De mis viajes
Cuando el gato no está la ratita hace la fiesta...
Me encanta volver de viaje después de unos días fuera de casa. Lo primero que hago nada más llegar es besar a mi chica a fondo, meter mi lengua en su boquita y acariciarla toda sin perder un momento. Llevo mis manos de sus preciosos pechos a su increíble culito y recorro sin parar todas esas curvas de morena latina que ella tiene. No pasa mucho tiempo antes de que la tumbe en el sofá y levante su falda buscando esa rajita húmeda y cálida que siempre añora que mi lengua la lubrique, haciendo de sus movimientos una exótica danza ritual. Y yo me adentro sin titubeos, introduciéndome y lamiéndola por encima de sus braguitas, sintiendo su humedad y su olor de hembra caliente. Me vuelve loco comerle el coño a mi mujer.
Pero lo que más me excita es saber que, mientras yo he estado fuera, ella no ha estado tan aburrida como intenta hacerme creer. Sé que mi chica tiene un cuerpo demasiado bonito para que lo disfrute un solo hombre, y a ella le gusta lucirlo y disfrutarlo. Así que, cuando meto mi lengua en su coñito bien caliente, ya sé que ese agujerito glotón ha degustado más de una polla y se ha llenado de leche sin parar durante mi ausencia. Y eso me vuelve realmente loco de excitación.
Nunca tengo la certeza de cuantos, ni por donde la han penetrado. Por supuesto no sé quiénes pueden ser, ni si lo han hecho en grupo o de uno en uno. De lo que estoy seguro es que ella ha devorado todas y cada una de las pollas, y relamido sin hacer ascos hasta la última gota de semen antes de dar por terminado un episodio. Mientras la beso imagino su boquita llena, goteando de blanco néctar por la comisura de sus carnosos labios, sonriendo y relamiéndose mientras introduce sus dedos pringosos en su bien lubricado y saciado chochito. Recreo el olor de su boca llena de semen en mi mente, tratando de percibir el sabor al besarla, al tiempo que sin pararme, ahondo con mis dedos en su vagina, ahora ya bien dilatada. Mi pene quiere escapar del pantalón que lo aprisiona, mientras ella se revuelve para liberarlo y agasajarlo como solo ella sabe hacer. Mientras mi chica se come mi polla hasta la base, yo siento el placer de sus carnosos labios rozándolo y besándolo, y la veo arrodillada sabiendo que no hace mucho que otros tíos han sentido lo mismo que yo siento en ese instante. Ver a mi mujer arrodillada, con las manos a la espalda y vestida de lencería muy sexi mientras se come y exprime una polla tras otra es una de mis mayores fantasías.
En mi mente reconstruyo las escenas que mi chica a buen seguro protagoniza, preparándose y vistiéndose como sólo ella sabe, con esas medias negras con bordados que realzan sus increíbles muslos, esa faldita corta de cuadros a modo de colegiala que sólo esconde lo que ella no quiere desvelar antes de tiempo, una blusa blanca muy transparente que permite adivinar las generosas tetas que yacen bajo un precioso sujetador negro que las sostiene y realzan, para que no desborden el generoso escote que siempre luce. Los zapatos negros de tacón con esa cinta alrededor de su tobillo hacen el resto, elevando a mi diosa hasta el metro ochenta de mujer que alcanza con ellos. Sus curvas embriagarían al más valiente. Ella se pinta y acicala, realzando sólo su belleza natural, sin olvidar poner unas gotas de perfume entre sus piernas y en su pubis para que los tíos se deleiten a placer.
Cuando está preparada se dirige a su encuentro, despertando a buen seguro las fantasías más calientes de cuantos la contemplan al pasar. Quizá alguno de ellos tenga suerte y, ante un piropo bien elaborado, mi chica le regale un delicado y breve pasatiempo con su culito como protagonista. Si hay algo que la encanta es, que de forma inesperada, un desconocido dilate bien su agujerito en cualquier baño de cualquier cafetería, llenándolo con su espesa crema, como preámbulo de los placeres que más tarde habrá de disfrutar.
Cuando llega al hotel donde ha quedado con su amante, sube directa a la habitación, sin saber nunca cuantos invitados habrá convocados para la ocasión, pero sabiendo, eso sí, que todos serán dignos de una buena follada, porque mi chica es muy exigente. La imagino tocando suavemente la puerta, con esa cara de viciosa que ella pone cuando se calienta y sonriendo mientras se adentra en el espacio, dispuesta a no dejar ni un solo agujero de su cuerpo sin llenar.
Sospecho que cuando los tíos la ven no pueden sino sorprenderse y empalmarse, comenzando el ansiado cortejo que los lleve a poseer a semejante belleza como bestias sin control. Me encanta imaginar sus manos debajo de la falda de mi chica, acariciando la pierna desnuda entre la media y la braguita, tocándola por encima de la tela antes de meter sus dedos en su entrepierna. Mientras, los otros no pierden el tiempo, dando buena cuenta del escote y los preciosos y grandes pechos que a mi chica le encanta compartir. Ellos los acarician suavemente antes de liberarlos de su prisión de satén negro, empezando a chuparlos y lamerlos tan pronto aparecen sus pezones bajo la tela. A ella le encanta ese ritual y lo disfruta como una loca bien caliente. El que ya se amorra en su entrepierna acaba de descubrir que su culito viene ya bien preparado, pero aún así mete su lengua hasta el fondo de la vagina, lamiendo sin descanso el clítoris bien excitado de mi chica.
El momento que más me excita imaginar es cuando, después de lamerla, sobarla y meterle los dedos por todas partes, ella se quita las braguitas de encaje negras empapadas por su flujo, la saliva de los tíos y el semen que aún escurre de su culo. Me encanta imaginar como las desliza piernas abajo, agachándose para sacarlas sobre sus tacones, mientras siente los dedos clavados en su bien trabajado y chorreante agujerito. Mientras pienso en esto mi polla se abre camino en ese mismo agujero objeto de mis fantasías, a la vez que ella revive su aventura y su cara de viciosa me excita a más no poder. Pensar que estoy penetrando a mi chica en su mismo culito donde un montón de tíos se han corrido hace poco me lleva al éxtasis. A veces utilizo su consolador grande para introducirlo en su vagina mientras la follo, diciéndole como me encantaría verla penetrada por dos hombres. Ella lo activa y lo empuja hasta el fondo para que yo sienta en mi polla la presión de otro pene clavado en ella.
Ella sabe cómo trabajar bien varias pollas a la vez, dejando que se la turnen y dando órdenes de por dónde quiere sentir cada pene, comiéndoselos y alternándolos sin parar. De vez en cuando, y sólo cuando ella quiere, mi chica sabe hacer un trabajito especial con la lengua, atrapando y forzando al tío al que se la chupa a correrse aunque él no quiera. No hay nada que la excite más que una buena corrida espesa y caliente en su boquita, sintiendo el sabor agridulce del semen y después dejándolo escurrir por sus pechos, para oler a sexo y excitar más a los otros. Ellos normalmente se ponen a cien con ese numerito y es seguro que no tardan demasiado en satisfacer las ansias incontenibles de semen de mi preciosa mujercita. Uno tras otro se vacían donde pueden, en su coño, boca, tetas, y bien dentro de su recto que, resbaladizo y se dilatado, se abre para recibir cuantas cargas de leche quieran obsequiarlo. Terminado el éxtasis y mientras los tíos se reponen, a ella le encanta masturbarse mientras chupa sus pollas chorreantes, recoge con sus dedos el esperma que mana de su cuerpo y lo lleva a su boca para mezclarlo y sentirse así muy mujer.
Cuando la beso llegados a este punto, mientras bombeo sin cesar dentro de su culo, mi excitación no da para más y normalmente nos corremos juntos, con ella disfrutando sin parar con sus dos agujeros bien rellenos, gimiendo y clavándose a fondo el consolador. Me encanta verla correrse como una posesa y hace que me vuelva a empalmar, aunque antes me agacho para comerme toda la leche que rezuma de su culo debido a los empujones del aparato que invade su vagina, y una vez recolectado el néctar besarla y saborearla, sabiendo que parte de lo expulsado no es mío. Y a ella le encanta ver como disfruto creyendo que no sé nada de sus vicios y como la beso y compartimos todo el semen mientras la penetro de nuevo hasta el fondo.