De mis recuerdos...
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Porque cuando estábamos juntas nuestras miradas eran cómplices y la ropa nos estorbaba. Iba más allá de la pasión encendida hasta la conexión pura de nuestras mentes. Su cuerpo y el mío se confundían y las pieles no se distinguían, cada una sabía exactamente la coordenada precisa de la geografía anatómica de la otra donde debía tocar para despertar las mejores sensaciones. Pocas veces ella hablaba en esos momentos y yo nunca lo hacía, no era necesario porque nos comunicábamos de maneras sensoriales, a un nivel que yo no había alcanzado con nadie.
Me conocía como nadie y saberme aceptada por ella me daba libertad plena, me completaba. Las noches en que compartimos todo fueron perfectas, aparte de que el sexo era sublime, lo que seguía, la calma cálida que se desprendía de su presencia era incomparable y sé de muchos que quisieran sentirse así por un segundo.
Éramos tan libres, sin nada oculto entre nosotras que estar sin ropa era lo más cómodo para las dos, queríamos dormir así, despertar entrelazadas, sentirnos en toda la extensión de la naturaleza que somos. Igualmente había ciertos momentos de vergüenza que se esfumaban de la misma manera como llegaban...
Es difícil encontrar una conexión de ese tipo con alguien, despertar en la madrugada solo para corroborar que siguiera ahí, que no había soñado nada y que los latidos de su corazón siguieran marcando el ritmo de mi descanso.
Mi vida... Hasta la más intensa de las llamas se extingue....