De madrugada. Ella

Su punto de vista.

De madrugada. Ella

Estoy sentada en el porche. Hace una tarde estupenda. Los niños están jugando en el patio trasero. Veo venir el coche de Juan. Cierro los ojos y siento el dolor quemarme por dentro. Como pude ser tan estúpida. Por eso no quería ir a la cena de la empresa. Juan me convenció. No lo culpo, el solo quería que disfrutara un rato. No podía saber que hacía varias semanas que un compañero de la oficina me tiraba los tejos y que yo me los dejaba tirar. Siempre he sido coqueta y me ha gustado que los hombres se fijen en mí. Era un juego divertido e inofensivo hasta esa noche. Nunca antes había engañado a Juan. Después de la cena, nos fuimos a un bar musical con karaoke. Nos lo pasamos genial, poco a poco, la gente de la oficina se fue marchando. Manolo me hacía la corte.

Al final, me despedí del resto, vi que Manolo me miraba con ansiedad y expectación. Yo iba bastante contenta y le sonreí con vicio, quizás, fue mi error más grande. No se que le transmití o que interpretó el. Cuando estaba abriendo la puerta de mi coche, sentí como me abrazaban por la espalda. El parking estaba bastante oscuro y desierto.

María me tienes loco, necesito estar contigo, por favor.....aunque solo sea esta vez, déjame amarte....Me tocaba y frotaba su abultado paquete en mi culo. Empecé a perder la vergüenza y la prudencia. Sus dedos acariciaban mi sexo a través del tanga. Empecé a gemir y tuve que apoyarme en el capó del coche. Me estaba corriendo aun, cuando me empujó sobre los asientos traseros, mi vestido le descubrió mis muslos y el bonito tanga morado. Se subió encima de mí y apartando con torpeza mi prenda íntima me penetró con precipitación. Me hizo daño, no me dejó protestar, tenía sus labios sellando mi boca. No llevaba ni un minuto bombeando dentro de mí, cuando se agitó de repente y dejo escapar un gruñido. Noté el calor del semen inundando mi vagina. El muy cabrón se había corrido como un conejo. Me quedé totalmente fría. Se salió de mí y me empezó a pedir disculpas. Que si nunca antes le había pasado, que si aguantaba mucho....la verdad es que ni le estaba escuchado, mi mente totalmente horrorizada por lo que había sucedido, intentaba calmar mis remordimientos y mis miedos, sin mucho éxito por cierto. Que coño era lo que acababa de hacer. Estaba totalmente loca. Si comentas lo que ha pasado hoy, te juro que te acusaré de haberme violado. No quiero que te acerques más a mí, estás advertido. Se alejó con cara de vergüenza y todo lo rápido que daban sus pies.

Me limpié como pude y estuve llorando todo el trayecto de vuelta. Juan no debe saber esto nunca...jamás. Como he podido perder el control y además con ese inútil.

Era tardísimo, entré procurando no hacer ruido y con el corazón en la boca. Me desvestí rápidamente en el baño y me lavé apresuradamente. No fuera a ser que Juan quisiera guerra esta noche y se encontrara mi coño lleno de leche ajena. Estaba aterrorizada. Dejé las prendas manchadas dentro del cesto de la ropa sucia. Puse encima una toalla para taparlas. Me metí en la cama y entonces note que el dormía profundamente. Me empecé a tranquilizar y conseguí dormir algo. Desperté cuando el se levantó al lavabo. Todo volvió de golpe a mi cabeza. Sentía un peso tremendo en mi pecho. Me sentía sucia y culpable. Juan me quiere con locura y siempre ha sido un gran compañero en la cama. No se merecía lo que yo le había hecho esa noche.

De repente escuché un golpe tremendo. Me levanté y horrorizada vi a Juan tumbado en el suelo. Le intenté reanimar, le tiré agua encima. No había manera. Hasta pasó por mi cabeza que Dios me había castigado. Respiraba con dificultad y no recuperaba el conocimiento. Llamé al 112. De camino al hospital, ya estaba sedado y estabilizado. Había sido una lipotimia. Le observarían unas horas y le daría el alta. Intentaron retirar el objeto que su mano izquierda apretaba como si fuera una tenaza. Debía dolerle mantener esa tensión. Le pedí al sanitario que me explicara que se podía hacer. Me dijo que me tranquilizara, normalmente cuando ocurre esto con el paso de las horas, la mano se relaja, pierde la fuerza y el objeto cae. No creía que el objeto fuera punzante o peligroso.

Estaba junto a Juan, cuando despertó. Le vi desorientado. Me miró con cara de no entender nada y le expliqué lo de su desmayo. Le decía en ese momento que intentara abrir su mano para relajarla cuando, el se me quedó mirando con tanta rabia que hasta me asustó. Pronunció la frase que desde ayer por la noche, más he temido escuchar en el futuro. Quería el divorcio. No lo entendía, ¿ por que?.No podía saber nada Me estaba rompiendo el corazón. Temblando, abrió poco a poco, con bastante dificultad, su mano y yo totalmente desolada, contemplé caer de sus dedos el tanga morado que yo llevaba en la cena. No soy tonta aunque si quizás idiota. Me había pillado. Que desgraciada soy. No quiso ni escucharme, pienso en la distancia que casi fue mejor. Si supiera que no disfruté absolutamente nada durante la absurda experiencia por lo que acaba de arruinar nuestro matrimonio, su concepto de mi sería aun peor de que ahora ya tiene.

No hubo vuelta atrás. No tenía muchas esperanzas. Conocía a mi marido, fiel a mi igual que un perro, solo lo sacaba de sus casillas el engaño. Hace iempo, en una conversación después de una buena sesión de sexo, coqueteando con el, le pedí su opinión sobre la infidelidad en la pareja.

Antes de traicionarte con otra, tú y yo ya habríamos roto nuestra relación. Nunca te engañaría siendo como somos pareja. Si lo hicieras tú, quiero que sepas que te desterraría de mi corazón.

Eso ha hecho, me ha desterrado de sus sentimientos, o al menos lo intenta cada día de su vida. Que voluntad tiene, no puedo vencerlo. Aparca el coche y le veo bajar, con esa planta tan varonil que tiene. Suspiro. No se que hacer ya... lo he probado todo. Entra en casa, tiene llave y yo quiero que la tenga mucho tiempo. Me da una rosa y un beso en la mejilla, se gira con rapidez, para evitar mi mirada. Llegan los niños y su padre los abraza en cuclillas. Una lágrima baja por su mejilla. Me doy la vuelta para que no me vea llorar.

Crome