva. Se soltó la pija y me tiro del pelo de la colita que tenía hecha dejándome la cabeza hacia atrás
-Me vas a soltar la mano ya, entendiste?- me dijo serio e instantáneamente yo solté su mano y él soltó mi pelo. Su mano se hundió más en mi bombacha mientras rozaba mi pubis y acariciaba mi concha, sólo separó los labios vaginales, sentía que sus dedos resbalaban por la cantidad de flujo que seguía segregando mi concha. Sacó la mano. Mi boca ya estaba abierta para recibir sus dedos. Mientras se los chupaba me dijo al oído
-Vos no estás indispuesta.- se me heló la sangre al escuchar eso mientras saboreaba mis propios jugos vaginales. Cómo se dio cuenta? No podía pensar porque Lautaro seguía hablándome al oído:
-Ya me di cuenta! Vos no querías que el nabo de Juanito te coja, no? Ni nosotros tampoco. Tenés otro novio al que querés regalarle tu tesorito. O me equivoco?- me dijo y mi cuerpo estaba sin reacción.
-Quedate tranquila que no te voy a coger. Hoy. Pero la próxima vez que te vea te voy a re coger. No vas a zafar. Está claro?- su tono de voz imperativo me dio a entender que eso era una advertencia. Una advertencia que me calentó.
-Abrite la bombacha, dale!- me ordenó, lo hice en seguida, estirándola y dejando al descubierto mi pubis y el comienzo de mi concha. Él se pajeaba frenéticamente y apretaba una de mis tetas. Lo miro, tiene los ojos cerrados y está gimiendo, va a acabar. Lo hace y abre los ojos. Apunta su pija a mi pubis que recibe un primer gran chorro y las siguientes descargas van a mi bombacha. Cuando vació su leche, agarró mi bombacha, la subió acomodándola y apretó fuerte donde estaba su leche para que se empaste bien en mi concha de por sí ultra humedecida.
Quise besarlo pero me ignoró y se fue al bañito de la habitación.
Me estaba acomodando el pantalón mientras sentía el enchastre de flujo y semen de Lautaro cuando golpean la puerta de la habitación fuerte; eso nos asusta a todos. Juanito se levanta de golpe y Agustín se despierta. Al abrir la puerta, se escucha a Tomi, el novio de Pame, decir:
-Están acá Agustín y Lautaro? Las novias están haciendo quilombo abajo buscándolos.-
Juanito abre bien la puerta y así Tomi puede ver a Agustín acomodándose el pantalón, a Lautaro saliendo del baño y subiéndose el cierre del pantalón y yo parada ahí en jean y tetas al aire, que enseguida me tapé con las manos. Nadie dijo nada. Todos se fueron rápido de la habitación. Me quedé sola buscando mi corpiño y mi remera para acomodarme y salir de ahí también. Me movía y no podía no sentir el charco de semen y flujo; era incómodo pero a la vez me sentía una puta. Puta del pibe que me gustaba y de los amigos de él pero también puta del padre de mi amiga que, unas cuantas horas atrás, me usó a su gusto y me espera, como Lautaro, para cogerme. Era increíble para una chica de cuarto año del secundario.
Continuará...