De pablo a paula (7)
Ultima parte de esta historia
Descansamos un rato.
-Me vas ayudar con el perro –dije de pronto-
Me levante y del cajón de mi armario cogí un arnés con correas y que disponía de un pene de goma de 20 cms, uno más que mi verga y un poco más grueso por la parte de atrás tenía un mini pene de unos 7 cms para el placer de la mujer que lo usara. Se lo di a la joven para que se lo pusiera.
-La protuberancia que tiene métela en tu vagina y así quedara sujeto además rozara tu clitoris. Voy a por Carlos, quédate de pie para que te vea nada más entrar.
Le vi en “su” rincón, de rodillas y mirando a la pared. Me acerque con sigilo y agarrándole del pelo le gire.
-Vamos perro al dormitorio- le grite-
Como le tenía cogido del pelo tuvo que ir sin apoyar las manos ya que le mantenía con el dorso erguido.
Le deje a la entrada y me puse junto a Carmen que lucía una linda polla de goma.
-Ven y lubrifica los penes.
-Se acerco a cuatro patas. Comenzó con la verga de su Ama, como es normal. A pesar de hacer poco tiempo que había descargado, se me puso dura sin demasiado trabajo. La famosa pastilla azul realmente es milagrosa.
Le agarre nuevamente del pelo y dirigí su cabeza al arnés que llevaba Carmen. El muy puto comenzó a lamerlo como si realmente fuera una polla de verdad.
Me puse detrás de la joven y con una mano en el cuello de Carlos cuando me pareció apropiado le empuje para que le entrara todo el consolador. Toque el fondo de su garganta. Sufrió una arcada pero aguantó. Carmen se dio cuenta y ya era ella la que procuraba que entrara bien al fondo. El perro tenía la polla semi flácida.
Se me ocurrió una cosa.
-Lame los pies de Carmen –dije-
Se puso al momento a obedecer la orden. Yo busque mis sandalias de taconazo. Una vez puestas me acerque a la pareja.
Volví a cogerle del pelo y lo tire al suelo. Indique a mi amiga que le pusiera los pies para que siguiera lamiéndoselos. Al perro le gustaba especialmente lamer los dedos.
Yo apoye mi sandalia en los huevos de Carlos. Hice presión. Con los dedos le movía el pene desde abajo. Observe que iba ganando dureza. Luego cambie la posición. Apoye el tacón en el escroto y la suela en la polla. Presione de nuevo. El perro comenzó a gemir. Supongo que de placer, ya que no se quejaba. Decidí aumentar la presión pero no me pareció suficiente por lo que levante la otra pierna, cargando todo mi peso en la pierna que pisaba los testículos. Ahora sí que se quejo, pero le oí decir:
-Gracias Ama.
-Sube las piernas –le conteste-
Cuando quedo en posición, introduje el tacón en su ano. Yo movía el pie como si le estuviera follado con la sandalia y él tenía la polla que le iba a reventar.
-Carmen –dije- el perro esta empalmado, no lo quiero así. A ver que se te ocurre para solucionar esto.
Se quedo mirándome, por señas me indico que si le la chupaba. Negué con la cabeza y le hice señas para que le castigara.
Se arrodillo y agarrándole de los huevos se los retorció. Disfrute viendo el gesto de dolor de su cara. La joven le soltaba y volvía a retorcerlos pero la verga seguía dura. Entonces se incorporo y salió del dormitorio.
Regreso con una paleta de madera que había cogido en la cocina. Yo seguía fallándole con el tacón de mi sandalia.
Se arrodillo junto a Carlos y lo primero que hizo fue darle tres golpes en los huevos. El perro grito pero no se movió. Luego el objeto de atención de Carmen fue la verga, le dio tres más. Siguió un rato alternando los golpes, al final la polla estaba a medio floja.
-Perro –grite-
-Dime Ama –respondió-
-Ponte a cuatro patas y lubrifica con tu boca el arnés.
Carmen se puso delante y el comenzó a mojar la goma.
Cuando me pareció, dije:
-Méteselo por el culo y fóllalo, no se merece una verga de verdad. Y tu abre con las manos las nalgas.
Obedeció inmediatamente. Carmen se arrodillo, apoyo la punta en el esfínter de muchacho y comenzó a empujar. Le costó trabajo pero consiguió introducir todo el arnés. El perro empalmo de inmediato.
Me acerque a la joven y le dije en el oído:
-Muévete a tu ritmo, lo que tienes dentro del coño hará que tengas un orgasmo, preocúpate solo de eso, el perro gozara de todas formas.
Asintió con la cabeza. Me quede mirando la escena. Me gusto verlos y sentir que me iba excitando, bueno si eso posible porque ya estaba como un loca.
Carmen entraba y salía con facilidad. Se iba excitando poco a poco. Al perro le dije que ni se le ocurriera llegar y por descontado que no se masturbara.
Yo tenía la polla dura como nunca. Me la tocaba pero sin masturbarme. La joven pidió permiso para correrse. Se lo concedí. Se movía muy rápido, penetrando a Carlos con violencia, también pido permiso pero se lo negué.
Para ayudarle a controlarse, le cogí del pelo y le di un par de bofetadas. Se calmo un poco.
Le lubrifique la polla y luego me puse en mi ano.
-Perro métemela y muévete.
Comenzó a follarme, a Carmen no hizo falta que le dijera nada, ella misma acompañó los movimientos del joven. Yo me derretía de gusto.
Al cabo de un rato llame a la joven.
-Carmen ven y chúpame la polla.
Se acerco y me dijo:
-Gracias Paula, quiero tragarme tu leche.
El perro comenzó a moverme más rápido. Le di permiso para que se corriera. No tardo casi nada en hacerlo.
Al sentir su semen en mi recto note que se me endurecía aun más la verga señal de que en segundos me iba a vaciar.
Me salió una buena cantidad de semen, Carmen se atraganto un poco pero no dejo caer ni una gota. Quedamos rendidos en el suelo.
Una vez recuperados ordene al perro que se vistiera y se marchara que esa noche habíamos terminado.
Cuando se visito se acerco despidiéndose hincándose de rodillas en el suelo y me beso los pies, luego beso los de Carmen.
-Gracias Amas –fue su despedida-
Nosotras nos acostamos y Carmen se durmió enseguida. Yo estuve pensando en varias cosas. Estaba muy a gusto con Octavio, era un folla amigo. Debía mantenerlo. Carmen era otra cosa, no es que estuviera enamorada de ella, pero si la quería y además del tipo de relación que manteníamos la consideraba mi amiga.
Era casi la una del medio día cuando me desperté, Carmen ya lo estaba pero seguía abrazada a mí. Cuando se dio cuenta que esta despierta me beso.
-Gracias por esta noche, Paula.
-Ha sido magnifica –asevere-
-Sí, aunque has cambiado a tu perra por el perro.
-Que va –dije- él es para usar y luego tirar, como un pañuelo de papel. La perra, mi perra eres tú, siempre que quieras serlo.
-No quiero ser tu perra, Paula. Soy tu perra –afirmo-
De un cajón de la mesilla saque una caja y se la tendí.
-Estaba segura de ti, es un regalo.
Abrió la caja y saco un collar de acero.
-Es tu collar de perra. Lee la inscripción.
-Soy la perra de Paula –leyó en voz alta-
-Lo usaras siempre, no te lo podrás quitar, lleva un cierre de seguridad que solo se abre con una llave.
Se lo puso en el cuello y lo cerró.
-Vamos a vestirnos para ir a comer y celebrarlo –le dije-