De Madagascar a Ciudad del Cabo

Después de una tormenta llegamos a Madagascar donde conocimos a una pareja de daneses. De la gran isla nos trasladamos hasta una finca cercana a Ciudad el Cabo.

PARA ENTENDERLO MEJOR HABRIA QUE LEER LOS RELATOS ANTERIORES,

Dando la vuelta al mundo con Sofía

Averiados en una isla abandonada

De Filipinas a Viet Nam

Disfrutando del sexo persa

La pasión Tanzana

AUNQUE SE PUEDE VIVIR SIN ELLO CIERTAMENTE.


Quince días de navegación dan para mucho.

Como decía anteriormente, los primeros dos días básicamente nos dedicábamos a descansar de tanto sexo.  Suelen ser dos o tres días que aunque dormimos abrazados generalmente José no me toma.  Pasada ese tiempo suelo ser yo la que estoy caliente como una perra y le busco para que me tome en cubierta.

Lo habitual es que me acerque a él y en caso de llevar bañador se lo baje y me meta su flácida polla en la boca.  Chupo hasta que esta haya crecido en mi boca y cuando estoy segura que aquello ha crecido a su máximo esplendor me la saco de la boca y o bien me siento sobre ella o bien me la clavo en mi coñito.

A veces es José quien inicia la confrontación y me amarraba por las muñecas y me las ataba al palo mayor, ahí con el culo en pompa me fornicaba o sodomizaba hasta que moríamos ambos de placer.  A José le encanta dejarme atada con mi chocho correando.

Me encantaba ser fornicada a la luz de las estrellas en noches sin luna con todas las luces del barco apagadas de manera que cuando nuestros ojos se adaptaban a la oscuridad un maravilloso cielo se iluminaba sobre nuestras cabezas.  Las corridas en ese entorno son sin duda las más maravillosas.

La primera semana de navegación según salimos de Tanga fueron maravillosas, pero un golpe de mar mientras José reventaba mi culo cambió todo.  Al principio no le dimos importancia, pero cuando finalmente José llenó mi cara de blanca lefa el mar estaba super picado y el barco empezaba a dar botes.  En pocas horas estábamos metidos en una tormenta que hacía que el barco se moviese según dictaban las olas.  Tuvimos que quitar las velas y dejar el barco al pairo.  Fueron cuatro días horribles en los que a penas pudimos salir de la cabina y donde la mayor parte de ese tiempo lo pasamos sin dormir y amarrados a las partes fijas del barco.

Cuando al fin logramos salir a la cubierta estábamos a menos de una jornada del norte de Madagascar.  Nuestra idea era ir al sur, pero estábamos derrotados y necesitamos descansar.

Bordeamos la costa hasta encontrar un puerto decente.  Nos dieron un amarre al lado de un barco con bandera danesa.  Al poco de amarrar nuestro barco salieron a la cubierta de su barco nuestros vecinos.  En principio querían saludarnos pero viéndonos en las condiciones en las que estábamos nos invitaron a cenar esa noche para que solo nos ocupásemos de dormir y descansar.

Dormimos como lirones durante más de 10 horas.  Nos levantamos con el tiempo justo para darnos una ducha y prepararnos para la cena.

La pareja eran Marcus y Adrianna, un matrimonio de Copenhagen que como nosotros se habían tomado un año sabático para navegar.  Al contrario que nosotros, ellos no habían salido de África en todo su periplo.  La verdad es que eran una pareja atractiva y muy simpáticos.

Cenamos estupendamente a pesar de mal vino local, los chicos nos contaron sus aventuras y nosotros las nuestras.  Como suele pasar en estas ocasiones, una vez hablado de todo salió el sexo como tema de conversación.

Al principio el tema lo tratamos con mucha delicadeza pero copa a copa nos fuimos abriendo.  Me quedé boquiabierta con lo que Adrianna me contó.

-       pues si chica, aquí no hay mucho que hacer, nos hemos recorrido toda la isla y salvo playa no hay mucho que hacer.

-       Ufff, pues playa y sol llevamos mucho encima

-       Pues chica, poco más podemos hacer aquí.  Bueno, el otro día a través de una mujer me enteré del kutenga mimba

-       ¿qué es eso?

-       Un ritual local para que las mujeres se queden embarazadas.

-       Ufff, ningún interés.

-       No, calla, el tema es que es un sistema en que la mujer es sometida a una sesión… ¿cómo decirlo?... 100% sexual y de verdad que lo es.  Y bueno, con lo que te ponen que se activa con esa estimulación sexual la mujer se quedará embarazada con poco esfuerzo.

-       ¿Y has ido?

-       Si, Marcus me dejó ir.  Si te soy sincera y no se lo cuentes, la mejor experiencia sexual de mi vida.

-       ¿Tanto?

-       Uffffff.  Ahora espero no quedarme embarazada ja ja j aja

-       Espero que no j aja

-       Pero, bueno, no me importaría repetir.

Nos despedimos con dos besos y nos fuimos a dormir.

Al día siguiente fuimos con Marcus y Adrianna a la playa y después de un día muy divertido en la misma volvió a salir lo del kutenga mimba.  Adrianna nos relató a todos con más detalles como había sido su sesión.  Cuando volvíamos a nuestro barco le dije a José que quería probar aquello yo también.

Tuvimos otro día de playa aunque volvimos pronto a los barcos para descansar de tanto sol y para prepararnos para la actividad programada a las 10 de la noche.

Llegamos en un taxi que se caía a una aldea perdida en las montañas.  El kutenga mimba se realizaba en una gran choza.  Los chicos debían esperarnos fuera y nosotras entrabamos en ella.

Nos recibieron dos mujeres muy mayores y negras.  No nos dijeron nada simplemente nos hicieron desnudar y tomarnos un liquido que para mi gusto tenía un sabor un poco agrio.

La mujer nos explicó lo que iba a pasar, a pesar que Adrianna ya lo había escuchado un par de días antes.

En 30 minutos la pócima había hecho efecto y ambas mujeres estábamos ambas preparadas.  Mi cuerpo reaccionaba de una manera muy gustosa al contacto del aire en mi piel, de los pequeños roces.  Con nada se me erizaba el bello y me daba un pequeño placer.   Ambas íbamos desnudas e incluso el pisar la tierra del suelo era una gozada para ambas.

Teníamos ante nosotras dos muebles.  Una especie de cosa entre cama y silla de ginecólogo, de manera que quedabas tumbada pero con las piernas ligeramente levantadas.  Nos colocaron en el mueble.  Nos ataron las muñecas, los tobillos, las rodillas e incluso las caderas con unas correas.  Esa postura dejaba total acceso a nuestros coños y anos.  Las correas apretaban de lo lindo, pero en vez de doler lo que daban era un gusto increíble.

Una vez atadas una de las viejas puso unas vulgares pinzas de la ropa en mis sensibles pezones.  Casi me muero de gusto.  Con ellas puestas la vieja cogió un trapo y empezó a pasarlo por mi abierta vagina matándome de gusto.  Mi raja estaba hipersensible y cada pase de la tela me reventaba de placer.  No contaba los orgasmos que llevaba pero cada tres minutos uno invadía mi cuerpo.  Sin tiempo para descansar la negra introdujo en mi ano un palo con la punta redondeaba pero con su cuerpo rugoso.  Me mató de placer, mi cuerpo se es contraía y se descontraía a cada golpe de muñeca de la vieja negra.  Mi cuerpo tiraba de las correas que me mantenían unida a la cama.  En el catre de al lado Adrianna gritaba de placer al menos igual de alto que yo.

La nagra cambio de consolador y me metió uno con un olor especial, eres era más rugoso, las ancho pero obviamente estaba impregnado con algo.  Me volví a correr una y otra vez.  MI cuerpo reaccionaba a cualquier acción y que menos que a algo metido en mi coño.

Me estuvo masturbando durante otros quince minutos hasta que sacó el consolador y metió uno nuevo más ancho y con unas arrugas más pronunciadas.  Estaba en el éxtasis total cuando la viaja metió de un solo golpe otro gran falo de madera en mi dilatado ojete.  Creí morir de gusto.  Las sensaciones se cruzaban en lo más profundo de mi cuerpo y me mantenían en un constante orgasmo del que dudaba salir viva.

Después de 2 horas de placer absoluto tanto a Adrianna como a mi nos retiraron las pinzas, los consoladores y ambas caímos rendidas con una sonrisa en la boca.

Adrianna y yo tardamos más de media hora en poder mover una pestaña, nuestro cuerpo seguía siendo una mar de sensaciones.

Cuando salimos como pudimos nos encontramos con los chicos que debían de estar como motos gracias a los alaridos de placer que habían escuchado desde fuera de la choza.  Me imagino que los dos nos hubiesen dado de lo lindo allí mismo pero viendo nuestro estado nos dejaron en paz.

Marcus y José nos acostaron en nuestros camarotes y salieron a tomar unas copas por su cuenta.   No sé que harían esos dos por ahí, pero ni se lo pregunté a José ni él me contó nada.

Adrianna y yo pasamos el día siguiente con nuestros agujeros totalmente irritados y casi sin poder movernos.  He de reconocer que en otras circunstancias no me hubiese importado que jugásemos los cuatro un poco, pero sencillamente con los agujeros como los tenía y los músculos que me dolían como si agujas se clavasen en ellos ni se me ocurrió plantearlo.

Por lo que me explicó una de las viejas, lo que habíamos vivido era una sesión en la que se nos afloraba la libido y hacía que nuestros cuerpos se aviniesen a quedarse en cinta.  Yo tomaba la píldora por lo que ni le di otra importancia que los continuaos órganos que me había proporcionado.

Pasamos tres agradable días con los daneses en los que alternamos un poco de turismo, mucha playa y una única mamada que le tuve que hacer a José para bajarle el “estrés”.

Ambos barcos partimos el mismo día.  Ellos hacia el norte y nosotros hacia Ciudad del Cabo donde José pensaba encontrarse con unos viejos amigos.

Fueron 13 días de navegación muy tranquilos.  Gracias al kindle y a la polla de José personalmente se me hizo corto.  La verdad es que faltaban dos meses para reincorpórame a mi trabajo y están disfrutando la última parte del viaje como una niña con zapatos nuevos.

Me sorprendió bastante ver que los amigos que nos esperaban en el puerto de Saint James en Ciudad del Cabo era un matrimonio entrado en años.  Por lo visto él era un antiguo inversor en las empresas de José que se había retirado a un hermoso rancho en el sur del mundo.

Nos trasladamos en avioneta desde el un aeródromo hasta su finca que disponía de su propia pista de aterrizaje.

La casa era preciosa.  Nos instalamos en una preciosa habitación y después de ducharnos pasamos a visitar la finca.  Según me dijo José lo que íbamos a ver era una pequeña porción de la misma pues el tamaño era similar a la provincia de Pontevedra.

De nuevo como en Tanzania vimos cientos de animales, incluso cachorros de león, algo que no esperábamos.

Volvimos con el tiempo para cenar y después de una copa nos fuimos a dormir.  Esa noche boté sobre la polla de José en las que mis tetas saltaron a cada movimiento encima de mi amante.  Me encantaba cuando mi amante me metía la cara entre las tetas chupándomelas mientras botaban

Me desperté encantada después de un buen polvo y de ocho horas de sueño.  Salí de la habitación y entré en el baño.  Me metí en la ducha y me quedé de piedra cuando Susan, la mujer de Brian, entró en el baño con una toalla que se quitó según cerró la puerta.  Ambas nos quedamos un poco cortadas al vernos desnudas, pero Susan no le dio mayor importancia y en pelota picada empezó a hablarme como si tal cosa.   La mujer no estaba nada mal para tener más de 60 años.  La mujer alabó mi cuerpo sin dejar de hablar como una cotorra.  No me quedó más remedio que secarme delante de ella y seguir hablando con ella mientras se metía en la ducha.

Volvimos a salir de safari.  Brian era cazador pero evito llevar su arma pues su mujer le comentó que era de mal gusto cazar delante de gente que no cazaba.

Mientras preparaban la comida en medio de la sabana José y yo nos fuimos a pasear.

-       ¿sabes que hoy mientras me duchaba entró Susan en el baño?

-       ¿y?

-       Poca cosa, estuvimos hablando las dos pelotas como si nos conociéramos de toda la vida.

-       ¿qué te parece Susan?

-       Pues para la edad que tiene, tiene un cuerpazo.

-       No me refería a eso.

-       Muy maja

-       ¿sabias que hace 10 años me la tiré?

-       ¿De verdad?.  Eres una caja de sorpresas.  ¿Cómo fue?

-       Poca cosa.  De aquellas creo que tenía unos 58 años.  Estaba a punto de venirse para aquí y yo a punto de vender mi empresa.  Poca cosa, salimos a festejarlo y una cosa llevó a lo otro.

-       ¿Y el marido?

-       El marido mirando

-       ¿coooomo?

-       Si, la cosa salió de ella, pero antes de plantearme que les acompañase a casa ya se lo había planteado al viejo.

-       ¿e hicisteis un trio?

-       Que va, me la follé mientras él se la machacaba.  Por lo visto es algo que hacían muy a menudo.

-       ¿Y como pudiste?

-       Ni idea, me podría caritas, yo que sé.

Comimos estupendamente y después de un par de vueltas más volvimos al rancho.  A 100 metros de la terraza tenían un lago artificial iluminado.  Cenamos en una terraza con vistas a dicho lago y cuando empezaron a caer copas los animales de la sabana empezaron a llegar a beber.

Hablamos de todo un poco hasta que la vieja sacó el tema del polvo echado en su día.

-       ahora hacer estas cosas nos es imposible.

-       ¿cómo es eso? – preguntó José.

-       Pues porque conocemos a poca gente y esos están lejos

-       Pero tenéis gente trabajando aquí.

-       Cierto, de hecho alguna vez meto a uno de los negros en mi cama, pero aunque me matan de placer procuro hacerlo poco, no quiero confianzas con el servicio.

-       J aja, espero que no nos invitaseis para aprovecharos de nosotros – dije yo.

-       Nunca se sabe querida, nunca se sabe.

Acabamos las copas y después de ver autenticas preciosidades bebiendo en la charca nos fuimos a la cama.

Puteé a José un poco.

-       al final vas a acabar endiñándosela a la vieja.

-       Al final vas a acabar comiéndole el coño a la vieja -  ahí ya no me reí tanto.

Volvimos a dormir como angelitos.  En esta ocasión nos montamos en la avioneta y nos fuimos a un parque nacional, donde nos trataron como reyes y vimos sitios preciosos.

Desde el aire la sabana es un lugar maravilloso.  Se ven manadas de elefante en fila, rebaños con miles de cebras, animales metidos en los ríos e incluso aldeas monísimas.

Con la avioneta recorrimos cientos de kilómetros e hicimos en solo unas horas lo que cualquier turista hubiese visto en varios días.

Aterrizamos en la casa casi anocheciendo.  Es muy peligroso conducir en África por la noche, ya que al estar los caminos calientes y la temperatura es baja los animales se tumban en el medio de ellas a dormir.  Aterriza tiene los mismos problemas pero con la diferencia que la torta es mucho mayor.

Cenamos fenomenalmente y después de ver a unos cuantos animales nos pusimos unas copas.

Como cada noche monté a José como a él le gustaba, duro.  Respondía a cada una de sus penetraciones con un berrido que se oía en todo el cono sur de África.

Susan y Brian nos trataron fenomenalmente la semana que pasamos en su rancho.  Teníamos planeado volver a Ciudad del Cabo al día siguiente para emprender el viaje.   Teníamos dos meses para volver a Barcelona, desgraciadamente Sofía finalizaba su año sabático en el trabajo y debía reincorporarse.

Estábamos cenando en la terraza cuando Brian retiró a José a un apartado según luego me contó:

-       Brian, ¿qué relación tienes con Sofía?, ¿la cosa va en serio?

-       Bueno, ya te he comentado, somos buenos amigos.  Amigos con derechos.

-       ¿Con derecho y exclusividad?

-       Ninguna.

-       Me alegro oír eso – yo sonreí – como sabes desde antes de conocerte, no doy la talla en la cama con Susan.  Es una pena, pero Susan es una mujer ardiente y lamento no poder darle lo que pide.

-       Pero siempre has sido muy permisivo a ello.  Siempre has permitido que se la meta quien ella ha querido.

-       Es cierto, pero aquí en África la cosa no es tan sencilla.

-       ¿Y eso?, ¿he visto a chicos muy bien formados?

-       Si, pero son sirvientes.

-       Pues eso.

-       a veces debo aceptar, pero no se lo permito hacerlo mucho, ni yo estoy presente.

-       ¿te molesta que se la follén negros?

-       No, me da igual el color.  Me molesta que se folle al servicio, por lo que a veces se lo permito pero como si yo no me enterase, no todo lo que ella querría.

-       ¿Y querría mucho a su edad?

-       Si fuera por ella estaría todo el día con el culo en pompa.

-       Que gracioso eres.

-       En serio.  Quería pedirte un favor.

-       Tu me dirás.

-       Susan me hace masturbarla todas las noches cuando os oye follar, me muero de pena por no poder follarla como se merece, y me pregunto si tu podrías darle esta noche mientras yo entretengo a tu amiga.  Te adelanto que Susan ya no tiene el cuerpo que tenía hace unos años cuando te la follaste, piensa que tiene casi 70 años.

-       No solo lo haré por ti, sino que no hace falta ocultarle nada a Sofía por lo cual podrás a ver como le doy placer a tu mujer.

-       No se si te lo voy a agradecer yo más o Susan.

-       Susan probablemente.

Mientras José mecontaba las novedades, era nuestro anfitrión quien confirmaba a su mujer que esa noche iba a repetir sexo mi amigo como pasó una década atrás.

Susan sonreía de oreja a oreja, a Sofía aquello le pareció fenomenal.

Nos tomamos un par de copas antes de que Susan se despidiese de nosotros con un – os espero arriba.

Enseguida Josñe y yo nos apuramos las bebidas, pero Brian nos paró.

-       no os apuréis.  Dejarle 15 o 20 minutos, ella se toma su tiempo.

Como el anfitrión lo exigía nos tomamos nuestras copas con calma.  Cuando pasaron 20 minutos fue nuestro anfitrión quien nos mando para arriba.

Subimos por las escaleras hasta llegar a la habitación de la pareja.  El cuarto era inmenso, debajo de la cabeza de un elefante disecado Susan desnuda a cuatro patas se metía un gran vibrador en el coño y gemía en voz baja.  La mujer se dio cuenta de nuestra entrada pero no cambio la carencia de su mano.

A pesar de su edad seguía teniendo un cuerpo aceptable.  José me comentó que quizás tenía las tetas más caídas y estaba un poco más delgada.  Su bello púbico estaba completamente blanco, me imagino que años atrás se lo habría teñido, pero en esa ocasión no.

José me había comentado que a Susan le gustaba que la diesen duro – ya que tengo poco lo quiero duro – le dijo en una ocasión.  Y después de oír eso solo le quedó destrozarle a pollazos el coño.

Con suavidad le aparté su mano del vibrador y fui yo quien la que siguió con los movimientos dejando que la mujer se concentrase en su placer.  José miraba desde el marco de la puerta.  Fueron 15 minutos en los que Susan vibró hasta correrse.  Ni me inmuté, recogí mi melena y agachándome entre las nalgas de la mujer, empece a lamer su ano y de ahí hacía delante.  José me dejo lamer durante 10 minutos hasta que decidió convertirse en protagonista dejando de ser espectador.

Se desnudó y con su polla en la mano se acercó a nosotras.  José me tocó en el hombro, saqué la cabeza de la entrepierna, le sonreí, le di un beso en el capullo y me aparté.

Tocó su vagina metiendo dos dedos, no era cuestión de desgarrar a la mujer de su antiguo mentor.  Fue el momento en que apuntaba su polla al blanco coño de la mujer cuando su marido entró en la habitación con una copa en la mano y un puro en la otra.  Brian se sentó en su sillón favorito, dejó la copa en una mesita, el puro en un cenicero y sacó su polla del pantalón y empezó a sobársela poco a poco.

Metió su polla hasta el fondo hasta que sus huevos chocaron contra el pubis.  Susan dio un fuerte respingo.   José le agarró por la cadera para que no se moviese demasiado y empezó a acelerar sus embestidas.  A su espalda yo me desnudé y subiéndome a la cabecera de la cama me abrí de piernas y coloqué mi chichi en la boca de la anfitriona. Susan empezó a lamer mi coño como una autentica experta.  Las caras que ponía era una clara muestra que me lo estaban comiendo como a mi gustaba.  La británica me pasaba su lengua por mi inflamado clítoris recorriendo a continuación toda la raja desde el botón del placer hasta el mismísimo ano.

Brian ya se la machacaba a velocidad de crucero y miraba con ojos golosines como su mujer lamía mi conejo y José se la metía hasta el fondo.  AL principio se la metía poco a poco para que la vieja sintiese los pliegues de su polla entrando y saliendo, cuando una catarata de flujo caía por su polla aceleró el ritmo olvidándome de la edad de su montura y simplemente centrándose en romperle el coño.

Me corrí poco antes que la inglesa llegase la limbo de los justos reventada por la polla de José.  Yo tuve suerte porque la abuela dejó de lamer justo en el momento en que yo entraba en trance.

Nos dejó descansar a sus dos jacas, Brian había parado de meneársela expectante por lo que estaba por venir en el siguiente round.

José nos dejó jadeantes tiradas en la cama mientras bajaba al salón a ponerse una copa y fumarse un pitillo.   No creo que tardase más de 10 minutos, pero cuando volvió yo como una cerda estaba con mi cabeza entre las piernas de nuestra anfitriona que jadeaba como loca al contacto de mi rugosa lengua.  Brian en su sillón había vuelto a darle a la zambomba viendo como mi desnudo coño se abría ante su mirada.

Sonrió al viejo y apuró si copa hasta que le dio el ultimo trago.  Podía metérmela en mi coño, pero a mi me daría sin pausa en el barco una vez enfilásemos norte rumbo a Europa.  Se la metió en la boca a Susan la cual antes de introducírsela hasta el fondo lamió sus dos cojones.  Se los chupó salvajemente hasta que ya saciada se metió el rabo hasta provocarle arcadas.  La anciana no se cortó un pelo y empezó a meterse la polla hasta casi los huevos para luego sacarla y volver a metérsela hasta el mismo punto.

Lamí hasta que Susan se corrió como una vestía.  De nuevo dejó de lamer de lamer el falo cuando el placer la envolvió.

Brian se masturbaba y paraba aguantando su eyaculación.  El viajo se iba poniendo copas de cognac y reencendiendo su puro en cada una de sus pausas.

La vieja se levantó, se acercó a su marido y le dio un largo y húmedo morreo.  Después me miró y apartando de la cama a Sofía se tumbó abierta de piernas.

-       José hijo, acaba lo que has empezado.  Jódeme duro, jódeme hasta que me mates de gusto.

Y sin otra alternativa agarró su polla y tumbándose encima de la mujer se la metió hasta los riñones.

Susan arqueó la espalda al recibir el estoque.  La vieja clavaba sus uñas en la espalda de José sin la menor preocupación sobre si le hacía daño o no.

Cabalguó a Susan durante más de una hora, la vieja abierta de piernas gritaba de placer y se pellizcaba sus trabajados pechos tirándose de sus abultados pezones.

-       En mi cara José, acaba en mi cara – le dijo cuando veía que estaba a punto de irme.

Sacó si polla del abierto coño y se aproximó a su cara mientras ella no lograba cerrar las piernas.  Agitó mi polla sobre su cara hasta que tres certeros disparos cubrieron la misma.  Una mano en su hombro le apartó, y haciéndose a un lado permitió el paso a un Brian que sin dejar de agitar su dura polla quería su propia traca final.

El antiguo inversor metió su dura polla en la boca de su esposa quien la cogió como pudo con su mano y empezó a lamer.  La lefa de José se escurría por su cara entró en parte en su boca, cuando Brian tensó su arrugado cuerpo y descargó en la boca de su amada una cantidad importante de esperma Susan se tragó las dos corridas a la vez.

Dormimos como tortolitos esa noche.  Llegamos tan muertos a la cama que ni se nos ocurrió disfrutar mutuamente de nuestros cuerpos.

Desayunamos con la pareja por la mañana, según nos dijo Susan, no podía mover un dedo después de la sesión de sexo de la noche anterior.

-       pues José, ya no tengo edad para estas cosas.  Hacía años que no hacía un trio y me duelen todos los músculos.  Si me llegas a pillar hace 10 años ahora mismo te estaría pidiendo que me volvieses a montar antes de que os vayáis.  Si no le importa a Sofía claro – yo sonreía mientras les oía.

-       Susan, hace 10 años me pillaste, por la mañana me pediste otra ronda y estuvimos follando hasta la hora de comer – le dije riendo.

-       Cierto, mi deseo desgraciadamente ya no encaja con mis articulaciones, pero no te preocupes chaval, pasaremos a visitarte a Barcelona y esa ocasión no esperaré tantos días para que me montes.

La pareja nos acompañó hasta Ciudad del Cabo después de volver a sobrevolar su rancho.  La verdad es que África es una preciosidad desde el aire.

Una largo abrazo en el pantalán con la pareja dio por finalizada nuestra aventura sudafricana.  Aún era de día cuando salimos de puerto.  Nuestra idea era  navegar hasta el anochecer rumbo a mar abierto y a continuación ya alejados de la costa y de las posibles colisiones avanzar hacía Wallis Bay en Namibia.