De mojigata a puta de un Sacerdote

-Quítate las bragas zorra, que ahorita te voy a dar tu penitencia por pecadora -Si padre, soy una pecadora, estoy sucia… Cúreme padre cúreme Me quito las bragas y me hace subir a la cama, me siento sobre el con su pene entre mis muslos rozando mi chochito.

Hoy es mi primer día como voluntaria en un centro de retiro para sacerdotes, realmente me siento muy feliz, siempre me ha gustado ayudar a las personas, y sabes que están estos pobres sacerdotes ya retirados sin nadie que los pueda atender como se merecen me estruja el corazón.

-Buenos días madre Sofía ya estoy aquí para lo que se les ofrezca –Le digo a la monja que se encarga del lugar nada más llegar.

-Buenos días Anita, me alegra mucho que llegaras, la verdad es que necesitamos toda la ayuda posible, por lo pronto te enseñare las instalaciones, te presentare a los demás voluntarios y monjas que atienen el lugar.

Parte de la mañana la paso conociendo a todos los que ahí ayudan, me doy cuenta que muchos padres están realmente solos, ya por su avanzada edad o con problemas serios de salud.

-Anita esta tarde te voy a encargar al Padre Pedro, él ya está muy mayor y tiene problemas para moverse, con la edad sus huesos ya no lo pueden sostener, así que tendrás que ayudarlo si necesita moverse. Este es un trabajo muy pesado Anita, pero muy satisfactorio cuando ves la tranquilidad que le puedes brindar a estos hombres de Dios.

-No se preocupe Madre, si hago esto es por amor, bien dicen que debemos amar al prójimo como a uno mismo, y yo me amo mucho, así que a dar un poco de mi amor a los demás. –Le respondo con una sonrisa

Cuando llego a la habitación del Padre Pedro y entro me doy cuenta de lo solo que esta, todo está en penumbras, las cortinas de la ventana están completamente cerradas, solo miro una silueta algo regordeta recostada en la cama pegada a la pared.

-Buenas tardes Padre Pedro, mi nombre es Ana pero todos me dicen Anita, esta tarde le hare compañía, si necesita algo solo pídalo.

Él se me queda viendo muy serio, realmente me siento incomoda, me mira y me mira, no noto nada de gusto en su expresión, ni siquiera indiferencia, lo que veo es un mosqueo a lo grande.

-Si tanto estas aquí para ayudar, pues entonces cierra la puerta, ponle llave y siéntate en esa silla y no hables, ni hagas ningún ruido si es posible, que me molesta la gente ruidosa.

Me quede paralizada en mi lugar, nunca espere un recibimiento tan osco de su parte, sé que la mayoría de los padres se “amargan” con el tiempo y la soledad, ya no pueden estar haciendo la tarea tan bondadosa por la que Dios los envió a la tierra, eso debe ser frustrante, pero nunca pensé que pudieran tratar con tanta animosidad a una persona que solo quiere hacerle un bien.

-¿Te vas a quedar ahí viéndome como tonta o piensas hacer lo que te pedí?

Eso me hace reaccionar y cierro la puerta como me lo pidió, me siento en la única silla que se encuentra ahí. Me quedo un momento incomoda sentada, por lo general hablo mucho y no puedo dura mucho tiempo callada.

-¿No quiere que le lea algo?

-¿No te dije que estuvieras en silencio? –Me respondió

-Lo siento solo que no estoy acostumbrada a estar mucho tiempo callada, sé que a muchas personas les molesta, pero me es casi imposible estar sin hablar –Le digo con una sonrisa pintada en mi casa.

-Ya me doy cuenta… ¿Realmente tanto te gusta ayudar?

-Si –Le respondí sin pensarlo dos veces

-¿Qué es lo que estarías dispuesta a hacer por mí?

Se me hace una pregunta extraña y tardo unos segundos en contestar

-Todo –Le digo simplemente

-Acerca tu silla y ponla a un lado de mi cama.

Me muevo de lugar, acomodo la silla a un lado de su cama, en la parte baja, donde descansan sus pies y me vuelvo a sentar.

-Te tomare la palabra, quiero que me leas un poco. Solo que me tienes que jurar por toda tu fe que lo que me leas será solo entre nosotros dos, a nadie le platicaras las lecturas que aquí leerás, ¿de acuerdo?

Es extraño que me pida eso, pero es tanto mi deseo por complacerlo y hacerlo sentir mejor que le digo que sí.

-Muy bien –Saca un libro pequeño que estaba escondido entre la pared y la cama, a la altura de la cabeza. Me lo da y me dice que comience a leer la página que está marcada.

Lectura:

Y ella se encuentra con sus piernas extendidas, abiertas, a merced de lo que esos hombres quieran hacer con ella, con sus labios íntimos totalmente inundados de sus jugos, con sus pezones erectos a la vista, solo esperando una lengua hambrienta…

Me atraganto, no puedo seguir leyendo esto, miró fijamente el libro entre mis manos, tengo miedo de levantar la vista, o sé que esperar, nunca imagine que un padre me pediría leer esto, es que no puede ser.

Lentamente levanto la cabeza, acortando la distancia de mi mirada y su cara, pero cuando por fin lo veo, no puedo creer lo que pasa en frente mío. Ahí está el Padre Pedro, mirándome, una mirada maligna, con una sonrisa sucia en su cara, pero eso no es todo, su mano, su mano está recorriendo su pene de arriba hacia abajo.

Yo me quedo anonadada en mi lugar, mi respiración se acelera, solo puedo mirar su pene, no se si es muy grande, nunca había visto uno, pero si puedo verlo grueso, venoso, está muy rojo y puedo ver en la punta un líquido algo transparente.

-¿Quieres tocarlo hija?

-¡Pero Padre! Usted es un sacerdote.

-Vamos yo sé que lo quieres tocar tanto como yo quiero que lo toques, solo tienes que hacerlo, compadécete de este pobre viejo que no hiso nada es su vida más que dedicarse a Dios y a sus hijos.

-Pero Padre esto es pecado

-No es pecado si tu intención es bondadosa

-Pero ¿Y si alguien se entera?

-Nadie se enterara, esto será un secreto entre tú y yo.

-¿Cómo el secreto de confesión?

-Así es hija, como el secreto de confesión

Con una gran excitación recorriendo mi cuerpo, mis manos dejan el libro a un lado y se dirigen hacia la herramienta del Padre Pedro.

Cuando lo toco, el padre suelta un gemido, lo miro y veo que tiene los ojos cerrados con la boca abierta, verlo ahí con su pene de fuera, su rostro lleno de placer y mi mano puesta en su intimidad, provoca que me invada una calor que sin poderme contener me inclino y me meto su pene en la boca.

Sabe algo extraño, no sé cómo describirlo, lo siento tan caliente dentro de mi boca, y comienzo a chupar como si de una paleta se tratara. El padre coloca una mano sobre mi cabeza y me hace bajar y subir cada vez más rápido y más al fondo, en mi entrepierna se siente un cosquilleo, froto un poco mis muslos y los siento mojados, eso me hace pensar en el relato que estaba leyendo hace poco.

-Mmm si hijita sii mmm dale a este padrecito placer con tu boquita sucia, mmm aahh si putita siiii

Escucho que me dice el padre, cada vez más acelerado, y solo escucharlo me provoca más a mí, meto una de mis manos bajo mi falda y comienzo a acariciarme. Y ahí estoy sentada, con una mano entre mis piernas y con un pene en mi boca.

-Levántate putita, quiero ver tus tetas

Me jala del cabello provocando que su pene saliera todo lleno de mi saliva y de su propio jugo.

-Abre tu blusa

Y así lo hago, me desabrocho mi blusa y la dejo sobre la silla, me quito el sujetados y ante el aparecen mis tetasas, grandes, pesadas, con los pezones completamente erectos. El padrecito completamente atontado con lo que ve, me pide que me acerque, lo hago y el me jala hasta que una de mis tetas entra en su boca.

-Aahhhh padrecito mmmm

-¿Te gusta putita, te gusta que te mame las tetas?

-Siiii aahh mamemelas padre mamemelas

Mientras una me la mama, la otra la estruja con su mano, vieja, venosa con manchas. Me toma los pezones y los estruja.

-Quítate las bragas zorra, que ahorita te voy a dar tu penitencia por pecadora

-Si padre, soy una pecadora, estoy sucia… Cúreme padre cúreme

Me quito las bragas y me hace subir a la cama, me siento sobre el con su pene entre mis muslos rozando mi chochito.

-Mmmm padreeee que rico se siente su polla entre mis piernas.

Instintivamente me comencé a frotar contra tu verga y pude sentir como mis labios íntimos lo abrazaban y lo recorriendo arriba hacia abajo, llenándolo de mis líquidos.

-Aahh hija de satán pero mira que mojada estas, te voy a dar tu merecido, veras como después me vas a pedir más curación para una puta zorra como tú. Sube un poco y cuando yo te diga te vas sentando sobre mi pito.

Así lo hago me levanto un poco, y miro que mete una mano entre nuestros cuerpos, sostiene su verga y me dice que me siente poco a poco. Lo siento dentro de mí, no lo puedo meter muy bien, está muy ancho para mi cuerpo, me cuesta adaptarme a su tamaño. El padre me acaricia el clítoris y siento una descarga de placer, más jugos salen de mi vagina.

-Así putita, poco a poco y te va a entrar toda, más  mmmm más… Estas bien apretadita hija de perra mmmm

Yo ya no puedo más con la calentura, el momento y el morbo de dar mi primera cogida con un sacerdote viejo retirado, así que de un sentón me dejo ir. Ciento un dolor que me atraviesa, lo siento desde mi colita, por todo mi vientre, hasta mis piernas, me quedo quieta, no me quiero ni mover.

-Vamos niña que ya paso lo más difícil, relájate, ya no te va a doler

Me sobra otra vez las tetas y el clítoris, el calor va regresando a mi cuerpo, me comienzo a menear despacio sobre la polla del padrecito, se siente tan rico.

-Oh Dios padrecito! Que rico se siente mmmm

-Si hijita así se siente, mira sube y baja más sobre mi polla y veras que se siente todavía mejor.

Subo y bajo sobre el rabo del padrecito y es un placer de locos, pronto estoy brincando y mis tetas se menean para todos lados.

-SIII PUTA SIII! TOMA VERGA QUE BIEN TE HACE FALTA MMMM HIJA DE PUTAAAA!! AAAH!!

-AAhh!!!

Me inclino y beso la boca del padre, tiene pocos dientes y eso me calienta más, me separo un poco y con mi mano tomo su cabello con fuerza.

-Te gusta pinche padrecito, te gusta como esta putita se coge tu rabo verdad te encantaaaaa aaah eres un puto padre un putooo!!

Brinco más hasta que siento un placer que nuca había sentido y de entre mis piernas salen un líquido que nos empapa.

-Aah!! Te corres puta te corres

Siento como un líquido invade mi vientre, es caliente y estoy segura que salió del puto padre. Caigo rendida sobre el cuerpo regordete y viejo del sacerdote.

Cuando recupero el aliento levanto mi cabeza y lo beso con todo y lengua, el padre con trabajo me responde, ya mucha tarea fue aguantar a la puta que lo cabalgo.

-Mañana regreso padrecito, y más vale que esté preparado para mí, que quiero que me cumpla una fantasía. –Le digo

-Aquí estaré hija, aquí estaré.