De marido a esclavo

Por una infidelidad me vuelvo esclavo no consentido de mi mujer

De marido a esclavo.

Por una infidelidad me vuelvo esclavo no consentido de mi mujer.

Llevaba 5 años felizmente casado con Sandra. Era una mujer extremadamente guapa, tímida y hogareña. Yo era un abogado de prestigio, que trabajaba para un gran bufete. Debido a mi situación económica muy desahogada, egoístamente insistí a mi mujer que no trabajase, que se dedicase al cuidado de la casa.

No conformándome con esta vida de ensueño le fui infiel a mi mujer con la mujer del dueño del bufete. Una rubia despampanante 20 años más joven que él. Estaba muy arrepentido de esto, porque desde luego Sandra no se merecía esta infidelidad.

Lo peor llegó una noche. Llegué a mi casa y para mi sorpresa Sandra estaba sentada en mi casa con su madre (y mi suegra)  Isabel y su hermana menor (y mi cuñada) Clara.

No me caía muy bien la familia de mi mujer. Isabel era una mujer viuda, rubia y con clase. Mi cuñada era morena bajita pero igual de guapa que Sandra. Ambas me echaban en cara que yo hubiera hecho renunciar a Sandra de su prometedora carrera profesional.

Estábamos cenando los cuatro en mi casa, cuando mi suegra interpelo: ¿Sabes? Ante todo soy madre, y como tal ahora también te hablo. Así que escucha con atención y no me interrumpas. Sandra no está contenta con la relación que tienen el uno con el otro, y es por eso que me veo obligada a poner las cosas un poco en orden. Quizás creas que esto no es necesario, pero estás equivocado, nada va a ser seguro para ti a partir de ahora.

¿Qué quiere usted de mí?

Estoy tratando de explicártelo. Tratas a tu mujer como una sirvienta, no le das el respeto que merece. y yo, como madre, veo que es mi deber guiarte de regreso al camino correcto. ¿que que quiero?, pues bien…. te haremos el sirviente sumiso de tu esposa (obviamente había disfrutado de decirlo por todo el rencor que me guardaba).

¡¡¡ Está completamente loca, salgan inmediatamente de mi casa !!!, señalandoles a mi suegra y cuñada la puerta de salida.

En este momento habló mi cuñada Clara: Ya no decides quién se va y quién no. Esta casa que acabas de llamar como propia, de acuerdo con el registro de la propiedad, pertenece a Sandra. (En ese momento recordé que había puesto todas las propiedades a nombre de mi mujer para pagar menos impuestos).

Además mira: y me enseñó un vídeo en donde se me veía besándome con la mujer de mi jefe y de repente me di cuenta de que me tenían atrapado. Empecé a ponerme muy nervioso y asustado.

Isabel: Ante todo cálmate Jorge, nadie quiere hacerte mal, sólo queremos que Sandra vuelva a ser feliz. Para tu suerte sigue muy enamorada de tí. Fue en realidad Clara la que tuvo la idea, pero creemos que servirá para reeducar tu machismo y encauzar la relación. Pero mejor que sea tu mujer la que te lo explique, y así podrás tomar una decisión.

Sandra: Jorge me engañaste y traicionaste. No me respetas y me tratas como una criada. Pero como te ha dicho mamá estoy enamorada de ti y dispuesta a darte otra oportunidad aunque tu vida va a cambiar sustancialmente. Sólo hay dos opciones, o te marchas de esta casa y tu jefe sabrá que te acuestas con su mujer, o puedes comprometerte a servirme como mi marido-esclavo. No hay otra posibilidad, o pierdes todo por lo que luchaste incluida yo, o te vas al baño y te desvistes, allí encontrarás una caja de cartón con algo que te acompañará mucho tiempo, te lo pones. Luego acudes desnudo, y frente a mi madre y hermana me besarás los pies.

Jorge: Por dios Sandra no me hagas eso.

Sandra: Tienes exáctamente 5 minutos antes de que tu vida se derrumbe como un castillo de naipes (me dijo con tono amenazante y frío). Estaba muy claro que quería decir lo que dijo, me estaba dando un ultimátum.

Clara: Ohh no te enfades, es solo un simple beso. ¿ni siquiera tienes curiosidad por ver lo que te espera en el baño?

Furioso, me levanté y sin decir una palabra me fui al baño. Una vez allí me puse a buscar agitado. Finalmente encontré la caja de cartón. Cuando me dí cuenta de lo que contenía me derrumbé del todo. No me podía creer que Sandra me pidiese eso.

Sandra: ¿Por qué tardas? ¿necesitas ayuda?.

En la caja había un cinturón de castidad para hombres. Siempre pensé que era para cornudos.  Yo que era tan viril era una auténtica humillación, pero no podía hacer nada. Me lo coloqué a excepción del candado. Me daba vergüenza presentarme así frente a mi suegra y mi cuñada.

Jorge: Por favor Sandra no me hagas salir así, te lo ruego, no puedo soportarlo.

Sandra: Si tardas un minuto más tu vida se habrá acabado. Desde el baño oía a mi cuñada triunfar.

A regañadientes abrí la puerta de la sala. Las tres mujeres me miraron con cara de asombro y fascinación.

Clara: Vaya el machito de tu marido enjaulado, que ridiculo parece ahora.

Mi suegra se limitó a sonreír sabedora de la victoria. Mi esposa estaba sentada tranquilamente en su silla. Había dejado su pie izquierdo desnudo, estrecho, con las uñas pintadas de rojo brillante en la silla en la que me había sentado justo antes y me miraba sublimemente. Con el dedo índice me hizo un gesto para que fuera donde ella.

Sandra: Así que aceptaste ser mi esclavo,  murmuró con picardía, bien pues espero tu decisión. O mejor dicho; Arrodíllate !.

Mi cuñada apenas podía sostenerse, golpeando sus muslos con entusiasmo. Wow Sandra… ya lo tienes, el machito se te va a humillar, ¡esto es genial!. Déjale chuparte los dedos de los pies, queremos verlo.

Mi suegra le hizo un gesto a mi cuñada para que se callase, porque no quería perderse un segundo de mi abdicación.

Jorge: Por favor Sandra no me hagas esto.

Sandra: En mi presencia, de ahora en adelante, debes estar de rodillas, por lo tanto continúa...de rodillas y me besas la planta de los pies. Besos sumisos y sinceros en los pies de tu pareja, hasta que te dé la orden de parar. ¿quien sabe Jorge, lo mismo te gusta ser mi esclavo? y se empezó a reir, no conocía su vertiente dominante.

Serás de mi propiedad absoluta, sin importar lo que te ordene. Mi palabra será ley para ti, si no obedeces serás castigado con mi fusta en tu culo, y creeme que no te va a gustar. Puedes terminar nuestro acuerdo cuando quieras pero te quedarás sin casa y sin trabajo. Y ahora se acabó mi paciencia, mis pies están esperando los labios humildes de mi sumiso marido.

Llegó el momento, me arrodille frente a Sandra, bajo los repetidos aullidos de mi cuñada, y comencé a besarle los pies. Me puse rojo y estaba terriblemente avergonzado. Bajo la inquisitoria mirada de mi Suegra y de mi cuñada, besé las plantas de mi mujer, de ahora y en adelante mi Ama.

Su piel era muy suave, ella se aferró a mis labios, y el suave sudor de sus pies se deslizó en mi nariz. Como me había ordenado que no me detuviera, estuve besándola durante varios minutos, mientras las otras dos mujeres se divertían. Sandra estaba disfrutando, casi al borde de un orgasmo, parecía extremadamente complacida.

Sandra: Es suficiente por ahora, ya tendrás tiempo después de seguir lamiendo mis pies. Te voy a hacer un regalo, y sacó un pequeño candado dorado para mi cinturón de castidad. Creo que a tu cinturón le faltaba un candado… Vamos pónselo esclavo.

Jorge: Por favor Sandra, eso no.

Sandra: Por supuesto que te quiero casto, y más adelante quizás te haga cornudo, me gusta mucho, así que hazlo!. Y luego le das la llave a tu cuñada, para que así aprendas a respetarla y te acuerdes de ella jajajaja.

Finalmente cerré el candado hasta que hizo click, y retiré la única llave, dorada, con la intención de dársela a Clara como me había ordenado mi mujer.

Clara avanzó hacia mí y puso su pie encima de la silla. Calzaba unas bonitas sandalias blancas con los pies muy cuidados y una pulsera tobillera.

Clara: Pon la llave en la pulsera, mi amado cuñado. Vas a estar a mis pies en el sentido más literal, es donde siempre te he querido tener. Una vez se la puse me dio un guantazo y bajo el pie de la silla.

Las tres dijeron al unísono: Bienvenido a tu nueva vida esclavo… y quien sabe quizás me lo merezca