De paseo por el metro

La sumisa recibe mis ordenes de exhibirse y dejarse acariciar en el metro en sus viajes de ida y vuelta del trabajo.

Vas viajando en el metro cuando suena tu celular, soy yo, tu AMO, y te ordeno que abras las piernas y que por ningún motivo se te ocurra cerrarlas, tu dudas un momento pues te da un poco de vergüenza ya que no llevas nada debajo de la falda pero sin remedio vas abriendo tus piernas, revisas a los pasajeros y.

Estaba muy nerviosa a la vez que excitada, aun no sabia si me atrevería a hacer lo previsto. He tomado mi libro y he comenzado a fingiré que leía cuando en realidad inspeccionaba a los pasajeros de enfrente: una señora mayor, un chaval de unos veinte años y un señor de entre cuarenta y cinco o cincuenta con aspecto de oficinista, este ultimo iba leyendo también. Muy lentamente, para que nadie observara el movimiento, he dejado que mis piernas se separaran un poquito. Por la medida que había tomado en mi casa sabia que aun no se veía nada, salvo quizás la parte interior de mis muslos. Al sentarme, la falda ya de por si corta, se queda por medio muslo, en cualquier otra ocasión hubiera colocado mi bolso sobre mis piernas para hacer que la tela se venciese y protegerme de las miradas, pero hoy he mantenido mi pequeño bolso colgado de mi hombro mientras fingía leer. Pronto he percibido una mirada casual del hombre enfrente de mi, mirada que se ha dirigido a mis piernas luego a mi rostro, (yo le miraba de reojo con la vista clavada en el libro) y cuando ha comprobado que no le miraba, ha vuelto a mis muslos. La excitación ha comenzado a crecer, me parecía imposible que yo estuviera haciendo eso, dejándome ver por un extraño. Pero pensaba en ti, pensaba en no perderme detalle para poder contártelo ahora. He aprovechado un frenazo del tren para dejar caer un poco más mi muslo izquierdo. Por el ángulo conseguido he sabido que había llegado al limite fijado por mi, sabia que el de enfrente, y quizás solo el, podía ver mi sexo en sombras, si es que prestaba atención. Y vaya que si la prestaba: nerviosamente su vista alternaba entre mis muslos y mi rostro, vigilando continuamente

Tu excitación va creciendo te sientes mojada y tu deseo de ser vista ha ido en aumento, te sabes deseada y quieres mas, quieres sentirte toda una puta, tal y como tu AMO te lo ha dicho

Tienes razón: disfruto siendo tratada axial, como una guarra, es entonces cuando mi coño se humedece. Ayer, cuando sucumbí a tus órdenes y pro primera vez en mi vida escupí directamente a mi coño abierto por mis manos supere otra barrera de pudor y de educación. La sensación que sentí al recibir mi propia saliva en mi sexo fue difícil de describir. Fue como un latigazo de placer que me recorrió todo el cuerpo. Como hipnotizada seguí obedeciendo cada orden tuya, moje mis dedos profundamente en mi raja y empape mis pezones con mi flujo. Acerque mis dedos a mi nariz, y pro primera vez aspire mi propio olor, lo reconocí y quise imaginar que sentirías tú si mis dedos se acercasen a tu rostro. "...YO TE HE SOMETIDO, YO TE HE HECHO MI PUTA PERRA SUMISA Y YA LO RECONOCES YA SABES COMO DIRIGIRTE A MI, YO SOY TU AMO TE HA QUEDADO CLARO, YO SOY TU AMO, TU DUEÑO, EL QUE HA LIBERADO A LA PUTA QUE VIVE EN TI...." Leer esta frase me hace darme cuenta de que es cierto, me siento sometida a tu voluntad sin saber como ni por que. Saber que me consideras tu puta perra sumisa me llena de emociones que no debería sentir y sin embargo siento: emoción, alegría, riesgo, orgullo, peligro, liberación...

Sientes de nuevo la necesidad de ser observada de que seguir excitando al hombre que te esta viendo, que tu has provocado al mostrarte axial desnuda de tu ropa interior

En la siguiente parada han subido varias personas y una de ellas se ha interpuesto entre mi mirón y yo. Me ha fastidiado algo que en cualquier otra ocasión hubiera agradecido.  Pero mi mirón no estaba dispuesto a perder detalle y le veía asomar por un lado, ya casi sin cuidado. El tener esa barrera me ha molestado y quizás por eso, para prepararme si acaso se bajaba pronto, he dejado caer aun mas mis piernas, cuidando de no adoptar una postura vulgar e intentando aparentar un concentración absoluta en le libro que fingía leer.  Sabia que había traspaso el máximo que había probado en casa y que ya entonces había decidió no adoptar porque la visión era absoluta, ahora había pasado de límite y tenia miedo, pero a la vez tenia una tension emocional maravillosa. Mientras ese hombre no se bajase del tren estaba protegida, pero en cuanto se fuese de ahí habría quedado expuesta totalmente a mi mirón. Dos estaciones mas tarde mi barrera humana vio un asiento libre y me dejo desprotegida. Por un segundo pensé en cerrar las piernas, quería hacerlo pero algo superior  mi me mantenía paralizada, "un segundo, solo un segundo y las cierro" pensaba.  Ahí estaba yo, frente a mi mirón mostrándole mi coño que, como dices tú, babeaba por la excitación. Era demasiado, ya no podía mantener mas esa situación y fingiendo mirar algo del bolso, cerré mis piernas. Aun quedaban varias estaciones para llegar a mi destino, estaba muy excitada y mi mirón no dejaba de clavar sus ojos en mis piernas por si volvía a tener suerte, pero no, hubiera sido desasido. Y la excitación seguía y yo no quería volver a enseñarle mi sexo pero necesitaba algo más. La sensación nueva y extrañamente agradable de exhibirme me hizo improvisar: me quite la chaqueta y mis pezones se dibujaron contra la tela, lo sabia porque los notaba. MI mirón cambio inmediatamente su objetivo y se quedo enganchado en mi escote, cuello camisero que dejaba ver el nacimiento de mis pechos. Una estación antes que la MIA, se levanto y se acerco a la puerta quedando de pie delante de mi. casi ni lo pensé, fue un impulso loco el que me hizo agacharme hacia delante para ajustar mi zapato cuando en realidad lo que buscaba era ahuecar la camisa, detalle que no paso desapercibido para el aunque no le vi. Mirarme.  Sollo fue un segundo, lo suficiente para que supiera que la mujer que iba sin bragas tampoco llevaba sujetador.

Terminada esa sensación solo esperas llegar a tu oficina y poder masturbarte y dejar pasar el día a la espera de mis órdenes, poco antes de la salida te llegan por e.mail las órdenes

TE DEJARAS TOCAR EN EL METRO CERDITA, QUE TE TOQUEN TUS NALGAS DE ZORRA Y SI EL TIPO ES OSADO QUIZAS SIENTA TU COÑO REZUMANDO JUGOS DE PUTA, PORQUE SEGURO QUE ESTARAS ESCURRIENDO TUS JUGOS DE PUTA DE LAS PUTAS MAS BARATAS, ASÍ PUES MI PUTA DEJATE MAGREAR Y QUE ESCURRA TU COÑO, QUIZAS LE DES MOTIVO A ALGUIEN DE QUE PASE SU MAÑANA OLIENDOSE LOS DEDOS. NADA DE CONTACTO PUTA SOLO DEJARTE MAGREAR.

Lees el mensaje y empiezas a excitarte de nuevo, tu coño empieza a resumir su jugo, es tanto que te ves obligada a ponerte un tanga que siempre llevas en tu bolso para evitar dejes mojada tu silla o tus muslos empiecen a escurrir.

Terminada tu jornada de trabajo te diriges al metro y subes, ya vas más que excitada esperando encontrar la manera de cumplir las órdenes que te he dado.

Tras dos estaciones, el vagón estaba completamente lleno e íbamos pegados unos a otros. Yo me sentía inmersa en una duda absurda. Por un lado deseaba que nada ocurriera, aun así sentiría que había obedecido tu orden, pero por otro deseaba sentir una mano en mi cuerpo. Aun pasaron dos estaciones más hasta que creí notar un roce no casual en mi nalga. No podía estar segura pero el corazón comenzó a bombear a un ritmo trepidante, la adrenalina corría por mis venas y espere. De nuevo un roce, igual de fugaz, igual de ambiguo; tampoco esta vez podía estar segura de la intencionalidad. Una nueva parada, una nueva oleada de gente que entra en el vagón y fue entonces cuando tuve la seguridad de que lo anterior habían sido tímidos avances. Sentí otra vez la mano en mi nalga al tiempo que el exceso de gente me pegaba a la persona que desde atrás me tocaba disimuladamente. En situación normal me habría hecho hueco para no quedar pegada pero esta vez me sentía paralizada, incapaz de reaccionar, tan solo esperaba pasivamente a lo que sucediera. ¿Era tan evidente? ¿Es tan evidente para un hombre cuando una mujer no se niega?  No lo se, me parece increíble que una ausencia de acción signifique tanto para alguien, lo cierto es que la persona que se pegaba a mi por detrás comenzó a aprovechar cada movimiento del vagón para pegarse a mi, para rozarme con su bragueta. Cada vaivén del tren nos separaba y nos volvía a lanzar el uno contra el otro. Yo notaba que el añadía mas impulso al golpeteo de nuestros cuerpos y también que se quedaba pegado a mi no tanto por la aglomeración sino por su propia voluntad. De nuevo su mano en mi nalga, mas abajo y mas a la izquierda ya que se hallaba completamente pegado a mi.  Sabia que si ahora no reaccionaba ya no podría fingir que no me enteraba porque, esta vez si, su mano se había quedado en la parte baja de mi cadera sin ningún disimulo. El tiempo corría en mi contra, cuanto mas tardase en separarme de el y en lanzarle una mirada de enfado, menos posibilidades tendría de evitar lo que viniera a continuación. Pero a estas alturas el ya se había dado cuenta de que tenia a su alcance a una mujer fácil, una mujer que se dejaba magrear. Tan claro lo tenia que no dudo en atraerme con su mano en mi cadera contra el. No reaccione, no pare aquello, no hice más que dejarme y con ello confirmarle que no tenía oposición. Pensaba "un poco mas y lo paro", pero ese momento parecía no llegar nunca Con disimulo comenzó a frotarse contra m culo mientras su mano acariciaba mi cadera y mi muslo. Me alegre en ese momento de mi decisión de dejarme las bragas porque habría sido entonces cuando se habría dado cuenta. Por el contrario, ahora se entretenía en recorrer con uno de sus dedos el borde del triangulo posterior de mi tanga. El tren se detuvo en una de las paradas mas congestionadas de l trayecto, un intercambiador de varias líneas. Bajaron bastantes pasajeros pero subieron muchos mas con lo que la situación no variaba demasiado, salvo que mi atacante aprovecho para girarse y quedar frente a mi, de nuevo pegados el uno al otro, mas de lo necesario. Sentía su mirada en mis ojos pero evite mirarle directamente, solo sentía como acomodaba su paquete contra mi pubis y como su mano derecha me sujetaba por la cintura atrayéndome hacia el. Nadie nos podía ver, estábamos tan apretados en aquel vagón que era imposible que nadie viera como su mano acariciaba mi culo sin ningún pudor. Yo me sujetaba a una barra del techo con mi mano derecha mientras con la izquierda intentaba proteger mi bolso. El, que al principio también se sujeto a la barra, se sostenía ahora en mi cintura mientras su otra mano, ya liberada se metió por mi chaqueta ocultándose de la vista de los demás mientras acariciaba mi costado. La tela desde la camisa es ligera y cuando alcanzo la parte baja de mi pecho supo que no llevaba sujetador, lo supo inmediatamente por la forma que tuvo de palpar, de apretar. Su mano quedaba oculta por mi chaqueta pero temía que se emocionase demasiado y alguien pudiera ver lo que me hacia. Pero nadie parecía estar pendiente de nosotros y axial fue avanzando poco a poco hasta alcanzar mi pezón y comenzó a acariciarlo por encima de la tela mientras con la otra mano apretaba mis nalgas y me llevaba a sentir su bulto en mi pubis.  Sentía ya hace rato la presión de su muslo contra los míos y, sin querer, sin apenas darme cuenta, había separado un poco mis muslos, lo suficiente como para que el suyo avanzase entre los míos. Mis ojos tropezaron por primera vez con los suyos y los evite, pero de nuevo volví a mirarle y, a la siguiente vez, ya no evite su mirada de deseo.  Sorprendentemente, mirarle a la cara, que era como reconocer por fin lo que yo era, me dejo mas tranquila, menos nerviosa, fue como si en ese momento me transformase y dejase de ser la esposa, la profesional, la mujer decente violada y me convirtiera en la golfa que se dejaba sobar. Su mano amasaba mi pecho, mejor diré mi  teta y eso hacia que la chaqueta no fuera suficiente protección, acerque entonces el bolso para que al menos quien estuviera a mi izquierda no pudiera ver lo que ocurría. Cuando sentí su mano en mi pubis, por encima de la falda me sorprendí porque no había sentido que cambiara de posición. Nos mirábamos a los ojos, el con deseo y con lujuria, yo intentando no mostrar lo que me sucedía por dentro. Su mano en mi pecho, su otra mano en mi pubis y nuestros ojos clavados el uno en el otro. Sentí como abandonaba la presa en mi teta e inmediatamente me sobresalte al notar el frió de su mano directamente en la piel de mi cintura, por debajo de la camisa. Me puse en tensión, eso era más de lo que estaba dispuesta  dejarme hacer, pero no contaba con que la decisión ya no estaba en mis manos, había cedido a todo, me estaba dejando sobar y ahora no me iba a permitir retroceder fácilmente. Cuando noto mi retroceso, me apretó contra el con esa mano que tocaba mi cintura mientras su dedos apretaban a través de mi falda mi pubis, mi coño. Entendí que no podía cortar aquello, al menos de momento y tan solo procure que la chaqueta cubriera bien el avance de su mano hacia mi pecho desnudo.  Su mano fría me puso la carne de gallina pero eso también activo mis pezones que, para cuando sus dedos llegaron a el, estaba duro y tenso. ¿Y yo, como estaba?  Al principio nerviosa, tensa, excitada por lo que pudiera suceder, cuando comenzó a suceder, atemorizada y pasiva, paralizada, pensando en ti, imaginando que estabas cerca, sin darte a conocer pero que me veías cumplir tus deseos. En ese momento, cuando las cosas estaban yendo demasiado lejos… excitada, húmeda, nerviosa y cargada de morbo por el peligro. Sentir el roce en mis pezones es algo que siempre me ha provocado un intenso placer y ayer mucho mas por lo que implicaba toda esa situación. Mire hacia abajo y vi. con alivio que los faldones de nuestras chaquetas se cruzaban y formaban como un parapeto tras el que se libraba nuestro baile de lujuria y que nos protegía de miradas indiscretas. Pero al bajar mi vista vi algo que no había sentido: poco a poco había ido subiendo con su mano en mi pubis la falda por delante y se veía toda arrugada entre su mano y mí estomago. Como un rayo me puse en situación y comprendí que al ser una falda de tanto vuelo no se notaria nada por detrás y quizás muy poco por los lados.  Pero aquello tenía que terminar, apenas quedaban cinco estaciones para mi destino. Sentí como sus dedos recogían la tela pacientemente hasta que note su presión directamente en mi braga.  Esto fue demasiado, y actuó en mi como un interruptor. Me tense y le forcé a sacar su mano de mi camisa, me separe lo suficiente como para que la tela de la falda cayera a su posición y, tal debió ser mi determinación que no hubo otro intento. Llegábamos en se momento a una parada y me baje.