De marido a esclavo (parte 2 y final)

Por una infidelidad me vuelvo esclavo no consentido de mi mujer. Para entender la trama aconsejo leer previamente la parte 1 (septiembre 2020), en caso contrario no se le sacará provecho a la historia. Nota: El ánimo de los autores, para seguir escribiendo, son los comentarios de sus fans ;).

Llevo ya 6 meses como esclavo de mi mujer Sandra. Experimenté el cambio completo de macho dominante a esclavo subordinado, todo a instancias de mi cuñada Clara y de mi suegra Isabel.

En el pasado he sido un cerdo mezquino y presumido, no obstante mi actitud había cambiado, y creía que debía expiar todo el sufrimiento que había causado a Sandra en el pasado.

Lo que en principio parecía un experimento de algunas semanas para llevarme hacia la razón, se tornó completamente fuera de control. Sucedió lo impensable, a ambos nos gustó nuestros nuevos roles en la relación. Sandra se convirtió en la dominadora que gobernaba con absoluta severidad, y yo acepté con gratitud estar a los pies de Sandra. Fue una completa sorpresa para ambos, porque yo había sido muchas cosas en el pasado pero nunca sumiso.

Ninguno de los dos se preocupaba ya por cuanto iba a durar el castigo. La euforia sexual era permanente y constantemente genial. En cada minuto de mi vida cotidiana, el cinturón de castidad que llevaba, me recordaba que yo era el esclavo de mi esposa sexy. Cualquier forma de encuentro sexual entre ambos era determinado por ella.

Toda la cama matrimonial era propiedad de Sandra. Yo pase a dormir a una jaula para perros grandes, en una esquina de la habitación, donde era encerrado todas las noches mediante un candado temporizador. Desde esta humillante posición era testigo de cómo eventualmente Sandra recibía a sus amantes ocasionales, en nuestro lecho conyugal, generalmente más fuertes y mejor dotados que yo. Si eventualmente me ordenaba que me metiera en su cama, me esforzaba al máximo por su placer, por medio de aceite de masaje, consolador, juguetes y por supuesto con mi lengua, ahora bien entrenada. Mi pene jamás obtenía el derecho a penetrarla, para eso tenía el de sus amantes.

Sandra: Me haces feliz esclavo, quiero que lo sepas. Me pone muy cachonda que veas como te pongo los cuernos en tus narices, mientras tu polla está enjaulada.

Mientras decía esto su mano se deslizó por mi cinturón de castidad acariciando mis testículos. En respuesta sólo recibió un sonido casi animal de mi, mientras sus uñas acariciaban mis pelotas.

Sandra: Menudo cambio has experimentado, antes eras un macho terrible y ahora eres solo la sombra de tí, estás literalmente en mis manos (para darle más énfasis clavo las uñas en mis testículos). Te conozco Jorge, a pesar de todas las humillaciones por las que te hago pasar, me deseas más que antes ¿a que es verdad que te gusta ser mi esclavo?.

Jorge: Es verdad mi Ama, me encanta nuestra nueva vida.

Sandra: ¿Sabes? he invitado a mi hermana a pasar una temporada con nosotros, se muere de ganas de dominarte ¿te gustaría?.

Jorge: Por favor no dejes que Clara venga con nosotros, haré cualquier cosa que quieras, ¡te lo imploro!.

Sandra: ¿Tienes miedo a Clara verdad?.

Jorge: Sí señora lo tengo.

Sandra: Tanto mejor, así será más divertido para nosotras (dijo sonriendo).

En ese momento aplicó la fusta enérgicamente sobre mi culo.

Sandra: Nunca vuelvas a cuestionar las decisiones de tu Ama, no tienes derecho a decidir, sólo a obedecer y a trabajar.

Dicho esto, ya no volvimos a hablar sobre el tema.

Alrededor de la 1:00 sonó el timbre y abrí la puerta. Clara me sonrió arrogantemente ¿que tal estás cuñadito… o debería decir esclavo?. Clara y Sandra se saludaron efusivamente como si hiciera meses que no se veían. Clara estaba preciosa, lucía una camisa blanca que dejaba entrever sus bonitos pechos, una falda larga, y unas sandalias preciosas. Llevaba puesta una pulsera tobillera con mi cinturón de castidad.

Serví la comida a las damas en la sala de estar. No comí con ellas, permanecí de pie como un lacayo, para rellenar o servir de vez en cuando.

Clara preguntó sobre el estado de mi entrenamiento como esclavo, si soy obediente y sumiso, y si asumo incondicionalmente mi nuevo rol.

Sandra: Si, ya le anuncié que te vendras a vivir con nosotros y que se someterá a ti. Creo que te tiene miedo.

Clara: Claro que lo hará, y si me tiene miedo mucho mejor. ¡ Mi cuñado se convierte en mi esclavo!. Que satisfacción ver como te vas a arrastrar ante mi Jorge, dijo riendo de forma sonora.

Clara: Esclavo saca las maletas de mi coche y llévalas a mi habitación.Tú ocuparás la habitación entre yo y Sandra, por si cualquiera de las dos necesitamos de tus servicios.

Tomé las maletas y las guardé de acuerdo con las instrucciones de Clara. Luego volví a la sala de estar donde las señoras me estaban esperando.

Clara: ¿todavía le permites usar el cinturón de castidad?, preguntó a Sandra y señalando la llave de su tobillo.

Sandra: Si, por supuesto. Es una herramienta muy útil en su educación, creo. El más mínimo toque mio y se vuelve obediente y lujurioso.

Clara: Quiero verlo. Desnúdate esclavo.

Me desnudé. Al verme desnudo ante ella con el cinturón puesto, sonrió maliciosamente, luego se sentó elegantemente en su silla del comedor, y colocó su pierna derecha en la silla de al lado con un movimiento lascivo. Su falda se levantó brevemente, y sus bragas blancas brillaron. Estaba seguro de que lo había provocado deliberadamente. Ella me miró e hizo un gesto con su dedo índice para que me acercara.

Clara: Y ahora quiero que te arrodilles ante mi. Luego con cuidado me quitaras el zapato y besaras con profunda sumisión, lenta y devotamente el pie de tu cuñada. Desde ese momento tu sumisión será total, serás el esclavo compartido de las dos hermanas (mientras Sandra asentía con la cabeza).

Estaba terriblemente avergonzado, y mi pene a punto de estallar en su prisión, cuando mis labios besaron sus pies. Por otro lado eran preciosos y suaves.

Clara: Mira Sandra creo que le gustan mis pies. Las dos rieron juntas,

Sandra: Debemos celebrarlo, nos iremos juntas de copas, a bailar con verdaderos machos, mientras Jorge limpia la cocina y pone tu ropa en el armario.

Clara: Estupenda idea, pero Jorge no juegues con mis bragas

Jorge: Por supuesto que no haré eso, señora. Repetí obedientemente.

Y así transcurrió la noche. Me fui a dormir a mi nuevo cuarto. Fui despertado a las doce, cuando Clara golpeó la pared para que fuera a su habitación. Estaba asustado y ansioso, ¿que querría de mí en ese momento mi perversa cuñada?. Llamé a su puerta en pijama.

Clara: Adelante esclavo. Pasa y cierra la puerta detrás de tí.

Entré y la vi sentada en el único sillón de la habitación con una bata casi transparente. Casi a regañadientes percibí su silueta esbelta y elegante.

Clara: Desnúdate y dobla las manos detrás de tu espalda.

Ya desnudo, ella se levantó y extendió la mano acariciando mi pecho desnudo.

Clara: No estés nervioso esclavo. Ya no soy tu cuñada, soy tu Ama. No te resistas a tu pene, se que me deseas, que te pongo cachondo, ya no puedes esconderte de mi.

Mientras tanto su mano había bajado hasta mi paquete y estaba masajeando mis pelotas.Gemí de placer y me odié a mi mismo, porque no podía defenderme de mi propia lujuria, y así me humillé. Estaba cachondo por ser el esclavo de mi cuñada ¿que podría ser más humillante?.

Ella se señaló el tobillo enseñándome la llave de mi cinturón de castidad.

Clara: El mundo puede ser muy cruel ¿verdad Jorge?. A ella le hizo mucha gracia, mientras mi pene aprisionaba el cinturón de castidad. Siguió hablando: Creo que Sandra está cansada de tu polla, pero ocasionalmente puede atraerme a mí, dime esclavo ¿desde cuando estás encerrado?.

Jorge: Desde aquella noche, Ama. Respondí con sinceridad y entusiasmo.

Clara. Muy bien entonces estarás lleno de lujuria, dijo abriéndose de piernas. ¡De rodillas esclavo!. Sandra me ha dicho que tu lengua está muy bien entrenada. Ya sabes lo que quiero, lame mi coño caliente.

Ella me atrajo hacia su coño, y yo chupaba y chupaba obedientemente en su clítoris. A mi me estaba gustando y ella se estremecía de placer. En ese momento la puerta se abrió y apareció mi mujer.

Me puse tenso, pero Clara sentenció ¿alguien te ha permitido dejar de lamer, esclavo?.

No podía ver a Sandra desde mi posición de rodillas, pero creo que iba acompañada de al menos dos amantes, que habría conocido en el pub. Sin duda se los follaría esa noche en nuestro nido conyugal.

Sandra: Lo siento Clara, os dejo que yo también estoy ocupada, ya hablaremos mañana. Y tú Jorge espero no recibir ninguna queja de Clara por tu obediencia.

No, no es verdad, no podía ser cierto, mi mujer me había cedido a su hermana. Así pues tuve que lamer hasta que Clara estalló en un profundo orgasmo, inundando mi cara de sus fluidos más íntimos.

Clara: Lo has hecho muy bien Jorge, dijo casi extasiada, como recompensa puedes lamerme los pies, y quién sabe, quizás mañana sí que libere al pajarito de su jaula.

Clara era muy despiadada y yo estaba a su merced, me arrodillé frente a ella y lamí la planta de sus pies. Cuando resultó complacida levantó su pie y me dio una patada. ¡Ya puedes ir a tu habitación esclavo! ¡quizás Sandra necesite que le lleves condones!.

Clara: ¿Sabes? me lo he pasado muy bien. En una sensación maravillosa experimentar como tu orgullo se disuelve como el humo, y te conviertes en un títere nuestro. Creo que te mereces ese honor. ¡Lárgate!.

Así pues me fui a dormir a mi oscura habitación, desde la que podía escuchar los varios orgasmos que los amantes de Sandra le proporcionaron esa noche en nuestra cama de matrimonio.

Cuando llegué a la cocina a la mañana siguiente, Sandra estaba tomando un café en la mesa de desayuno. Estaba guapísima en babydoll y despeinada, con muestra de haberlo pasado bien anoche. Clara no estaba y no me atreví a preguntar por ella. Sin decir palabra me arrodillé y me dedique a besar los pies de mi bella mujer.

Sandra: Realmente has cambiado Jorge. Ayer fue un día muy duro para ti, con infinitas humillaciones, y sin embargo has aguantado. Sandra señaló el collar que colgaba de sus bonitos pechos, donde lucía ¡¡mi cinturón de castidad!!.

Sandra: Clara se ha marchado muy temprano para su casa, muy complacida por tu cambio de actitud. Ella sólo quería vengarse de tí, y yo se lo he permitido. Me ha regalado tu llave, y me ha dicho que se ha divertido mucho dominandote.

Sandra: Te concedo el perdón, nos divorciaremos, y destruiré las cintas. Tus amigos pensarán que nos divorciamos por tus infidelidades, y seguirás con tu fama de macho mujeriego. Nadie sabrá las cosas que has tenido que hacer en esta casa. Por contra si decides seguir conmigo tu sumisión,sera pública y notoria frente a todo el mundo ¿que decides Jorge?.

Jorge: Quiero seguir contigo Ama, no puedo vivir sin tí.

Sandra: Me lo imaginaba, desde hace meses sabía que tu destino era ser mi esclavo definitivo. Y lo serás, siempre serás mi sirviente, ese es tu futuro. Dominado por mi, esclavizado y utilizado, esa es tu pasión, y continuaré moldeándote, tal y como lo considere necesario.

Jorge: Si mi bella Ama.

Sandra: Ayer pude convencerme de tu sumisión. Te creo. Sé que realmente quieres ser mi esclavo, me has llenado de orgullo. Lo serás ante todo el mundo.

Sin decir palabra ella me dio la llave de mi cinturón de castidad, y me miró con curiosidad.

Sandra: ¡Mereces una recompensa!. En el futuro te permitiré que me hagas el amor en nuestra cama una vez al año. Hoy es este día especial para tí, ve a ducharte y a asearte. Y recuerda… sólo una vez al año ¡y eso es mucho más de lo que mereces!, así que disfrútalo ...mi esclavo.

FIN