De nuevo con mi perrita y mi mejor amiga

El hecho de que consumiera zoofilia era un secreto para todos, excepto para mi mejor amiga, no teníamos secretos entre nosotras, incluso ella y yo nos habíamos dado placer en muchas ocasiones.

El hecho de que consumiera zoofilia era un secreto para todos, excepto para mi mejor amiga, no teníamos secretos entre nosotras, incluso ella y yo nos habíamos dado placer en muchas ocasiones. Cuando se lo conté ella no se sorprendió ni mucho menos me juzgó, dijo que era algo que a ella también le llamaba la atención pero que no podría hacer porque ella no tiene mascotas.

A este punto, aún no me he descrito físicamente pero creo que es necesario para poder relatar lo siguiente.

No soy el estereotipo de chica linda y delicada, mido 1.76m de altura, piel morena pero no tanto, cabello corto pues me entró la locura y decidí cortarlo. Ojos grandes color avellana, nariz recta de tamaño mediano con una perforación en el puente de esta. Pestañas y cejas pobladas, pecas en la parte izquierda de mi cara y una boca más bien mediana, mi labio inferior es más gordito que el superior, parece siempre estoy haciendo un puchero. Del cuerpo soy más nalgona que nada, toda mi vida he hecho deporte, MMA, Box, natación, gimnasia, basket, béisbol y por 2 años ballet pero no era lo mío. Mis tetas son copa b, así que no es mucho pero tan poco poquito. Siempre visto short, faldas o vestidos. En donde vivo hace demasiado calor así que jeans no es una opción. Tampoco uso brasier así que es normal que mis pezones se noten.

Mi mejor amiga, Les, es lo contrario a mi, básicamente. Chica blanca (demasiado blanca) cabello largo cobrizo, ojos verdes claro, labios gorditos y pequeños, nariz respingona, ella es carilinda y de un cuerpo pequeño, casi ni tiene pechos y no es tan atlética, es delgada y muy muy cachonda. Ella me ha dado las mejores mamadas en mi corta vida, ambas tenemos 19, ella casi 20. Aunque parezca de 16 por sus escasos 1.50 m de altura.

Cuando empezó la pandemia, no nos vimos como por 3 meses, y cuando por fin volvimos a vernos, ella empezó a pasar muchos días en mi casa, incluso quedándose a dormir más seguido.

Y volvimos a retomar nuestros encuentros una tarde (que como siempre mi casa estaba sola), fue casi accidental, ella sin querer tocó mi pecho y nos dio risa, pero yo tenía ganas de algo más, así que volví a llevar su mano y ella no se negó.

"Siempre estás cachonda verdad, Loli?"

"Para ti siempre, Les"

Ella quitó mi playera y se puso a besar mi abdomen para luego besar mis pechos, ese día fue el inicio de nuestros nuevos encuentros.

Así que, un viernes le marqué para que viniera a quedarse todo el fin de semana conmigo y ella aceptó.

En cuanto llegó nos pusimos a ver pelis en la sala mientras comíamos sushi que había ordenado poco antes de su llegada. En cierto punto la película subió de tono, el chico tomaba por el cuello a su novia, mientras la penetraba bruscamente y ella solo gemía. Me puso caliente, es decir, a quién no.

—Dios, yo quisiera un hombre así.–Dijo Les mientras se sentaba con sus piernas abiertas, en casa ella siempre andaba vestida como yo, bragas y una playera enorme, es por comodidad.—Lamento no ser un hombre Les.–dije y ambas reímos, pues aunque no lo fuera teníamos buena intimidad.—Oye, no quieres ver porno? Estoy caliente.– Asenti, pues de verdad quería ver algo.

—Si pero, veamos algo distinto vale?– Ella solo se sonrió, es muy abierta de mente, así que no me daba pena. En mi celular comencé a buscar mi video favorito, donde están 2 chicas, una de perrito y otra cuidando al perro, mientras este la penetra. El video comenzó y Les se sorprendió pero no dijo nada, solo se acarició los pechos por encima de su playera, y yo la imite. Los jadeos de la chica se escuchaban a un volumen moderado y cuando finalizó el video Les tomó mi celular y buscó uno ella sola. Puso uno, donde una chica está recostada en el suelo, totalmente desnuda y un labrador la está lamiendo intensamente en su vagina, mientras los hombres a su alrededor le toman fotos y la graban. Para este punto ambas nos habíamos sentado frente a frente con las piernas abiertas y nos tocábamos por encima de las bragas.

—Debe ser muy rico que un perro te lama así ahí abajo–.Solo pude asentir, pues yo ya lo sabía. Ella apagó el celular y se acercó a mi, comenzando a tocarme con una mano y con la otra me ahorcaba, como en la película.—Eres mi perra.–Y lo era, aún siendo ella más pequeña que yo, le encantaba dominarme, había veces que ni siquiera dejarme acabar quería.—Soy tuya, mami, solo tuya.–Y vino la primera cachetada, justo cuando estaba por acabar ella retiró su mano, y aún con sus dedos manchados de mis jugos me dio una cachetada.

—Y si metemos a Dulce, para que nos vea hacerlo.–Podía jurar que mis ojos brillaban de lo excitada que estaba, y no me iba a negar. Ambas fuimos a mi cuarto y dejamos la ventana abierta mientras nos besabamos y ella jugaba con mi clitoris.

—Ya lo he hecho antes.–Al parecer Les no me entendió así que entre jadeos tuve que repetir lo anterior.—Ya lo hice con Dulce.–Al parecer no le sorprendió, pero no dijo nada. Solo comenzó a hacerme un oral, y sin evitarlo mis gemidos se hicieron más profundos. No sé en qué momento Dulce entró a mi habitación pues no la escuché, pero me di cuenta porque Les comenzó a hablarle.—Ven chiquita, ven dulce.–Y nada temerosa se acercó, Les comenzó a acariciar su lomo y a dejar besitos por su cara, hasta que la subió a mi cama. Se sentó ella contra mí cabecera y me hizo sentarme en medio de sus piernas, abriendo las mías y comenzando a tocarme, Dulce solo nos veía, ella estaba recostada viendo como Les me tocaba, y eso me llenó de morbo.—Más mami, más....–Les apretaba mis pechos y besaba mi cuello, y de nuevo cuando me sentía llegar al orgasmo ella se detuvo.—Ven Dulce, ven con tu mami, acércate.–Les le hablaba y yo solo podía estar calladita esperando a que me hicieran acabar. Dulce pronto se acercó y sin temor como la vez pasada comenzó a lamer mi entrepierna, se sentía tan bien, su lengua rugosa pasando por toda mi conchita, mientras Les apretaba mis pezones y besaba mi cuello. Llegué al orgasmo como nunca, pero Dulce no dejaba de lamer y Les no me dejó ir.—No te muevas perra, aún no hemos terminado.–Y como siempre, obedecí a lo que Les pedía.