De macho alfa a puto insaciable 9. Juego con fuego
Jorge está dispuesto a todo con tal de ganar y ser el mejor macho pero no sabe que está a punto de caer en la última trampa.
- Dame más verga, por favor. Métemela toda –gritaba yo a todo pulmón mientras mi cliente, un hombre fornido, velludo y con un fierro de 16cm, pero bien grueso, me cogía con fuerza. Cada estocada me hacía vibrar de delirio, sentía su carne dura entrar y golpear mis puntos sensibles y, como si fuera un disparador, lanzar descargas eléctricas a todo mi cuerpo febril. Yo estaba tendido boca arriba y me había colocado muñequeras y las había atado al techo para mantener mi culo accesible. A mi lado, otro cliente filmaba la acción, deteniéndose de vez en cuando para pellizcarme un pezón. Yo apenas atinaba a entreabrir los ojos, deseando que no terminara…
Pero naturalmente terminó. Una oleada de semen inundó mi culo. El cliente desató de golpe mis piernas, que cayeron, cansadas, provocando que toda mi cadera y mi culo descendieran rápidamente y que me ensartara por última vez en la verga recién deslechada. Eso me provocó un gemido, un poco de dolor, pues había sido un poco violento, pero más de placer, pues el glande aún erecto golpeó fuertemente mi próstata, provocando que mi pene lanzara un chorro de precum como si fuera semen. Yo estaba al borde del orgasmo pero aun debía cumplir la otra parte de la propuesta. El primer cliente sacó su verga, con la punta chorreante de esperma recién ordeñado y seguramente debió pensar lo mismo porque tomó los hilos con los que había amarrado mi verga a propósito para evitar que me viniera y los apretó un poco más.
- Listo, asi el perro no se va a correr aún. Te toca, compadre –dijo.
El segundo cliente, acaso no tan fornido como el primero pero más vergón, se aproximó inmediatamente. Tomó con sus dedos parte del semen que salía de mi culo.
- Que perrito tan sucio eres, mira que manchado estás. Abre la boca para que pruebes tu desorden –ordenó, acercando sus dedos a mi boca. Yo abri la boca y limpié sus dedos como me había indicado-. Muy bien, ahora prepárate para recibir mi verga.
Me la metió casi de golpe, aprovechando la lubricación de la leche de su compadre. Empezó a bombear, devolviéndome a ese gozo que me provocaba la verga bajo los efectos del Blue. Yo estaba agotado pero aun gemía quedamente para expresar mi satisfacción. Cuando finalmente se vino, yo estaba totalmente mareado de vértigo.
- Pobre perro, terminó agotado –alcancé a escuchar.
- Si, pero aun tiene una larga noche, estoy seguro que seguirá buscando vergas en un rato. Vámonos.
Me dejaron solo en el cuarto. Yo tenía muchas ganas de venirme. Luché para no desatarme la verga… Y es que esa era parte de otra propuesta. Un cliente me daría muchos puntos y buena plata si lograba coger con 10 sin desatarme la verga ni venirme. Ya llevaba 6. Me levanté, y me di un rápido baño que me ayudó a bajarme un poco la erección y la calentura. Aún con la verga amarrada, me coloqué de nuevo el suspensorio de hilos y me encaminé a la pista del bar, no sin antes tomar otra dosis de Blue…
Era sábado. Esa noche anunciarían al ganador de la semana. Todos los chicos estábamos ansiosos por saber. Nos congregamos para que Alex anunciara el ranking. Y vino mi sorpresa. Yo pensaba que esa semana ganaría. Gracias al Blue, había conseguido más clientes que nunca. Al principio me había mostrado con recelos, pues cada vez que me tomaba una dosis, la sensación de bienestar y ligereza me pegaba cada vez más rápido. Pronto llegué a sentir cómo mi piel se erizaba y un movimiento casi imperceptible en mi vientre por detrás de mi verga, me anunciaba que estaba listo para el trabajo. Ese rápido efecto me asustaba y por momentos me hacía dudar. ¿Qué pasaría si ese bienestar, esa ansia de tener contacto sexual no se acababa? Pero hasta el momento no parecía haber problema. Luego de una hora o un poco más, el éxtasis se terminaba. Incluso hice la prueba de coger con un cliente poco después de terminar el efecto. SU verga me entró fácilmente pero no sentí nada especial. Agradecí para mis adentros. Yo seguía siendo un hombre, un hetero. El Blue era sólo una ilusión, una ayuda para poder trabajar con esos putos. A mi no me gustaba estar con ellos. Besarlos. Mamarlos. Cogerlos. Nada de eso. Todo era el Blue. Podía estar tranquilo de mi hombría.
Aún así fue una sorpresa saber que no había ganado. Quedé muy cerca, en segundo lugar. El primer lugar se lo ganó un chico de esos que llaman twink, delgado y con apariencia muy joven. Tuvo suerte, esa semana habían acudido un grupo de 6 ejecutivos. El menos de ellos tendría 60 años. Lo habían solicitado jueves viernes Y TAMBIÉN sábado. Ni idea qué habrían hecho 6 hombres mayores con un casi niño pero no era difícil imaginarlo. Me enojé por no ganar, pero considerando que me había metido muy buen dinero, la pérdida no era tan mala.
Días después, acudí a mi sesión de depilación con Alex. El gordo me caía muy bien. Siempre estaba de buen humor y tenía un chiste preparado. A veces me encontraba con algún otro chico pero esa vez estaba sólo Alex. Ni siquiera estaba su ayudante. La sesión pasó rápidamente. Desde hacia varias semanas Alex no me aplicaba cera. En su lugar estaba usando un tipo de luz. Al principio yo me negué. Estaba bien estar depilado de cuerpo entero y era necesario para el trabajo pero cuando terminara mi contrato, yo quería volver a tener vello, para recuperar mi apariencia de macho salvaje que tanto les gustaba a las chicas. Pero Ale me tranquilizó y convenció. Según me decía, ese tratamiento no era permanente. Sólo duraba más. Cuando terminara mi contrato quizá tendría que esperar 2 o 3 meses para recuperar mi vello pero volvería.
Al terminar, me dio a escoger los atuendos que ocuparía en el show siguiente. Yo siempre optaba por roles de policía, de leatherman y otros masculinos. Pero había otros que optaban por travestirse o usar tacones u otras mariconadas. Me sorprendí la vez que vi a mis amigos Mario y Álvaro una noche que hicieron un dueto calzando tacones de mujer, de 10cm de altura. Bailaron con ellos. Era extraño verlos porque el resto de su atuendo era masculino. Me habían invitado a unirme a su grupo, hacer un trío. Rechacé. Por más que fueran mis amigos, calzar tacones estaba fuera de mi campo.
Me agaché para recoger las botas que usaría en mi número siguiente y de pronto algo cayó del bolsillo de mi camisa. Antes que pudiera detenerlo, Alex lo recogió.
- ¿Y esto que es?... Lo traías tu?
Era una píldora de Blue. La había dejado ahí y olvidado colocarla en su frasco. Alex me miró con rareza
- No me digas que es tuya? Estás usando esta cosa?
Sonaba un poco crítico pero no enojado. Los chicos me habían advertido que nadie debía enterarse, ni siquiera Alex. Pero bueno, me había descubierto, que caso tenía mentir.
- Pues… si, la verdad si.
- Vaya, no lo hubiera creído
- No estás enojado?
- No, no, tanto asi como enojado no. Me sorprende, nada mas. Aunque también, seguro Daniel u otro de esos pelados te convenció de usar estas cosas
- ¿Está mal? Me habían dicho que era mejor esconderlo
- Pues claro que es mejor esconderlo. Se enteran las 3 pájaras (así les decía él a Karen, Melissa y Tania) y te iría mal.
- ¿Vas a decirles?
- Pues mi trabajo sería decirles pero despreocúpate. Tú me caes bien, eres buen chaval. No les voy a decir nada pero sí te aconsejo que tengas cuidado con estas cosas.
- ¿Hacen daño?
- No, no hacen daño. Sólo que yo soy muy de vieja escuela, sabes? En mis tiempos sólo había yerba y alguna que otra pastillita para acelerarte. Hoy hay mucha cosa rara en la calle. Usalo pero con moderación
Me agradó que no se enojara. Seguimos revisando el plan para el show como si nada. Ya de despedida únicamente preguntó
- ¿Oye, te estás tomando eso diario? Por la boca?
- Pues… sólo los días de trabajo. Y si, por la boca. O cómo?
Alex me miró en silencio, con cierta expresión seria, muy rara en él, casi de preocupación
- Bueno, chico. Esta bien. No hay problema. Solamente…
- Sólo que?
- Tampoco debería decir esto pero tú me caes muy bien. Te daré un consejo. Usa esa cosa y aprovechala. Pero jamás, escuchaste, jamás, te metas esa cosa por la cola.
- ¿Porqué?
Antes que él pudiera decirme nada más, entró su ayudante. Alex hizo como si nada y yo le seguí. Me despedí y me fui.
Al dia siguiente le pregunté a Daniel mientras cenábamos luego de la escuela (Daniel no estudiaba, trabajaba en una oficina pero nos veíamos frecuente al terminar).
- Oye, hermano. Dime una cosa. Estas seguro que el Blue no hace daño?
- ¿Cómo que daño?
- Pues que te haga algo secundario o que te vuelvas adicto. Me gusta lo que se siente pero no me agradaría estar asi siempre. Somos machos y no sería bueno estar con esas ganas que te dan, ya sabes a que me refiero.
- No, no pasa nada. Todos nosotros llevamos mucho tiempo tomándolo y no hay problema. Y sobre estar excitado, que te preocupa? ¿Sabías que algunos de los chicos lo toman con sus novias también?
- ¿Y eso porque?
- Bueno, al final del día el Blue te hace estar excitado y querer que te toquen. Tu mismo has comprobado que te la pone durísima. Pues eso, tocar y verga dura, es justo lo que necesitas con una vieja.
- Oye y sólo se puede tomar –indagué
- ¿Cómo?
- Es decir… si se quema e inhala o si me la froto en la piel… ya ni sé se pueda inyectar… o de otras formas
- ¿Pero para que preguntas eso? Que yo sepa, nada de eso. Sólo se ingiere y listo.
Ya pasaron 2 semanas desde entonces. Empieza nuevamente la semana de trabajo. Este jueves no hay ni rastro del grupo de ancianos. El twink no la tendrá fácil. La semana pasada tampoco tuve suerte. Mis clientes más potentados no acudieron. Pero esta semana será diferente, lo sé. Ganaré.
Me toca barra. Es decir que tendré oportunidad de estar en la pasarela. Debo aprovechar ese momento para lucirme. Cuando llega mi turno, salgo por la pasarela, moviendo la cadera, con decisión, soy un macho caliente. Llego al frente, bailo al ritmo de la música. Me volteó y bajo el torso y la cabeza en un solo movimiento, llevando la cadera y el culo ligeramente atrás y hacia arriba. Expongo mi agujero a la multitud, quiero que vean lo que pueden tener, lo que pueden disfrutar con tan sólo hacer una buena propuesta. Menos de 5000 puntos no voy a aceptar. Estoy decidido. Dudo un momento pero al final hago una última maniobra. Sostengo mis nalgas con ambas manos, aun en esa posición doblada. Y luego, mi dedo medio de la mano derecha se enfila hacia mi ano, lo bordea. Quiero ser seductor, debo ser seductor. Un momento más de duda. Meto una falange. Estoy bajo los efectos de Blue y mi cuerpo respinga de placer. Meto más el dedo. Mi público aplaude frenético. Soy la estrella. Todos van a desearme ahora. Pero deberán ser generosos. Sólo las mejores propuestas de esos putos podrán lograr tenerme, a mi, a este heterosexual macho alfa.
Esa noche me cogieron 5 y me puse indudablemente a la cabeza.
Viernes por la noche. Apenas salgo a la pista el corazón se me cae a los pies. Ahí está el grupo de los 6 y sirviéndoles tragos, bien puesto con su culito puto, el odioso twink. Se llama Luis, creo. Me voltea a ver y me guiña un ojo. Maldito.
La noche empeora. Hay otro competidor ahora. Valdir. Ese negro mulato. Tiene un culo portentoso, grande y sólido. Y es el blanco favorito (valga la expresión) del ingeniero Carrasco. Veo cómo se van a los cuartos. Valdir va por delante y por detrás, el ingeniero ya le esta metiendo los dedos bien profundo en la cola.
Sábado. Última oportunidad. No sé quien va ganando pero sé que no soy yo. Con mala suerte incluso estoy en tercero. Debo ganar. Se acerca el noveno mes de mi condena. Me faltan aún 6. Si gano esta semana y la siguiente y la siguiente, sólo serán 3. El final de un año de pesadilla. Volveré a mis bares hetero. A mis chicas fáciles, a los coños suaves y lubricados, a los gemidos de las perras mientras les meto mi tranca.
Ya estuve con 2 clientes cuando veo entrar al licenciado Ruiz. Casi lloro de emoción. Obvio bromeo. Los machos no lloramos. El licenciado Ruiz será mi carta para ganar.
No me ha llamado. Esa noche estoy de barra. Que ganas de estar de mesero y poder acercarme. Unos pocos movimientos de mis piernas, mi culo sutilmente ofrecido y sería el detonante para que me solicite. Desde la barra lo veo. Está charlando con otros amigos mientras ve el show de la noche.
Ya casi pasa de media noche. Finalmente veo mi número en la pantalla. Excelente. Es el licenciado. Me ofrece una alta cuota en puntos a cambio de nuestra típica sesión de edging… y otro tanto a cambio de penetrarme. Es un poco raro, él nunca había ofrecido penetrarme. Pero esa enorme cantidad de puntos es justo lo que busco. Tomé una dosis de BlueBall y fui a su encuentro.
Fuimos al cuarto. Me iba a colocar en la postura usual, para que me atara a la cabecera, pero me ordenó cambiar de postura. Primero debía ponerme sendas tobilleras y luego debería ponerme en 4. Me hizo poner un collar y ató el mismo a la cabecera con una cadena corta. Luego me colocó atada a las muñequeras una barra para obligarme a mantener las piernas abiertas.
Tomó lubricante y en esa posición comenzó a masturbarme. Yo ya estaba bajo los efectos del Blue, de forma que sus caricias rápidamente me pusieron bien erecto. Se había quitado el traje y la camisa, quedando sólo en camiseta y boxers. Nunca se había desvestido. Se puso de espaldas a mi y con una mano rodeo mi muslo y asió mi verga mientras que con la otra acariciaba expertamente mi culo firme y turgente. Empecé a gemir quedamente.
- ¿te gusta, putito? Te gusta que te jale el pito?
- Ahh… si, por favor, me gusta
- Pero te gusta más que te toque las nalgas, verdad?
- Me encanta, por favor –dije, sinceramente. Sus caricias me erizaban la piel del culo y yo había alzado la cadera para estar más a su alcance
Siguió acariciando mi verga con una mano y mi culo con la otra. Con esta hacia movimientos circulares, cada vez más cercanos a mi raja, hasta que empezó a usar sólo dos dedos, aproximándose a mi hoyito, que ya empezaba a vibrar de emoción. Finalmente el primer dedo comenzó a invadir mi interior, lenta, muy lentamente. Del otro lado, el lubricante en su mano ya estaba mezclado con el precum que yo sacaba y sus dedos trabajaban insistentemente mi glande, haciéndome respirar entrecortadamente en un intento cada vez más vano de no gemir como puta.
Finalmente perdí la batalla cuando de golpe metió dos dedos casi por completo. Lanzé un bufido agudo de éxtasis mientras levantaba la cabeza. Los dos dedos no salieron. Los comenzó a mover en círculos, con gran suavidad pero firmemente. EN ese momento soltó mi verga y se concentró sólo en mi culo.
- Estás muy caliente hoy, putito. Más que de costumbre. Y tu culo también está hambriento. ¿Qué te pasa hoy? Que tiene mi putito rico?
- Quiero más, por favor –era lo único que decía yo
- ¿Si? Quieres mi verga en tu interior? Sentirte putito mientras te cojo? Como perra ensartada por su macho?
- Si, por favor. Métame su verga, Amo –decía yo.
- Sólo eres una ramera. Bien sé que haces esto por dinero y por puntos. Puntos para ganar ese concursillo y para tener con qué drogarte. ¿No es cierto que todos ustedes se drogan para sentirse más putos? Con esa madre de Blue Ball?
Yo, aun en medio de mi éxtasis, me di cuenta de qué me estaba diciendo. Intenté responder pero antes una fuerte estocada con TRES dedos me sacó un gemido.
- No tienes que contestar. Sé muy bien que les gusta ponerse calientes con esas drogas y con vergas de machos, pinches putitos.
Estiró la mano hasta alcanzar mi brazalete, debajo del cual sacó la bolsita con las esferas que siempre llevaba conmigo. Había dos pues había usado otras en la noche.
- Son estas, ¿verdad? Dime puto, te gusta drogarte para coger?
- Si, Amo, me gusta. Me gusta para disfrutar la verga –admití. Yo ya me había dado cuenta que uno de los efectos del Blue era una total sensación de sumisión. Cuando estaba bajo esos efectos, era casi incapaz de mentir o de rehusarme a una orden.
- Te gustaría que te cogiera con esto? Estoy seguro que si te meto esto en tu colita pedirías verga más intensamente.
Ruiz tomó la perla y la acercó a mi culo, comenzó a rodarla, frotando mi orificio. Por un momento la mantuvo en la misma entrada y empujó un poco pero se detuvo
- Pero es cierto, la regla es que no puedo hacer nada sin propuesta, verdad? Te había prometido 8000 puntos y 1000 dólares para cogerte pero que te parece, te daré 12000 puntos y 3000 dólares si me dejas meterte esta cosa y cogerte. ¿Qué dices, aceptas?
Yo lo miré en la medida que podía girar la cabeza. Me sentía mareado. Me sentía confuso. ¿Qué debía hacer? Con esos puntos mi victoria estaba garantizada. Era mucho dinero. Recordé que Alex me había advertido no meterme el Blue por el culo. Pero ya llevaba casi un mes usándolo oralmente y no pasaba nada. El efecto terminaba y punto. Daniel también me decía que era seguro…
- Venga puto, contesta. Aceptas mi propuesta o no? –dijo el licenciado con voz de mando
Abri los labios, me pasé la lengua para humedecerlos…
Que decidirá Marco? Aceptará la propuesta de Ruiz? Qué consecuencias tendrá? Y si las chicas se enteran?