De médicos — Jaime, el amo novato 7

El primer paso para tranquilizar al Amo novato es la visita a los médicos que certifiquen que están sanas.

El domingo aceptó dejar una tablet a Rocío. La hizo ponerse guantes de látex para manejarlo. Las mujeres solo podían estar en sus jaulas, haciendo ejercicios en el jardín o sentadas en unas incomodas sillas de madera forradas con plástico. Aparte de un nuevo tratamiento purgante en forma de botellas de liquido naranja y agua no tomaron nada. Por la tarde ya solo echaban el agua que bebían. Rocío se conectó a los foros de Ana y Mia. A través de estos contacta con una amiga que le envía una foto de su DNI.

—Amo —empezó Rocío cuando su amiga le había enviado las fotos —. Por favor, necesito pedirte algo y es muy importante. Es sobre los análisis.

—Si tienes miedo a las agujas la respuesta es no —replicó este—. Una vez esté seguro de que estasis sanas y no me vais a pegar ninguna enfermedad usaré agujas contra vosotras para haceros sangrar.

—No tengo miedo a las agujas… y puedes asaetearme con dardos, como he visto en algunos vídeos —replicó irrespetuosa—. Amo. Puedes pegarme por mi altivez ahora, pero no uses mi documentación.

—Te voy a pegar sí. Porque no me estas hablando correctamente, ya que como te dirá tu nueva hermana lo tienes que hacer siempre de usted. Y por eso tu petición es rechazada.

—Por favor… Amo. Pue... Po... Podéis escucharme. ¿Se dice así? —Jaime asintió en silencio—. Temo que si descubren dones estoy te… os… hagan daño. Matadme si os parece mejor. Pero no uses… uséis i documentación. He conseguido estas. —Le entregó la tablet mostrando las fotos—. Son de una miga. Ella vive con sus padres.

—¿Eres verdaderamente mayor de edad o has falsificado tu documentación?

—Si pudiera falsificarla lo habría hecho para cambiar mi nombre. No mi edad. Amo.

—Bien la usaré. —Tomó la tablet. Ella inclinó la cabeza dejando arriba su culo—. ¿Qué haces ahora?

—Prepárame para mi castigo.

—No. No quiero que la doctora te vea lastimada. Después de la visita a la medico te dar quinientos azotes.

—Como quer… como gustéis, amo —respondió Rocío. María se quedó blanca.

—¿Tú sabes lo que te espera? —le preguntó María cuando Jaime las dejó a solas.

—Sí. Quinientos azotes ¿Y? —me he dado algunos con cuerdas y no es tan malo… de hecho me gusta.

—Más te vale que te guste. No sé cómo será el Amo de fuerte. Pero con cincuenta puede hacer que tu piel se corte. Quinientos te puede destrozar.

—Mejor.

El lunes a primera hora las hizo orinar en tres tarritos y junto con los de las heces los llevaron a los análisis. Rocío para que enseñase una foto del DNI de su amiga Noelia Alonso Fernández, diciendo que lo había perdido. Era una chica parecida a ella, aunque su color de pelo no coincidía, pero eso era algo que con una mujer no se tiene demasiado en cuenta. Contrató el paquete máximo del club , pero además pidió otra larga serie de analíticas, tanto de sangre como de orina , heces y un Papanicolau y HPV, que pagó aparte. En el primer laboratorio iniciaron la exploración de Rocío y la abortaron , indicándole que era virgen. Entonces Jaime insistió en que tomasen muestras de la parte exterior y realizasen de todas formas la prueba del virus del papiloma o HPV. En los otros dos fue eso lo que pidió para ella. En uno de los tres laboratorios le llamaron «Doctor» por la presión con que solicitaba los análisis.

Aprovechó que en uno de ellos le dejaban y grabó la extracción y toma de muestras, para ello hizo que en lugar de levantarse las mangas o la falda se desnudasen al principio de la grabación. Las dos mujeres acabaron mareadas porque era tanto lo que había solicitado analizar que les extrajeron más de un tercio de litro en cada laboratorio. Y al ser tres y estar en ayunas acabaron con mareos. Aun así las hizo volver al coche y entrar apretadas en el maletero para volver a su casa. Ni siquiera les dejo quitarse la mascarilla. Una vez en casa las hizo beber un litro de agua, pero no les dio de comer hasta la tarde, obligándolas a hacer ejercicios en el jardín.

Entraron en casa completamente sudadas. Estaban mareadas, sobre todo por la falta de azúcar. Durante tres horas las había hecho correr y realizar ejercicios de gimnasia por un trozo de tierra polvorienta que llamaba jardín. Combinando golpes de látigo y descargas de picana, de una autentica de control de ganado, no de una limitada para su uso con personas, había hecho que se esforzasen hasta el límite. Hizo que se arrodillasen y entrasen a cuatro patas. En la cocina les esperaban dos escudillas metálicas vacías. Abrió sendas latas de comida para perros y las vertió en los recipientes. Abrió su bragueta y orinó sobre la comida.

—Ahora podéis desayunar.

María empezó a comer arrodillada y sin usar las manos. Rocío la imitó en unos segundos aunque no podía evitar su cara de asco. Curiosamente había ingerido otro tipo de residuos en su anorexia, pero nunca orina.

—Ahora a dormir. Mañana tenéis revisión con la ginecóloga y os quiero frescas.

Rocío solicitó permiso para hablar y tras conseguirlo comenzó a solicitarle que no dijera su nombre a la ginecóloga sino que usase el DNI que su amiga le había enviado, lo mismo que habían hecho con los laboratorios.

—Por favor Amo, por favor —le ruega—. No use mi DNI. Es muy importante para mí. Para usted.

—Ya me lo dijiste ayer. Para los análisis.

—Sí pero ahora se lo pido para la doctora.

—Por lógica deberían ser los mismos nombres… por lo que no era necesario. Eso duplicará tu castigo.

—Gracias Amo.

—Y doscientos más por interrumpirme. No sé si aquí será cuestión de su enfermera, como en la analítica, o de la propia doctora y si percibirá las diferencias. Si acepta la idea de que lo has perdido vale… pero si no tendrás que usar el tuyo. No vas a darle mi dirección a tu amiga para que te lo envíe y tú no tienes una propia. Además no llegaría a tiempo.

Llegaron a la clínica de la doctora Melanie Barahona. El nombre le sonaba , pero no había caído en las coincidencias. Era curioso pero cuando pidió cita a través de la web del club no le pidieron el nombre de las esclavas sino el suyo. Suponía que porque marcó que era la primera cita.

La web le permitió poner el día pero no la hora. Así que a la nueve y veinte llamaban a la clínica para la visita que tenían a las nueve y media. La sala de espera estaba vacía. La recepcionista anotó su nombre, los de las siervas María y Rocío, sin preguntar más y se adentró en la consulta. Poco después les indicaba que pasasen. La habitación no era más que una especie de despacho con otras dos puertas, además de la por la que habían entrado. Detrás de la mesa estaba una mujer con bata blanca. La primera impresión fue que la dueña del club era la doctora, o que le estaba gastando alguna broma. A diferencia de en el club que vestía de látex aquí lo hacia con un traje de chaqueta negro, que dejaba ver su abierta bata blanca.

Lo que no ocultaba la bata ni el traje era su cuerpo voluptuoso y sus enormes senos de talla 120I. Sus ojos azules, pelo rubio y labios carnosos completaban un sexual cuerpo.

—Sois perras —pronunció ante un sorprendido Jaime— y como tal estaréis desnudas durante toda la consulta, sin bata, como las clientes normales. Pero no lo haréis hasta que se cierre la puerta. —Hizo un gesto y la recepcionista cerró la puerta—. Ahora. En cuanto a usted, creo que es nuevo, por lo tanto que sepa que tanto si vienen solas como acompañadas deberán vestir adecuadamente y no como putas. Además de la carne también atiendo a mujeres decentes de fuera del mundo BDSM.

—No sé dónde la deja a usted misma la definición de decentes para las mujeres fuera del mundo bendemesero… ¿Qué esperáis, perras? ¡Desnudaros! Pero bueno —volvió a girarse hacia la doctora—, ya sabe que soy nuevo. El viernes tramitamos…

Ella levantó la mano haciéndole callar.

—Me temo que no. El viernes estaría con Paloma, mi hermana gemela, que es la encargada del club. Yo soy Melanie, su hermana gemela. Aunque como ginecóloga mejor que se dirijan a mí como doctora Barahona. —Le hizo un gesto para que se sentase—. Y ahora ¿Qué le trae por aquí?

—Disculpe la confusión doctora Barahona, pero es idéntica a su hermana.

—Sí, ya . No es la primera vez.

—El caso es que deseo asegurarme del estado de salud de mis nuevas adquisiciones.

—Bien. Le podemos proporcionar eso y más. Como siempre hago con los nuevos la web les cita media hora antes de empezar la consulta… No, no se preocupe por el tiempo. Mi enfermera se encarará de todas las cuestiones no medicas mientras yo sigo con la consulta.

En ese momento dos mujeres aparecieron por una puerta lateral. Parecían hermanas, vestidas y maquilladas iguales, con sendas batas blancas abiertas que dejaban ver un vestido tubo con minifalda. Ambas eran unos diez centímetros más altas que la doctora aunque una de ellas era un poco más alta que la otra. Ambas eran hermosas aunque planas de pecho comparadas con su jefa. Jaime les calculó una en torno a un 95B.

—Isabel son mis enfermeras. Y mis sumisas. Y solo mías. ¿Está claro?

—Sí señora —contestó Jaime ante el tono poco médico de esta última afirmación—. Nunca se me ocurriría interferir en las propiedades de otro Amo o Ama.

—Eso espero. Hay algunos que con el contacto en el Club o en el estudio luego no saben diferenciar. Bien. Si me acompaña le enseñaré las instalaciones e Isabel empezará a rellenar la ficha. Tardaremos toda la mañana, por lo que una vez me deje los datos para la ficha médica puede elegir entre quedarse y ver cómo las examinamos o ir a arreglar sus asuntos y recogerlas sobre las dos y media.

—Tengo toda la mañana libre. Prefiero mirar.

—Bien.

Pasaron por la puerta dónde habían entrado las enfermeras. Estas las siguieron y a ellas María y Rocío andando a cuatro patas. El primer cuarto era la sala de examen con una silla ginecológica, un banco con pileta y mucho material electrónico. Y dos puertas al fondo. Una de las enfermeras abrió la más centrada en la pared y les franqueó el paso a una especie de mezcla entre gimnasio, consulta y mazmorra de BDSM.

—Esta sala está completamente insonorizada. Los elementos de castigo no pueden ser usados por mis ayudantes. Y yo solo los uso con el permiso de los dueños de las perras, aunque en ocasiones son necesarios para determinados estudios especiales —explicó Melanie—. En su caso no creo que llegan a ser necesario… al menos no hoy.

La más alta de las dos enfermeras tomó un taburete y lo puso delante de la mesa de escritorio que había al fondo. Siguiendo sus indicaciones María y Rocío se subieron a ellos y se pusieron en cuclillas con las piernas abiertas y las manos en la nuca. La enfermera se sentó detrás de la mesa y encendió un portátil.

Tras un gesto de Melani regresaron a la consulta dejando la puerta cerrada seguidos por la más baja de las enfermeras. Esta salió hacia la recepción.

—Isabel empezará por realizar la ficha en la que anotar todos los datos de salud y sexualidad relevantes. Si lo desea le pasaremos la entrevista completa. Naturalmente si quiere una vez acabemos poder ir hacia allí y estar presente en parte de ella, aunque yo se lo desaconsejo.

—¿Por?

—Aun en este mundillo hay algunas que pueden tener vergüenza a decir según qué cosas si su amo o amante está delante. Es posible que no, pero prefiero que no esté presente hasta que empiecen las pruebas físicas. Ahora si me entrega sus documentos de identidad haré la ficha médica. Y luego puede esperar en la sala de entrada hasta que empiecen las pruebas físicas.

—Bien. —Le entregó el documento de identidad de María y la tablet con la foto del DNI de Noelia Alonso Fernández—. Rocío es el nombre de sumisa. Pero ha perdido el DNI. Y además hay otro problema con ella…

—Sí. Que no es Noelia.

—¿Eh?

—Si hubiera perdido el DNI no habría podido ser subastada en el club. Eso es lo único que le habría llevado a conocer a mi hermana, ya que habitualmente no sale a la sala del club.

—Podría haber sido solo Maria la que se subastase.

—Sí. Pero algo me dice que no.

—Rocío me pidió que no usase su documentación para temas médicos. No le importó usarla en el club pero dice que en los médicos la pueden rastrear y localizar.

—Eso es cierto. Desde la pandemia todos los datos médicos de las clínicas privadas tenemos que enviarlos a un servidor central… por el contrario podemos acceder a los expedientes médicos completos.

»Haremos una cosa: La doy de alta como Noelia. Pero me quedaré una copia de su documentación y la daré de alta el jueves que voy a un refugio para sin hogar. La semana que viene le cito. No hace falta que las traiga. Y revisamos los resultados de los análisis y lo que averigüe de ella.

Se que es un cuento con poco sexo. Me ha salido más largo de lo que yo quería la presentación, así que lo «interesante» quedará para el próximo capitulo.