De noche en el taxi

Una mujer busca desestresarse con el conductor de un taxi...

Comenzar una nueva vida sola no es para nada sencillo, especialmente cuando en su mayoría has dependido económica y emocionalmente de alguien, como en mi caso. Hacía aproximadamente tres meses que había salido huyendo de una relación que estaba afectando negativamente mi vida y aunque al principio la sensación de libertad fue bastante satisfactoria, las peripecias y dificultades estaban comenzando a pasarme factura.

Aquella noche regresaba a casa después de un día bastante malo. Trabajaba como cajera en un supermercado y constantemente debía soportar las groserías y malos tratos de los clientes y del jefe. Aquel día mis cuentas salieron mal y tuve que reponer de mi bolsillo un faltante significativo, además del regaño de mi jefe. Pronto tendría que pagar la renta, las facturas y un préstamo que obtuve para financiarme cuando aún no conseguía trabajo, el salario de por sí me quedaba justo y con ese gasto imprevisto me estaba poniendo en aprietos. Por si fuera poco, el sermón de mi superior se prolongó hasta tarde por lo que tendría que regresar a casa en taxi.

Cuando al fin pude librarme de todo e ir a los vestidores para cambiarme, se me ocurrió que podría hacer un par de travesuras yo sola, pensando en que después de todo eso me lo merecía.  El estrés acumulado, aunado a mi débil situación emocional, comenzaban a enfermarme, sentía los músculos de mi cuerpo tensarse al grado que se estaba volviendo doloroso. Siempre he sido una persona de nervios frágiles, pero anteriormente al menos mi pareja estaba para calmarlos con candentes sesiones de sexo que terminaban por relajarme, pero, como he mencionado, llevaba tres meses de soltería por lo que en esta ocasión tendría que hacerlo sola.

Ingresé en los vestidores, como era la última empleada en salir, me encontraba sola, así que coloqué el pestillo en la puerta y me dispuse a hacerlo. Al principio no sabía exactamente como comenzar, si bien ya me había masturbado en otras ocasiones, siempre tenía algo para incentivarme, ya sea algún videíto o un par de fotos candentes, pero en ese momento no tenía nada, lo único que se me ocurrió fue colocarme frente a uno de los espejos e imaginar  que alguien más estaba viéndome.

Primero desabroché un poco la blusa y me saqué el pantalón, comencé a acariciar de forma lenta mis senos mientras los apreciaba en el espejo, tal vez suene narcisista, pero funcionó, debo decir que son voluptuosos y descubrí que me gustaba bastante como desbordaban de mi brasier cada vez que los amasaba. Me concentré en acariciar los pezones aún por encima de la ropa y encontré inesperadamente excitante mirar cómo se marcaban al ponerse duros. Desabroché el sostén dejándolos completamente desnudos, haciéndolos rebotar un poco al liberarse, continué entonces estrujándolos con una mano mientras que con la otra acariciaba mi vagina por encima delas braguitas. Estaba empezando a calentarme realmente cuando el maldito de mi jefe pegó violentamente a la puerta, gritando que me diera prisa pues tanto él como la guardia deseaban cerrar la tienda.

Completamente frustrada me coloqué la ropa de mala gana y salí aprisa del lugar sin despedirme de nadie. Tuve que caminar un par de cuadras en medio de la noche para poder tomar el taxi, y como ya había empezado a mojarme, el roce de la ropa estaba comenzando a ser molesto, por suerte no pasó demasiado tiempo antes de que un vehículo me recogiera.

Entré deprisa a la parte trasera del auto y e indiqué la dirección al conductor, el pantalón que estaba usando era bastante ajustado, por lo que al sentarme se presionó contra mi intimidad de forma bastante agradable, tuve que resistir la tentación de frotarme en el asiento un poco para provocar un poco más de esa deliciosa fricción, desgraciadamente mi cuerpo no estaba colaborando y deseaba que terminara la faena, en mi mente solo rondaba la idea de calmar esas ansias y el calor de mi vientre cada vez era más intenso. El trayecto se me estaba haciendo eterno, solo deseaba llegar a casa para poder completar lo que deje inconcluso en el vestido, cuando de pronto noté que el conductor me miraba fijamente por el espejo retrovisor, recordé entonces que en mis prisas por salir no me coloqué el sostén de nuevo y mis pezones endurecidos se traslucían por la blusa; en un acto de reflejo crucé mis brazos para cubrirme, a lo que el conductor reaccionó e intentó disimular.

--Hace bastante frío, ¿Verdad?

Quiso hacer conversación, pero la verdad es que yo ya estaba maquinando otra idea.

--No, que va… si yo pienso que hace bastante calor – Volví a bajar los brazos, como dándole permiso para que siquiera mirándome y él lo captó de inmediato, por lo que esbozó una sonrisa sutil.

--Ah, eso veo… --Su tono de voz aún era un poco dubitativo, estaba intentando probar si estaba interpretando de forma correcta mis intenciones, yo a esas alturas de la calentura ya me estaba desinhibiendo, por lo que fingiendo que me acomodaba un poco, desabroché dos botones de la blusa y casi se le salen los ojos cuando las curvas de mis pechos comenzaron a asomar, lo vi ponerse notablemente nervioso y casi se pasa el alto, aquello me resultó bastante divertido.

--Y ¿qué tal está la jornada? –Pregunté mientras lo miraba a través del espejo con una sonrisa coqueta, el no despegaba la mirada de mi escote.

--A…lenta, poco trabajo

Parecía que su concentración no daba para manejar, sostener una conversación y mirarme a la vez, pues estaba tartamudeando, pasó por un bache sin cuidado alguno por lo que el auto saltó, el robote de mis pechos terminó por desacomodar la blusa, casi dejando a la vista la mitad de uno de los pezones, yo no hice nada por acomodarlo. Aquel juego terminó por calentarme, en ese momento estaba más que decidida a cogerme al conductor y dudaba que pusiera resistencia.

--Dios mío, vaya que hace calor… ¿Le molesta si me quito la blusa? –Le solté de golpe y casi le da algo, tuve que reprimir una carcajada.

--No, tranquila –Me dijo incrédulo, y sin pensarlo más la desabroché botón por botón, disfrutando de cómo me comía con los ojos.

--Váyase por la Circunvalar – Le pedí, ambos sabíamos que había poco transito por ese lugar  a esas horas, por lo que obedeció de inmediato. No dudó ni un momento en aparcar en un callejoncito.

--Quieres que te coja  ¿Verdad, perra?

Solo sonreí y me recosté en el asiento con las piernas abiertas, de inmediato se pasó a la parte trasera. Lo primero que hizo fue lamer mis pechos como un animal hambriento se notaba que les tenía ganas desde el momento en que me subí y yo comencé a gemir audiblemente, presioné las manos contra sus nalgas, apretándolas fuerte y haciendo que se repagara más a mi cuerpo, aún por encima de la ropa podía sentir su miembro duro y caliente. Ansiosa lo empujé hacia atrás y le abrí los pantalones, bajé su ropa dejando al descubierto su pene erecto, era de buen tamaño. Impaciente empujó mi cabeza contra él y yo me lo metí en la boca sin protestar, dio un gruñido ronco de satisfacción cuando comencé a succionarlo con ganas; lamía la punta y con las manos acariciaba su longitud entera. Creo que no le hacían sexo oral con mucha frecuencia porque gemía como un loco y tenía los ojos en blanco, tenerlo así me estaba excitando de sobremanera así que me detuve para quitarme el pantalón, al principio protesto, pero al verlo que hacía él mismo me arrancó el pantalón con todo y bragas.

--Métemelo… aah… métemelo rápido papi … -- Gemí y eso pareció calentarlo más porque me penetro de una sola estocada, casi grite de gusto al sentir ese trozo de carne caliente y grueso entrar en mi.

--Ahhh…s…si!, así papi…rápido… aaah… más rápido – Yo gemía de la forma más ruidosa posible y el obedecía, entraba y salía de mi de forma deliciosa mientras me comía los pezones, era como un niño engolosinado pues cada movimiento era ansioso.

Conforme el placer aumentaba yo comencé a mover también la cadera con la intención de que penetrara más fuerte y profundo y cuando sentí que el orgasmo estaba por llegar encajé las uñas en sus nalgas, él estaba disfrutando tanto que ni protestó. Cuando sintió que estaba por correrse sacó su miembro y siguió masturbándose. Yo también me metí mano y acaricié mi clítoris con muy poca delicadeza pues estaba por llegar y solo quería sentir algo dentro. No pasó mucho tiempo antes de que terminara eyaculando sobre mis pechos y mi vientre y yo con el orgasmo más delicioso que había sentido en meses.