De Paga-Fantas a Fuck-Friend - 3 – El Record

Nuestro segundo día en el apartamento. Nunca antes había follado tanto ni tan seguido.

Me desperté a la mañana siguiente relativamente temprano, en realidad serían cerca de las 12, pero teniendo en cuenta la noche que pasamos, pues no es que hubiésemos dormido mucho ninguno de los dos.

Hice una llamada a mis padres para asegurarme que ese día no tenían planes para el apartamento, y otra a la chica con la que salía, para ver como estaba, quedar con ella y tal.

Ya en ese momento supe iba a romper con ella, o que haría que ella me dejase, según se terciase. Por mucho que pactase yo no suelo ser capaz de llevar más de una relación al tiempo. Otra cosa es que estando en una relación surja algún ligue sin importancia o algo así, pero no quería herir los sentimientos de nadie y si iba a poder tener algún algo con Cova, mantener otra relación me parecía mal.

Me entretuve un rato viendo a Cova dormida, admirando su cuerpo desnudo y preguntándome que qué clase de hechizo o poder ejercía sobre mí, hasta el punto de hacerme desmantelar una relación prometedora tan solo para poder centrarme en ella.

Por supuesto que ella negaría cualquier tipo de influencia, era yo y solo yo el que había decidido romper, es más, como folla-amigos se supone que no nos tendría que unir ningún tipo de obligación ni compromiso, por lo que ambos éramos libres de mantener cualquier tipo de relación aparte de la nuestra, pero bueno, tal vez ella pudiera, yo no, o, al menos, con una relación “formal”.

En fin, fui a buscar algo de comer y volví con café, sándwiches, bollos y demás. Cuando regresé ya estaba despierta y dándose una ducha.

Desayunamos juntos, ella apenas tapada con una toalla. Charlamos de esto y aquello mientras mi vista se perdía en sus curvas. En cuanto terminamos me abalancé sobre ella y empecé a besarla. Me preguntó si no había tenido bastante con lo de ayer, yo, que claro que no, que casi siempre tenía ganas y con ella, pues que más.

Para que no me opusiera mucha resistencia opté por comérmela toda entera, bajé de su boca a su cuello y seguí bajando por sus pechos hacia su vientre, su monte de Venus hasta llegar a sus otros labios.

Al principio se reía un poco, pero al notar mi lengua explorando su vulva, enseguida cambió sus risillas, por gemidos.

A pesar de lo que me había dicho no tardó en corrérseme en la boca, dejándome la cara empapada con sus fluidos. Enseguida fui a besarla, y aunque al principio se mostró reticente a besarme con sus propios fluidos empapando mi cara, no tardó en devolverme los besos.

La penetré enseguida y, para mi desconsuelo, esta vez fui yo el que no tardó en correrse dentro de ella. Me quedé tumbado sobre ella, con mi miembro aún dentro suya y empecé a juguetear con sus pezones. Entonces noté como mi pene volvía a hincharse y empecé a moverme otra vez. Esta vez sí que aguanté. Me la fui follando mientras la besaba. Me encantaba besarla en todo momento y ocasión, pero si mientras follábamos, además la besaba, sobre todo si nuestras lenguas jugaban la otra, pues me ponía a 100.

Volvía correrme y la inundé con mis fluidos, más los que tenía ya de antes. Supongo que debía sentirse bastante llena. Quiso moverse, pero le pedí que se quedara quieta unos momentos, porque quería probar algo…

Me miró raro, pero accedió. Al principio no pasó nada, pero en muy poco tiempo volví a notar que mi pene se volvía a hinchar otra vez.

Muchos creerán que exagero, pero esto es completamente verídico. Yo sí que puedo decir aquello de “Me la follé tres veces, y sin sacarla”.

Esta tercera vez tardé un poco más en correrme, y cuando lo hice noté que apenas salían unas gotas pero es que era mucho y muy seguido lo que habíamos hecho.

Terminamos y fui a darme una ducha mientras ella se arreglaba un poco, mientras me duchaba bebí un montón de agua, ya que estaba casi deshidratado.

Cuando terminé y me sequé, me la encontré ya lista y en bikini para ir a la playa otra vez… Pero yo noté que volvía a tener una erección.

  • ¡¡No puede ser!! ¡Pero si te has corrido ya tres veces!

  • Pues ya me ves… ¿Por qué no me haces alguna cosilla para se me baje? Porque no quiero ir a la playa marcando paquete.

Se rió y se sentó en la cama, y empezó a chupármela. La lamió desde la base hasta la punta y se metió todo el glande en la boca y lo lamió con su lengua, volvió a bajar hasta la base y me lamió las pelotas y luego me chupó uno de los huevos.

Siguió chupando y lamiendo toda mi verga, y con una mano me acariciaba las pelotas y el perineo. Estaba ya pronto a correrme y me preguntó ¿Sigo o prefieres otra cosa?

  • ¡No pares, no pares!

Se puso en pié un momento y me besó. Sentí el sabor de sus labios y de su saliva, pero también el sabor de mi propio miembro y el precum que había estado soltando.

  • Esto por lo de antes. – Y se volvió a sentar en la cama.

Me la siguió chupando y lamiendo, y cuando ya estaba a punto, se puso mi polla entre sus tetas, me la apretó muy fuerte entre ellas, las sacudió y me las frotó hasta que estallé.

Tampoco esta vez solté mucha leche, era ya la 4ª, pero era todo un poema ver su escote con las gotas de mi leche. Quiso limpiarse, pero antes quise sacarle una foto.

Al principio no quería, luego, tras hacerme prometer que no se vería su cara y que no la mostraría accedió. Hasta hace poco conservaba esa foto en el móvil, luego, por precaución, la tuve que borrar…

Nos fuimos a la playa y echamos el día, ya a la vuelta empezamos a recogerlo todo, ya que tendríamos que volver a la ciudad, a nuestras casas y al “mundo real” en general.

  • ¿Cuándo repetiremos?, le pregunté.

  • Pues no sé, depende, tú tienes a tu chica, yo tengo mi vida, y ya coincidiremos en alguna ocasión en que nos apetezca a ambos y podamos y tal.

  • Pues tenemos que echar el penúltimo.

  • ¡¡Anda ya!! Entre ayer y hoy me has follado como para un mes entero.

  • No, ni de coña. Y la empujé sobre la cama.

Se rió, se quejó, opuso una levísima resistencia, pero me dejó hacer.

Le besé el cuello, hasta encontrar aquel punto donde se estremecía, le acaricié los pechos, y fui quitándole el pareo y el bikini.

Se lo comí otra vez, y cuando estaba a punto, la penetré. Me la follé con brio y en menos que nada nos estábamos corriendo otra vez.

Tras unos instantes se levantó y me dijo: “Anda que estás hecho el tío más “salío” y más cachondo que conozco”

-  “Que va, eres tú, que tienes como loco y me has tenido mucho tiempo detrás de ti, esperando follarte algún día, y ahora que tengo la ocasión…., pues eso…”

Se metió en el baño y yo me quedé tumbado un minuto, pero empecé a imaginar lo que estaría haciendo en el baño, y me fui calentando, me asomé y la ví allí desnuda, aseándose un poco y terminé de ponerme duro otra vez.

Me vio y se quedó un poco pasmada de verme allí, con el mástil otra vez. La agarré y la puse contra el lavabo. En seguida la volví a penetrar y empecé a follármela otra vez.

La verdad es que se me tendría que haber ocurrido antes, mientras me la follaba la veía reflejada en el espejo. Veía como se balanceaban sus pechos con mis embestidas y las caras que ponía.

Estaba tardando un poco más de la cuenta en correrme y empecé a darle cada vez más y más fuerte, la agarré de las caderas y la apretaba contra mí cada vez con un poco más de fuerza. Ella en vez de quejare parecía disfrutar cada vez más.

Vi que pasó a apoyarse en un solo brazo y con el otro empezó a tocarse. De cuando en cuando también rozaba mis pelotas. Eso me puso todavía más. Hice un esfuerzo más y le di con todas mis ganas, creo que hasta le hacía un poco de daño, incluso a mí me dolía un poco de lo fuerte que le daba.

Fue entonces cuando ella susurró ¡Córrete! Y lo hice, y de qué manera. Para ser la sexta vez que me corría en el día me sorprendió notar un chorro muy grande. Antes de darme cuenta me encontré fuera de su vagina mientras ella gemía. Bueno, o lo tiene muy bien entrenado, o al menos sé cuando se corre.

Después de esto ya sí que lo recogimos todo y nos fuimos. Tras esto Cova me consideró el tío más salido/cachondo del mundo. Lo habíamos hecho unas 10 veces en menos de día y medio, y, la verdad es que nunca antes lo había hecho tanto ni tan seguido, y, hasta la fecha, tampoco he conseguido batir este “record”, ni lo de “tres veces sin sacarla”. ¡¡Ay, juventud, divino tesoro!!

Al llegar a la ciudad nos separamos y me quedé un poco triste, porque, realmente, no sabía cuando se me iba a presentar la ocasión de volver a hacer algo con Cova…

Realmente no pasó tanto tiempo hasta la próxima vez, y además, en unas circunstancias que ninguno de los dos nos esperábamos.

Pero eso es ya otra historia, para ser contada en otra ocasión.