De pendeja, puta (Parte 3)
El camino a mi primera vez sexual con quien menos me imaginaba, continúa. Mientras, voy adquiriendo experiencia.
A quienes llegan por primera vez a este relato les sugiero que lean las primeras dos partes así van a poder seguir la trama.
Tercera parte
Tomé conciencia de lo que pasó mientras me miraba en el espejo del ascensor. Es el padre de mi amiga al que me habría tranzado y tocado. Un tipo que tiene casi treinta años más que yo, o más, y amigo de mis viejos. Y, en parte, un poco lo deseaba porque era el protagonista de varias de mis fantasías con las que termina tocándome en la ducha o en la cama a oscuras en mi habitación. Me sentía desesperada y deseada; todo al mismo tiempo. Por suerte mis viejos no estaban en mi casa, por suerte tuvieron esa reunión. Me senté en mi cama y las imágenes de todo lo que pasó me venían a la cabeza. Me fui a bañar, como hago todos los días antes de irme a dormir para levantarme e irme a colegio directamente y dormir un poco más. Estaba debajo de la ducha dejándome mojar por el agua tibia mientras repetía una y otra vez recortes de esos momentos con Rubén en el auto: su mano en mi pierna, el beso apasionado, su mano acariciándome la teta izquierda, su mano posada en mi entrepierna y el beso que le di al bajar mientras yo apretaba su entrepierna y sentía su miembro duro. Mi mano izquierda se posó en mi teta izquierda y mi mano derecha empezó a masajear mi clítoris. Me presionaba mis pezones recordando cómo me agarró de la nuca y me beso. La velocidad en que me masturbaba aumentó mientras deseaba que el bulto duro que toqué pueda penetrarme. Acabé. Al toque volví a la realidad. ¿Qué iba a pasar? Sentía que no controlaba nada. Me asustó que se abrió la puerta del baño. Era mi mamá que me avisó que llegaron.
A la casa de mi amiga volví pero como sabía que entre las cuatro y las cinco de la tarde Rubén volvía, elegía irme un rato antes para no cruzarlo; la excusa era que le había pasado mi teléfono a Juanito y a la tarde hablábamos. Tampoco hablaba por MSN con el padre de mi amiga porque él se conectaba durante el tiempo de su trabajo y no en su casa. Trataba de escaparle a pesar de que más de una vez esos días me tocaba pensando en él y en las cosas que yo podría hacerle y él a mí. En esos momentos de excitación fue la primera vez en mi vida que me sentía deseada, una verdadera mujer. Varias veces me pasó de volver a casa y tener que cambiarme la bombacha de lo mojada que estaba y todo producto de cómo me maquinaba la cabeza.
Traté de evitar el contacto de mi parte. De su parte, encontraba los mensajes me que dejó que no decían más que "Hola, Yani", "Hola, Yani. Espero que estés bien después de lo del otro día", "Hola, Yani" a los cuales no respondí a ningunos porque, en este evitarlo, siempre me conectaba cuando él estaba off line. Con las chicas salimos pero esta vez cada una iba lista de su casa y nos íbamos desde la casa de ella en un remis que pagábamos todas. Llegué a la casa de mi amiga con mis viejos. Ya estaban allá dos chicas y faltaban llegar dos más. Nos abrió la puerta Rubén, mis papás estaban delante mío así que los saludó y cuando llegó mi turno lo hizo de manera normal, como si nunca nada hubiese ocurrido. Mi corazón latía rápido y el aroma de su perfume me quedó impregnado. Enseguida me fui con Pame, su hermana y las chicas. El resto de nuestras amigas no tardaron en llegar. Me había podido relajar después de tanta tensión (y algo de deseo) producto de esa especie de reencuentro. La charla era, otra vez, a quiénes nos íbamos a encontrar. Yo dije que con Juanito a pesar de que no volví a hablar con él, Pame dijo que Tomi y sus amigos también iban a estar ahí.
-Vamos yendo que el remis está por llegar.- dijo la hermana de Pame.
-Bueno, ¿quién nos viene a buscar hoy?.- gritó mi amiga
Aparecieron mi viejo y Amalia, la madre de Pame.
-Esta vez me toca a mí, la otra vez fue Rubén.- dijo mi papá.
Me quedé tranquila. Lo saludé le pedí algo más de plata y nos fuimos todas a bolichear.
En general siempre solíamos esperar un rato antes de entrar, lo hacíamos en la puerta o en la esquina del boliche. Un poco porque siempre encontrábamos a alguien más que se sumaba o bien para ver un poco qué onda qué pibes habían. En eso veo que viene Juanito que viene con varios amigos más. Le aviso a Pame como para que todas me hagan la segunda. Los chicos se acercan y Juanito me saluda y nos damos un abrazo. Estaba vestido con la chomba color verde que a mí siempre me encantó.
-Hace mil días que no me hablás y ahora te hacés la amiga.- dijo Juanito.
Pamela lo escuchó y me hizo un gesto al tiempo que yo, para que no siguiera hablando, me puse en puntas de pie y le comí la boca. Juanito se quedó sin reacción hasta que lo hizo y me besó salvajemente, incluso sus manos bajaron hasta mi cola y me la apretó a más no podes
-¡Esaaaa! Pero banquen un toque, chicos.- dijeron varias de las chicas mientras los amigos de él aplaudían.
Entramos al boliche todos juntos; yo, de la mano de Juanito. Le dije a las chicas que me nos encontrábamos en el mismo lugar de siempre y me fui con Juanito y sus amigos. Era un grupo de Juanito y cinco chicos más. Tres de ellos estaban con chicas; los otros dos estaban con Juanito y conmigo. Estuvimos tomando birra, algunos tragos con las chicas y cagándonos de risa. La música, las risas, estar sola ahí con gente que mucho no conocía me hacía sentir libre, deseada. Sumado a lo de Rubén me estaba sintiendo una mujer desplegando sus encantos estando aún por finalizar el cuarto año de la escuela secundaria. Pero era muy consciente, también, que estaba en esa situación para evitar que Pame se enterara que no había hablado con Juanito, excusa que usé para no ir a su casa y no cruzarme con el padre. Estábamos sentados Juanito, sus dos amigos y yo en unos sillones que había a los costados. Ellos me jodían con que no podían creer que no haya tenido novio y decían que esa era la razón por la cual yo lo chapaba así a Juanito. Le dije que no era así que mis chapes eran los mejores, los dos pibes me desafiaron que se los demostrara. La desinhibición hizo que me levantara, fuera a donde estaba el primero de los pibes, le acomodara las piernas para poder sentarme en ellas y le comiera la boca. Juanito y el otro pibe aplaudían. Se ve que le gustaban chape porque me abrazó con uno de sus brazos y con el otro me sostenía la cabeza para que el beso no terminara. Nos soltamos mutuamente y me fui con el otro pibe, que al toque se acomodó para que me sentara de igual manera; me acomodé el pelo que lo tenía suelte, lo abracé y lo besé. Sus manos se fueron directamente a mi culo, todo lo que duró el beso se la pasó amasándomelo aún mas bruto de lo que fue Juanito en la puerta del boliche. Igual, eso me calentaba. No chapaba mejor que su amigo. Terminamos y mientras me paraba me dio un chirlo en la cola. Me di vuelta y les pregunté cómo estuve y me dijeron "un diez, Yani". Juanito, desde su lugar en el sillón y con un vaso de birra por la mitad y más que caliente que frio me pregunta
-Para mí no va a haber nada, Yani?.-
Le saqué le vaso, tome casi todo de un sorbo, lo agarré de la mano y lo lleve a la pista a bailar.
Estaba eufórica, plena, me sentía toda una mujer deseada. En la pista bailábamos con Juanito y, aunque no sabía bailar, me bailaba todo para él. Sacaba tetas, cola, le permití meterme mano por donde quería. Después de un rato así le propuse ir a la barra por algo para tomar; pedimos una cerveza para cada uno y nos fuimos a otro lugar del boliche, más tranqui pero no menos abarrotado de gente, donde había unos sillones. Charlamos mientras tomábamos, parecía que en un momento la música se silenciaba y sólo éramos nosotros dos. Nos mirábamos, él me tocaba la pierna, yo le acomodaba el pelo: parecíamos novios de toda la vida. Terminé mi vaso de birra, le saqué de la mano el que él tenía y lo tomé todo. Los dejé en el piso y me puse arriba de él como lo hice con sus amigos y nos empezamos a besar; nos comíamos la boca mutuamente. El lugar que elegimos era ideal, oscuro y los que estaban alrededor no registraban nada de lo que pasaba en esos sillones. Es más, estaban para eso. En un momento sus manos dejan de estar en mi cola y se van a mis tetas. Eso me calentó mucho más, me corrí hacia atrás, él entendió y sus manos se metieron por debajo de mi remera. Sentir sus manos en mi piel me enloqueció y aumenté la intensidad de mis besos. Empecé a recorrer su cuello con mi lengua. Sus manos llegaron a mis tetas, las apretó sobre el corpiño y levantó el corpiño para liberar mis tetas apretándolas con desesperación mientras yo tenía los ojos cerrados sintiendo un placer que nunca antes sentí. Las apretaba y se acerco a una de ella para empezar a lamerla; yo le agarré la cabeza y para que no se saliera mas de ahí. Estábamos en éxtasis los dos, él se corrió para ir por la otra teta y antes de que siguiese me tiré sobre él y lo bese con todas mis ganas. Él me apartó y se concentró en la otra, sentía que iba acabar, sentía que la humedad de mi conchita ya estaba traspasando la tela de mi bombacha. Sin bajarme me hice hacia atrás para que poder desabrochar su jean, cuando agarré su pija dura y caliente por arriba del bóxer él gimió. Nos besamos mientras mi mano buscaba adentro del bóxer su pedazo de carne y sentía sus vellos y notaba lo suave de la piel de su pija. La saqué, lo apreté para sentir lo duro y caliente que estaba esa pija. Lo empecé a pajear, su cara de placer era inocultable
-Uff, Yani... me encanta.- me dijo con una especie de gemido
Me acerqué a su oreja y le dije que no gritara y mientras le mordía la oreja para después besarlo. Estábamos abstraídos de la realidad en un momento que dejé de besarlo pero no de pajearlo miré a los costados y nadie nos veía, estaba extasiada
-Avisame antes, por favor, te quiero hacer un regalo.- le dije al oído a Juanito.
-Ujúmmm.- es lo único que dijo para después decirme, con desesperación, un "ahora" casi ahogado. Me acerqué lo más que pude su pija a mi vientre para que su leche cayera ahí. Nunca antes sentí la leche caliente de un hombre en esa zona, era muchísima para mí esa cantidad que vi y que un poco se derramó en mi mano. Él abrió los ojos, solté su miembro, empecé a acomodarme la ropa y antes de bajar la remera le dije "mirá lo que me dejaste". La remera y su leche se pegotearon en mi piel. En la mano me quedó un resto de su leche
-A que no te lo comés.- intentó desafiarme
-No.- le respondí mientras levanté su remera le refregué mi mano con semen en su pecho, le bajé la remera, lo besé y me fui.
Me fui rápido al baño, como siempre son un bardo. Cuando logré entrar lo primero que hice fue ir a lavarme las manos. Después de esperar fui a hacer pis; las varias birras y los tragos surtían efecto. Apenas me bajé la bombacha pude ver que no era humedad lo que había en la tela sino que estaba mojada producto de la calentura y la excitación que viví en las pocas horas que estaba en el boliche. Me terminaba de limpiar cuando escuché
-Está bien, Pame, tranquila, acabás de vomitar, te va a hacer bien.-
Reconocí la voz de la hermana de Pame y las vi en un box a ella sosteniéndola tras vomitar.
-¿Qué pasó, chicas? ¿Estás bien, Pam?
Dijo algo pero no entendí nada lo que decía
-Se tomó todo la boluda mientras estaba con Tomi; te buscamos con las chicas y no te encontrábamos. Gise que tiene movicom llamó a mi viejo y nos está viniendo a buscar.- me dijo su hermana.
-Menos mal, porque no se puede sostener.- le respondí mientras entre las dos sacábamos a Pam de baño que empezaba a reírse de la nada. Fue en ese instante que caí en la cuenta que si ellas llamaron a Rubén quería decir que mi papá no vendría a buscarnos... otra vez los nervios y la excitación afloraron.
Continuará...