De Paga-Fantas a Fuck-Friend - 1 - El probador
Como tuve la suerte de pasar de ser el "amigo" de mi amigo a su folla-amigo particular y de nuestro primer encuetro en un lugar "público"
Conocí a Cova hace muchos años, en un cursillo al que asistimos los dos. Aún la recuerdo cuando se levantó para presentarse. Su coleta pelirroja, su top azul y sus leggings negros.
No es que fuera guapa, guapa, pero llama mucho la atención. Tampoco es que tuviera un cuerpazo de escándalo, pero era alta, voluptuosa y con par de “poderosas razones”. De hecho, creo que tenía y sigue teniendo uno de los mejores pechos que he visto. Generosos, muy bien puestos y mejor llevados. Cuando, con el tiempo, los pude ver desnudos, también pude apreciar lo bellísimos que eran.
Por aquel entonces yo era muy tímido, pero me llamó tanto la atención que decidí conocerla. Poco a poco fui sabiendo de ella, y mira por donde, le caí en gracia o algo, por que acabamos siendo amigos.
Claro que a mí la amistad no me bastaba, y quería conquistarla. Claro que no lo tenía fácil, ella ya me había catalogado como “amigo” y, por otra parte, salía con un joven de una familia con “posibles”.
Seguí siendo amigo suyo y, acabado el curso, nos veíamos a menudo para ir a cenar o al cine, y poco a poco, fui ganando confianza con ella y me iba contando cosas de sus vida.
Durante mucho tiempo hizo caso omiso de cualquier tipo de insinuación, declaración o proposición que le hice. Era su amigo y no quería nada más conmigo. Era, básicamente su “Paga-fantas”… L
Cuando ya me había rendido, o casi, empecé a salir con otra chiquilla. Durante un tiempo nos fue bien, pero luego el tema se rompió por motivos que no vienen al caso, pero que me dejaron bastante hecho polvo.
Cova me ayudó a salir del bache y me presentó a unas amigas, con las que acabé teniendo una aventura relatada en otra parte, y algún que otro “escarceo”.
Fue entonces cuando percibí cierto cambio en su actitud, aunque todavía mantenía las distancias, estas se habían acortado, y donde antes me rechazaba de pleno, ahora coqueteaba y hasta nos dimos un pico alguna vez, pero no pasó de ahí…
Empecé otra relación, y, otra vez, parecía que todo iba a ir bien. Fue entonces cuando Cova me llamó un día para ir a la playa. Casualmente, o tal vez no, ese día mi pareja estaba ocupada así que no podría acompañarnos. Acepté y fuimos los dos. Poco sospechaba como acabaría la historia, suponía que iba a ser otra salida en plan amigos y punto.
La verdad es que llevaba un tiempo sin ver a Cova en biquini, y cuando la volví a ver me quedé un poco boquiabierto. Hablábamos de esto de aquello, pero no podía evitar que mis ojos se me escaparan hacia su escote y otras de sus curvas. El tema es que ella lo notaba y se reía, y, como quién no quiere, me hacía poses y tal. En ese momento no se si lo hacía a propósito o no, pero me estaba provocando y me ponía no a cien sino a ¡¡¡MIL!!!
Me empecé a preguntar si todo esto lo estaba haciendo de verdad a propósito y con que motivo, ya que nunca antes había demostrado ningún interés sexual en mí. En fin, decidí seguir el juego y ver hasta dónde podía llegar, ¿Qué tenía que perder?
Después de la playa nos fuimos a un centro comercial, ya que quería comprarse algo. Todo el rato fue muy cariñosa y mimosa conmigo. Fuimos a varias tiendas de ropa y en una decidió probarse varias prendas. Cuando fue al probador me pidió que la acompañara para que le diera mi opinión sobre varias prendas.
Nos dejaron pasar a los dos, y ella entró, cada poco abría la cortina y me dejaba ver lo que se había probado. La verdad es que si ya iba caliente, con este “pase” estaba que ya no podía más. Cada cosa que me enseñaba era más atrevida, escotada, ajustada que la anterior.
Resulta que nos quedamos solos en el probador, y cuando salía la última señora, la cortina se corrió un poquito, y la vi quitándose la última prenda, casi desnuda. Con sus pechos al aire, y no pude contenerme, revisé que no hubiera nadie y entré en el reservado.
Cova se quedó un poco pasmada, prácticamente desnuda como estaba, pero no le di tiempo a protestar. La besé con todas mis ganas. Acaricié sus labios con los míos, los exploré con mi lengua, hice que abriera la boca, y, finalmente, nuestras lenguas se encontraron y jugaron la una con la otra.
No podía parar, la empujé suavemente contra la pared del reservado y exploré sus pechos, me humedecí un par de dedos y busqué su sexo. Lo encontré ya levemente humedecido, así que acaricié su clítoris mientras seguía besándola. Un minuto después me arrodillé y empecé a lamérselo, ella quiso pararme, pero ni puso mucho ímpetu en ello, ni le di muchas opciones, y me dejó hacer. Se lo lamí y comí con todas mis ganas, hasta que se corrió en mi boca.
Quise rematar la faena, antes de que os pillaran y le di la vuelta, hice que se apoyara en la pared y que sacara un poco el trasero para atrás. La penetré fácilmente y mientras me la follaba seguía acariciándole la espalda, su sexo, sus pechos. Noté que estaba pronto a correrme y empecé a darle con más fuerza, la cogí por su cadera y cada vez que me entraba dentro de ella, la empujaba contra mí con fuerza.
Sorprendentemente noté como se corría otra vez, y en nada de tiempo, me corrí yo también.
Nos arreglamos rápido y salimos del vestuario. Una de las dependientas nos miró un poco raro, no sé si sospechando lo que habíamos hecho o qué, pero le dije que nos llevábamos toda la ropa que Cova se había probado, pagamos y nos fuimos.
En el coche nos estuvimos enrollando un rato más. Y hablamos del tema. No hay aquí un final feliz, no vivimos felices y comimos perdices. Cova estuvo hablando con sus amigas y quiso probar si yo tenía algo que ella no había visto.
Eso sí, durante un tiempo no solo fuimos amigos, sino folla-amigos, y compartimos algunas experiencias que espero poder relatarles en otra ocasión.