De negro a rosa (8)

De la actuación a la realidad.

-¿Tu madre me habrá visto?, ¿Qué hacemos ahora? Pregunté a Carolina con evidente angustia. Trataba de encontrar una salida a la situación, no podía pensar en simplemente escapar, era claro que había visto tres personas en la cama, no sabia que hacer - ¿Si me visto de chica tu crees que tu madre se de cuenta?

-No seas tonto, claro que se dará cuenta que no eres una chica, que te veas algo femenino no significa que puedas pasar por una muchacha de buenas a primeras, para algo así se requiere tiempo para poder feminizarte mas. Mi madre no es ninguna tonta, si no tienes un aspecto totalmente femenino sospechará y acabará por descubrirnos.

-¿Entonces que hacemos?

No seria aceptable que Carolina hubiese pasado toda la noche en la cama con un chico habiéndose quedado sola en la casa, era un hecho que ninguna madre aceptaría de buenas a primeras.

-La única alternativa que tenemos es que te vea como un chico absolutamente inofensivo, tienes que verte y comportarte absolutamente afeminado, de modo que sea evidente que eres incapaz de funcionar como un macho. Esa es la única solución, venga a vestirnos, tu ya lo sabes, tienes que mariquearte lo mas que puedas, no vayas a meternos en un problema a todos.

Me puse de nuevo los ajustados jeans negros a la cadera de la noche anterior, una camiseta T shirt de cotton lycra negra con ribetes rosa que acentuaba la delgadez y fragilidad de mi cuerpo y zapatillas de goma bajas también de color negro que asemejaban las de una bailarina.

Rápidamente Carolina acentuó mi afeminada imagen con un toque de máscara en mis pestañas y brillo labial de color neutro, lo suficiente como para que no me viese excesivamente maquillado para esa hora de la mañana, pero que se notase la presencia en el rostro de los cosméticos.

-Ya lo sabes a partir de ahora eres una "maricona", así que compórtate como tal, al menor indicio mi madre puede sospechar.

Tenía miedo ¿Qué iría a decir la madre de Carolina? ¿Armaría un escándalo?, después de todo yo había pasado toda la noche en su casa en la cama con su hija. ¿Se lo diría a mis padres? Esta última posibilidad de veras me aterraba. Nunca me había sentido como una marica, sin embargo la estrategia de Carolina parecía ser la única posible. Baje las escaleras presa de un gran temor

-¡Ah!, Pero si es un chico, fue la primera exclamación de la madre de Carolina

-Mama, parece un chico pero en realidad es casi tan mujer como nosotras, fue la rápida respuesta de Carolina

-Ya veo, dijo escrutándome de arriba abajo con la mirada, no te preocupes en el teatro hay muchos como "ella".

Me ruboricé al oír la expresión de la señora refiriéndose a mi en femenino, pero paralelamente sentí una sensación de alivio al ver que la idea de Carolina funcionaba por el momento.

-Desde pequeño siempre se comportó como una niñita, expresó mi hermana, dirigiéndome una mirada de picardía.

-Bueno, bueno, siéntense a desayunar chicas, Aquí tienen cereal, yogurt, frutas y café. ¿Te molesta me dirija a ti como una chica?, me preguntó directamente, como poniéndome a prueba.

-No señora, no se preocupe, últimamente esa confusión se va haciendo algo común, ya estoy acostumbrándome. Le respondí tratando de sonar lo mas amanerado posible.

-Me caen ustedes como anillo al dedo, esta noche invité a un productor amigo mió, estoy tratando de obtener un papel en su obra y me pueden ayudar con la lectura dramatizada que quiero hacer. Claro para ello deberían ensayar un poco, Carolina mi amor, en el estudio está el guión ¿Puedes ocuparte de ello? ¡Ah!, ocúpate también de tener lista la cena, debo salir en la tarde y llego en la noche con el productor.

Las ametrallantes palabras de Cristina, la madre de Carolina, dibujaron el panorama de lo que seria el discurrir de nuestro día, haciendo hicieron trizas mis esperanzas de una rápida huida. Me resigne a tener que realizar el papel que se me había asignado durante el día y el que se me asignaría para la representación de la noche.

-Hasta ahora lo haz hecho perfecto, sigue así y nos ira bien. Me dijo Carolina cuando quedamos los tres solos.

Mientras las muchachas recogían los trastes sucios del desayuno, yo los fregaba, al terminar Carolina buscó el texto de los parlamentos que deberíamos aprender para la noche.

-Yo me lo leeré y asignaré los papeles. Asumiendo una vez mas su inocultable liderazgo sobre mi y mi hermana.

-¡Es perfecto!, además sólo hay tres personajes, todas mujeres, nos vendrá perfecto para convencer aún mas a mi madre. Tu harás uno de ellos, tu hermana el otro y yo ensayaré el papel que le tocará a mi mama.

Buena parte de la tarde de esa parte la dedicamos a practicar las líneas que debíamos aprender, al comienzo me cohibí un poco, dadas las características del personaje que me tocaba interpretar, al final me resultó muy divertido, nos reímos y disfrutamos mucho con todas nuestras equivocaciones e intentos de dramatización, después de algunas horas terminamos haciéndolo bastante aceptable, la mama de Carolina no tendría mucho que reprocharnos.

Al caer el sol Carolina recordó que debíamos preparar la cena, yo me encargué de sacar la piel de algunas verduras que utilizaríamos en una sopa mientras las chicas a mis espaldas elaboraban el guiso. Estaba concentrado con mi labor con el cuchillo cuando sentí unas manos que acariciaban mis glúteos.

-Hasta ahora has sido una "niña" buena, sigue así, mariquísima, y nos ira divinamente, me fascina verte tan obediente. Era Carolina que como siempre dio por terminada su frase con un leve mordisco en mi oreja.

Hora y media mas tarde estaba la cena lista, nos quedaba el tiempo justo para vestirnos antes de la llegada de la señora con su productor.

Una vez mas la incertidumbre del vestuario, lo que hasta ahora no había sido para mi mas que una sencilla protección contra el ambiente, cobraba significación, cada vez se me hacia mas claro que si bien no somos exactamente lo que vestimos, vestimos como pretendemos ser. Los otros y nosotros reaccionamos al estimulo visual de la apariencia, envolvemos a las personas en el invisible celofán de nuestras percepciones, y el llamado de la moda que portamos crea la situación en donde actuamos.

Ya la decisión de cómo vestir no me pertenecía, era Carolina que dictaba la pauta que yo debía seguir. Era una cena informal, pero con gran importancia para su madre.

-¿Qué te pondremos? ¿Criaturita que te pondremos? Se preguntó a si misma.

Lo primero que me dio fueron unas bragas negra de encaje.

-Mucho cuidado con ellas no me las vayas a estropear son de mis favoritas. Un pantalón ¿Qué pantalón puede ser? No puede ser un jeans, es demasiado informal, a ver, ponte este.

Me dió un pantalón negro de vestir, a diferencia de los jeans, el talle era alto, mas alto que en los pantalones usuales de chico, la cinturilla era ancha, asemejando una especie de fajín la cual se abrochaba en la parte delantera con tres botones. Era un pantalón muy femenino que entallaba y afinaba mi cintura.

-Date la vuelta, a ver como te queda, Sandra mi amor, mira el "pompis" que se le ve a tu hermanito con este pantalón, ¿No se le ve bellísimo?

-Es la marca de familia, todas las "mujeres" de la familia lo tenemos así, formadito y paradito, dijo mi hermana entre risas.

Sacó del armario una blusa de seda con un estampado de flores con tonalidades rojas, naranjas y amarillas. Sus mangas eran amplias recogiéndose en unos ajustados puños.

-Esta te combinará perfecta.

Era la primera vez que vestía una blusa de chica, una de las cosas que me extraño es que la abotonadura de la misma era inversa a las que acostumbraba a vestir, nunca me había percatado de este detalle, lo cual hacia que mis manos lucieran algo torpes al abotonarlos.

-Sandra, ve removiéndole el barniz violeta de las uñas de tu hermano, ponle un rosadito suave, neutro que casi no se le vea, ¿Qué zapatos te podrás poner? No pueden ser deportivos, y no creo que en tacones puedas estar, para comenzar no podrías caminar en ellos, habría que "enseñarte". Dijo soltando una carcajada.

A la final me pasó unos zapatos de charol, de tacón bajo, hubiesen sido bastante discretos si no puede por un broche dorado que tenían a sus costados, lo que hacia imposible dejar de mirarlos.

-Listo, te ves "divinísima", todo el que te vea pensará que eres un chico "finísimo". Siéntate, te retocaré el maquillaje.

Esta vez a la mascara de pestañas y el brillo labial, ligeramente mas rosa que el de la mañana, se unió algo de sombras en mis ojos, de un tono solo un poco mas oscuro que mi piel, de forma de lograr que sin notarse demasiado lograra resaltar mi mirada.

-Justo a tiempo. Dijo Carolina al oír el coche de su madre desplazarse por la vereda de entrada.

Al abrirse la puerta entró la señora Cristina, acompañada de un hombre de unos 40 años, alto, delgado, de impecable aspecto, por su apariencia era obvio que cultivaba tanto su aspecto como su forma física.

-Hola Chicas, este es Guillermo Montilla, es el que será mi futuro productor. ¿No es verdad Guillermo?

-Je, je, je. Rió el hombre. Cristina, Cristinita, no vas como muy rápido, eso debemos discutirlo hoy.

-Esta es mi hija Carolina y su amiga Sandra con su hermano. Nos presentó la señora.

-Pero si este es un "pimpollo"

Tuve que hacer un esfuerzo para contenerme, baje mi rostro, pensé el lío en que me vería si la madre de Carolina sospechara que era algo distinto a una maricona, pensé en Carolina, me gustaba demasiado, no podía fallarle.

-¿No es una divinidad?, dijo riendo la señora Cristina. Vamos pasando al comedor. Chicas vayan a servir la cena.

Me dirigí con las muchachas a la cocina a buscar las bandejas con la comida, antes de sentarnos a la mesa servimos en los platos de la señora Cristina y su invitado sus porciones.

-¿Esta bien así de sopa señor?, pregunté al momento de servirle.

-Muy bien lo haces, muy bien. Me respondió.

Durante la cena trataba de pasar desapercibido, callado, con mi vista baja. En dos o tres oportunidades me percaté de las miradas escrutadoras tanto de la madre de Carolina como de su productor, supongo era inevitable dada mi peculiar apariencia. Del otro lado de la mesa Carolina me enviaba miradas y sonrisas de aprobación.

La cena se prolongó por un tiempo, la conversación giraba en torno a la carrera profesional de la señora Cristina.

-Guillermo, ya no estoy para hacer papeles de damisela, creo que el papel en tu obra puede abrirme la puerta a la transición para otro tipo de papeles, mas maduros, con mas fuerza.

-No lo sé, Cristina, aun eres una mujer joven, te ves divinamente. No es que dude de tu fuerza expresiva, ¿Estás segura que quieres hacer ese tipo de papel?

-Por supuesto, hemos preparado una lectura dramatizada, quiero que la veas Guillermo, si no te gusta no se hable mas del asunto. Chicas vayan a prepararse.

-¿Prepararse?, ¿Qué significaba prepararse? Pensé. Hasta el momento había creído se trataba sólo de recitar el parlamento.

Salimos a la habitación contigua, Carolina, quien obviamente lo había preparado todo, nos dio a mi hermana y a mi idéntico atuendo, blusa blanca manga corta y una falda corta negra de tablas.

-Pónganse esto. ¡Tu no empieces con tus miedos!

La cortante frase de Carolina no dejaba lugar a réplica, sin chistar vestí por primera vez en mi vida una falda y de dispuse a entrar en el salón en donde haríamos la representación.

Comenzó la función.

Al rato estaba yo declamando frente a la señora Cristina y mi hermana

La señora nos ha vestido como unas princesas, la señora ha cuidado a Clara o a Solange, puesto que la señora nos confundía siempre; la señora nos envolvía en su bondad. La señora nos permitía vivir juntas a mi hermana y a mí. Nos daba las chucherías que ya no le servían. Tolera que el domingo vayamos a misa y nos coloquemos en un reclinatorio cerca del suyo

(Fragmento de la obra Las Criadas de Jean Genet)

Al terminar la algo improvisada "representación", la señora nos felicitó a mi hermana y a mí. Besándonos en ambos cachetes nos dijo:

–Lo hicieron excelente para no haber actuado nunca. Carolina te felicito hiciste un excelente trabajo con este par, ahora recojan la mesa mientras yo converso con Guillermo.

Comencé a fregar los trastes, mientras las chicas entraban y salían de la cocina trayéndome la loza y los cubiertos utilizados, de pronto sentí por debajo de mi falda unas manos que acariciaban mis glúteos. - Es Carolina de nuevo, pensé por una fracción de segundos antes que mis sentidos se percatasen que tanto la textura de la piel como la fuerza con que lo hacían no eran similar a sus caricias.

Me volví bruscamente para encontrarme cara a cara con el señor Guillermo.

-Lo hiciste divinamente bien, me dejaste impactado, me dijo.

-Pero señor que hace. Respondí apartándome rápidamente del fregador y dirigiéndome a la otra esquina de la cocina

-Ven acá, acércate.

-No señor, creo que usted se equivoca conmigo… a pesar de mi aspecto

-¡El que estas equivocado eres tu! Ya lo veras. Dijo saliendo rápidamente de la cocina.

Me quedé perplejo, no sabia que hacer, el invitado de la señora Cristina había salido evidentemente molesto, ¿Qué debía hacer?, ¿Tendría decirle lo ocurrido a Carolina?

En el comedor se escucharon algunas voces, eso me aterrorizó más. Si fuese posible desaparecer de esa casa lo habría hecho.

Carolina entró a la cocina, estaba visiblemente molesta.

-¿Qué coño estas haciendo?, esta noche es demasiado importante para mi madre y para mi, no voy a dejar que un "maricón" como tu la arruine. ¿Quieres que le diga a tus padres que su "hijito" se dedica a masturbar pollas por debajo de la mesas en las discotecas? ¿O les digo como tragas semen?, Tal vez les muestro tu tatuaje ¿Eso te gustaría? ¿Qué crees que pasaría si hago eso? Vas a entrar al salón y vas a hacer exactamente lo que se te diga, así tranquilito, sin chistar ¿Estamos?.

-Si Carolina entendí, y la seguí hacia la puerta del salón.