De negro a rosa (1)

Un verano, mi hermana y yo solos en la ciudad bastaron para pasar de negro a rosa. Primera parte de una serie. Espero sus comentarios

De Negro a Rosa

La tarde transcurría con hastío, me sentía como enjaulado dentro de la casa, hacia mucho calor, el verano comenzaba, todos mis amigos habían abandonado la ciudad a disfrutar las vacaciones, y yo aquí encerrado y aburrido.

Sin muchas expectativas me dirigí al cuarto de mi hermana.

-Hola Sandra, ¿Qué haces?

-Me pinto las uñas, ¿No lo ves?

Mi hermana sentada sobre la cama pintaba las uñas de sus pies de un color negro intenso que le otorgaba ese aspecto medio "dark" que ella tanto cultivaba.

-¿Y tu que haces?, me contestó, mientras me echaba una mirada de reojo.

-Nada, ¿Es que acaso hay algo que se pueda hacer solo en esta ciudad?, dejando evidente que era absolutamente frustrante pasar todas las vacaciones en la ciudad, para mi representaba una especie de castigo.

Nuestros padres habían decidido tomarse un viaje de segundas nupcias, viajando solos al extranjero y como Sandra y yo ya no éramos unos niños consideraron no habría demasiado problema en dejarnos solos por dos semanas.

-Pues vamos a ver que podemos hacer "juntos", dijo Sandra, dándole un tono algo sarcástico a sus palabras.

-Sabes que mama me dejó a cargo, y desde ya te digo que espero te comportes como todo un "niño bueno" , dándole un tono algo extraño a sus palabras.

-Vamos, ven aquí, súbete a la cama. ¡Quítate los zapatos ¡ No pensaras subirlos a la cama!.

Me quité los zapatos y me tumbe en la cama a su lado, el calor me estaba matando, volví mi vista al techo, todo de color rosa. Todo el cuarto era de un color rosa suave que hacia contraste con la fuerte personalidad de mi hermana.

-Sonríe hermanito, ya veras que seguro conseguimos muchas cosas que hacer.

Sandra me contemplaba cuando de pronto me tomo un pie y me dijo, ¿Quieres que te las pinte?.

Mis pies eran algo pequeños para mi estatura, más largos que anchos y siempre los llevaba totalmente aseados de acuerdo a una estricta disciplina que mi madre nos había enseñado.

-¿Pintarme que?, le respondí

-Tus uñas chico, me contestó

Era claro que realmente no esperaba una respuesta de mi parte, ya que al volver la mirada hacia mis pies observé como ya tenia al menos dos de mis uñas pintadas.

-Quédate tranquilo, me dijo mientras terminaba su labor en el pie derecho. - Trata de no mover los "deditos" hasta que seque la pintura.

Sin contestarle volví de nuevo mi mirada al techo, definitivamente me esperaban días de incertidumbre, -Total los pies no se ven, pensé mirando de nuevo el rosa del techo, mientras casi sin darme cuenta me dejaba pintar las uñas de los pies.

-Ya esta, ¿Te gustan?, pregunto mi hermana.

Me encogí de hombros indiferente

-Si están bien, le dije

-Venga, ahora las manos, le dijo

-¿Las manos?, ¡ Pero allí se verán ¡

-Pues claro que se verán, ¿Para qué quieres pintarte las uñas?, ¿Para esconderlas?, ¿Te da pena?, hermanito, hermanito, tienes que aprender que importa mucho mas lo que tu sientas que lo que puedan pensar los demás. Además hoy día muchos chicos las llevan pintadas, es de lo mas "nota", mira como a todas las chavas les fascina Tokio Hotel, no te apenes, además es negro no rosa, si es eso lo que te "preocupa" .

Rendido ante sus argumentos, le tendí la mano. Sandra comenzó a inspeccionarlas cuidadosamente, abrió la gaveta de su mesa de noche y comenzó a sacar toda una serie de adminículos que incluían tijeritas, espátulas, limas de uñas, algodones y una serie de botellitas de diversos líquidos.

-Como es tu "primera vez", te sale un tratamiento intensivo, me dijo mientras me guiñaba un ojo.

Alrededor de cuarenta minutos mas tarde me encontraba con los dedos de ambas manos extendidos, mis uñas estaban completamente "arregladas" y pintadas de un negro intenso.

-No muevas demasiado las manos, ni te soples las uñas, déjalas quietas hasta que se sequen, me dijo Sandra. ¿Te gusta la forma ovalada que les dí?, a mi me parece que quedaron bellas .

Yo escuchaba a mi hermana y en ese momento, en el cual no podía usar mis manos para nada, me sentí como indefenso, cómo si la pintura que acababa de colocar en mis uñas fuese una especie de sujeción invisible que coartaba mis posibilidades de acción.

-Ahora tienes que poner cuidado como agarras las cosas, no queremos se te desconche la pintura de alguna uña. Me dijo mientras tomaba mi mano y contemplaba una vez más el resultado de su trabajo.

¿Quieres venir esta tarde conmigo a la casa de Carolina?.

Carolina era una de las mejores amigas de mi hermana, vivía en un caserón al otro lado de la ciudad con su madre, la cual era una reconocida artista de teatro.

-Mejor eso que quedarme sólo le dije.

Mi hermana saltó de la cama, meneó su larga cabellera color miel como para desentumecerse, y comenzó a vestirse. Llevaba puesto un conjunto de bragas y sujetador negros de encaje, encima de los cuales se puso un pantalón corto, short, también de color negro que dejaban ver toda la extensión de sus largas piernas, se calzó unas zapatillas estilo bailarina, muy de moda por estos días y una blusa blanca de hilo, muy apropiada para el calor de la temporada, pero que al transparentar insinuaba la delicadeza del brassierre negro que llevaba debajo.

-Venga chico, vamos, me dijo mientras tomaba su bolso y salía apresurada.

Yo rápidamente camine tras ella, de nuevo ese día sentí la sensación de estar a la merced de la voluntad de mi hermana.

Una vez en la calle, sentía que todo el mundo miraba mis uñas pintadas, trataba de bajar un poco la mirada como tratando de no ver si me veían, tratando de eludir cualquier intercambio visual que podría resultarme embarazoso. Tomamos un autobús que nos conduciría hasta nuestro destino, el calor era insoportable, sentado sentía como las gotas de sudor rodaban inquietas por mi espalda, tenia la sensación que mis glúteos comenzaban a humedecerse, esperaba que los jeans fuesen capaces de disimular esta consecuencia de mi abundante transpiración. En el trayecto me miraba con mucho disimulo las uñas, en una de esas escuche la voz de mi hermana diciendo.

-Si, ¡Te quedaron bellas las uñas!, no haces mas que admirártelas.

-Continuara