De niña a mujer II

Como llegué a conocer el lado oscuros que todos podemos tener, si nos lo proponemos, seamos quien seamos, y todo no es lo que parece...

Me encontraba fuera de esa enorme casa, y los que me habían despedido de ese lugar juraron que si me acercaba no iba a quedar nada de mí, solo me quedaba esperar a que llegue la ambulancia para yo poder saber que sucedió, y jamás llego esa dichosa ambulancia, ya habían pasado alrededor de 5 horas y nadie salía, solo invitados que me ignoraban completamente. Decidí retirarme del lugar puesto que no lograba nada con ello.

Al día siguiente, desperté con una sensación de vacío, angustia, miedos,-¿cómo no iba a saber yo que tenía mi reinita? ¿cómo no lo intuí antes?-. Después de mi desayuno, y ya que ese domingo no trabaja, la llame para saber algo de ella, las dos primeras llamadas no me contestó, pero a la tercera si lo hizo, y yo completamente asustado, por no recibir ni señas de ella.

-         Hola reinita como has estado?.

-         Hola Oskar estoy bien gracias, no puedo hablar mucho, estoy en el hospital central tu ya lo conoces, ven a verme dentro de las 16:00 y las 17:00 horas que es cuando no estará nadie de mi familia, tengo mucho que contarte.

-         Está bien pero dime algo sobre ti, estoy muy preocupado reinita-. Solo se sintió que la chica termino la llamada.

No estaba seguro si aquello me estaba colocando en una situación igual o peor a la anterior, pues los nervios me comían vivo, dentro de lo que fue mi mañana decidí ir a dar una caminata por el parque, era de esos días que nadie desea, a menos que esté deprimido, era nubloso con mucha neblina, sobre el aire se sentía la humedad, apenas se podía ver a una distancia considerable para mis ojos, aunque  estaba inmerso en un mar de pensamientos, recordando los rostros de la noche anterior, y tratando de atar cabos de porque me habían tratado así, no pude sacar nada en limpio, y volví a mis recuerdos felices como siempre lo hacía cuando me encontraba solo y sin nada en la mente.

Era una noche fría de invierno mojado, había quedado con una compañera del trabajo, puesto que solo la quería de amiga, no es que estuviese fea ni mucho menos, era delgada alta y unas caderas que llamaban la atención, pero nunca tuvo ese noseque, que me atraía a ciertas mujeres, la iba a acompañar a un recital de ópera, lo peor del mundo para mi entender, sabía que me iba aburrir toda la noche, y hasta seguro me dormiría en esos lugares pero como ella estaba deprimida por el reciente abandono de su novio, me exigió que la acompañe. Llegamos puntuales nos sentamos en  una de las butacas del medio donde se podría deslumbrar los rostros y las figuras de los cantantes y bailarines, y allí comenzó todo, la vi salir a escena, con un “ tutu”, de puntitas de pies, esos pies que solo con la sensación de su rose entre mi entrepierna me excitaba, pero en ese momento era solo unos pies inmaculados, yo la tenia  en esos momentos, tan bella tan perfecta, como movía sus manos sus piernas, el contorno de su cuerpo era el más bello que yo nunca imaginé, y allí estaba, yo tan bobo sin dejar de mirarla.

Al terminar la obra, la cual se me paso volando, mi compañera me miraba sorprendida, nunca pensé que te gustase las obras clásicas. Escuche esas palabras y me sonroje, estaba completamente hipnotizado por esa mujer.

-         Bueno vamos a la salida que ya termino-. Se levanto y yo la seguí por detrás de ella.

Al salir del teatro, nos dirigimos a comer algo, como era medio entre semana ese día, preferí llevarla a un lugar de comida livianita, un poco de arroz salsa de soja, y como siempre un buen vino, hablábamos de cosas tribales, cosas del trabajo de nuestros gustos y cosas cotidianas.

En un momento dado, dijo que teníamos que ir a una fiesta que daban en el hotel muy cercano a unas cuantas cuadras, mientras caminábamos me comentaba que una de sus mejores amigas era una de las bailarinas principales de la obra, y que también era culpa de esas amigas que ella había caído, arrastrándome a mí, en ese lugar. Cuando llegamos era todo muy elegante y estaba todos los de la obra que hace no mucho tiempo habíamos terminado de observar,  y allí fue donde mi amiga me presento a ella maravillosa niña.

-         Oskar esta chica es Nina una de las bailarinas y mi mejor amiga-. Lo dijo acercándome a ella.

La chica  me había visto por primera vez con esos ojos oscuros y que me atraían hacia ellos como imanes al metal, pero no encontraba ningún interés en mi.

-         Hola señorita dama un gusto en cono..nocerla-. me sentía tan indefenso ante su mirada y sus juegos de seducción.

Que según mis experiencias eran sus manos la posición de su rostro y como la luz pegaba en sus mejillas haciendo resaltar, como jugaba con sus labios cuando tomaba pequeños sorbos de champagne de una copa, la cual dejaba marcada de un rojo muy profundo, y eran en esos instantes donde mis labios querían ser poseídos por esos besos de tan dulce sabor debían tener los suyos, como también esas piernas que al tener un vestido negro hasta las rodillas dejaban ver sus piernas.

-         Señor como dijo que se llamaba usted?-. me lo dijo mirándome fijamente a los ojos y jugando con una de sus manos el borde de la copa.

-         Discúlpame me llamo Oskar, y no me diga señor, que demandare a mi gimnasio-. Solo yo se como pude intentar hacerle una broma a esa mujer, pero siempre supe que la risa en una de las pocas armas de un hombre ante tan grande mujer y a  la vez tan pequeña e inocente niña.

-          Yo no diga que no sea guapo, pero si es un hombre de experiencias vividas-. Lo dijo con una media sonrisa, que para mí en esos momentos fueron la entrada a mi más preciado sueño.

Mi amiga se había perdido entre las personas, y creo de lo lejos que se podía ver, estaba con un tipo, no mas de 35 años, yo me colocaba en una posición muy incómoda al no poder sacar palabra a mi reinita, pero cada cosa que preguntaba contestaba con monosílabos, tal vez porque mi compañía no era la mejor de esa noche. Pero pude rescatar que tenia sus 18 añitos, que bailaba desde los 6, que su familia se encontraba en el lugar pero no los ubicaba entre tantas personas, y camareros, además la música no era la mas apropiada, bueno la música tal vez si pero en el volumen en el que se encontraba.

Mi amiga volvió diciéndome que estaba muy aburrida como una ostra, que unos chicos la habían invitado a ir a un especie de bar, y yo no me iba a quedar en ese lugar tan incomodo.

Llegamos en mi auto a unos 15 minutos después de haber salido de la fiesta, en la cual mi reinita se había aburrido de mi presencia y me había dejado solo como una planta de cactus que nadie quiere. Era un lugar para jóvenes, bueno digo jóvenes porque, era consciente que los que concurrían a dicho lugar eran de 18 a 25 a 30 años, yo ya con mis 35 años, no es que era un viejo seco, pero sí, que no me iba a sentir muy cómodo que digamos. Entramos y un olor a cigarrillo, a whisky, tequila, cerveza y una mezcla de tantas otras bebidas en el ambiente del lugar, era oscuro de luces rojas y contra la pared había mesitas con banquetas, y una barra al final del lugar,cuando ingresé al lugar había unas cuantas personas fuera del circulo de bailarines, mi compañera me llevo hasta el fondo donde se encontraba el grupo de chicos y chicas, eran unos quince, mas mujeres que hombres, me presento en general a todos como Oskar y nada más.

Mucho tiempo después me enteré que Carla, mi amiga, era bailarina de pequeña, pero cuando su cuerpo sufrió cambios, gracias a la madre naturaleza, ella tuvo que dedicarse a otras ocas, pero seguía en contacto con ellos, entre ellos estaba su gran amiga Nina, aunque todos parecían ser niños de buen provenir, poseían su lado oscuro en las moches, puesto que después de unos cuantos tragos estaban todos bailando con expresión sexual en sus rostros y sus cuerpos, en lo que también, desde mi banquito pude observar que una de las bailarinas estaba sobre las piernas de uno de los chicos y realizaba un movimiento de arriba hacia abajo continuamente, no muy lejos de donde yo estaba ubicado, y me daba a entender lo que se realizaba, por los rostros de ambos, y sus manos que no dejaban de buscarse mutuamente, las de él, que sin ningún reparo, acariciaba sus dos pequeños senos, y los de ella se colocaban en el cabello del chico, puedo confesar que ver ese espectáculo, a tan pocos metros de distancia hacían que mi entrepierna empezara a tomar forma abultada y mi temperatura corporal subiera un tanto más, lo cual en cierto momento me molestó ya que no podía acallar mi calor con nadie y disidí mirar hacia otro lado. Carla en ese momento no la encontraba a la vista, y la verdad mucho no me entretenía ver niñatos, diciendo tonteras y no pudiendo sostener dentro de sus organismos sus bebidas.

Me acerco a Nina con un poco de nerviosismo para preguntarle sobre Carla, y me contesto en un tono medio burlón y en el oído, ya que poco se oía, que se había marchado con su machote. Y mientras me dirigía hacia la puerta para marcharme vi la verdadera cara de Nina, una música suave resonaba en el lugar, y las luces rojas apuntaron hacia esa mujer, apoyada sobre un barandal, la cual cumplió función de “caño” se movía con lentitud y sensualidad, al verla, me quede duro parado cerca de la puerta, para esas horas solo quedaban los bailarines, quede unos minutos observando cada movimiento de ese cuerpo, que en esos momentos desee con todo mi ser, fuera mío, y solamente mío, ver su contorcionismo y su rostro con fogosidad, con plena fogosidad, en la cual mordía siempre su labio inferior incitando que quieras comerla como un cazador a su presa, también hizo muchas poses de tipo fotografía en la cual colocaba su trasero o sus senos entre lo que vendría a ser el caño . Me basta aclarar que mi pene se encontraba en un estado mayor al normal, y no pude contener llevar mi mano para acomodarlo como mejor pudiese sin que nadie se diera cuenta, pero en ese momento aquella princesa se había convertido en una provocadora tentación, y no solo para mi, sino para muchos otros hombres que quisieron hacerse valer como hombres demandantes, y fueron a  tocarla, pero ella no quería ser molestada, más allá de que estaba tomada, era consciente, y mientras aquellos muchachos decían que ella era una zorra calienta pollas , por lo que había hecho.

Mi yo interno que esconde un héroe dentro de mí, pero no fuera, quiso defender a mi reinita, y al acercarme y al leer mis intenciones, los 5 muchachos me dieron una golpiza sin siquiera acercarme a aquella mujer, me dejaron tirado en la calle y tuve que acudir a un centro de primero auxilios, era medico pero no mago, necesitabas las herramientas para poder curarme. Al llegar a mi ya conocido hospital,  apenas pasar la puerta Rosita, la recepcionista me miro y se largo a las carcajadas limpias.

-          Tú si que eres lo máximo, ni en domingo dejas este hospital-.

-         Hay que viva eres rosita, ayúdame, creo que me han dejado el brazo y unas cuantas costillas rotas, pero todo tiene arreglo no?-. se lo dije con un pequeño guiño de ojo, pues Rosita era una de las más viejas empleadas del hospital, quejarme seria para retos.

-         Y dígame doctorcito como se hizo esto?-.

-         Tratando de defender a una mujer en un lugar muy debido digamos-.

Me dejo en la sala de radiografías, en la cual me entere de la fractura de mi brazo y de que las costillas estaban bien pero los músculos sufrieron algunos golpes. Jamás pensé que esa fuera la golpiza que me traería al presente a mi reinita.

Y dejando mis pensamientos, no me había dado cuenta de que tanto me colgué pensando en el pasado, y ya era la hora del almuerzo, donde decidí hacer huelga de hambre e irme a dormir una siestecita, pues no tenía muchas ganas de nada, y solo esperaba las 5 de la tarde.

Desperté cerca de las quince horas, para refrescar mi cuerpo, me di un pequeño  baño, vestí de deporte y me dirigí al hospital, como tenía hambre tuve que pasar por unas galletas y un café bien fuerte, que con mi trabajo, se fue volviendo costumbre para mi organismo. Llegue cerca de las 17, para mí  la puntualidad es sumamente importante, subí ese ascensor como siempre lo hecho, pero con sensaciones diferentes, hoy no quería que nadie me viese solo me dirigí del subsuelo al tercer piso donde se encontraba mi reinita, al llegar a su puerta que lo supe después de revisar unos papeles de una enfermera en un mostrador, entre haciendo el mayor de los silencios, no había nadie, ni la paciente, supuse estaría en el baño.

-         Señorita   Silvetti he visto en su expediente que le medicaron muchos mimitos y caricias-. Me acerque a su espalda agarrándola por detrás, sintiendo su olor, el perfume de su cabello, su piel, y la sensibilidad de su piel a mi tacto, como se le erizan las vellosidades del cuerpo.

-         Oskar ya basta, no estoy de ánimos para cachondeos y jueguitos, tengo que hablarte en serio-. Alejándose de mi y entrando en la pieza a la camilla

-         Bueno estamos de mal genio por lo visto, dime suelta la sopa, dime que es lo que me tienes que decir-. Confieso que en esos momentos me moría por dentro de la curiosidad, pero no quería aparentar tanto curiosísimo porque de lo contrario ella se pondría a tartamudear como lo hace cuando está nerviosa.

-         Mi familia quiere que deje de verte, pues dicen que influyes de mala manera en mi carrera como bailarina, y como mi carrera es corta, y estoy en el punto culmine de la misma, yo decidí….- todo esto lo había dicho con la mirada hacia abajo y con las mejillas completamente rojas, y entendí lo que quiso decir.

-         Ya Nina no hay necesidad que sigas con esto te entiendo, sabes yo siempre respete tus decisiones, y perdón si deterioré tu trabajo-.

Me levante de la camilla donde me encontraba sentado, agarre la planilla que se encontraba en la punta de la cama colgando para ver su estado de salud, quería disimular todo acto de debilidad en mí, no quería ser yo quien siga rogándole por que este junto a mí, y aunque me había roto el alma y el corazón haber confesado que no tenía las agallas suficientes para solamente aceptarme en su vida, nada más que eso, nunca le pediría que se fugara conmigo, ni nada por el estilo, aunque no es mala idea, pero no era cosa del otro mundo sentir solo pequeños momentos de su presencia conmigo, regalarme esos momentos que nadie más lo podía hacer, ya que solo con ella me sentía capaz de dar riendas sueltas a mis emociones, aunque ahora las esté tratando de ocultar, y estoy seguro ella estaba completamente consciente de mis sentimientos encontrados en esos momentos.

-         Bueno según estos papeles tus defensas disminuyeron bastante con relación a los meses pasados y tu frecuencia cardiaca no es la misma, ahora aclárame una cosa nada mas antes de irme, que paso ayer? A que se debió ese súbito desmayo?-. yo esperaba solamente que fuera sincera conmigo.

-         Estem.. emm.. tu ya sabes me dio ese desmayo porque.. me falto un poco de aire por la multitud de personas y por los nervios ya lo sabes-.

-         Ah bueno está bien si tu lo dices-. Estaba seguro que mentía, tal vez fuera indicios de desmayo pero no de la forma en que ella se desplomó no era normal.

Solo le di mi pensado último beso en la frente, no quería probar esos labios que me lastimarían aun peor si los probaba así como me encontraba, dolorido de rabia e impotencia que la reinita se encontrara tan segura conmigo que no tema estar a mi lado. Baje el ascensor en completo silencio, y en la mitad del camino le di un golpe fuerte al espejo que se encontraba en el ascensor, intentando tal vez que sea el puño quien doliese mas que mi alma, pero no, solo logre una contusión y seguí con mi alma tan vacía como en el inicio.

Me dirigí al piso donde se encontraban todos los consultorios, busque el doctor Martínez, quien atendía a Nina,  le pregunte qué era lo que ella tenía, porque eso de los nervios yo no me lo trago, y me confirmo que era muy probable que ella sufría de trastorno alimenticio, que por su profesión , su cuerpo y sus síntomas era lo más normal, me cayó muy mal esta noticia, pues cada vez que yo la tenía cerca la veía como siempre con sus mismas curvas, sus mismas sensaciones, pero no me fijaba si comía o no,  - lo último que hacíamos con suerte era comer-. Me dije a mi mismo, y tal vez era eso lo que no dejaba que ella rindiera como los familiares querían en su profesión.

Mientras iba de camino a mi casa otra vez pensaba para mis adentro. Que si bien siempre fue una preciosa niña aplicada últimamente haga lo que haga no podía complementar dos pasos juntos, y eso la ponía de muy mal humor, y  no deseaba verme ni la sombra, aunque para una cosa si era seguro, para mi si me quería para tener  sexo…  para mis lamentaciones siempre le prometí ser su prisionero de sus deseos y nada más que eso, no me podía permitir a mas cosas, no tenia las habilidades ni el cuerpo, ni la posición social, ni la edad para ser algo más serio.

Pero yo no iba a dejar que ella se derrumbara así como así, siendo tan importante, y no me importara nada lo que los demás piensen, yo me dedicaría en vida y muerte para ella, para su recuperación y su más importante felicidad, aunque sea ella misma quien intente alejarme y yo no lo quería admitir pero el deseo de su carne era más fuerte que el que mi razón podía tener...


espero les guste la continuacion del relato, y me dirijan a sus deseos y gustos de lecturas, con el fin de continuar esta historia.

cuidense!