De negro a rosa (5)

Cayendo mas y mas en la telaraña, mientras mas quieres acercarte mas te envuelven.

Desperté, al estirar perezosamente mi cuerpo pude darme cuenta que estaba solo en la inmensa cama. De inmediato una pregunta se instalo en mi mente, ¿Se habría dado cuenta mi hermana de lo que me hizo Carolina? Si se dio cuenta … ¿Cómo lo tomaría? Las dudas revoloteaban mi mente al punto que hubiese preferido no tener que verla esta mañana. Una vez mas la realidad de la situación se impuso y bajé hacia la cocina, allí estaban Carolina y Sandra charlando, al verme se hizo un instante de silencio.

–Lo sabe, Pensé. Me pareció que portaba una especie de letrero invisible que notificaba a todo el que me viera que mi ano había sido profanado, si, profanado aunque hubiese sido hecho con algo tan delicado como el dedo de Carolina. Entré a la cocina bajando mi mirada.

-¿Cómo que te despertastes de malas pulgas? ¡Qué ni los buenos días nos das!, fue el recibimiento de mi hermana..

-Déjalo quieto, debe ser el "pasón" de la yerba, ven siéntate a desayunar, dijo Carolina colocando un plato con variadas frutas en la mesa.

-Disculpen, es que aun estoy medio dormido, levanté la vista para tomar el vaso de jugo de naranja sin atreverme todavía a mirar directamente a las chicas.

-Come algo, eso te ayudará a "cortar la depre". ¡Ah!, después lavas la loza, dijo Carolina mientras salía de la cocina con Sandra.

Yo me quedé allí, solo, recogí los platos, vasos y cubiertos utilizados por las chicas y por mi, mientras los fregaba recordé el placer que sentí cuando Carolina me hizo eyacular. Me dije a mi mismo –No todo es tan malo. El ánimo comenzaba a entrar a mi cuerpo. Coloqué la loza cuidadosamente en los armarios y eché una última mirada constatando no se me hubiese escapado algo. Todo lucia en su sitio. Salí.

Las chicas estaban en el salón, ya Sandra se había vestido, mientras Carolina tenia puesto de nuevo el kimono oriental.

-Sube a cambiarte, me dijo mi hermana. Extendió sus manos para entregarme mi ropa perfectamente lavada.

Subí a vestirme en el cuarto de Carolina, al ponerme la ropa note un aroma sutil, no habitual en ellas, seguramente se trataba del detergente que utilizaron. Me embargaba ahora una especie de tristeza, todo hacia pensar que ya íbamos de retorno a casa, otra vez el hastío. La verdad a pesar de todo había disfrutado mucho la estancia donde la amiga de mi hermana.

Bajando las escaleras me tope con Carolina.

-¡Huy! ¡Que carita cargas!, ¿Hicistes algo malo? ¿O estás arrepentido?

-No, no es eso, es que … Comencé a decir cuando Carolina de repente besó mi boca. Era el mismo tipo de beso que le había visto darle a mi hermana, en la boca, sin lengua, sólo el suave contacto de nuestros labios, era mas una ambigua caricia que un beso.

-No seas tonto, ándate tranquilo, yo te llamo. Me dijo antes de proseguir ascendiendo rauda las escaleras.

Abajo mi hermana esperaba.

-¿Ya estas listo?, vamos a esperar que Carolina baje, fue a buscarme algo.

Al bajar Carolina entrego a mi hermana un pequeño paquete y se despidió de ella con otro besito en la boca. –Yo te llamo mi amor. Le dijo.

Salimos rumbo a la casa, el sol se encontraba en el punto mas alto.

La tarde transcurrió lenta, aletargada, traté de distraerme con lo videojuegos, pero una y otra vez el recuerdo de las manos de Carolina sobre mi piel retomaba mi mente impidiéndome la concentración. Ni siquiera tenía mucha hambre, cenamos un sándwich, o bocadillo de pechuga de pavo y pan integral. Mi hermana estaba con diario, por lo que sabia que en esos momentos no debía importunarla mucho, ella se ensimismaba escribiendo. Estábamos terminando de cenar cuando el teléfono sonó.

-Alo, ¡Carola!, hola

-Si, Chama

-Por aquí

-Espera subo para hablar del cuarto.

Mi hermana corrió a atender la llamada desde su cuarto, ya no podría escuchar la conversación, me quedé en la sala como expectante, quería hablar con Carolina, ella había prometido llamarme y ahora mi hermana estaba en su habitación hablando con ella. Sin darme mucha cuenta, de forma algo impaciente, comencé a descascarar la pintura que aún llevaba en las uñas con mis dientes, luego, al hacerlo mas consciente, tomé una de las llaves de la casa para frotar la capa de barniz, logrando raspar la pintura. En ese momento ya no sabía si era impaciencia o algo de enojo y frustración lo que estaba sintiendo.

Al salir mi hermana de su habitación ya tenía una de mis manos casi libre de pintura.

-¡Qué haces¡ Eso no se hace así, te estas destrozando las uñas. En un instante ya estaba sentada a mi lado con un algodón impregnado de removedor de esmalte.

-Así, hermanito, ¿Ves?, así no se daña la uña y conserva su forma, esta fórmula hasta tiene un ingrediente que las fortalece, puedes pedírmela cuando quieras, o comprarte un envase para ti, fíjate que sea el de la tapa rosa, la otra no tiene endurecedor.

Mientras mi hermana me "aconsejaba" sobre el cuidado de mis uñas, yo sólo pensaba en la llamada de Carolina ¿Por qué no hablo conmigo?.

-¿Te las vuelvo a pintar?, me preguntó

-¿Fue Carolina la que te llamó? ¿Por qué no me la pasastes? Le pregunte dejando relucir a mi pesar algo del estado emocional que me envolvía.

-¡Claro que era Carolina!, no te hagas el pendejto, lo sabes perfectamente, me escuchastes cuando contesté el teléfono, no te la pasé simplemente porque ella no me dijo que quería hablar contigo. ¿O es que ahora la "amiga" de Carolina eres tu?.

En la respuesta de mi hermana no había indicios de enojo o celos, era una respuesta casi con indiferencia hacia mi, eso hacia aun mas brutal su efecto.

-Creo que no me las voy a pintar, contesté a su interrogante inicial, con un sentimiento de derrota subí a mi habitación.

La frustración por no haber hablado con Carolina me impidió dormirme rápidamente, cuando este sentimiento se convirtió en la nítido recuerdo de cómo sus manos suave y lentamente masturbaron mi pene, comprendí que estaba ya dormido. Podía casi sentir su respiración en mi oido, sus susurros para evitar que mi hermana con la que compartíamos la cama se enterase, ese clima que convirtió esa experiencia en algo medio oculto, vedado, era una mezcla se sorpresa, miedo y placer que se generaba en mi en ese momento, mi sueño recordaba lo que había sido la vivencia mas excitante de las mi disfrutadas. La evocación del mordisco en la oreja y la rápida inserción de su dedo en mi ano en el momento de mayor éxtasis, se sacó del mundo onírico devolviéndome a la vigilia. ¿Era placer lo que sentía?, ¿Es culpa lo que siento?. En mi interior se agitaban los miedos, nunca había podido imaginar que una chica pudiese generar en mi esta mezcla de temores y placeres, era algo totalmente inédito para mi.

Cuando mi hermana despertó, yo ya tenía el desayuno preparado: café, frutas y yogurt.

-Que tempranero, hermanito. ¿Cómo que no dormistes bien? ¿Alguna preocupación?

-Es sólo que anoche me acosté temprano, le respondí fingiendo una sonrisa.

Me eche en el sillón con el Playstation, tratando de transportar mi mente a otro universo de significación, de amputarme la conciencia. Puntos, decenas, miles, millones de ellos, transcurrieron en mis andanzas digitales. Nada conseguía apartar mi mente del recuerdo. ¡Ping!, ¡bling!, chis! Eran ya las cuatro de la tarde y no había ni almorzado.

-¡Ring!, ¡Ring!, y la voz de mi hermana como apareciendo de no se sabe donde, contestó el teléfono

-¡Hola Carola!

-Si

-Claro

-Jejeje

-Genial

-Ya te lo paso.

-Es Carolina, quiere hablar contigo.

-Aló, dije tomando el articular.

-Hola criaturita linda, ¿Cómo has estado?, mira quiero que tu y tu hermana se vengan, esta noche toca un grupo de lo mas guai en un local cercano y vamos a verlo, ¿Ok?

-Claro Carolina, como tu quieras, Contesté.

-Hala, entonces vístete y arréglate, esta noche tenemos diversión, me dijo con un tono que no hacia demasiado esfuerzo por encubrir un doble sentido.

Cuando colgué el teléfono ya mi hermana estaba en el baño, era evidente que ella estaba al tanto de los planes de Carolina.

Al comenzar a vestirme sentí la incomodidad de no saber exactamente adonde iríamos, "Un grupo en un local cercano", podía ser casi cualquier cosa, en esa zona seguramente no seria un tugurio, además Carolina era una chica de una familia de abundantes recursos económicos. Deduje no debía ir como un mamarracho.

Me puse mi mejor pantalón, de gabardina negro con pinzas delanteras que lograban una caída cómoda y holgada, una camisa de vestir de color gris plomizo y zapatos de suela negros. Si bien por mi edad no tenia un aspecto de galán de telenovelas, me veía bien formal, sin importar cuan elegante fuese el sitio donde iríamos, creía no desentonar.

Al verme, Sandra dejó escapar una leve risa, la cual en ese momento fue malinterpretada por mi.

-¡Que elegancia hermanito!, ni que fueses a ver a tu enamorada.

El comentario logró enrojecer mi rostro, de nuevo me sentí sin respuestas, indefenso.

Mi hermana, llevaba puesto un vestido negro, la falda era corta con mucho vuelo, logrado a partir de varias capas de blonda que se sobreponían, el corpiño ajustado con un reborde en encaje en su parte superior y trenzado en la parte de atrás asemejando un corset, medias de malla negra y una botas que le conferían un aspecto medio punk. En su cuello llevaba atada, a modo de collar, una tira de encaje negra de la que colgaba un camafeo, su cartera negra, colgaba de una correa que en realidad era una cadena plateada que resaltaba en la oscuridad de su look.

Al abrirse la puerta de la casa de Carolina, la exclamación no se hizo esperar.

¡Huy! ¡Adonde crees tu que vas!, Evidentemente me había equivocado en la escogencia de mi vestuario.

-Así no puedes venir con nosotras, sui parece fueras a una primera comunión, o un bautizo, te vez demasiado capocho.

No sabia que decir, ofrecí ir a la casa de nuevo a cambiarme.

-No hay tiempo para ello, tardarías mucho más de una hora y dentro de poco viene Luis a buscarnos, si quieres venir con nostras tendremos que conseguir algo que ponerte, pero rápido.

-¿Luis? ¿Quién coño es Luis?, pensé

Los tres, Carolina, mi hermana y yo subimos a la habitación de Carolina.

-Creo que lo mejor será buscar un jeans, ve quitándote ese pantalón. Mientras Carolina escudriñaba en su closet en busca de algo, yo a la pena por el equivoco de mi vestuario le iba a sumar la de quedarme en boxer frente a las chicas.

-A ver como va este, dándome un jeans de color negro, "strech" de esos que por el material elástico con el cual están hechos se entallan al cuerpo, las piernas eran tipo pitillo, lo que realza aun mas la figura. El talle era bajo por debajo de la cintura. Obviamente a pesar de ser un jeans era un pantalón de chica.

-¡Huy!, pero tenemos otro problemita, no te puedes poner esos jeans sobre un boxer, se verá horrible .se te harán arrugas en la tela. Tendremos que buscar algo.

Carolina había tomado por completo el control de la situación y no me atreví a interrumpirla, mis mayores temores se hicieron realidad cuando saco de una de las gavetas una pantaleta de color negra, de lycra, afortunadamente era lisa, sin ningún encaje, como las que utilizan las deportistas.

-Toma ponte estas, casi no se te notaran.

-¿!Aquí!?, ¿Me voy a desnudar aquí?, dije ya demasiado embarazado por la situación

-Claro que aquí, no voy a ver nada que no haya tocado, y supongo que Sandra te lo ha visto muchas veces. No nos hagas perder mas tiempo que estamos apuradas.

La frase de Carolina terminó de vencer toda posible resistencia de mi parte, quede allí expuesto ante mi hermana y ella. En el momento en que quedé desnudo, Carolina admirando mi cuerpo por todas partes dijo –¿No tienes ningún tatuaje?, adonde vamos hay un excelente tatuador, tal vez esta noche te regalaré uno.

Mientras tanto yo rápidamente me subía las bragas para tratar de cubrir la desnudez que acrecentaba mi fragilidad ante las chicas.

-Estas son tus primeras panties, criaturita.

Yo me sonrojé de nuevo.

-Eso es, arréglate el pene como cuando tenias la bañador, estará mas confortable así, deja te ayudo. Carolina tomo mis bolas y suavemente las colocó dentro de mi cuerpo, en las cavidades originarias de donde descienden en la infancia. Seguidamente llevó el pene hacia atrás, hacia el ano, de esa forma el mismo pene impedía el descenso de los testículos. Al colocar las bragas de licra, el elástico material del que estaban hechas permitía mantener los órganos en esa posición. Mi bulto delantero se volvió como efecto de la técnica usada por Carolina en algo casi imperceptible.

Subí lo jeans sobre mis piernas, efectivamente el talle era bajo, dejaban al descubierto bastante por debajo de mi ombligo. Carolina dio vueltas en torno a mi, como evaluando mi aspecto, sonrió levemente al ver las líneas que en el ajustado pantalón dejaban las panties sobre mis glúteos.

-Se te ven divinos, a ver ponte esta franela, dijo arrojándome una prenda de algodón negra, la franela me quedaba ajustada, sus mangas eran mas cortas y cortadas en un ángulo más pronunciado que la de los chicos, no obstante no tenia ningún tipo de encaje o estampado que le hicieran exageradamente femenina. Al colocármela me di cuenta que quedaba algo corta en mi cintura. Lo que ocasionaba que al hacer ciertos movimientos o sentarme, ciertas partes de mi anatomía quedasen al descubierto. Sandra ya había escogido un cinturón de cadenas plateadas, similares a la correa de su cartera para que me colocara encima del pantalón, al cerrar las cadenas estas quedaban ligeramente ladeadas hacia un lado de mis caderas.

-Los zapatos, ¡Qué zapatos le ponemos?, preguntó mi hermana.

-Por ahora se salva de usar tacones, dijo Carolina mientras sacaba del closet unas zapatillas converse, de forma bastante unisex, no obstante tener un estampado en la tela con algunas flores y detalles en rosa.

-Esto es lo más unisex que tengo, así que ni modo, si quieres venir no te queda otra.

Me senté en la silla de la peinadora, a colocarme los zapatos, al inclinarme sentí como Carolina jaló la parte de atrás de las pantaletas, que dado lo bajo de la cintura del pantalón y lo corto de la franela quedaban al descubierto.

-¡Huy que sexy!, dijo mientras me daba el tirón.

Antes de poder reaccionar, ya sus labios se juntaron con los mios, dándome otro de sus besos. En el espejo se reflejo la imagen de mi enrama con una sonrisa en su rostro.

-A ver un poquito de maquillaje y estamos listos. Levanta la cara, dijo mientras ya tenía en su mano un lápiz de color negro.

-¿Maquillaje?, Pregunté

-Es sólo delineador de ojos tontín, todos los chavales lo usan, ¿Y tus uñas? ¿Por qué te quitastes la pintura?, Sandra querida ve arreglándoselas mientras yo lo maquillo. Pintura negra no hay pero ponle ese violeta oscuro que igual se le verá bien.

Allí estaba yo, sentado y a la disposición de las dos chicas, no tenia otra opción que dejarlas hacer.

-A ver mira para arriba, ahora el otro, ya esta, te das cuenta que no dolió, jejeje.

Con una pequeña bocha comenzó a aplicar matraca en mis pestañas, las rizaba hacia arriba dándole mayor volumen, mis ojos se habían transformado en el centro de mi cara, al verme en el espejo, resaltaban.

-El último besito por ahora, me dijo Carolina. Mientras levemente acarició mi boca con sus labios. Te voy a poner brillo labial y no quiero que se te caiga.

-Así, ahora frota tus labios, muy bien, ya estas, ahora si te ves como para salir con nosotras. Veras que nos divertiremos mucho, esta noche será inolvidable.

¡Ring!, ¡Ring!, el timbre de la puerta sonaba, debía ser el tal "Luis"

Continuará