De nuevo en casa 3

El sábado empieza bien para Jorge con una corta charla con Susana, la recepción de los nuevos huéspedes y un interesante lavado de coche.

El sábado por la mañana me desperté antes de que sonase el despertador, anoche me había dormido al rato de poner la película, no recordaba haber visto siquiera la primera escena, a decir verdad ni recordaba cual había puesto. Después de desperezarme, levantarme de la cama y vestirme, bajé a la cocina para prepararme el desayuno. A medida que me acercaba a la cocina, me llegaba un delicioso olor a pan recién tostado.

- Jorge: (Acercándome a mi madre y dándole un beso en la mejilla) Buenos días…mmmmmm…que bien huele mama.

- Sandra: ¿Qué tal has dormido hijo? Ayer cuando llegué a casa Lizzet me dijo que ya habías subido.

- Jorge: (Sentándome en la encimera y cogiendo una tostada) Sí, estaba cansado del viaje y del trabajo, además como hoy tenía que madrugar pues me fui pronto para cama.

- Sandra: Jajaja, del trabajo dice, (señalándome una estantería) anda acércame el exprimidor que haré unos zumos. Hay que ver, del trabajo…

- Jorge: (Bajando de un salto) Bueno para ser el primer día no te quejarás, hemos dejado todo listo para hoy. (Cogiendo el exprimidor y buscando en otras alacenas) ¿Dónde están las naranjas?, que ya hago yo los zumos.

- Sandra: (Señalándome la puerta de una pequeña despensa) Ahí dentro en unas cajas que ha traído José.

Hice un par de zumos mientras mi madre terminaba con las tostadas. Durante el desayuno mi madre trató de explicarme quien era la familia del cumpleaños, pero yo seguía totalmente despistado y no me enteraba, hasta que con un “Joder hijo lo tuyo no es normal” me dejó por imposible. Yo en varias ocasiones toqué sutilmente el tema de Teresa, pero mi madre simplemente con una mirada dejó claro lo que me había dicho el día anterior, que dejara el asunto y que no metiese las narices. Cuando terminamos y recogimos todo, como aún era temprano, me fui al hotel para leer la prensa y de paso darle la lata un rato a Susana.

Susana estaba preparando las mesas para los desayunos. Después de saludarla con un par de besos y una palmadita en el culo, a lo que ella me contestó con un puñetazo en el hombro, empecé a ayudarla. Yo continuaba con mi acoso y derribo, diciéndole que estaba más guapa que nunca, que me estaba martirizando con esa actitud de darme cuerda para de repente cortarme en seco, pero ella como siempre me iba toreando y dando capotazos que yo como una vaquilla me comía uno tras otro. Cuando por enésima vez le recordaba que a ver cuando aceptaba mi invitación de ir a cenar o ir a tomar una copa, en ese instante Fred entró en el comedor y se sentó en una mesa.

- Susana: (Mientras se iba a atender a Fred y con tono jocoso) Ya sabes que me gusta tenerte revoloteando a mi alrededor. Lo de la cena a lo mejor antes de lo que te esperas me decido.

- Jorge: (Con cara de sorpresa) ¿Cómo, quieres decir que por lo menos te lo estás pensando? (Eufórico) OLEEEE…Avanzamos, despacio pero avanzamos.

- Susana: Jajajaja, nunca se sabe, a lo mejor acepto o…

- Jorge: (Interrumpiéndola sin dejar que terminase de hablar) Te tomo la palabra, has aceptado, (tapándome los oídos) no quiero oír más, lo que has dicho es suficiente (rápidamente salí del comedor para que Susana no pudiese replicarme).

Me senté en un sofá del hall a leer la prensa mientras esperaba a que llegasen los nuevos huéspedes. Estaba entretenido con la prensa deportiva cuando mi hermana entró y me llamó a voces diciendo que ya habían llegado. Cuando salí mi madre estaba con ellos y me hacía gestos de que me acercase.

- Sandra: Venga Jorge acércate, ¿aún no los recuerdas?

- Jorge: (Haciendo gesto de no tener ni idea) Pues van a tener que disculparme, pero sigo sin darme cuenta.

- Hombre: Jajaja es normal Sandra, tendrá la cabeza con sus cosas, además como el año pasado no vinimos y el anterior apenas coincidimos unos días el chico no nos recuerda.

- Sandra: Calla, calla, que sus cosas, lo que tiene es una empanada encima que no veas. Yo no se como con lo despistado que es ha podido terminar al carrera. (Haciendo énfasis en sus nombres) A ver hombre son Antonio y Berta.

- Jorge: (Estrechando la mano de Antonio y dando dos besos a Berta) Un placer. (Mirándolos más detenidamente, con gesto de estar intentando recordar) Mmmm, creo que voy recordando… (mentira piadosa).

- Berta: No te preocupes Jorge, (señalando a los chicos que charlaban con Andrea) estos son nuestros hijos Pedro y Sara.

- Jorge: (Apretando la mano del chico) Encantado Pedro, (acercándome a la chica) tu debes ser la del cumpleaños, (dándole un par de besos) felicidades Sara.

- Antonio: Hace tres veranos en la playa tuviste que echarte al agua para ir a buscarla cuando se quedó dormida en la colchoneta y la corriente la iba llevando mar a dentro, ¿recuerdas la anécdota?

- Sara: (Totalmente colorada y dando un empujón a su padre) Papaaa….

- Jorge: (Con cara pensativa y ahora si recordando la anécdota) ¿Sara?, aaa si ya recuerdo, joder cuando llegué se despertó de repente y se agarró a mi cuello tan fuerte que casi me asfixia, menudo susto tenía la pobre.

- Pedro: (Riéndose de su hermana y haciendo que los demás también nos riésemos) Jajajaja, sí, el resto de los días ni se acercó al agua, como si le tuviese alergia, jajajajaja…

- Sara: (Con cara de estar pasando una tremenda vergüenza) Joder, ya está bien nooo…

- Sandra: No les hagas caso Sara, además este (haciendo un gesto con la cabeza indicando que se refería a mi) no veas la de sustos que me ha dado y a saber de los que no me he enterado.

- Jorge: (Con tono y gesto irónicos) ¿Yo sustos?, que vaaaa, solo eran “pequeños accidentes” nada más. Además estaba todo casi controlado.

- Sandra: (Riéndose sonoramente) JAJAJAJA…tu lo has dicho CASI controlado JAJAJA…(Todos nos reímos).

Mientras llevamos las maletas al hall de entrada les contaba alguno de los “pequeños accidentes” que había tenido, tanto Sara como Pedro prestaban mucha atención y se reía, sobre todo cuando Andrea contaba los detalles más graciosos que yo fingía haber olvidado por ser a la vez los más embarazosos para mi. Una vez dejamos todo en el hall, Berta preguntó a mi madre si podía pasar a saludar a Manuela, a lo que mi madre contestó que por supuesto y se fueron a la cocina. Entre tanto acompañé a Antonio para indicarle donde dejar el coche. Ya de regreso vi como Sara salía a la puerta hablando por el móvil, sin que me viese me detuve un instante observándola. Cuanto había cambiado la niña.

Empecé a recordar la última vez que los había visto, sería hace dos años, con lo que Sara tendría 16. Entonces solo era una cría con aparato en los dientes, un ligero acné juvenil y que siempre iba con vaqueros y camisetas, una niña normal  y corriente de 16 años a la que creo recordar que le gustaba hacer deporte. Nada tenía que ver con esas mujercitas, como yo las llamo, que con la misma edad que ella parece que se comen el mundo a bocados, que se pavonean en la playa con unos mini bikinis poniendo caliente a todo el personal y que cuando las ves por la noche de fiesta, hacen que te replantees el que tengan tan solo 16 o 17 años dudándolo seriamente.

La Sara que yo recordaba en nada se parecía a la que ahora podía ver allí de pie en la entrada del hotel, ya no era aquella niña de 16, sino una mujer de tan solo 18 años. Vestía una camiseta de tirantes blanca que contrastaba perfectamente con su piel morena y que dejaba intuir unos pequeños pero firmes pechos. Jugueteaba con su larga y ondulada melena color castaño claro que se deslizaba por uno de sus hombros dejando a la vista su cuello y el otro hombro. La minifalda vaquera que llevaba (no era de esas súper minifaldas que mas que faldas son cinturones anchos, pero era lo suficientemente corta) mostraba unas torneadas y fibrosas piernas que llamaban la atención. Pensando en el tremendo cambio que había pegado, me fui acercando a la entrada donde estaba Sara que ya guardaba el teléfono.

- Jorge: (Sonriendo y mirándole a la cara) ¿Hablando con el novio?

- Sara: (Un poco colorada y bajando la mirada) No, no, que va, hablaba con las amigas que llegarán para la comida.

- Jorge: (Viendo que estaba un poco cortada) Jejejeje, no te preocupes solo bromeaba. (Tratando de que se relajase) ¿Y cuántos días os quedareis?

- Sara: Mis padres en principio hasta el próximo domingo, yo el jueves tengo que ir a casa por una carrera y si no deciden quedarse más  tiempo pues no creo que vuelva.

- Jorge: (Apoyándome en la barandilla del porche de la entrada) ¿Una carrera, que haces atletismo?

- Sara: (Ya controlando un poco mas el nerviosismo y mirándome) Si, me gusta hacer deporte, desde pequeña mis padres me anotaron a una escuela de atletismo y el jueves son los autonómicos de cross.

- Jorge: (Con gesto de admiración) Vaya correrás los autonómicos, se te debe dar bien entonces.

- Sara: (Superando ya la vergüenza y hablando mas suelta) Bueno si, el año pasado quedé cuarta de la categoría.

- Jorge: Joder Sara eso esta muy bien.

Mientras continuábamos hablando de su afición, su padre volvía de donde había dejado el coche.

- Jorge: (Dirigiéndome a su padre) No sabía que tenías una futura campeona de atletismo.

- Antonio: (Acercándose a su hija con orgullo) Si, jejeje, es mi campeona.

- Jorge: Ya me ha contado que el jueves tiene que ir a los autonómicos y que el año pasado quedó de cuarta, vamos que este año a ganar, jejeje.

- Sara: (Tratando de rebajar el optimismo) Bueno, bueno, a ver como sale la cosa, que estando aquí no podré preparar la carrera como es debido.

- Antonio: Anda Sara no te preocupes, tu entrenador te dijo que descansases y que lo pasases bien ¿no?, que el trabajo estaba hecho y con la planificación que te ha dado estarás en perfecta forma para el jueves.

- Sara: Si, pero tendré que entrenar y no olvides que tu tendrás que acompañarme.

- Antonio: Eso es cierto. (Dirigiéndose a mi) ¿No sabrás de algún sitio por aquí cerca donde poder correr tranquilamente?

- Jorge: (Señalando hacia la zona donde está la casa) Pues claro, hay unos caminos en el pinar de casa por los que suelo salir a correr. Yo hago un recorrido que son como 2 kilómetros. (Mirando a Sara) Si quieres puedo acompañarte.

- Antonio: (Poniendo cara de alivio) Eso sería fantástico, me ahorrarías el palizón de tener que ir yo, (dándose unas palmadas en la panza) que ya no estoy para esos trotes, jejeje…

- Jorge: Jajajaj…(dirigiéndome a Sara) Estaré encantado de acompañarte, si quieres claro.

- Sara: (Con gesto de  entusiasmo) Oh…si por supuesto…

- Antonio: Bueno os dejo que habléis de eso. Voy a saludar a Manuela que aún no la he visto.

Sara y yo nos quedamos un rato charlando de lo del atletismo, quedamos en que mañana por la tarde iríamos a trotar un poco y así ella podría ver el recorrido que yo hacía, para ya lunes y martes sobre las 9:30 hacer el entrenamiento que su entrenador le había preparado. Cuando entramos, hice que Sara pasase delante y así no perder la oportunidad de echar un vistazo a su culito. Llegamos donde estaban las maletas y donde mi madre y Berta charlaban animadamente. Mi madre pretendía que como regalo de cumpleaños para Sara, esta pudiese elegir una habitación para ella sola. Cuando se lo dijo, Sara se llevó una tremenda alegría y se abrazó a mi madre dándole las gracias. Su hermano también saldría beneficiado aunque tendría que conformarse con una habitación individual al lado de la de sus padres. Sara, con la ayuda de Andrea, eligió (para mi es la mejor habitación) una que tiene un pequeño balcón con una mesa y un par de sillas de mimbre, la habitación está orientada hacia el acantilado y desde su balcón se pueden ver unas preciosas puestas de sol.

Después de llevar las maletas a las habitaciones y darles la clave del wiffi para que pudiesen conectarse a internet, mi madre y yo nos despedimos hasta la comida y dejamos que terminasen de instalarse. Como no tenía nada que hacer hasta la hora de comer decidí que era un buen momento para lavar el coche, que estaba con una tremenda capa de mierda que impedía decir cual era su color original, así que fui a casa para cambiarme y ponerme un bañador y una camiseta vieja para lavar el coche sin problemas de mojarme.

El garaje de casa está en la parte trasera, la que da hacia el acantilado. Es una edificación independiente pero está pegada a la casa, se comunican por una puerta que da a una pequeña bodega que a su vez comunica con la cocina. En el garaje tengo un taller donde guardo y reparo los neoprenos, las tablas de surf, el equipo de submarinismo, también tengo montado un pequeño gimnasio con pesas, una bici estática, un banco de abdominales y una zona con el suelo acolchado y con un saco. En una esquina del gimnasio hay un viejo sofá con una televisión y un equipo de música y al otro lado un baño con una ducha. Digamos que esta es mi parte de la casa, mi madre y mi hermana saben que cuando me encierro aquí, puedo echar horas y horas haciendo mis chapuzas, arreglando algo, haciendo ejercicio, o simplemente viendo la televisión o escuchando música, saben que cuando estoy aquí encerrado no me gusta que venga nadie a molestarme.

Saqué el coche del garaje, conecté la manguera, encendí el equipo de música y lo puse a todo trapo para poder escucharlo mientras lavaba el coche y así hacerlo mas ameno. Cuando no llevaba más de 10 minutos lavando el coche vi a alguien paseando tranquilamente por el acantilado, se asomaba a la barandilla, se detenía para disfrutar de las vistas y continuaba con el paseo. De repente en el equipo de música comenzó a sonar Smells like teen spirit, una de mis canciones favoritas, pude ver como la persona que paseaba se sobresaltaba al escuchar la música y continuaba su paseo pero acercándose donde yo estaba. A medida que se acercaba pude identificarla, se trataba de Anna. Caminaba tranquila disfrutando del fabuloso día y de la música, se la veía radiante y absorta en sus pensamientos.

- Jorge: (Saludándola con la mano y gritando un poco para que me escuchase) UN DÍA PRECIOSO PARA DAR UN PASEO.

- Anna: (Medio sorprendida al verme y acercándose donde yo estaba) AHH HOLA JORGE NO TE HABÍA VISTO.

- Jorge: (Entrando en el garaje) ESPERA QUE BAJO UN POCO LA MÚSICA. (Desde dentro del garaje) ¿QUÉ TAL, CÓMO HAS PASADO LA NOCHE?

- Anna: (Ya sin tener que chillar para escucharnos) Genial, he dormido como hacía tiempo que no lo hacía (mientras decía esto Anna me sonreía) y creo que tu has tenido algo que ver.

- Jorge: (Volviendo donde el coche y poniéndome a enjabonarlo con una esponja) Jajajaja, vaya me alegro de haberte ayudado, (guiñándole un ojo) si vuelves a necesitar ayuda con eso, no dudes en avisarme, jejejeje…

- Anna: (Con gesto de que le había gustado escuchar lo que había dicho) Mmmm…eso es interesante.

Estuvimos charlando mientras yo terminaba de enjabonar bien el coche, me contó que había estado hablando con Fred y que prácticamente le había dejado claro que lo que había entre ellos se había terminado. No le había contado nada de nuestra aventura en la playa, pero le había tendido una pequeña trampa para ver si él le confirmaba lo que ella sospechaba. Le dejó caer que le había engañado en el tiempo que él había estado en Múnich, cosa que no era cierta. Fred sintiéndose ultrajado, de muy malas maneras empezó a insultarla diciendo que no era más que una puta barata, que nunca la había querido y que solo estaba con ella por pena. Le dijo que últimamente follar con ella no era más satisfactorio que hacerlo con una puerta y que llevaba tiempo engañándola con una compañera de trabajo desde mucho antes de haberse ido a Múnich.

Que poco inteligentes somos los hombres cuando nos tocan nuestra hombría, que rápido nos encendemos y largamos de todo por nuestras bocas simplemente para tratar de quedar por encima y aparentar que cuando ellas van, nosotros ya hemos ido y vuelto unas cuantas veces y que pronto nos derrumbamos cuando vemos que hemos caído en una burda triquiñuela y nos hemos descubierto sin el menor esfuerzo por parte de ellas.

Cuando Fred se dio cuenta que había caído en la trampa y que la infidelidad de Anna no era cierta, al parecer se quedó totalmente blanco, trató nerviosamente y con mucha dificultad desdecirse de todo lo que le había dicho, hasta que viendo la cara de tranquilidad con la que Anna le escuchaba se derrumbó y entre sollozos salió de la habitación para no volver hasta esta mañana para decirle que hoy trataría de buscar un billete para volverse a Alemania.

- Jorge: (Me acerqué a Anna, que estaba sentada en el alfeizar de la ventana, situándome entre sus piernas posé mis manos en sus caderas y le di un beso en la frente) Ves como tenías valor, estaba convencido de ello. (Sus preciosos ojos verdes brillaban más que nunca, tenía una mirada tranquila, como si se hubiese quitado un peso de encima. Me miraba directamente a los ojos, podía ver que su mirada demandaba algo más. Volví a besarla pero esta vez lo hice en sus labios)

- Anna: (Soltando un suspiro al sentir que mis labios abandonaban los suyos) Mmmm…últimamente  me costaba confiar en mi misma, para todo dependía de Fred, el me absorbía por completo, él era quien decidía por los dos. (Haciendo una reflexión como tratando de justificar su actitud) Supongo que era por comodidad, era más sencillo dejar que él tomase la responsabilidad de decidir por los dos y yo simplemente seguirlo… (Mirándome a los ojos) Sabes, mis amigos me decían que no me reconocían, me preguntaban donde estaba la Anna divertida, la Anna que cuando uno de ellos andaba de bajón porque tenía algún problema, se encargaba de organizar algo para animarlo y que lo superase con la ayuda de todos. Decían que estaba apagándome que yo no era así.

- Jorge: (Los ojos de Anna se humedecían y alguna lágrima se asomaba a ellos. Pasando mis manos por sus hombros la abracé contra mi pecho). Esa Anna aún estaba ahí, solo estaba escondida en un rincón esperando la oportunidad de volver y volver para quedarse definitivamente.

- Anna: (Pasando sus brazos por mi cintura y apretándose contra mí) Sí, necesitaba que alguien viniese a buscarla y la ayudase a salir de ese rincón. (Aflojamos un poco el abrazo, con lo que Anna giró su cabeza y me mió a los ojos) Ese alguien has sido tú Jorge, tú la has ayudado a volver y tienes razón en que es para quedarse definitivamente.

Agachándome ligeramente busqué los labios de Anna que ella deseosa me ofrecía. Volvimos a besarnos, pero esta vez con más pasión, nuestras bocas se fundían en una sola haciendo que nuestras lenguas luchasen apasionadamente entre ellas. Separábamos ligeramente nuestros labios para volver a devorarnos con fervor.

- Jorge: (Retirándole las lágrimas de sus mejillas) Se terminó el llorar ¿de acuerdo? Ahora quiero ver tu preciosa sonrisa y que me ayudes a terminar con el coche, bueno si tú quieres claro.

- Anna: (Sonriéndome y dándome un pico) Claro que quiero tonto.

Entré en el garaje a buscar unas chanclas para que Anna no mojase sus playeros, mientras ella se quitó la camisa y se quedó con un ajustado top amarillo sin tirantes que realzaba su figura. Le sentaba como un guante, perfectamente ajustado como una segunda piel permitiéndome apreciar sus perfectos y firmes pechos ya que no llevaba nada debajo. Cuando le llevaba las chanclas estaba de espaldas a mí, con lo que me detuve un instante apreciando su exquisito cuerpo. Llevaba un short blanco que al igual que el top se ceñía a su anatomía mostrándome sus perfectas nalgas con forma de apetecible manzana y su corazón perfectamente definido (hueco que queda entre las piernas y la zona púbica) que permitía ver a través de él. Me acercaba a Anna sin dejar de mirar aquél respingón e hipnótico culo a la vez que ella ponía su pie derecho sobre un pequeño banco de piedra y se inclinaba hacia delante para desatar los cordones. Situándome a su lado e inclinándome dejé las chanclas en el suelo mientras mi otra mano se apoderaba de una de sus nalgas y le besaba en el cuello produciéndole un ligero sobresalto.

Mientras Anna terminaba de quitarse sus playeros y ponerse las chanclas yo aclaré el coche. Una vez listo le di una esponja y cada uno empezó limpiar un lado del coche. De vez en cuando pasaba por su lado para humedecer mi esponja en el cubo con agua y jabón sin desaprovechar la oportunidad de darle una palmada en el culo, un beso, una caricia, hacerle cosquillas, estrujar mi esponja sobre su cabeza, o cualquier cosa para molestarla, a lo que ella contestaba tratando de mojarme salpicándome con la esponja. En varias ocasione Anna se vengaba acercándose sigilosamente por mi espalda y sin yo poder hacer nada me estampaba la esponja en la cara cubriéndola totalmente de espuma, entonces yo salía corriendo detrás de ella hasta alcanzarla y devolverle la jugada. Estuvimos con estos juegos hasta que terminamos de enjabonar totalmente el coche, aunque mejor dicho hasta que los dos terminamos totalmente enjabonados.

Cuando yo acababa de darle jabón a la parte trasera del coche Anna cogió la manguera y comenzó a echar agua sobre la parte delantera. Mientras ella quitaba todo el jabón del coche fui a dentro a buscar unas toallas para secarnos, pero en el momento que salía por la puerta un fuerte chorro de agua impactó contra mi cara dejándome totalmente empapado. Anna se partía de risa y me decía que estaba lleno de espuma y que era para quitármela. Salí disparado a por ella, pero en mi carrera me resbalé y me caí de culo sentado en medio de un charco para deleite de Anna que continuaba acribillándome con el chorro de la manguera. Mientras trataba de levantarme pude alcanzar el cubo que aún tenía agua, poniéndome de espaldas a Anna para que el chorro impactara contra mi espalda, me fui acercando hasta que al estar lo suficiente cerca con un rápido movimiento me gire y le lance el agua del cubo directamente a la cara de Anna quedando esta totalmente aturdida. Aproveché entonces para abalanzarme sobre ella y quitarle la manguera de las manos haciendo que los dos cayésemos al suelo. La manguera se movía de un lado para otro como un pollo sin cabeza empapándonos mientras nos revolcábamos por el suelo forcejeando y tratando de inmovilizar uno al otro hasta que conseguí agarrar las manos de Anna y sentarme sobre su abdomen haciendo que no pudiese moverse. De vez en cuando se impulsaba con las piernas levantando su tronco tratando de sacarme de encima de ella pero sin conseguirlo, hasta que ya sus fuerzas se fueron agotando bien por la intensa lucha o bien porque yo, una vez conseguí sujetar sus muñecas con una mano, con la otra no paraba de hacerle cosquillas.

- Anna: (Casi sin poder hablar por el ataque de risa que tenía) Vale, vale, valeee…me rindoo…para por favorrrr…no más cooossquillaaaa…jajajaja…paraaaAA…

- Jorge: (Estrujando ahora una de las esponjas sobre la cara de Anna) ¿Un poquito de agua entonces para la nena?

- Anna: (Sin parar de reírse) Jajajaja…paraaaa…por dios Jooorrgeeeeaaaaa…(Anna seguía moviéndose tratando de librarse)

Estuve un rato martirizándola hasta que Anna exhausta ya apenas se movía y casi no podía hablar. Me quedé mirándola fijamente, su pelo estaba completamente mojado, estaba colorada del esfuerzo de tratar de quitarme de encima y de las cosquillas que le había hecho, sobre su cara había gran cantidad de espuma que le retiré con mi mano, me miraba tierna y cariñosamente suplicándome que parase con la tortura. Su pecho se movía de arriba abajo con su profunda respiración y sus tetas se transparentaban perfectamente por el top totalmente mojado que me permitía ver como sus pezones comenzaban a endurecerse.

Situé las manos de Anna por encima de su cabeza y lentamente  deposité mis labios en su frente. Descendí hasta sus ojos dándole un tierno beso en cada uno de ellos. Acerqué mi boca a su oreja derecha y comencé a besarla para a continuación chupar su lóbulo, bajé por su cuello deslizando mi lengua por el dirigiéndome a su mandíbula, que al alcanzarla comencé a mordisquearla hasta llegar al mentón e introducirlo en mi boca. Solté las muñecas de Anna y mis manos se deslizaron acariciando sus brazos casi sin tocarla. Anna soltó un profundo gemido a la vez que su piel se erizaba por la leve caricia de mis manos. Me incorporé para poder ver su cara mientras continuaba con mis sutiles caricias. Anna cerraba los ojos y mordía su labio inferior reflejando en su cara el placer que le producían mis caricias, su cuerpo se estremecía con el movimiento de mis manos y su respiración comenzaba a agitarse y a ser cada vez más profunda.

Me quedé inmóvil observándola, abrió los ojos y los clavó en los míos con una tremenda expresión de deseo, con mi dedo índice acaricié sus labios suavemente, ella abrió la boca y con la punta de su lengua buscó mi dedo. Comencé a acariciarla haciendo pequeñas circunferencias sobre ella y poco a poco fui introduciéndolo en su boca hasta que cuando estuvo ligeramente dentro cerró sus labios y empezó a chuparlo con deleite. Yo lo movía despacio metiéndolo y sacándolo, introduciéndolo cada vez más, Anna lo apretaba entre sus dientes cuando yo comenzaba a retirarlo para succionar cuando yo lo introducía.

Ver como Anna me miraba fijamente al tiempo que ardientemente chupaba mi dedo me estaba poniendo tremendamente caliente y mi polla empezaba a marcarse con fuerza en mi bañador. Retiré el dedo de la boca de Anna haciendo que esta soltase un quejumbroso gemido, que apagué al besarla apasionadamente introduciendo mi lengua y recorriendo con ella hasta el último rincón de su boca. La cogí de las manos y comencé a incorporarme haciendo que ella sin despegarse de mi boca lo hiciese al mismo tiempo hasta que nos levantamos los dos por completo y nos abrazamos comiéndonos enardecidamente. Posé mis manos en su culo y la levanté haciendo que Anna pasando sus brazos por mi cuello y con sus piernas entrelazadas a mi espalda quedase totalmente suspendida en el aire.

Sin separar nuestros labios fui entrando en el garaje con Anna colgada de mí devorándonos mutuamente. Ya dentro cerré la puerta con el talón, me acerqué al viejo sofá y la senté sobre el respaldo, Anna apresuradamente me quitó la camiseta casi arrancándomela, yo comencé a masajear sus duros pechos por encima del top haciendo que sus pezones se endureciesen más y más para poder pasar a apretarlos entre mis dedos. Su cara estaba totalmente congestionada fruto de la pasión con la que mis manos trataban sus pezones y de su boca comenzaron a surgir gemidos de placer cuando mi boca se abalanzó sobre uno de ellos. Anna entre gemidos deslizaba sus manos por mi espalda hasta llegar a mi culo, para apretarlo fuertemente contra ella.

Mi pene se apretaba entre sus piernas pudiendo ella sentir perfectamente la considerable dureza que este estaba alcanzando. Lentamente pasó una de sus manos a mi pecho y comenzó a acariciarlo deteniéndose sobre mis endurecidos pezones y tirando de ellos alternadamente. Sus caricias hacían estragos en mi polla, pues producían descargas eléctricas que salían de mis pezones y que recorriendo todo mi cuerpo terminaban acumulándose en ella haciendo que esta ya se encontrase en plenitud de condiciones.

Después de martirizar mis pezones deslizó su mano por mi pecho hasta depositarla sobre mi falo por encima del bañador y comenzó a frotarlo con energía. Yo subí de sus pechos a su cuello paro morderlo y chuparlo como si de un vampiro se tratase mientras con mis manos deslizaba su top hasta su cintura descubriendo sus magníficas tetas coronadas por unos pezones duros como el acero.

Volví de su cuello a sus tetas y mientras mi boca se aferraba a su pezón izquierdo mis manos se deslizaron a su cintura para desabrocharle el short e introducirse entre sus piernas, momento en el que ella bajaba mi bañador para liberar mi humeante mástil. Mis dedos comenzaron a juguetear con su rajita comprobando lo tremendamente encharcada que estaba, ella con sus dos manos aferradas a mi polla me pajeaba haciendo que mi glande asomase y reluciese como nunca. Su hinchado clítoris pronto recibió las primeras caricias de mis dedos que arrancaron sonoros gemidos de su boca, que se convirtieron en gruñidos de placer cuando comencé a pellizcarlo con ellos. Sus manos apretaban fuertemente mi falo y lo pajeaban con furia incluso produciéndome un ligero dolor.

- Jorge: (Separándome de ella haciendo que soltase mi polla) Eres tremendamente caliente Anna, me pones a mil nena.

- Anna: (Con cara de niña buena y sin quitar la vista de mi pene) Ven aquí quiero mi jugueteeee…

- Jorge: (Acercándome lo suficiente para poder bajarle hasta el suelo el short y el tanga, pero que ella no pudiese alcanzarme) Lo vas a tener pequeña, pero no en tus manos.

- Anna: Dámelo donde quieras, pero dámelo, es mi juguete.

De golpe me acerque a ella pegando nuestros cuerpos y besándola con fiereza, mi polla se frotaba sobre su coño y se humedecía con los fluidos que derramaba. Nuestras lenguas luchaban en nuestras bocas tratando de dominar una a la otra como anteriormente habíamos hecho nosotros sobre la hierba. Deslicé una mano entre nuestros cuerpos para sujetar mi verga y situarla a la entrada de su chorreante coño y de un potente y único golpe la incrusté en su interior hasta la base haciendo que soltase un tremendo quejido de dolor por la potencia de la penetración. Sin detenerme a que su coño se acostumbrase a la tremenda intrusión comencé a bombear sin ningún tipo de miramientos, cada vez con más furia y con más fuerza, cada embestida más profunda y más demoledora. Sus gemidos eran de dolor pero sus manos apretaban mi culo a cada embestida haciendo que fuesen más potentes.

- Anna: ¡¡¡AAAAYYYY…….MMMMMMMMMM….AAAAAAAAAAAGGGGGGGGGGHHHH……SSSSSIIIIIII…..MMMMMAAASSS FUERTEEEE JORGEEEE….AAAAAGGGGGHHHHH…..SSSSSSSIIIIIIII....MMMMMM!!!

- Jorge: (Perforándola con toda la fuerza que podía) ¿Así nenaaAA…..te gusta así de duro Annaaaa….MMMM…..Ssssientes como mi polla te revienta el coñooooOOO….?

- Anna: (Sus quejidos ya empezaban a ser una mezcla de dolor y de placer) ¡¡¡MMMMMMMM….SSSIIII JORGEEE…..MAS, MAS, MAAAAASSSS…..OOOOOOUUUMMMM!!!

Imprimiendo a cada embestida más potencia, hacía que Anna incluso llegase a despegarse por completo de su asiento, mis testículos chocaban contra su perineo produciendo sonidos como si alguien estuviese azotando unas nalgas, los chillidos de Anna retumbaban en todo el garaje y sus uñas rasgaban mi espalda produciendo pequeños surcos a su paso.

Ahogué sus aullidos con mi boca cuando empecé a acelerar mis embestidas, su coño se apretaba terriblemente a mi polla masajeándola deliciosamente y comenzaba a palpitar indicando que su corrida no tardaría en llegar. Mis empellones se aceleraron de tal manera que Anna tuvo que separar su boca de la mía para poder berrear atronadoramente. Apretándose contra mi y clavando las uñas en mi espalda, hasta el punto de sentir como la sangre brotaba y resbalaba por ella, Anna comenzó a correrse liberando un océano de flujos por su coño a la vez que este estrujaba con fuerza mi polla. Yo no me detuve y continué perforándola con furia, de su coño no paraban de salir fluidos que resbalaban por nuestras piernas y mojaban el suelo. Su corrida era brutal y su coño vibraba abrazado a mi polla. Exhausta de la tremenda corrida Anna se derrumbó sobre mí incrustando su cabeza en mi cuello y mordiéndolo con fuerza, pues yo continuaba taladrándola profundamente espaciando los empellones hasta detenerme con mi polla totalmente incrustada en su coño.

- Anna: (Suspirando y susurrando) Me matas cada vez que me corro Jorge.

- Jorge: (Girando mi cabeza y mordiendo ligeramente su mejilla) Pues van a tener que detenerme Anna o no pararé hasta exterminarte.

- Anna: Hehehe, si te detienen yo me encargaré de liberarte de nuevo.

Me salí de dentro de Anna y me alejé ligeramente de ella. Mi polla desafiante apuntaba al techo y relucía por lo empapada que estaba debido a su abundante corrida. Anna se bajó de su asiento y lentamente fue acercándose a mí hasta alcanzarla con una mano. Lentamente se puso de cuclillas y comenzó a acariciar mi glande con su lengua para luego descender por el tronco hasta la base recogiendo cada gota de sus jugos que impregnaban mi falo y volver a subir lentamente hasta mi glande para con la punta de su lengua recoger el líquido pre seminal que salía del orificio de este. El placer que me daba con su lengua se reflejaba en mi expresión y en los suspiros que empezaban a salir de mi boca. Anna seguía pasando su lengua por cada rincón de mi mástil pero sin introducirlo en su boca, hasta que después de estar jugueteando con su lengua sobre mi glande y comenzar a mordisquearlo, lo que me torturaba sobremanera, lo introdujo hasta la corona y comenzó a succionar a la vez que su lengua lo acariciaba por debajo. Todo esto lo hacía sin ayuda de sus manos, las cuales estaban posadas en mis muslos para impedir que yo de un golpe le metiese mi polla hasta la garganta.

La mamada que Anna me estaba regalando era brutal y ver como en todo su proceso no dejaba de mirarme a los ojos me estaba volviendo loco, mis testículos se estaban hinchando de tal manera que necesitaba descargarme o explotarían, así que hice que Anna se levantase quejándose esta al hacer que mi polla saliese de su boca, la bese ligeramente y le fui dando la vuelta hasta hacer que me diese la espalda totalmente. Mis manos se apoderaron de sus tetas y comenzaron a masajearlas delicadamente a la vez que mi boca mordisqueaba su cuello. Nuestros cuerpos danzaban haciendo que mi polla se frotase entre sus duras nalgas sintiendo como estas se apretaban sobre ella. Moviéndome hábilmente hice que mi pene se deslizase por el corazón de su culo y comenzase a frotarse con su de nuevo chorreante coño a la vez que mis manos comenzaban a aplicarse un poco mas intensamente sobre sus pezones que apuntaban al techo como los pitones de un miura. Anna empezó a gemir y a suspirar mientras los dos movíamos nuestras caderas acompasadamente haciendo como si estuviese penetrándola. Sus labios menores cubrían mi polla con nuestros movimientos y mi glande rozaba su nuevamente hinchado clítoris haciendo que Anna arremetiese con su culo contra mi pelvis con fuerza para sentir aquellos intensos besos de mi glande sobre su clítoris.

- Anna: (Con una voz cargada de deseo) Mmmmmetemela Jorgeee….haz que me muera de nuevooo……mmmmmm. Oooouummmm….quiero que me llenes con tu pollaaaammmm….quiero ordeñarla con mi coño Jorgeeemmmmm….

Lentamente fui situándome de manera que mi glande apuntaba de lleno a la entrada de su coño, sin dejar de movernos mi polla lo presionaba tratando de introducirse pero yo detenía su avance, aquel placentero martirio hacía que Anna me suplicase que se la metiese. Yo callaba sus súplicas con mis labios que ella mordía con desesperación. Aquél juego además de martirizarla a ella me estaba destrozando a mi también por el deseo de penetrarla, así que ya sin poder alargarlo más lentamente comencé a introducirme en ella sintiendo como cada centímetro de mi polla era absorbido por su cálido y húmedo coño. La brusquedad de mi primera incursión en su coño dejo su lugar a la delicadeza de esta nueva aventura en las entrañas de Anna. Muy lentamente fui ensartándola hasta que mi pelvis se posó sobre sus nalgas quedándonos así inmóviles disfrutando del perfecto acoplamiento de nuestros cuerpos.

Con suavidad y deleite comenzamos a movernos como antes pero esta vez con mi polla totalmente dentro de su coño, mi boca mordía apasionadamente el cuello de Anna mientras sus manos se apoderaban de mis nalgas apretándolas y ayudando en mis lentos pero profundos movimientos. Mis penetraciones eran espaciadas y lentas pero profundas e intensas lo que nos hacía disfrutar de cada uno de nuestros movimientos. Poco a poco comenzamos a movernos con más cadencia pero con suma delicadeza a la vez que nuestras respiraciones se hacían cada vez mas apresuradas. Nuestros húmedos cuerpos danzaban al compás de los sonidos de mi pelvis chocando con sus nalgas y mi polla sentía cada vez más el apasionado abrazo de su coño.

Mis manos masajeaban y apretaban las tetas de Anna sin dejar de estimular sus ardientes pezones, una de mis manos comenzó a deslizarse por su cuerpo camino de su entrepierna y al alcanzarla directamente se introdujo en ella en busca de su clítoris. Al alcanzarlo comencé a frotarlo intensamente lo que hizo que Anna comenzase a gemir con insistencia a la vez que su coño como si hubiese pulsado yo un interruptor se encharcase incluso más si cabe haciendo que mis penetraciones fuesen los más profundas posibles.

Hice que Anna se inclinase y posase sus manos sobre el respaldo del viejo sofá, mientras yo con mi pecho apoyado sobre su espalda continuaba acariciando su clítoris y ensartándola con mi polla. Anna estaba totalmente entregada, embriagada por el placer que mi polla y mi mano le estaban dando comenzaba a abandonarse a un nuevo e intenso orgasmo. Sintiendo como Anna se acercaba a su corrida comencé a acelerar mis embestidas y a mover mi cadera de forma que mi polla frotase cada rincón de su caverna. Mi pelvis se aplastaba sobre sus nalgas a cada embestida y mi glande chocaba contra su útero haciendo que Anna ya no pudiese soportar más tanto placer y comenzase a temblar y a chillar con fuerza. En ese instante de su máxima excitación su coño apretaba y vibraba sobre mi polla haciendo que esta se hinchase como nunca anunciando mi próxima corrida que amenazaba con inundar las entrañas de Anna y con un diestro movimiento de mis dedos apreté entre ellos su clítoris haciendo que Anna estallase en un estruendoso bramido que posiblemente se habría escuchado fuera de las paredes de aquel garaje donde ambos estábamos disfrutando de un monumental polvo.

Anna se corría entre alaridos liberando un rio de flujos como si se estuviese meando a la vez que los músculos de su vagina producían tremendas descargas eléctricas sobre mi pene haciendo que yo con una serie de profundos empellones me corriese con un no menos sonoro aullido descargando una ingente cantidad de semen que rebosaba de su coño mezclada con sus jugos y que se deslizaba por sus muslos hasta caer al suelo. Desplomado sobre la espalda de Anna y ella a su vez sobre el respaldo del viejo sofá terminé de descargarme con mis últimos pero no por ello menos profundos envites hasta quedarme totalmente inmóvil con mi polla guarecida en las entrañas de Anna.

Así unidos permanecimos unos instantes hasta recuperarnos del tremendo placer que nuestros cuerpos habían experimentado. Mi polla comenzaba a perder vigor y poco a poco fue retirándose de su guarida para una vez fuera permitir que una gran cantidad de mi semen mezclado con sus fluidos saliese a borbotones de su coño. Rendido me senté en medio del viejo sofá mientras Anna todavía continuaba tumbada sobre el respaldo, acerqué mi boca a la suya y la besé con ternura. Anna todavía jadeaba de la intensa lucha que habíamos librado. Estirando mis brazos hacia atrás alcancé sus manos y ayudándola a incorporarse la guié haciendo que se tumbase estirada sobre el sofá con su espalda sobre mis piernas.

- Jorge: (Acariciando su barriga y jugueteando en su ombligo) Eres preciosa Anna y además una bestia follando nena.

- Anna: (Acercando una de sus manos a mi cara y haciendo que agachase mi cabeza para besarme) Tu me enciendes así Jorge, nunca he disfrutado tanto con el sexo como estos dos días contigo. Nublas mi razón y haces que mis instintos afloren desenfrenados. (Acurrucándose sobre mí y besando mi abdomen) Sabes, anoche cuando Fred se fue tenía una sensación extraña, sentía como si te hubiese utilizado en su contra, como si fueses mi venganza por lo que él me había hecho, pero al mismo tiempo recordaba lo de la playa y me daba cuenta que en ningún momento actuaba movida por la venganza, sino que aquello surgía fruto de las sensaciones que estabas haciendo que surgiesen en mí, sensaciones que estaban olvidadas.

- Jorge: Ya te he dicho que todo eso no se había ido sino que estaba arrinconado esperando a que tu fueses de nuevo a recuperarlo (Acariciaba su cara con ternura mientras la observaba detenidamente).

- Anna: (Clavando sus ojos en los míos con una mirada tremendamente turbadora) Me gustas Jorge, me encanta como me tratas, como me hablas y por supuesto como haces que me corra descontroladamente.

Los dos estallamos al unísono en sonoras carcajadas. Pese a aquel momento de risas, el tono con que Anna me había dicho aquello era totalmente sincero aunque hubiésemos estado riéndonos durante un largo rato. Mi cabeza estaba procesando aquella información que Anna me había dado y sinceramente estaba un poco aturdida. Anna era una mujer verdaderamente hermosa y parecía ser bastante inteligente, me gustaba la actitud que había tenido en el día de ayer durante el tiempo que estuvimos charlando y divirtiéndonos en la playa, en nada se parecía a la chica que decía haberse convertido y que sus amigos no reconocían como la verdadera Anna, pues había sido simpática, decidida y muy divertida, a la vez que luego pude comprobar que era tremendamente apasionada y activa sexualmente hablando. A mi mente llegó un sentimiento que hacía tiempo que no venía, o solo lo hacía muy de cuando en vez, cuando tenía noticias de una determinada mujer de mi pasado, o cuando estaba con Susana tratando de seducirla.

CONTINUARA.

P D. Siento haber tardado un poco en publicar esta tercera entrega, espero no demorarme tanto en la siguiente. Gracias por los comentarios y os animo a que continuéis haciéndolos.

Gracias a todos, espero que lo disfrutéis.