De pablo a paula (4)
Cuarta entrega de mi historia
Durante el camino a casa no ocurrió nada, solo algún tocamiento mutuo de piernas. Cuando llegamos comencé con lo que me rondaba por la cabeza.
-¿Por qué no vas a por algo de beber, mientras que yo voy al baño? –dije-
La verdad era que no tenía ninguna necesidad de ir al baño, pero quería ir probándola. Al volver, Carmen no había regresado. Me senté en el sofá. Se presento con dos botes de cola. Me ofreció uno.
-¿No se te ocurre nada mejor que traer esto? –le pregunte sin hacer intención de cogerle el bote.
Se me quedo mirando sin decir nada.
-Coge dos vasos de tubo, ponles hielos, están en el refrigerador.
Por su cara supe que no le había hecho mucha gracia, pero se dio media vuelta, creo que pensó en un juego. Volvió con los vasos.
-Tengo ginebra y ron –dije- ¿Qué te apetece?
-Ron –respondió-
-Yo también.
Le indique donde estaban las botellas y marcho a por ellas.
Se quedo parada con la botella en la mano. La mire y no hizo falta que hablara para que prepara los cubalibres.
Me ofreció uno y luego la indique que se sentara junto a mí. Dimos un trago. La bese y al oído le dije con voz baja:
-Así me gusta, que seas obediente.
Le mire a la cara y vi que era un poema. Estaba luchando contra sus sentimientos, quería que la follara como había ocurrido en el coche, pero montárselo con una mujer, aunque fuera algo diferente al resto, no entraba en su mente.
Me quite la camiseta, quedando en sujetador.
-Quiero que me toques los pechos, Carmen.
No reacciono.
-¿Qué te pasa?, me los has visto muchas veces.
-Ya, pero tocarlos, no se me da cosa, no me van las tías.
Le agarre una mano y la lleve a mi teta izquierda. Sentí como un calambre, fue totalmente diferente a lo que sentía cuando Octavio me los tocaba. Ella se puso colorada, bellamente colorada. La bese.
-Tienes que ser obediente, hacer lo que te diga –dije tras separarme-
-¿Y si no quiero? –Contesto-
-No sé, seguramente me enfadaría –estaba apretando la tuerca-
Me quite el sujetador. Allí estaban, mis ya algo más que incipientes pechos. Se los ofrecí. Dudo, acerco la mano pero no llego a tocarlos.
Volví a besarla mientras que le subía la camiseta que llevaba, saque sus senos del sujetador. Tenía los pezones duros. Al sentirlos así, reaccione de forma automática. Le retorcí suavemente uno, pero lo suficiente para que se quejara.
-Me haces daño –dijo-
-No has sido obediente.
-Vale, vale, sé que es una tontería, pero no sé, me da cosa.
Ahora sí que me toco las tetas. Acariciándolas, jugando con los pezones, de una forma totalmente diferente a Octavio y los demás hombres con los que había estado. Me gustaba. La di un beso en toda regla, como sabia que le gustaba. Con la lengua bien metida en su boca.
Cuando nos separamos, suspiro. La deje unos segundos y le dije:
-Ahora quiero….
-Me imagino lo que quieres –me interrumpió-
-Silencio, niña. Cuando hable no me interrumpas.
Sin decir más la desnude, no era precisamente lo que la iba a mandar, pero era un apretón más de tuerca. Roce su vagina, estaba mojada.
La cogí por la cabeza y me acerque a mis pechos. Se los puse en la boca. Comenzó a lamerlos, chuparlos, incluso se los metía en la boca. Sentí mis pezones duros como nunca.
Mientras que estaba en estas tareas me quite como pude la ropa. Tenía la verga dura. La separe de mis senos. La mire a los ojos.
-Ahora me vas hacer la mejor mamada que me han hecho nunca.
Inmediatamente comenzó a pasar la lengua por mi polla. Jugando, arriba y abajo, lamiendo el glande. La deje hacer. Cuando le pareció se la metió en la boca. Creí morir de gusto. La verdad es que lo hacía bien.
Al cabo de un rato le cogí de la nuca y apreté contra mí, me tiéndale toda la verga que entraba, mientras que la decía:
-Ahora a fondo.
Se atraganto, pero no debí mantenerla en esa posición. Ella sola comenzó a meterla fondo. La frene tres o cuatro veces para que no me hiciera correr. Yo estaba como una moto pero debía controlarme ya que con las hormonas que tomaba no estaba segura de correrme dos veces seguidas.
-Despacio Carmen, recréate en lo que estás haciendo –dije con voz entrecortada-
Me lamio por media hora, la note que se estaba cansado. Era conmovedor su afán por hacerme gozar. Saque mi verga de su boca y le hice sentar junto a mí. La bese con dulzura, durante un buen rato, ella respondía con pasión. Estaba muy mojada, su vagina parecía una catara de flujo.
-Ves, cuando eres obediente, todo va bien –le susurre al oído-
No dijo nada, pero asintió con la cabeza.
La indique que se pusiera a cuatro patas. Comencé a jugar con los labios vaginales, luego con su hinchado clítoris. Suspiraba, estaba más que preparada para ser penetrada, pero aun era ponto para eso.
Luego la lamí los labios y el clítoris, ya no eran suspiros si no gemidos de placer. Luego mi lengua paso a jugar con su ano. Lo moje bien. La metí un dedo y mi lengua volvió a su clítoris. Iba alternando entre su culo y clítoris.
Se corrió en mi boca. Sus flujos aumentaron fue una gozada. La primera vez que una mujer se corría en mi boca. Me gusto.
-Eres una perra caliente –le dije cuando se recupero-
-Nadie me ha puesto como tú lo has hecho –respondió-
-Ponme la polla dura –fue mi contestación-
Inmediatamente comenzó a tocarme la verga. Luego se la metió en la boca. Yo mientras tanto volví a atacar su clítoris, note como iba hinchándose de nuevo, pero tampoco me olvidaba se su ano.
Cuando estuvimos a punto, la puse de nuevo a cuatro patas, la penetre desde atrás sin ninguna dificultad. Comencé suave, entrando y saliendo despacio. Luego aumente la velocidad y la penetraba a fondo, quería tocar el final de su vagina. Se puso como loca diciendo que se corría y dando gritos de placer.
Cuando me pareció que estaba a punto le saque la polla. Hice que se tumbara y la penetre con el clásico misionero. Al principio también suave luego mas rápido, sin dejar de besarnos.
Al poco note que se tensaba y que se iba a venir, seguí con el mismo ritmo y comenzó a correrse y yo poco después.
Cuando nos recuperamos nos besamos. Me dijo que esperaba que la follara el culo.
-Lo hare cuando me apetezca –conteste- y ahora quiero que me limpies la polla.
No dudó. Lo hizo. Cuando termino la bese una vez mas y abrazadas nos quedamos dormidas.