De pajillas con el vecino.

Nos hacíamos pajas viendo al otro

Escuché unos golpes suaves en la puerta, paré y fuí abrir con seguridad de saber quién era,  seguro que había estado escuchando mis gemidos dándome cariño yo sola y se ha calentado. Viene a follarme pensé.... Que equivocada estaba el hijo de puta había venido a desahogarse pero cada uno por su cuenta....

Cerró la puerta y despacito me empujó hasta la puerta apoyando la espalda en ella. Se acercó a mi lamiendo mi cuello con la punta de lengua, un ligero roce que me hizo dar una bocanada de placer que me venía desde lo más adentro de mi vagina.  Lamió el lóbulo de la oreja derecha poniendo mi piel de gallina y los pezones gordos e hinchados de dolor,  mi cuerpo se removía buscando calor del suyo que se alejaba sin darme ese contacto.

Su boca se dirigía a la mandíbula, perfilando toda la forma hasta llegar a mi barbilla y morder marcando fuerte los dientes.

  • Me estas poniendo muy burro escuchando como te tocas ¿ lo has hecho a propósito verdad?  Estabas cachonda y te pone que te oiga igual que a ti te pone cerda oírme a mí.  Así que como sabía que estabas tan cochina que me ibas a dejar entrar para echar un polvo decidí venir,  y he acertado.

Me hablaba en un susurro,  su boca contra la mía,  respirando de los suspiros de mi boca. Tan suave pero tan duro que a mi me tenía que me subía por las paredes,  tal cual.

  • Mírate,  estas muy cachonda y deseando que te meta el

rabo ¿

verdad cariño?  Tranquila que lo haré,  sólo que esta noche no va a ser.

Me paré en seco pensando en que el gilipollas éste solo ha venido a ponerme guarrona e irse.

Acercó más sus labios a los míos,  como con intención de besarme,  yo espero con la boca abierta esa lengua viperina,  salivando igual que mi coño se baña en sus propios jugos. Mi pecho sube y baja con ritmo. Espero con impaciencia ese beso que no me da.

De repente y casi sin darme cuenta me carga en un hombro y me lleva hasta el sofá,  me deja caer y tal como caí se puso de rodillas en medio de mis piernas,  se saca la polla dura,  envenada,  cogiendo color morado en el capullo que me daban ganas de calmarle el hinchazón a lametazos bien de babas para mojar el tronquito con ellas.

Me sujeta por las rodillas y las abre como alas de mariposa, y ahí estaba mi vulva,  cubierta un poco los  de labios exteriores gorditos y carnosos. Al abrir las piernas se asomaba en todo su esplendor,  el clítoris hinchado y palpitando, del agujero caía líquido vaginal,  a veces lo contraía porque pensaba que era pipí.

  • Quiero que sigas con lo que estabas haciendo,  yo voy hacer lo mismo. Me voy a pajear mirándote,  voy a descargar los huevos encima de tu coño,  y te lo voy a restregar por todo el cuerpo, para que quedes bien impregnada de mi.

Como una guarra calentona,  que lo único que necesita es una buena ración de polla para que le quite un poco lo putita ¿ quieres eso preciosa?  ¿ quieres notar la leche caliente encima de tu pipa Rica?  Tengo que confesar que esta noche me voy a quedar con muchas ganas de coño gordo. Pero hoy no. Voy a esperar a que me lo pidas tú,  en vez de calentarme a ruidos,  para que yo venga voy a esperar ese mensaje en el que me pidas que te folle como  en la perrita que te conviertes cuando estas cachonda.

Así que empieza a tocarte que me quiero correr contigo....

Con la intención de  llenar los dedos de saliva llevé la mano a la boca,  al ver mi reacción me dijo que el me prestaba de la suya y dejó caer un chorrito de baja caliente que me puso el coño a punto de caramelo.

Abriendo más las piernas y acercando mi cuerpo al suyo para dejar su pene lo más cerca posible. Abrí mis labios con la mano izquierda y con la derecha di secas palmadas en el clítoris aumentando el sufrimiento y el calentón. Movía las caderas hacia arriba buscando un pequeño roce con el capullo goteando, el cuál el mismo dejó caer encima del clítoris para restregar con el pulgar.  Me desesperaba,  me retorcía pidiendo placer, y con la mano derecha y el coño abierto metí dos dedos dentro de la vagina dándole vueltas,  calmando mi interior palpitante.

Mis fluidos colmaban  hacía fuera cada vez que los introducía.

Su polla esplendorosa si estaba siendo consentida,  y bajaba y subía la mano apretando la dura carne que parecía explotar en cualquier momento.

Nuestros gemidos al compás parecían de estar follando a un ritmo lento pero duro. Nos follabámos desesperados con la vista y la boca medio abierta respirando entrecortado. Nuestras manos seguían en su trabajo de reventar mi coño y él su pene duro y brillante en una mezcla de fluidos y saliva que él iba escupiendo sobre la punta para darse más gustazo. Cada vez que con la mano llegaba a la base empujaba mucho como si quisiera meterla en el agujero caliente, pero luchó con fuerzas apretando un cojín para resistir. El brazo bajaba y subía más rápido,  con más intensidad,  el soltaba gemidos y burradas por la boca,  dándome directrices y órdenes para masturbarme con sus órdenes.

  • Así así,  muy bien,  abre bien ese coñito mojado con tus dedos,  venga mete otro más que con dos tu vagina se está quedando con ganas de más.

3 dedos, tres dedos moviendo en círculos y buscando un botoncito rugoso,  arrastrando el placer hacia fuera. Con la otra mano estimulaba mi pipa hinchada al máximo gritando con cada roce y estocada de mis dedos. Nuestros gemidos sonaban descontrolados en el  silencio de la noche,  con más prisa aceleramos el ritmo para acabar. Estábamos a puntito,  íbamos a explotar,  perdón ya estábamos explotando. Por cada alarido suyo salía un cañito de semen que iba cayendo por mi cuerpo. En las tetas había varios restos brillantes que él restregó por todo el pecho pellizcando pezones manchados de semen. No paraba de soltar líquido,  cayendo por el ombligo y encima del monte depilado y suave.

Me encontraba como en trance,  en una nube de polvo y satisfacción de la que no quería salir,  mi corrida inminente iba soltando en cascada al ritmo de mi follada,  y de mi boca salían obscenidades que cambiaban la expresión de su cara,  parecía un loco depravado mordiendo su labio inferior, hasta que explotó. No pudo más con el morbo y de la punta del nabo apuntando al clítoris, empezó a salir leche caliente que empezó a chocar con el garbanzo y empezó a restregar la pringue con el capullo haciendo que del coño salieran chorros a borbotones mojando  huevos y piernas. Con mis fluidos hizo lo mismo que con los suyos y restregando las manos por todo su abdomen,  pecho,  cuello y labios probando mi jugo,  con gemidos guturales y suspiros de polvazo.

Quedé exhausta resoplando y espatarrada pensando en las ganas que tenía de montar encima de su polla y penetrar bruscamente mi coñito. Sin saber,  si habría otra ocasión...  Puede ser.