De nuevo con Alejandra (2)

Después de la primera vez de habernos encontrado en tremenda experiencia sexual en una camioneta en la calle, de sentir la emoción de ser pillados por la policía o por cualquier persona que pasara, nos seguimos viendo.

Con Alejandra Segunda parte

Después de la primera vez de habernos encontrado en tremenda experiencia sexual en una camioneta en la calle, de sentir la emoción de ser pillados por la policía o por cualquier persona que pasara, nos seguimos viendo. Para los que no hayan leído mi primera experiencia con Alejandra, les diré que ella es una mujer con unas nalgas exquisitas, caderas ricas y con una cara de mujer insaciable.

En fin, después de esa experiencia que les conté, al otro día nos vimos en la oficina, como dije antes, ella trabajaba en la oficina que estaba junto a la mía. La vi, llevaba una falda larga, de color negro, con una abertura que le llegaba hasta casi llegar a la parte alta del muslo izquierdo, se le podía ver la media de malla negra que le llegaba hasta la misma altura de la abertura. El encaje con el elástico que la sostenía era maravilloso, al verme llegar por el pasillo de inmediato cruzó las piernas dejándome ver sus bien proporcionadas piernas.

Nos miramos y sonreímos, entre a mi oficina y de inmediato le llamé por teléfono, le dije que había sido una experiencia muy satisfactoria y que me encantaría repetirla. Su voz se hizo más sensual y me confesó que estaba saliendo con otra persona, que no se sentía bien, pero que también le había gustado mucho la experiencia. No quise presionar, las cosas por presión no se disfrutan, la invite a comer y aceptó. Solo me condicionó a que el lugar fuera cercano al trabajo porque ella tenía que regresar pronto a la oficina, el trabajo se le había acumulado.

Quedamos a las tres de la tarde, el lugar era un restaurante cercano que esta en la parte baja de un hotel. Nos vimos en el estacionamiento y nos dirigimos al restaurante. Entramos al lugar, estaba vacío, nos sentamos en el lugar y pedimos unos aperitivos, licor del 47, comimos y bebimos, su perfume me embriago más que la bebida. Su cercanía me excitó, su constante cruce de piernas me indicaba que ella estaba igual de caliente que yo. Entre cigarro y licor, nuestro deseo pudo más que el pudor de traicionar a la persona con la que estaba saliendo. Nos fundimos en un beso sexual, nuestras lenguas se entrelazaron compartiendo los jugos de nuestras bocas, su perfume combinado con el sabor del licor, mis manos recorriendo sus piernas debajo de la mesa y sintiendo la textura de las medias y el borde que llegaba hasta la piel.

Mis dedos recorrieron las orillas de su tanga, los vellos púbicos que salían de su tanga ya estaban húmedos. El calor de nuestras caricias, el licor, el deseo, la sensación de nuestra experiencia reciente, nos llevó a alquilar un cuarto del hotel. Subimos y desde el elevador nuestras caricias crecían, le subí un poco el vestido, salimos del elevador y mis manos estaban tras de sus nalgas, llegamos al cuarto, entramos y ya estábamos tan calientes que solo le subí un poco más el vestido, me baje los pantalones y el bóxer, inmediatamente me comenzó a mamar la verga, la chupaba de una manera deliciosa, de inmediato la recosté y le abrí las piernas y le hice a un lado la tanga negra que llevaba, le comencé a chupar su vagina, sus labios estaban mojados, el sabor de su lechita y sus pelitos me volvieron loco.

Ella gemía y de pronto me dice -¡cójeme, ya cógeme!- mi verga estaba a cien, no soy un superdotado pero seguro que cumplo. Me dice -¡levántame las piernas!- Se las levanté y le metí la verga, cada vez se la metía mas duro y le levantaba más las piernas, tanto que ella podía ver como me la cogía. Sus gemidos se convirtieron en pequeños gritos de placer, con voz entrecortada me dijo - ¡que cogidota me estás poniendo!- eso me excitó más. Pero yo quería sentir más y más… el sudor me cubrió el cuerpo, mi frente escurría y yo le pedí que se volteara. Se puso de espaldas y paró sus nalgas, pude ver sus hermosas nalgas, deliciosas, y ese culo tan rico. Se la metí en su vagina, pero al poco tiempo, comencé a meterle los dedos en su culo, no me dijo nada, solo se movió un poco, como incomoda, y por fin le saque la verga de su papaya y le comencé a taladrar el culo. Poco a poco, más y más… le estaba gustando, se movía con placer y con lujuria. Pude ver su papaya llena de leche, ¡de ella!, la visión más erótica que yo haya tenido, después me diría que ella había tenido tres orgasmos, no pude más y me vacié en ella. Su culo rebosaba de leche, de mi leche.

Terminamos y fumamos un cigarro, al poco tiempo le llaman a su celular, era la persona con la que estaba saliendo. No contestó. Me confesó que iba a salir con él y que se iba a poner un vestido que le había comprado, pero que ya se había arrepentido. El teléfono volvió a sonar y le dijo que no quería salir, que sentía cansada y que luego le llamaría. No fue a su cita, pero regresamos a la oficina. La tarde apenas comenzaba y

Bueno eso será parte de otra historia.

Si les gustó la historia pueden escribirme a mi correo, soy de México del D.F., 37 años:

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