De nuevo en casa 2

La tarde para Jorge transcurre entretenida entre montar lo necesario para el cumpleaños del sábado y la cita con los alemanes.

El recuerdo de la intensa noche que había pasado con Verónica, hizo que en mis calzoncillos se marcase una considerable erección y una de mis manos aprovechase para deslizarse bajo ellos y acariciar mi polla. De esta guisa me encontraba yo tumbado sobre mi cama, cuando de repente siento como alguien entra en mi habitación y suelta un pequeño grito de sorpresa, haciendo que sobresaltado me despierte.

- Mujer: (Totalmente sorprendida) ¡¡AAAAYYY!!...Perdón lo siento…

- Jorge: (Incorporándome y retirando mi mano) Jooderrrr…no sabes llamar a la puerta coñooo…

- Mujer: (Con tono de suplica y con un gesto de disculpa) Perdón, perdón, perdón…pensé que no había nadie…lo siento…

- Jorge: (Sentándome, apoyando la espalda contra la cabecera de la cama y con voz conciliadora) Está bien, no te preocupes, pero la próxima vez mejor llama a la puerta (en la posición en que estaba, trataba de disimular mi erección)

- Mujer: De verdad que lo siento, la señora Sandra me mandó que viniese a preparar la habitación y pensé que no habría nadie…(Mientras decía esto, la mujer permanecía de píe en la puerta, con cara de sorpresa y mirándome no precisamente a la cara)

- Jorge: Bueno, no importa, ya te has disculpado. Me llamo Jorge y soy el hijo de Sandra, ¿tu quién eres? (No conocía a la mujer que tenía en frente, por el uniforme suponía que era del servicio de habitaciones)

- Mujer: (Volviendo a mirarme a la cara) Me llamo Lizzet, trabajo en el hotel y también me encargo de la casa.

- Jorge: Encantado Lizzet, entonces debes ser la nueva encargada de la casa…(Mientras me levantaba y me acercaba a la mujer, pude ver como su mirada me recorría de arriba abajo, deteniéndose más de la cuenta en cierta parte de mi anatomía que, aunque ahora ya con menos vigor continuaba marcándose en mis calzoncillos).

- Lizzet: (Ruborizada al ver que me había dado cuenta del repaso que me había dado) No…no…no se preocupe, volveré en…en otro momento cuando haya terminado…

- Jorge: No hay problema Lizzet ya me iba y no me trates de usted que no so y tan mayor.

Yo tampoco perdí el tiempo y le dediqué un buen repaso a Lizzet, aunque debido al uniforme no pude hacerme una gran idea de la mujer que tenía en frente. Lizzet era mulata, con el pelo negro al igual que sus ojos y con unos labios carnosos que llamaban la atención. Cuando pase a su lado pude comprobar que yo no era mucho más alto que ella, bajo el uniforme se adivinaba unas estupendas tetas y lo que si no podía ocultar este, eran unas caderas poderosas acompañadas de un culo de infarto.

Me fui al baño con la intención de refrescarme y vestirme, mientras cerraba la puerta pude ver como  Lizzet se agachaba para recoger la ropa que había sacado de la maleta y dejado por el suelo, ofreciéndome una perfecta visión del tremendo culazo que tenía. Esta fabulosa imagen, los calientes recuerdos de la noche vivida con Verónica y el morboso repaso que me pegó Lizzet, todo ello hizo que mi herramienta volviese a ganar brío, de modo que decidí meterme en la ducha para tratar de bajar el calentón que a lo tonto tenía encima.

En la ducha no podía quitarme de la cabeza los carnosos labios de Lizzet y mucho menos su magnífico culo, lo que no ayudaba a que el agua templada bajase el empalme que tenía. Tampoco ayudaba el morbo que me daba el saber que la dueña de aquel tremendo trasero que se dibujaba en mi mente, estaba a unos metros, con lo que decidí hacerme una grandiosa paja para bajar el calentón. Me imaginaba la tremenda mamada que aquella mujer podría darme con su boca, como aquellos labios succionarían mi polla, la recorrerían de arriba abajo, como chuparían mis testículos y como volvería a ordeñarme hasta que le diese la ultima gota de mi leche. Mi mente se turbaba cuando me imaginaba poniéndola a cuatro patas, situándome tras ella y enterrando súbitamente mi mástil en su culazo, como la sujetaría por las caderas y como bombearía con furia dándole palmadas en aquellas nalgas hasta correrme y llenarle los intestinos de mi leche.

Después de aliviarme, terminé de ducharme y salí del baño con la toalla en mi cintura. Lizzet ya había terminado de preparar la habitación, sobre la cama estaba perfectamente doblada la ropa que había traído en la maleta y que había tirado por el suelo. Me vestí y bajé al salón para ir a comer, pues ya era hora y mi estómago pedía alimento. Mi hermana ponía la mesa justo cuando mi madre entraba junto a Teresa y yo aparecía por las escaleras.

- Andrea: Vamos J échame una mano a poner la mesa.

- Jorge: (Con cara de burla) Si lo haces genial Andrea, no quiero interferir en tu fantástico trabajo.

- Andrea: (Medio riéndose, medio enfadada y haciendo muecas) Ja ja ja, que SIM PA TI CO…

- Jorge: (Acercándome a Andrea y dándola un beso en la mejilla) Ahora te ayudo, deja que vaya a saludar a Teresa que aún no la he visto (continué hacia donde estaban mi madre y Teresa)

- Teresa: (Viendo como me acercaba y sonriendo) Anda mira quien anda por aquí, ¿qué estás de visita o…?

- Jorge: (Cogiendo a Teresa por la cintura y levantándola en el aire) Siii, he venido a pasar unos días y a verte ya que tu no vienes a visitarme nada.

- Teresa: Aaauugch…para locooo…jajajaja…

- Sandra: (Sonriendo) Deja de hacer el imbécil Jorge y lleva esto a la cocina.

- Teresa: (Golpeándome ligeramente en los hombros) Haz caso a tu madre y bájameeee....

- Jorge: (Haciendo pucheros y un poco de teatro) Que poco me quieres Tere, antes cuando llegaba te lanzabas a mis brazos y me comías a besos (bajaba a Teresa y la dejaba en el suelo).

- Teresa: Hehehe…que payaso eres (mientras Teresa me abrazaba, apoyaba su cabeza en mi hombro y con voz queda me decía cerca de mi oído), tenía muchas ganas de que llegases Jorge.

La voz de Teresa me sorprendió un poco, lo que hizo que me separase ligeramente de ella y la mirase a los ojos. Pude ver una expresión extraña en ella, como de tristeza y melancolía.

- Jorge: ¿Te encuentras bien Teresa, va todo bien?

- Teresa: (Dándome dos besos) Pues claro tonto, solo que tenía muchas ganas de verte.

- Sandra: Venga Jorge haz lo que te he dicho y pon esto en la nevera.

Cogí la bosa que llevaba mi madre en la mano y me fui a la cocina, saqué lo que había dentro de ella (eran unos pasteles) y los metí en la nevera. Luego volví al salón y ayudé a Andrea a terminar de poner la mesa. Haré un inciso para contar la relación que teníamos Teresa y yo.


Cuando llegamos de USA yo tenía 17 años y Teresa 22, ya nos conocíamos de las veces que yo venía de vacaciones. Teresa fue de gran ayuda para que mi adaptación fuese lo más rápido y mejor posible. Al principio de llegar, como realmente no tenía amigos, tan solo conocidos, pasaba casi todo el día en el instituto, la playa y el ordenador, apenas me relacionaba con nadie. Ella insistía en que tenía que salir a divertirme y a hacer amigos, que metido en casa no iban a aparecer por si solos. De vez en cuando por no aguantarla, salía con ella y su grupo de amigo y así poco a poco fui consiguiendo también el mío. Nuestra relación se fue estrechando cada vez más, llegando un momento en que Teresa empezó a interesarme ya no solo como la gran amiga que sin duda era, sino como mujer.

Teresa es de esas chicas que cuando te cruzas con ellas, hay algo no sabes el que, pero tienes que girarte para verlas bien. No por que sea un tremendo pibón, o porque tenga unas tetas descomunales, o porque sea la chica mas guapa que nunca hayas visto, no, es otra cosa que nunca supe definir. Cada año que pasaba, mi atracción por Teresa iba aumentando, llegando incluso a afectar en cierta forma, en mi relación con las mujeres. Llegó un día que con la excusa de que ese fin de semana sería su 25 cumpleaños, no se como pero reuní todo el valor que pude y le envié un ramo de rosas con una carta en la que le contaba todo lo que sentía por ella. Bueno todo el valor tampoco, porque yo estaba en la ciudad donde estudiaba a 200 kilómetros y prácticamente en toda la semana no encendí el móvil. Cuando el viernes iba hacia casa, todo el camino iba rallándome la cabeza pensando en la liada que me esperaba, pero para mi sorpresa, cuando me encontré con Teresa y en un momento en que estábamos a solas, se acercó y dándome un tierno beso en los labios me dijo que teníamos que hablar. En ese cumpleaños en lugar de yo regalarle algo a Teresa, ella fue un regalo para mí.

Durante un tiempo mantuvimos como una relación, aunque siempre a escondidas porque ella no quería que nadie lo supiese. Decía que tenía miedo a que no les pareciese bien a sus padres y que se estropease todo. Actualmente Teresa y yo no estamos juntos ni nada, de hecho ella se casó (con un imbécil integral) y tuvo una preciosa hija, pero nuestra relación es cada vez más fuerte. Incluso estando casada, Teresa venía de vez en cuando a visitarme aprovechando cuando su marido salía de viaje, y en ocasiones digamos que recordábamos viejos tiempos, siempre con precaución de que ella no se quedase embarazada. En uno de aquellos encuentros tuvimos un problema con el condón coincidiendo además con la semana en que no tomaba las pastillas anticonceptivas. Estuvimos unos días bastante acojonados, hasta que ella me dijo que todo había ido bien y que no había pasado nada, aunque yo no lo tengo tan claro, pues poco tiempo después saltó la noticia que Teresa estaba embarazada. Ella siempre me ha dado largas y ha mantenido que Tamara, su hija, es de su marido, aunque conmigo nunca ha sido del todo taxativa. De modo que podéis ver que la relación entre Teresa y yo es muy especial.


Mientras Andrea y yo terminábamos de poner la mensa, yo la interrogaba acerca de como estaban las cosas por aquí y sobre todo si a Teresa le pasaba o había pasado algo. Mi hermana me lo contaba todo, así que de saber algo, tenía certeza de que me lo diría. Por lo visto Teresa llevaba un tiempo un poco rara y distante, aunque Andrea había hablado mucho en ella no le había dicho nada al respecto, así que del comportamiento extraño de Teresa no saqué nada en claro.

Cuando llegaron Manuela y José con la comida, nos sentamos todos a la mensa y comimos animadamente. Durante la comida charlamos de lo mal que estaban las cosas en el país, del problema de Miguel (el que ayudaba a José) con su suegra, de lo grande y simpática que estaba Tamara,…., aunque uno de los temas principales, era el como me había ido todo este tiempo en la universidad. En todas estas conversaciones Teresa no intervenía o lo hacía muy poco, lo que hacía que me inquietase cada vez más, estaba claro que algo le sucedía.

Una vez terminamos y recogimos la mesa, mi madre y yo nos quedamos tomando un café. Mi hermana iría a casa de una compañera, Teresa a recoger a su hija y Manuela y José a sus cosas. Durante el café mi madre me dijo que el sábado a las 9:00 llegaría la familia del cumpleaños y que quería que estuviese en el hotel cuando llegasen para recibirlos. Al parecer era una familia que casi todos los veranos venían al hotel, con lo que nos conocían a todos, yo no recordaba muy bien quienes eran, lo que es normal en mí pues soy un tremendo despistado. Mientras charlábamos aproveché para ver si mi madre sabía algo de lo que le podría estar pasando a Teresa.

- Jorge: Bueno mamá, entonces por aquí todo como siempre ¿no?

- Sandra: Si más o menos todo igual (con gesto pensativo), bueno la encargada de la casa es nueva, creo que no la conoces.

- Jorge: Hehehe…si ya me he dado cuenta, la he conocido antes de bajar a comer, muy guapa por cierto.

- Sandra: Se llama Lizzet, es una chica muy maja, (mirándome a los ojos y con cara seria) seguro que os llevareis bien.

- Jorge: (Como no habiéndome enterado de su cara) Eso me ha parecido y también muy atenta, incluso me ha doblado toda la ropa que traía en la maleta…

- Sandra: (Interrumpiéndome y de nuevo con seriedad) Déjate de tonterías, ya sabes a que me refiero, es una chica muy tímida y no quiero que la andes molestando con tus mamonadas.

- Jorge: (Haciéndome el ofendido) Joder mamá, que ya he madurado.

Mi madre me conocía perfectamente, sabe lo mucho que me gustan las mujeres y que pronto entablo amistad con ellas, hasta que sin darse cuenta, más de una se despertaba en mi cama aturdida y diciendo que no sabía como había sucedido, que no debería de haberlo hecho etc, etc, etc… Sabía perfectamente que con Lizzet no haría excepción, pues como había sucedido con todas las mujeres que habían trabajado en el  hotel y fuesen de una edad similar a la mía, había estado tonteando con ellas y a más de una me la había llevado al huerto. A mi madre no le gustaba nada que anduviese tonteando con el personal. Solo el tonteo que tenía con Susana le parecía bien, no se si porque sabía que ella controlaba perfectamente la situación y continuamente me daba de bruces contra una pared y le hacía gracia, o porque decía que le encantaría que encontrase una mujer como Susana para que sentase la cabeza.

- Sandra: (Riéndose sonoramente pero sin que le hiciese la menor gracia) JAJAJA…si claro tu maduro y yo me chupo el dedo no te jode.

- Jorge: Bueno mama, no te preocupes (tratando de reconducir la conversación a lo que realmente me interesaba). A parte de Lizzet, ¿alguna otra novedad?

- Sandra: (Con cara de extrañeza por mi insistencia) Pues no se hijo, nada nuevo, como no quieras que te diga que hemos pintado una de las habitaciones y que en otra hemos cambiado la cama pues no se chico…

- Jorge: No, por nada, solo es que he visto a Teresa un poco rara en la comida, como en otro sitio y me ha parecido extraño.

- Sandra: (Tratando de quitar importancia a lo que decía) No se, seguro que estaba pensado en sus cosas y en lo de este fin de semana, ya sabes que se preocupa mucho porque todo vaya bien.

- Jorge: Si ya…pero no se, me ha extrañado. De todas formas aún no he podido hablar con ella, luego cuando tengamos tiempo…

- Sandra: (Antes de que yo terminase la frase y con tono taxativo) Déjala tranquila, ¿me has oído?, son sus cosas y tendrá sus problemas como para tener que aguantarte a ti con tus preguntas y con tus tonterías (acentuando) ¿DE ACUERO?

- Jorge: Bueno vale tranquila, dejaré el tema.

- Sandra: (Mi madre sabía perfectamente que pese a lo que le decía, no dejaría las cosas así y que continuaría hasta enterarme de lo que pasaba) Jorge, vuelvo a decirte que no metas tus narices donde no te llaman, así que deja tranquila a Teresa con sus cosas.

Le prometí que por ahora no molestaría a Teresa, tanto ella como yo sabíamos que tarde o temprano continuaría con ello y que al final me enteraría de que era lo que le sucedía, pues después de la conversación con mi madre, estaba claro que sí le sucedía algo, que mi madre sabía lo que era y que no quería que yo me enterase de ello todavía.

Por la tarde José y yo montamos la carpa en el jardín de la piscina, una pequeña barra con un grifo de cerveza y unas neveras para los refrescos, unos estantes para colocar vasos copas y bebidas, alguna mesa con sillas de mimbre, pero dejando espacio suficiente para que los chicos pudiesen bailar y demás historias para que la chiquilla celebrase su cumpleaños. Mientras José y Susana traían los vasos y otras cosas que ella iba a necesitar (Susana se encargaría de la barra, yo le ayudaría y pondría música), yo terminaba de montar el equipo de música y la iluminación. También en una zona un poco más apartada coloqué unas tumbonas y algunos sofás de exterior a modo de reservado, ya sabéis para que las parejitas tuviesen un poco de intimidad.

Entretenido y terminando los últimos detalles, vi como la pareja de alemanes se acercaba, venían hablando y gesticulando como si estuviesen discutiendo, más bien era ella la que hablaba y gesticulaba, el simplemente asentía y escuchaba. Miré el reloj y vi que ya eran las 18:30 pasadas.

- Jorge: Hola chicos tenéis que perdonarme, pero me he liado con esto y se me ha pasado completamente la hora.

- Fred: (Con la almohada aún pegada en la cara y con cara de no haber dormido lo suficiente) No te preocupes, nosotros también nos hemos despistado.

- Anna: (Con cara de mosqueo) Dirás que has estado durmiendo como un oso y que ni con agua hirviendo te conseguiría sacar de la cama.

- Jorge: (Tratando de quitar importancia al asunto) Bueno de todas formas yo andaba liado y no podría acompañaros a la playa. En 10 minutos termino, me pongo el bañador y bajamos.

- Fred: (Su cara denotaba que no tenía demasiadas ganas) Que va, no hay problema Jorge, ahora estas ocupado y no queremos molestarte, mejor lo dejamos para mañana.

- Jorge: (Terminando de conectar unos cables) Como queráis, yo ya he terminado con esto, de todas formas yo bajaré a la playa, así que no es molestia.

Anna se dirigía en alemán a Fred, con un tono bastante contundente y enfadada, para luego volver a hablarme en inglés y haciendo un gesto contundente a Fred para que se callase.

- Anna: Fred no quiere bajar que está muy cansado (eso lo decía mirándolo con cara de pocos amigos), pero a mi si me gustaría si pudiese ser (mirándome y sonriéndome).

- Jorge: Pues claro que si Anna, espérame aquí que vuelvo en un momento.

Me fui a casa para ponerme un bañador y coger una toalla, mientras ellos se quedaban hablando en alemán, creo que discutiendo. Cogí tres gafas de bucear con sus respectivos tubos y volví junto a los alemanes.  Me sorprendió ver que solo Anna me esperaba sentada en una tumbona, al llegar a su lado le pregunté por su novio y ella me dijo que no vendría, que no se encontraba demasiado bien y que había ido junto a mi madre para que le indicase donde encontrar una farmacia. Mientras cogía el bolso de Anna y nos íbamos hacia el acantilado, fingí preocuparme por si le había sucedido algo a Fred para que ella me lo contase y Anna me explicó que se había pasado un poco con el vino y los licores en la comida y que esto lo dejaba bastante traspuesto.

Cuando empezamos a bajar, hice que ella fuese detrás de mí para que viese donde pisar. Durante el descenso me contaba acerca de su relación con Fred, que llevaban 4 años saliendo, que vivían juntos desde hace 2 en Stuttgart, que los últimos 5 meses habían estado separados porque Fred por trabajo había tenido que viajar a Múnich y que esto había dañado un poco su relación, que por eso estaba de viaje en España para ver si reconducían un poco la situación…

Una vez en la arena Anna suspiró aliviada, pues unas cuantas veces se había tropezado y tenido que abrazarse a mi espalda, teniendo yo que sujetarla fuertemente por la cintura en una ocasión. Trató de disculparse por el accidentado descenso, a lo que yo le reste importancia, pues era normal al ser la primera vez que bajaba.

Una vez recuperada, comenzó a mirar a su alrededor quedando totalmente impresionada por el paisaje, la arena blanca y fina, el mar que presentaba un color azul turquesa realmente bonito, la pared del acantilado a su espalda, la brisa que le refrescaba la cara. Se veía que estaba disfrutándolo. Le propuse que eligiese la zona donde quería estirar las toallas, pues (sonriendo y con ironía) estaba la cosa difícil con la de gente que había hoy en la playa. Ella se echó a reír diciendo que mejor lo hiciese yo, que con aquella aglomeración no sabría elegir. Nos echamos a reír los dos mientras la cogía de una mano y le indicaba que me siguiese hacia la zona donde siempre me pongo yo, que queda un poco escondida de miradas indiscretas desde la cima del acantilado.

Extendimos las toallas, me quité la camiseta y ella comenzó a quitarse la suya para luego continuar con el short que llevaba. Cuando se quedó en bikini pude comprobar que Anna estaba realmente bien, era alta, media melena rubia, con unos hermosos ojos verdes, una nariz pequeña llena de pecas que me llamaba la atención, unas piernas largas y delgadas… Tenía un tipo fantástico, con las rotundas curvas de la mujer alemana, y con la esbeltez de cualquier modelo de las que salen en las revistas luciendo bikinis.

Propuse a Anna el enseñarle a bucear, lo que ella acepto al momento, con lo que cogimos las gafas y los tubos y nos fuimos al agua. Al entrar en el agua, pude ver como sus pezones se erizaban y se marcaban claramente en su bikini, pues la temperatura del agua era bastante fresca. Mientras nos acostumbrábamos a la temperatura del agua le iba explicando como ponerse las gafas y el tubo, como tenía que respirar y expulsar el agua con un fuerte soplido y demás cosas. Una vez acostumbrados al agua y con la teoría explicada empezamos a practicar. Ella introducía la cabeza en el agua y empezaba a respirar por el tubo, mientras yo la sujetaba por la cintura para que se relajase y se centrase en acompasar la respiración. Una vez esto lo tuvo controlado empezamos con lo de echar el agua que pudiese metérsele dentro del tubo. Esto ya fue más complicado, de vez en cuando tragaba un poco de agua y rápidamente se incorporaba aturdida abrazándose a mí. Estos casuales abrazos hacían que su pecho se aplastase contra mi, pudiendo yo comprobar la tremenda dureza de sus tetas. Cuando recuperaba la compostura, me miraba a los ojos y me sonreía, para volver a intentar conseguir echar el agua del tubo sin atragantarse.

Con estos juegos estuvimos el tiempo necesario hasta que Anna consiguió dominarlo. Después de esto dimos un pequeño paseo buceando por la orilla donde Anna pudiese ponerse de pie perfectamente, en el caso de que tragase agua y se asustase. Yo siempre estaba cerca de ella, e incluso la sujetaba de una mano para ayudarla en caso de que esto le sucediese.

Anna aprendió rápido, de manera que sujetándola por una mano le indiqué que me siguiese y nos fuimos adentrando un poco más en el mar. Estuvimos buceando en una zona donde había alguna piedra en el fondo y podían verse algunos pececillos, estrellas de mar, erizos, algas, anémonas y demás fauna marina. No había más de 2 metros y como el agua estaba bastante clara, no era necesario hacer inmersiones para poder verlos. De vez en cuando me sumergía y le subía alguna concha o estrella de mar, incluso en una ocasión pude ver un pequeño pulpo entre unas rocas y visto que ella no lograba diferenciarlo, bajé para cogerlo y que pudiese verlo y tocarlo. Se quedó embobada cuando al soltarlo, este expulsando un fuerte chorro de tinta y de agua, desapareció por un momento de nuestra vista, para luego verlo como se alejaba lentamente a impulsos hasta llegar a la arena y cambiar totalmente de color para mimetizarse con ella. Cuando salimos del agua, Anna estaba entusiasmada con la sesión de buceo, ella temblaba por el frío del agua, con lo que nos fuimos hacia las toallas para secarnos. Cogió su toalla y se envolvió en ella.

- Anna: (Con la voz temblorosa debido a la tiritera que tenía) Brrrr…ha ssszziido faaansstasticoo… Nunnnca habbbía buceasssdo…

- Jorge: Jajajaja, no te entiendo nada con el temblor que tienes jajajaja (Me acerqué a ella y comencé a frotarla enérgicamente los brazos, los hombros, la espalda y finalmente sus piernas) Así entrarás en calor mas rápido.

- Anna: (Sonriendo y ya con menos temblores) Jejejeje, tu estarás acostumbrado pero a mi me quitas de la piscina climatizada y poca cosa mas.

- Jorge: Si claro, de todas formas el agua está bastante fría. (Incorporándome una vez frotadas sus piernas) ¿Mejor ahora?

- Anna: Sssi, mucho mejor (todavía temblaba un poco).

- Jorge: Ahora demos un paseo por la orilla y verás como con el calorcillo del sol ya dejas de temblar del todo.

Le quité la toalla de los hombros y con un gesto le indique que fuésemos a pasear. Durante el paseo continuamos charlando, pero esta vez era yo quien le contaba ciertas cosas de mi vida. Le conté que había terminado mis estudios y que ahora mientras no encontraba trabajo, estaría ayudando a mi madre en el hotel. También le dije que en estos momentos no tenía novia, lo que le pareció muy extraño, según sus propias palabras “eres un chico realmente atractivo e interesante, me cuesta creer que no tengas novia”. Le conté que no hacía mucho tiempo (concretamente 7 meses) había roto con mi novia y que estaba en un período de digamos que reflexión. Ella, otra vez palabras textuales, “no se como una chica puede haberte dejado escapar cuando ya te tenía” . A ella pareció interesarle mucho mi situación sentimental y continuó haciéndome preguntas acerca de ella, a las que no tuve ningún problema en contestar. La charla fue distendida y divertida, nos contamos intimidades y anécdotas, bromeamos el uno con el otro y de vez en cuando incluso uno le hacía cosquillas al otro, en poco tiempo parecía como si nos conociésemos desde siempre. Del paseo saque en claro que la relación entre ella y Fred estaba bastante peor de lo que yo creía y que el viaje no solo era para ver si reconducían la situación, sino que era una especie de ultimátum para ver si seguían adelante con ella, o definitivamente se terminaba. Anna estaba totalmente convencida que en los últimos meses Fred la había engañado con una compañera de trabajo, y aunque él se lo negaba categóricamente, ella seguía teniendo la certeza de que Fred le mentía.

Cuando ya estuvimos totalmente secos y el calorcillo del sol había hecho que los temblores de Anna desapareciesen, volvimos hacia las toallas para tumbarnos un rato y continuar charlando. Sacudimos las toallas y las estiramos una al lado de la otra, Anna se arrodilló sobre la suya, lentamente y con cuidado de no llenarla de arena fue gateando hasta alcanzar su bolso. Yo por supuesto no me perdí ni un instante de esta secuencia, pudiendo disfrutar de una inmejorable perspectiva de la espalda de Anna y como no de su prieto culo. Sacó de su bolso un bote de protector solar, y de nuevo lentamente se fue girando sobre su toalla hasta quedar sentada sobre ella. De nuevo yo embobado miraba sus lentos movimientos, pudiendo de nuevo apreciar su hermoso cuerpo hasta llegar a su cara y ver como ella sonriente veía como la estaba observando. No le di la menor importancia a que viese como la había mirado, es más le dije “Joder Anna, si es cierto lo que crees de Fred, este si que es un profundo imbécil por haberte engañado niña, madre mía…” . Ella se echo a reír, pero con esa risa que tienen las mujeres cuando les dicen algo que realmente les gusta.

Comenzó a echarse crema por su cara, continuó por sus brazos, su pecho, su abdomen y por sus piernas. Se echo una cantidad considerable de crema haciendo que su hermoso cuerpo brillase con los rayos del sol. Yo observaba como con sus manos trataba de esparcir toda la crema, y le iba diciendo donde se le había quedado algún pegote, hasta pensando que ya estaba lista me lo preguntó, con lo que yo la mire detenidamente y cuando a punto estaba de darle el ok, me fije como en su nariz había un enorme pegote de crema. Me hizo muchísima gracia y no pude reprimir unas sonoras carcajadas, ella sin saber el porqué de mis risas me miraba pidiendo alguna explicación.

- Anna: ¿Qué es lo que sucede, de que te ríes?

- Jorge: (Tratando de contener la risa) Jejejeje, nada, nada, solo que tienes un pegote en la nariz la mar de gracioso.

- Anna: (Cerrando los ojos e intentando extender el pegote de crema) ¿Así mejor, lo he extendido?

- Jorge: Jajajajajaja, deja mujer yo lo hago, que ahora tienes toda la cara embadurnada (arrodillándome a su lado, acercándome a ella y comenzando a extenderle la crema), vamos déjame a mi, yo te la extiendo.

Anna retiro sus manos y dejó que yo le extendiese la crema. Con los ojos cerrados dejaba que mis manos se deslizasen por su cara y que lentamente esparciesen la crema hasta que con un ligero golpecito en la nariz le indiqué que ya estaba. En ese momento abrió los ojos y nos quedamos mirándonos fijamente durante el tiempo suficiente como para que ella se sintiese ligeramente turbada y bajase lentamente su mirada. Yo acerque mi mano a su mentón e hice que volviese a levantar su cara y me mirase a los ojos.

- Jorge: (Mirándola fijamente a los ojos y acariciándole la mejilla) Tienes unos ojos realmente preciosos.

- Anna: (Con las mejillas ligeramente coloradas) Vaya, muchas gracias, no sé que decir.

- Jorge: (Acercando mi cara a la suya y sin dejar de acariciarla) No digas nada.

Mientras yo acercaba mis labios a los suyos ella cerró los ojos esperando que la besase, pero yo en el último instante me desvié de ellos y deposité un eterno beso muy cerca de su boca. Al besarla noté como ligeramente se estremecía y un suspiro se le escapaba. Al notar como separaba mis labios lentamente, volvió a abrir sus preciosos ojos clavándolos en los míos de nuevo. Volvimos a sostener mutuamente nuestras miradas, pareciendo que el tiempo se paraba, hasta que el ligero sonido de una ola, hizo que volviésemos a tomar consciencia.

Ahora fue ella quien incorporándose y acercando sus manos a mi cara, la sujetó e hizo que nuestros labios volviesen a acercarse peligrosamente, pero esta vez sin cerrar los ojos se aseguró de que mi boca no se desviase y terminase por acariciar la suya. Cuando sintió como mis labios se unían a los suyos cerró los ojos y comenzó a besarme suavemente. Yo poco a poco me fui acercando más a ella, mientras nuestros labios se saboreaban. Anna despacio, se iba tendiendo sobre la toalla, haciendo que yo me fuese inclinando sobre ella, hasta quedar totalmente tendida con migo encima. Continuamos besándonos, cada vez mas intensamente, ella acariciaba mi cara mientras yo apoyaba un brazo sobre la toalla cerca de la suya y con la otra mano acariciaba su cintura. Nuestras bocas cada vez se unían con más fuerza, Anna comenzaba a acariciar mi cabeza a la vez que lentamente introducía su lengua en mi boca. El beso comenzó a hacerse mas  y mas intenso, hasta que nos devorábamos como queriendo alimentarnos el uno del otro. Mi mano acariciaba su costado y rozaba el lateral de su pecho. Ella a su vez acariciaba mi espalda de arriba abajo, llegando a meter ligeramente sus dedos bajo la cintura de mi bañador.

- Jorge: (Dejando de besarla y separándome un poco de ella para poder mirarla a los ojos) ¿Estás segura Anna?

Ella por respuesta simplemente se tendió totalmente sobre la toalla y comenzó a acariciar mi pecho. La entendí perfectamente y volví a echarme sobre ella lentamente, pero esta vez fui directamente a su cuello, empezando a besarlo y a lamerlo para pasar a mordisquearlo suavemente. Anna con una mano jugueteaba enredado mi pelo entre sus dedos, mientras con la otra rasgaba ligeramente mi espalda. Mi mano ya sin ningún pudor recorría su costado de abajo arriba, acariciándola intensamente hasta llegar a su pecho, que rápidamente paso a apretarlo pudiendo notar como su pezón se endurecía y trataba de rasgar la tela del bikini. Mi boca se deslizaba desde su hombro hasta su oreja que comencé a mordisquear y a chupar metiendo su lóbulo en mi boca. Esto hizo que Anna soltase un sonoro suspiro a la vez que metía su mano completamente bajo mi bañador y se apoderaba de una de mis nalgas.

Volví a sus labios para besarla apasionadamente, aprovechando ella para morderme el labio inferior. Descendí lamiéndola desde su boca, pasando por su mentón y deteniéndome en su garganta, la cual empecé a chupar y a morder. Anna continuaba apretando mis nalgas fuertemente con su mano, mientras la otra presionaba mi cabeza contra su cuello. De su boca comenzaban a salir palabras que no llegaba a entender, pero que por su sonido me indicaban que estaba disfrutando de lo que tanto mis manos como mi boca estaban haciendo.

Con una de mis manos liberé uno de sus pechos y mi boca rápidamente se apoderó se su excitadísimo y duro pezón. Al mismo tiempo mi otra mano se deslizó entre las piernas de Anna y comenzó a acariciar la parte interna de sus muslos, acercándose peligrosamente a su coño. Mis caricias eran cada vez más intensas y mi mano ya no evitaba el contacto con su entrepierna, lo que me hizo comprobar como su coñito estaba totalmente encharcado, humedeciendo por completo la tela de la braguita del bikini.

Anna estaba totalmente entregada a mis caricias, sus manos trataban de bajar mi bañador, consiguiendo descubrir parte de mi culo que era totalmente manoseado por ella. Yo conseguí liberar su otro pecho y deshacerme por completo del bikini, apretando ahora con una mano una de sus tetas y chupando intensamente la otra. Anna movía sus caderas tratando de que mi mano tocase su coño directamente, deseaba que mis dedos lo acariciasen, con lo que con destreza conseguí hacer a un lado la braguita y descubrir su rasurado y chorreante conejo, para acto seguido comenzar a juguetear con mis dedos en sus labios mayores y poco a poco frotar sus labios menores. Al sentir mi mano directamente sobre su coño Anna de nuevo soltó un sonoro gemido de placer. Su excitación era máxima y el trabajo de mis dedos en su coño hacía que comenzase a vibrar. Deslicé mi cabeza desde su pecho hasta colocarla entre sus piernas, descubrí su clítoris y comencé a lamerlo, esto hizo que su coño se humedeciese aún más y que su respiración comenzase a acelerarse atropelladamente, signo de que pronto se correría. Cuando mi boca comenzó a chupar su clítoris y mis dedos comenzaron a penetrarla y moverse en su interior, los músculos de Anna se tensaron de golpe y con un aullido explotó en un descontrolado orgasmo inundando mi cara con sus líquidos vaginales. Continué comiéndole el coño a Anna hasta que este expulsó la última gota de su zumo, bebiéndolo yo  como si de ello dependiese mi vida.

Mientras Anna recuperaba el aliento después del brutal orgasmo le quité las braguitas del bikini. Su cara estaba cubierta por pequeñas gotas de sudor que brillaban reflejando la luz del sol, su pecho se movía acompasadamente recuperando un ritmo mas cadencioso, sobre sus tetas podían apreciarse ligeras marcas producidas por la intensidad con la que me apliqué sobre ellas y sus piernas, ligeramente abiertas, me permitían ver su depilado y rosado coño.

Yo me encontraba de rodillas entre sus piernas, Anna se incorporó poniéndose de rodillas frente a mí. Comenzó a besar mi pecho mientras con sus manos deslizaba mi bañador liberando mi polla que ya estaba con un tamaño considerable. Una vez liberada la tomó con una de sus manos y suavemente corrió mi prepucio para descubrir mi glande. Su boca comenzó a descender por mi pecho deteniéndose un instante para juguetear en mi ombligo, mientras su mano comenzaba a moverse sobre mi polla haciendo que esta alcanzase su máximo esplendor. Continuó bajando con su boca por mi cuerpo y empezó a besar mi pubis acercándose a la base de mi polla. Una vez ahí, comenzó a subir deslizando lentamente su lengua por el tronco de mi pene hasta llegar a mi glande, que comenzada a soltar pequeñas gotas de líquido pre seminal. Así lamiéndome estuvo una eternidad, hasta que con un movimiento rápido engulló por completo mi mástil y comenzó a mover su cabeza con mas rapidez. Sus manos acariciaban mis testículos y los apretaban ligeramente, yo con mis manos sobre su cabeza acompañaba sus movimientos. Anna me estaba haciendo una gran mamada

Estuvo chupándome la polla como una chiquilla su piruleta durante varios minutos, llegando en ocasiones a tragarse la mitad de mi ariete. Yo comencé a estrujar una de sus tetas y a apretar entre mis dedos su pezón lo que hizo que Anna por un instante tuviese que sacar mi polla de su boca para poder soltar un ahogado gemido. Aproveché esta ocasión para moverme y alcanzar su boca con la mía e introducir mi lengua lo más profundo que pude. Despacio sin dejar de comernos la boca la tendí de nuevo sobre la toalla y me acomodé entre sus piernas, de manera que mi polla apuntaba directamente a su coño.

- Anna: (Con cara de tremenda excitación) Quiero que me folles Jorge, métemela.

- Jorge: No tengo condones Anna.

- Anna: (Su voz cargada de deseo) No hay problema, no te preocupes, te quiero dentro, fóllame.

Con una de mis manos sujeté mi pene y comencé a frotarlo contra el coño de Anna, haciendo que este volviese a mojarse. Después de estar restregando mi polla y hacer que su coño se encharcase de nuevo, coloqué mi glande en su entrada y comencé a presionar lentamente, sintiendo como mi polla se abría camino en sus entrañas y como su coño le daba la bienvenida abrazándola cálidamente hasta enterrarla por completo y arrancar un bramido que salía de lo más profundo de Anna. Después de un instante quieto dentro de ella, comencé a mover lentamente mis caderas. Anna entrelazando sus piernas por mi espalda me apretaba contra ella haciendo que mi polla apenas saliese de su coño. Besándola con furia comencé  a bombear un poco más fuerte, haciendo que Anna aflojase un poco la presión de sus piernas. Mi polla penetraba en su interior como cuchillo en la mantequilla debido a lo tremendamente lubricado que estaba su coño. Así continué barrenándola cada vez con mas fuerza, haciendo que mis testículos chocasen contra su perineo mojándose y produciendo un acompasado sonido de chapoteo. Su respiración empezó a acelerarse indicándome lo tremendamente excitada que estaba.

La sujeté por la cintura y me eché hacia atrás haciendo que nos quedásemos sentados y enfrentados con nuestras piernas entrelazadas. La agarré por su cintura y comencé a moverla de arriba abajo, enterrando hasta el último centímetro de mi falo. Ella comenzó a moverse por si sola, permitiendo que yo también moviese mis caderas y mi boca se apoderase de uno de sus pezones. Anna estaba totalmente desinhibida y comenzaba a acelerar sus movimientos cada vez con más intensidad y rudeza hasta que arqueando su espalda se corría dejando que un rio de sus jugos se desbordase por su coño encharcando mi pelvis. Su brutal corrida casi hace que me derrame en su interior, pero conseguí controlarla, gracias también a la tremenda paja que me había hecho pensando en Lizzet antes de bajar a comer.

Anna empujándome ligeramente hace que me tumbe totalmente. Con ella encima aún empalada por mi rabo, apoyando sus manos en mí pecho, inicia unos movimientos circulares con su cadera, haciendo que su coño comience de nuevo a masajear mi polla. Mis manos se apoderan de sus tetas y comienzan a apretar y estirar sus erguidos pezones. Anna gime desaforadamente por el tratamiento de mis manos. Sus ojos se clavan en los míos, su mirada está cargada de lujuria y deseo, comienza a botar sobre mi mástil enterrándoselo hasta los testículos cabalgándome como una descontrolada amazona. Anna se empala con tal fuerza que mi glande choca brutalmente contra su útero, sus movimientos son cada vez más potentes, elevándose en ocasiones hasta casi desenterrar por completo mi polla, para dejarse caer e incrustársela de nuevo con brutalidad.

- Anna: MMMMMM……TU POLLA ME QUEMA POR DENTROOOO…AAAAGGGMMMMM (Anna acelera sus movimientos) MMMMEE VUELVES LOCA JORGEEEE….OOOOOUUUUMMMMM

- Jorge: (Sujetándola por la cintura y acentuando sus movimientos) Cabálgame zorrita, fóllate con mi polla. Quiero oírte chillar de placeeeEEERRR…

- Anna: (Con la mirada perdida y arañando mi pecho) SSSIII….MMMMM…ME COOORRRO DE NUEVOOOO….MMMMM…AAAAAA….SSSSIIII

- Jorge: (Acelerando las embestidas) OOO SSSIII ANNA, VAS A HACER QUE ME CORRA NENAA…MMMM…

- Anna: (Al oír eso Anna comenzó a botar y moverse circularmente sobre mi polla) SIII…JORGEEE…SIIIMMMM…QUEIRO QUE TE COOORRRAS DENTRO CABRRROONN…OOOO SIIII…LLENAME CON TU LECHEEEE….MMMMSSSSIIII…

Anna se movía salvajemente sobre mi ariete y este se incrustaba hasta sus entrañas, su conejo segregaba ingentes cantidades de fluidos que se deslizaban por sus muslos. Comenzó a gritar sonoramente a la vez que su coño empezaba a palpitar y sus paredes apretaban mi polla haciendo que mi orgasmo se acercase peligrosamente hasta el límite. Anna volvió a romperse cuando le sobrevino otro atronador orgasmo, su coño empezó a trepidar entorno a mi polla abrazándola y estrujándola queriendo extraer de ella hasta la última gota. Esto fue demasiado para mi y jalándola fuertemente de las caderas, embistiéndola con furia como queriendo atravesarla con mi rabo, me corrí en su coño con un tremendo aullido que resonó en las paredes del acantilado. Mi polla escupía su leche inundando el coño de Anna, haciendo que rebosase y saliese de el con las ultimas y brutales embestidas.

Anna se derrumbó sobre mi pecho y sedienta buscó mi boca, yo se la ofrecí y nos unimos en un apasionado beso, para luego posar su cabeza sobre mí pecho y yo abrazarla tiernamente mientras mi polla terminaba de descargarse en el interior de su coño. Así abrazados y en silencio estuvimos unos minutos mientras nuestras respiraciones se recuperaban. Mi polla poco a poco fue perdiendo su vigor y lentamente abandonó su guarida. Una mezcla de sus jugos y mi leche resbalaba por sus muslos hasta mis piernas. Ambos desprendíamos un aroma a sexo, placer y lujuria que nublaba nuestras mentes.

- Anna: (Con la voz queda y totalmente relajada) Ha sido brutal Jorge, nadie ha conseguido que me corriese como tú hoy lo has hecho.

Tendidos sobre la arena, ella sobre mí, estuvimos acariciándonos y besándonos durante largo tiempo, olvidándonos por completo del resto del mundo y solo preocupados el uno del otro. Cuando el sol comenzó a descender por el horizonte nos levantamos y fuimos al agua para limpiar los restos que la tremenda batalla que habíamos librado en la playa había dejado sobre nuestros cuerpos. Volvimos a las toallas, nos secamos, nos vestimos y nos sentamos. Anna se situó entre mis piernas con su espalda sobre mi pecho, mis brazos pasaban por su cintura y nuestras manos se entrelazaban sobre su abdomen. Así permanecimos observando como el sol se ocultaba en el horizonte, tiñéndolo de naranja en una espectacular puesta de sol.

Cuando el sol se ocultó por completo, con las últimas luces del día subimos por el sendero. Anna iba delante de mí y yo de vez en cuando le daba sonoras palmadas en el culo. Ella se reía y me pedía, con tono poco convincente, que no volviese a hacerlo. Martirizándola de este modo subimos hasta llegar al final del sendero.

Desde allí podían verse las luces encendidas del hotel, al verlas, la cara de Anna se contrajo en una mueca de miedo. Al ver el hotel, volvieron a su mente un montón de imágenes, y entre ella la imagen de Fred.

- Jorge: (Viendo la expresión de Anna, pasando un brazo por su hombro, otro por su cintura y estrechándola contra mi pecho) Tranquila Anna, no tienes nada de que temer, Fred no tiene porqué saber nada.

- Anna: (Con la voz ligeramente quebrada) No temo que Fred pueda o no saberlo, ni la reacción que pueda tener cuando lo sepa, sino temo no tener el valor suficiente para terminar con esta relación que últimamente no ha hecho mas que amargarme la vida.

- Jorge: (Dándole un beso en la frente) Sé que lo tendrás, eres una mujer valiente.

- Anna: (Girándose y mirándome a los ojos) Gracias Jorge, gracias.

Después de darnos un apasionado beso nos despedimos, Anna fue hacia el hotel y yo me dirigí hacia casa. Cuando me acercaba pude ver como una sombra salía del bosque y apresuradamente entraba por la puerta principal. Entré en el garaje para meter las gafas y los tubos en agua dulce, colgué la toalla para que se secase y subí a mi cuarto por las escaleras que dan a la terraza. Me di una ducha tremendamente relajante y bajé a la cocina para comer algo.

En la cocina estaba Lizzet, que al verme medio se sorprendió. Yo si me sorprendí al verla a esas horas aún en casa y más el verla sin el uniforme y vestida con ropa normal. Charlamos un rato pudiendo yo enterarme que normalmente cuando los fines de semana había algo más de lío, ella se quedaba en casa ocupando la habitación de invitados, pues vivía en un pueblo bastante alejado y como no tenía ni coche ni carnet de conducir, no le daba tiempo de llegar a su hora. Así vestida, pude ya apreciar lo que en mi cuarto el uniforme no me había dejado. Lizzet, aunque un poco rellenita, era un bombón caribeño, con unas curvas en las que daban ganas de perderse. También comprobé que la timidez que había dicho mi madre era cierta, pues cuando hablábamos le costaba mantenerme la mirada y siempre la desviaba cuando yo la miraba fijamente.

Después de la ajetreada noche anterior y el entretenido día de hoy, me encontraba bastante cansado, con lo que subí a mi cuarto para ver alguna película tirado en la cama. Devolví alguna llamada que había tenido durante la tarde y decliné los planes de salir a tomar unas cervezas alegando que estaba tremendamente cansado, que mañana tendría que madrugar y currar todo el día. Me puse una película en el portátil y pronto me quedé totalmente dormido.

CONTINUARA.

P D. Espero que la continuación de la historia esté a la altura. Os animo a que hagáis comentarios pues así me ayudareis para que las próximas entregas puedan gustaros más.

Gracias a todos, espero que lo disfrutéis.