De madre ejemplar a Putica

Mi historia, de como una mujer ejemplar inmigrante en Europa comenzó un proceso de sumisión y humillación voluntaria hasta convertirse en una completa puta cerda sedienta de leche.

La historia que usted va a leer a continuación es mi confesión. Debo escribirla porque necesito poner orden a mis pensamientos, a mi vida, a mi putería. Estoy poseída de una extraña sensación de lujuria, de miedo. He hechos cosas que hasta hace unas pocas semanas me habrían dado muchísima vergüenza, pero al mismo tiempo estoy tan orgullosa de haberlas hecho, que no sé quién soy ahora. Más aún, no sé quién seré en las próximas semanas. Solo sé que me gusta esto que me está pasando. No, no me gusta, me encanta. Me fascina. Soy una puta. Me llamo Lina y soy una PUTA en mayúsculas.

Tradicionalmente he sido una persona muy tranquila, tímida y conservadora. Tuve la fortuna de tener a mi único hijo cuando yo aún era muy joven y apenas comenzaba los veinte, poco después entendí que mi novio no estaría conmigo y que sería una madre soltera; por ello decidí concentrarme en darle a mi hijo una vida cómoda y segura. Abandoné una vida de placeres y banalidad y la cambie por una de trabajo duro, ahorro y mucho sacrificio. Este camino nos ha llevado por varios países, desde nuestro país en América Latina hasta Europa, donde ahora vivo.    No me arrepiento, hoy él ya es un brillante adolescente  y yo una orgullosa madre de treinta.

¿Cómo soy? Soy una mujer latina, piel trigueña clara, mido 1,65, tengo pelo negro y ojos marrones claros, además tengo unos labios que sé son la provocación de varios de mis compañeros de trabajo. Mi pecho no es exuberante, pero tampoco es pequeño, es bastante suficiente para usar buenos escotes y robarse todas las miradas que yo quiera. En cuanto a mi culo, es típico de la mujer latina que soy: está bien formado e intento hacer ejercicios y andar en bici para moldearlo aún más. No me considero muy hermosa  pero si sé que soy más bonita que una mujer promedio y aunque no me considero engreída, me siento muy a gusto con mi apariencia.

A Marcos lo había conocido en un cumpleaños de un amigo común hacía varios años cuando él era un joven universitario. Para esa época era un hombre típico de su edad, era guapo, inteligente, social y agradable. Aunque no había nada extraordinario que llamase mi atención en él, tenía algo en su forma de ser que me cautivó desde el primer momento, es de esas cosas que no logras explicar pero sí percibir y que te marcan. De eso ya hace seis años y aunque solo esa vez conversamos, durante todo este tiempo nos enviábamos mensajes de cortesía en fechas especiales por redes sociales.

Hace tres semanas vi en mi Facebook que estaba de vacaciones en una ciudad costera cerca de donde vivo. Yo llevaba 2 años sin una relación sentimental y, ¿por qué no decirlo?, ocho meses sin follar. Tal vez la copa de vino que tomaba en ese momento más el gusto que siempre sentí por él fueron quienes me dieron ánimos para escribirle un mensaje privado por una foto que publicó:

Lina: Hola. Ya que estás ahí te recomiendo que visites un restaurant de mariscos al otro lado de la plaza. Es de los mejores.

Después de leer el mensaje me resulto patético. Seis años sin cruzarnos más que unas pocas palabras y cuando por fin lo tengo cerca, solo le escribo sobre mariscos. Me sentí un poco avergonzada de mi misma. Revisé todas sus fotos y vi que el tiempo le había hecho bastante bien. Estaba mejor formado físicamente. Su cara, su cuerpo, su porte ya no eran los de aquel universitario sino que reflejaban una personalidad madura, ambiciosa, atrevida. Había tenido logros significativos que hacían pensar en una brillante carrera profesional. Tenía fotos con muchas mujeres, pero con ninguna se notaba que tuviese una relación.

Pasaron las horas y ya entrada la noche entra un mensaje a mi celular.

Marcos: Gracias Lina. Tendré en cuenta tu consejo.

Al poco rato vuelve a escribir:

Marcos: ¿Tu cómo estás?

Mi corazón empezó a acelerarse un poco. Llevaba tiempo sin conocer a nadie interesante y aunque a él ya lo conocía, mostraba ser una persona completamente transformada.

Lina: Bien Marcos, todo tranquilo. ¿Hasta cuándo te piensas quedar?

Pasados unos minutos recibí su respuesta.

Marcos: He venido a un congreso y no planeo demorarme mucho. No he comprado el pasaje de vuelta porque quiero tomarme unos días para recorrer la ciudad. ¿Tú vives cerca verdad?

Lina: Sí, en una ciudad cercana a unos 90 km.

Marcos: Bien. Dame tu teléfono.

Vaya, este no se anda con rodeos. Pensé en no mandarle nada, pero… ¿Qué podía pasar?

Lina: Claro. Es…

Vi que había leído mi mensaje pero no lo había respondido. A las horas una llamada me despertó de mi sueño.

Marcos: Hola Lina. ¿Reconoces mi voz?

Claro que la reconocía, pero intenté disimular y fingir confusión.

Lina: No, no estoy segura. Mmm… ¿Marcos?

Marcos: Por supuesto. Noto que te desperté, supongo que no hay problema por eso.

Lina: No, no, no hay problema… no estaba dormida, veía un poco de televisión.

Marcos: Perfecto. Solo quería saludarte. Te llamaré mañana para que hablemos mejor.

Lina: Sí, claro, como quieras… ah, digo, sí, sí, mejor mañana hablamos.

Marcos: Muy bien, espera mi llamada.

Y colgó el teléfono. ¿Quién era este tipo que me llamaba a mitad de la noche, sin disculparse, y me informaba que tendríamos una llamada sin preguntarme si estaba ocupada, si tenía novio o siquiera cómo estoy?

Aún con el teléfono en la mano noté que mis caderas, sin que yo me hubiese dado cuenta, se movían suavemente arriba y abajo. Me toqué y mis panties estaban húmedas. 10 segundos bastaron para que este hombre me mojara.  Fui a su cuenta en Instagram y con una mano pasaba sus fotos, mientras que con la otra me empecé a frotar el clítoris, a tocar mi cuquita, que a estas alturas ya no estaba húmeda sino bañada. Casi nunca me masturbo, pero esa vez algo nuevo había pasado en mí. Me metí dos dedos de una vez, sin necesidad de lubricarme más de lo que ya estaba. En 50 segundos estaba teniendo un orgasmo riquísimo imaginándome a ese hombre que solo había hablado conmigo unos pocos segundos.

El día siguiente fue un día normal en la oficina, la rutina de siempre. No había nada diferente, excepto una pequeña ilusión en recibir su llamada. Supuse que me llamaría a mediodía, pero no lo hizo. Quizás estaba ocupado y no tenía tiempo. Transcurrió la tarde sin noticias de él, consultaba el celular a ver si me había escrito, nada. Entrada la noche recibí una llamada. Ilusionada dejé lo que estaba haciendo y contesté sin ver la pantalla. Era mi jefe, quería para mañana una información. Estúpida yo. Me fui a acostar y bien entrada la noche sonó de nuevo el celular.

Lina: Aló.

Marcos: Hola Lina.

Lina: ¿Marcos? Hola.

Contesté dejando clara mi molestia. Sí, estaba molesta, pero no porque me hubiese llamado tarde; sino porque me había hecho esperar ilusionada como una estúpida todo el día.

Marcos: Estuve ocupado. Tomaré el vuelo de regreso el lunes y tendré libre el fin de semana.  Hice una reservación el domingo en un restaurante de mariscos de tu ciudad. ¿Qué te parece vernos a las 08 de la noche?

Lo único que pude pensar fue “¿Pero a este que le pasa?, ¿Cree que soy una de sus empleadas o qué?”

Lina: No. Bueno… no creo, es que ya he quedado con una amiga.

Marcos: Vamos, seguro que podrás quedar con tu amiga en otro momento. Yo estaré solo un día y después me iré, no todos los días puedes encontrarte a un amigo que no ves hace más de seis años.

¡Lo recordaba! Recordaba cuándo fue la última vez que nos habíamos visto. Realmente tenía un buen argumento.

Lina: Bueno, sí, creo que podré ver a mi amiga en otro momento.

Marcos: Perfecto. Te mandaré la dirección después.

Vi la dirección y se trataba de uno de los mejores restaurantes de la región. Necesitaría un mes completo de salario para pagar una cuenta en el lugar, pero eso no me importaba porque de nuevo noté que la cuquita estaba húmeda. Ese imbécil me había mojado de nuevo. Al igual que el día anterior, me premié a mí misma por mi espera con un rico orgasmo. Esta vez chupé mis deditos, quería saber cuál era el sabor de mi cuquita.

El domingo transcurrió sin ningún mensaje de él. Solo fue hasta las 18 de la tarde que me escribió diciéndome que ya había llegado a mi ciudad y se había instalado en el hotel.

Me vestí con una blusa roja escotada, una falda negra que llegaba hasta poco más arriba de mis rodillas y sandalias negras de tacón altas que dejaban ver solo dos de mis deditos en cada pie, cuyas uñas tenía pintadas de rojo intenso. Me puse también una tanga brasilera negra y un sostén que le daba forma a mis pechos. Un collar precioso que había sido regalo de aniversario de mi último ex novio, reloj, maquillaje y por supuesto, un buen perfume.

Llegué al restaurante nerviosa, muy nerviosa. No estaba preocupada por lo que él pudiera hacerme a mí, sino por lo que yo pudiera hacerle a él. ¿Qué clase de emociones y reacciones causaría él en mí?

En la entrada del restaurant empecé a buscar a Mario, inmediatamente un hombre elegante se aproxima desde atrás y me dice:

Señorita Lina, buenas noches.

Mi corazón se aceleró completamente, era él. Inmediatamente volteé solo para ver a un hombre de enorme estatura, musculoso que portaba un traje de alta costura. No era Marcos. Mi sorpresa y decepción me hizo quedarme en silencio, que fue interrumpido por sus palabras.

Acompáñeme por favor.

Caminamos hacia un área VIP, alejada del resto de mesas. Atravesamos la bodega de vinos y entramos a un salón fabuloso, lleno de lujo y cerrado al público. Se trataba de un área no comercial reservada solo para eventos especiales. Aunque había varias mesas, en el lugar solo estaban dos parejas comiendo juntas a un extremo de la sala y un hombre de pie esperando mi llegada. Era Marcos.

Marcos: Que mujer tan hermosa! Te has convertido en una completa diosa. ¿Quién eres?

Lina: Jaja, ¡gracias! ¿Cómo estás?

Durante unos minutos hablamos sobre lo básico, cómo estaba mi vida, cómo estaba la de él. Él me comentó que después de la universidad había fundado una empresa de tecnología que le había dado mucho dinero, vivía bien, sin llamar mucho la atención, feliz pero solo. En cuanto a mí, le conté lo que me había pasado.

Marcos: Necesitas una buena follada Lina

Me quedé de brazos.

Lina: Jajaja, no sé, tal vez, bueno, hace mucho…

El vino ya surgía efecto en mí.

Marcos: Imagino que hace mucho nadie te hace el amor. Nadie te hace sentir como una mujer. ¿Cuándo fue la última vez?

Lina: Año y medio.

Marcos: ¿Y cuándo será la próxima vez?

Lina: Wow, pues no sé, dime tu.

Marcos: Hoy. Lo he dicho. Sé por qué viniste. Una mujer no se presenta a un encuentro como este, usando esa ropa, sin ninguna intención. Te voy a hacer el amor.

Solo pensé, “ese hombre me encantaba, era fascinante, siempre me había gustado pero ahora, verlo así como estaba, era irresistible”.

Lina: Jueputa, sí! Merezco que me follen. Que me traten como una mujer.

Marcos: No, no te voy a tratar como una mujer. Te voy a tratar como otra cosa. Cállese y venga adonde estoy yo.

Inmediatamente obedecí, me cambié de asiento y fui a su lado. Marcos se acercó a mí y me dio un beso que me hizo revivir, me hizo sentir como una mujer otra vez, como una mujer deseada. La pasión con la que me tenía agarrada y la fuerza de su beso entró en mi alma. En ese momento decidí entregarme a él.

Marcos: Tu has esperado a alguien que te recuerde lo que significa el placer. Yo lo haré hoy. Hoy tu no serás mi mujer, no serás mi amante, tu hoy serás mi puta. Haré de ti una zorra y te haré feliz convirtiéndote en una. ¿Quedó claro?

Lina: Sí, sí, creo que sí.

Su mano inmediatamente entró en mi entrepierna y me hizo estremecer.

Marcos: Pregunté si quedó claro. Espero un Sí, no espero un tal vez, un creo.

Lina: sí mi amor, sí me quedó claro.

Marcos: Ahora irás al baño, abrirás un paquete de ropa que el mesero te entregará y regresar en cinco minutos. Vaya!

Sometida completamente caminé hacia el baño, en efecto el mesero me estaba esperando con un paquete blanco cargado de cosas. Una vez adentró lo abrí y descubrí qué era: sandalias de tacón, mallas, minifalda, labial rojo, guantes. Este maldito quería vestirme como una completa puta. Eso me excitó. Siempre había envidiado a las putas porque podían excitar a los hombres inmediatamente, algo que hasta el momento no había hecho yo, obedecí y me lo puse.

Salí del baño vestida como una auténtica zorra. Usando unas sandalias de tacón de plataforma, unas mallas en las medias, minifalda, un top escotado que mostraba mi estómago y labial rojo, además de guantes. Me senté junto él temerosa, sabiendo que los pocos invitados del lugar me estaban viendo.

Marcos: No te preocupes por ellos. Todos trabajan para mí y harán lo que yo quiero. Dime, ¿Qué les gusta a las putas?

Lina: A las putas nos gusta que nos pongan a mamar guevo.

Marcos: ¿Y qué esperas malparida? ¡A mamar pues!

Inmediatamente me agarró del pelo y a la fuerza me bajó a su entrepierna. Abrió su pantalón y sacó un pene de 19 centímetros erecto que me obligó a meterme en la boca.

Marcos: Chupa zorra, que hace mucho no te ponen a mamar. Sé que te gusta, se te nota, sé que te encanta puta. Mama el huevo Lina y mientras lo haces responde a estas preguntas. ¿Te gusta vestirte como puta?

Lina: Aghh…. Ajam…. Sí….

Marcos me nalgueó fuertísimo y me dijo:

Marcos: “Sí o no perra… responde”.

Lina: Aghhh…me encanta!

Marcos: Así me gusta, sigue mamando puta.

Pum, otra nalgada que me desconcentró de mi labor. ¿Qué diría mi familia?, ¿Mi hijo, mis padres? Viéndome a mí convertida en una puta, humillada, golpeada, y disfrutándolo.

Marcos: Te tengo un regalito zorra. He traído unos jugueticos que te van a gustar. ¿Te lo han metido por el culo?

Lina: Una vez un novio y yo intentamos pero...

Otra nueva nalgada de Marcos me hizo cerrar la boca.

Marcos: Sí o no puta. No me interesa la historia de su vida.

Lina: No mi amor, nunca.

Marco: Ya los usarás perra.

Me introdujo un collar anal, hasta la tercera bola. Era increíble cómo entraba de fácil por lo lubricado que estaba.

Marco: Mira puta, mira como entra, ese culo pide pene, pide mi verga. Ahora arrodillese frente a mí y mámeme el pene.

Me puse de rodillas frente a él y seguí chupando su pene.

Marcos disfrutaba enormemente de la mamada que su puta le estaba haciendo. Me encantaba verlo disfrutar tanto. Después de unos minutos me levantó por el pelo, me llevó agarrada del pelo al baño en frente de todos y sobre el lavamanos me dobló, con mis tetas por fuera y mi culo y vagina al aire. Lo que sucedió en ese momento, no lo olvidaré jamás.

Continuará…

Pueden escribir sus fantías a: cbpersuasion@gmail.com