De niña a mujer

Eras una niña de no más de un metro sesenta de altura y inocente palomita, que tal vez por desgracia o bondad de Dios, se topó en su camino a un “vil mentiroso”...

Llegué cansado a mi casa, pero estaba seguro que tendría que salir esa noche, así que decidí tomar una pequeña ducha, ante cualquier cosa.

Coloqué mi esmoquin en mi cama, de algarrobo grande y solitaria, era un traje simple pero siempre elegante, el cual siempre lo supe, te encanta. Me coloqué la colonia que me habías obsequiado, según tu, para ocasiones especiales o extrema urgencia, y recordé esa sonrisa pequeña al decir estas palabras.

En camino a tu encuentro en una especie de  “muñequito de torta” recordaba cuando te conocí y lo mucho que costo que aceptaras que pasarías el resto de tu vida conmigo, bueno puesto que yo no soy exclusivamente Brad Pitt, pero tengo mi sonrisa picarona y mis ojos de niño bueno, que no rompe un plato, que soy consciente, te encantan. En tanto cuando conocí a la mujer que admiro, eras una niña de no más de un metro sesenta de altura y inocente palomita, que tal vez por desgracia o bondad de Dios, se topó en su camino a un “vil mentiroso”, jamás olvidaré esas palabras que entre salían de tus hermosos y carnosos labios y esos ojos de tan oscuro color y tan inocente mirada.

Al llegar al portal de tu departamento, me detengo a admirar por la ventana la poca luz que se deslumbra y la figura, que supongo será la de mi amada, y me siento dichoso de tenerte de mi brazo esta noche. Abro muy lentamente la puerta y trato de no hacer muchos ruidos, pero mis brazos me engañan, tiro un especie de jarro, el cual hacer un sonido peculiar al caer, das vuelta y mi mirada solo puede ver tu hermosa melena que enmarca la figura de tu rostro, brillante como siempre, te enojas porque hago un lio con todo los vidrios rotos en el suelo.

-tu siempre te dedicas a romper las cosas de mi casa cuando entras-dijo muy enfadada.

-oh perdóname, creo que vengo distraído con el trabajo- si supiera que lo que más me deslumbra, distrae, y hace caer a mi alma en las tentaciones es ella .

  • solamente tienes mis disculpas porque vamos tardísimo.-

Fue hacia su dormitorio  y volvió con su bolso de mano, agarro fuerte mi mano y me jaló hacia la calle. En el auto, ya un poco más tranquila olfateo e hizo los ojos de lado a lado, como buscando algo, te pusiste la colonia que te regale? Que niño obediente. Y por fin en toda la noche había descubierto esa sonrisa que me encanta.

-sabes estas maravillosa esta noche mi niña-

-bueno pues usted no está nada malito el día de hoy-. Contestó en tono burlón.

Fueron las únicas palabras en toda la noche, creo que estaba un poco nerviosa, era mi primera vez en sociedad, en su círculo social, era el cumpleaños de uno de sus hermanos mayores, festejaba sus 30 años, su otro hermano ya tenía por ese entonces unos 26 años y ella la hermanita menor unos 19 años, era de esperarse sus nervios, pues los celosos eran sus hermanos.

Al llegar solo aparque el automóvil un tanto lejano del lugar, baje y como todo un caballero abrí su puerta, agradeció y noté como dudaba y se la notaba nerviosa.

-Te sientes bien?-. Tomé sus manos entre las mías y logra calmarla un poco.

  • Quiero que todo salga bien nada mas.- Solo mire sus ojos y bajo su rostro.

Como si en esos instantes sintiera miedos y vergüenzas, y yo  solo sabia una forma de quitárselos, comencé con pequeños besos en su frente para ir a su mejilla, y luego bajar a su adorado, cuello de piel tersa y llena de sensaciones, que pude notar como su corazón, se calmaba, su respiración ya no era la de antes, sino una pausada y larga aspiraciones, le estaba gustando que acaricie su cuerpo, pero alguien tendría que tener cordura, y como nos podrían ver, preferí guardar decencia, aunque confieso, en el mismo lugar la dejaría sin vestido ni penas ni dolores. Se recompuso, ya un poco más calmada, y entro de mi mano en el portal de esa gran casa que, si bien era  lujosa, no me sorprendía en nada.

A los pocos minutos de entrar por un pasillo larguísimo, que en ese entonces me pareció eterno, llegamos a la recepción, en el cual se encontraba, sus padres hermanos y familiares allegados, yo solo sonreía a cada persona que me presentaban, aunque debo decir que el cumpleañero nunca me lo presentaron, como decía mi reinita, yo era el doctor Ramírez, de edad no consentida ni dicha en el lugar, que era su pareja de esta noche y me conocía por una amiga. Al momento de presentarme ante los ojos de sus padres y sus hermanos, sentí como un escalofríos y un nerviosismo inundó completamente mi cuerpo, y supuse que el de mi reinita también, pues temblaba como una hoja.

-         Padres, hermanos,  es el doctor que tanto les he hablado…- lo dijo un tanto pálida y tartamudeando.

-         No puedo creer que traigas a este maldito infeliz a mi casa y mi fiesta-. Dijo el hermano mayor, con una furia en los ojos poco entendible, pues poco me conocía.

Al no salir de mi asombro por lo de David, el hermano mayor de mi reinita, no me di cuenta de que ella se había desmayado inoportunamente. Intenté despertarla y nada surgió efecto.

-         Deja de tocar a mi hermana asqueroso, que cosas les habrás dado de tomar lárgate de aquí-. Lo dijo con mucha furia, y su hermano acompañándolo.

Dos hombres de seguridad me sacaron rápidamente del lugar, y aunque no pude hacer mas nada, veía a mi reinita tirada en el suelo y a su madre gritando que trajeran una ambulancia.


Bueno espero que este relato les interese,  acepto críticas y comentarios, tiene su continuación, pero me gustaría escuchar sus ideas y gustos y sobre todo dudas. Cuídense!

Mardemiel…