De macho alfa a puto insaciable 5. Adaptandome

Ahora que empieza a conocer las delicias de ser puto, Jorge empieza a disfrutar su estancia en el burdel.

Pasé el resto de la semana tratando de concentrarme en mi vida. Me dedicaba a estudiar, salía con mis amigos, hasta intentaba acercarme a algunas chicas, como estaba acostumbrado a hacer. Sin embargo era cauteloso. Cada chica que veía, la veía dos veces, incluso le veía entre las piernas, buscando cualquier indicio de bulto por debajo de las faldas y vestidos. En las noches volvía a imaginar la monstruosa verga de Tania entrando en mi culo. O recordaba las sensaciones de las lenguas de los clientes recorriendo mi verga o mi ano. Lo peor era la humillación de haber bailado y mostrado mis nalgas a la audiencia como puto barato. Y lo peor peor peor… ahora tendría que quedarme un mes mas, por haber perdido la competencia durante la primer semana.

El lunes y el martes fui con Alex, quien volvió a depilarme con cera todo el cuerpo. En la segunda ocasión encontré a Daniel ahí mismo. Fuera del ambiente del bar, Daniel parecía cualquier universitario común y corriente. Estaba platicando amenamente del fútbol con Alex, cuya apariencia masculina también me agradaba. Parecía casi imposible que esos dos hombres tuvieran nada que ver con ese bar de putos y con las tres transexuales que lo dirigían. El jueves, muy a mi pesar, acudí al bar. Ya conocía un poco más la rutina. Suspensorios prácticamente invisibles, zapatos variados (ahora fueron botas vaqueras, de hecho el collar que nos pusieron era de cuero marrón y hasta un sombrero nos dieron). Y mi banda con mi número identificador, 46. Por mucha vergüenza que me diera, sabía que tendría que esforzarme más para ganar puntos asi que salí decidido. Esta vez aceptaría cualquier propuesta para hacerme sexo oral, para lamerme el culo y para fajarme. Quiza pudiera repetir las propuestas de besos. No me hacía gracia besar a otros hombres pero sabía que era sólo por negocio. Eso si, yo debía seguir siendo macho. El acceso a mi culo sería lo único no negociable.

La noche empezó. Esta semana me pusieron de mesero. Era un trabajo que podía hacer bien o eso creía hasta que empecé a recorrer las mesas llevando órdenes y de pronto sentí una mano anónima tocando mis nalgas, mientras servía otra mesa. Mi cuerpo se contrajo, peleando contra mi instinto de defenderme o huir. Tuve que dejar que la mano me sobara descaradamente el trasero, llegando incluso a los bordes internos. Ya se quería meter entre mis nalgas cuando terminé de servir y me retiré. Fui a la barra, donde el sonriente Daniel y su amigo Álvaro atendían animadamente. Les conté lo que me había pasado.

  • Pensé que aquí no se hacía nada sin consentimiento –dije amargado-. Nunca di permiso de que me tocaran
  • Eso se mantiene para las ofertas pero cuando eres mesero sí está permitido que te toquen. Tampoco es mucho, sólo pueden tocarte por fuera y sólo mientras estas de paso. Si quieren que te quedes y tocarte mas específicamente, deben hacerte una propuesta –explicó Daniel.

Seguí atendiendo mesas y pronto me volví a sentir tocado. A veces eran las piernas, a veces el lateral del abdomen o la espalda pero los blancos favoritos eran obviamente las nalgas. Me sorprendí que nadie quisiera tocar mi verga ni mis huevos. Quizá esos quedaban fuera de lo permitido, pensé. De cuando en cuando salían ofertas. Fiel a mi idea inicial, acepté varias mamadas y besos negros y al poco cayó una propuesta algo diferente: Un hombre, con aspecto asiático por cierto, me ofrecía 2000 puntos a cambio de chuparme los pezones y toquetearme mientras yo usara… unas bragas de mujer. No habría penetración ni sexo pero… ropa de mujer…?

Álvaro estaba a mi lado cuando lei la propuesta y me recomendó aceptar. Me dijo que ese cliente le gustaban esas cosas. Pagaba bien, daba buenos puntos y la cosa era muy inocente. Yo no estaba convencido pero decidí aceptar.

El cliente y yo fuimos a uno de los apartados, donde me quité el suspensorio. Me entregó la prenda que debía usar… eran unas bragas de encaje rosa. Por el frente, tenían una especie de redecilla interna a modo de bolsillo para meter los huevos y la verga, de forma que entendí que no era exactamente ropa de mujer, sino una tanga de hombre hecha de encaje y lencería. Me repugnó pensar quién fue el pervertido que creó esas cosas pero tuve que ponérmela. Una vez puesta, el hombre me hizo girar y posar de varias maneras. Él me miraba absorto, muy excitado, mientras me ponía en 4 y volteaba a verlo con una mirada de “picardía” según me ordenó. Yo me sentía avergonzado pero debo reconocer que efectivamente era muy fácil. Finalmente me ordenó tenderme y él sobre mi, vestido como estaba. Me empezó a decir cosas

  • Que bonita puta eres, amor. Esa ropita te queda divina. Enmarca tus bellas nalgas y realza tu paquete. Que pena que seas puta y no uses tu paquete. Sólo usas tus nalgas, ¿verdad?

Empezó a chuparme los pezones y yo fingí que me gustaba, gimiendo como… bueno como haría una mujer, quizá… pero al parecer hice un buen trabajo. Él se frotaba contra mi cuerpo, asi vestido y al parecer le gustó porque de pronto lanzó un gemido. Creo que se vino.

Asi terminé con ese cliente y regresé. Afortunadamente no tuve que hacer desfile, ya que estaba de mesero.

La noche cerré con 1950 puntos, nada mal para ser jueves y lo comprobé el viernes en la reunión inicial. No estaba cerca del top (el mulato que estaba en primer lugar tenía 4510 puntos) pero estaba lejos de ser el último. La noche del viernes estuvo mejor. Tuve varias ofertas bastante buenas y por primera vez me di cuenta que además estaba haciendo muy buen dinero. Estaba tan angustiado por los puntos que había dejado de ver las propinas. Esa noche tuve una nueva oferta. Un cliente de unos 55 años, delgado y enjuto, vestido en un sobrio traje café, con un bigote canoso y bien recortado, me ofrecía 2000 puntos a cambio de un oral hasta acabar… yo a él. Si además me comía su semen, 2200 puntos. Era una de las mayores ofertas que me habían hecho a cambio de una mamada. Los otros normalmente ofrecían alrededor de 1000. Daniel me aconsejó tomarlo

  • ¿Estás loco? ¿Como podría yo aceptar mamar la verga de otro hombre? ¿Tu lo harías?
  • Guapo, yo hago eso y más. Entiendo que este lugar es asi y es para eso. Nada de lo que pasa aquí sale de aquí. Mañana yo voy a continuar mi vida, iré a ver a mi novia y me hará una mamada en mi coche, que acabo de mandar a reparar y que quedó impecable gracias al dinero que gano aquí.
  • Imagínate que es un plátano… cierra los ojos y listo –completó Álvaro en broma-. No pasa nada.

Dudando… volví a leer la oferta. Era demasiado tentadora. Y si ellos, que actuaban tan hetero fuera del bar y que eran machos como yo, lo hacían… decidí aceptar.

El hombre me acompañó a los apartados y me ordenó ayudarle a desnudarse. Rápidamente quedó usando apenas un amplio bóxer de estilo antiguo. Era un hombre delgado y de piel blanca y enjuta, presionada contra su esqueleto. No era tan grande pero ya parecía un poco momia, pensé para mis adentros.

  • Arrodíllate y escucha, que no lo volveré a repetir. En cuanto empieces a mamar no podrás parar ni sacarla de la boca hasta que yo termine. Si te detienes o la sacas, no te daré puntos ni dinero. Vas a aceptar comerte mi leche?
  • Si… esta bien – dije, en un momento de decisión. Estaba seguro que no sería difícil terminar con ese viejo y aunque la idea de tomarme el semen me disgustaba, estaba seguro que no sería mucho. Me arrodillé como me pidió. El viejo se quitó el bóxer y de inmediato salió rebotando su verga… abri los ojos. Era un falo enorme de unos 20 cm por lo menos. Descontrastaba totalmente con la delgadez de su cuerpo pero ahí estaba. Sin darme tiempo de arrepentirme, el hombre me agarró de la nuca y me embutió la cosa en la boca.
  • Mucho cuidado de tocarme con los dientes, puto o no hay trato. Te voy a dar una buena cogida de boca –dijo agresivamente y empezó a moverla

Tan solo con habérmela metido ya estaba atragantado. No tenía metida toda, por supuesto, quizá la mitad, pero para mi era como tener una botella ahí adentro. Empezó a mover con ritmo, lento primero pero con fuerza y acelerando por momentos. YO empecé a toser y quise sacarla pero él me agarró de la cabeza con más fuerza y aceleró aún más. Yo me quedé sin aire y empecé a gemir ahogadamente. Cuando me la sacaba inhalaba furiosamente intentando introducir algo de oxígeno pero la volvía a meter con fuerza. Me di cuenta que estaba llorando y babeando por la acción del reflejo de mi garganta pero eso sólo parecía excitarlo más.

Decididamente me faltaba aire. Intenté separarlo de mi, agarrando las piernas pero él me tenía bien asido. Yo jadeaba y babeaba mientras esa verga me violaba la boca y me sentía algo débil. Alcé mi mirada vidriosa por las lágrimas y me encontré con la suya mirándome con malicia y complacencia

  • ¿Creias que sería fácil, verdad puto? Que tendría la verga pequeña y me vendría rápidamente. No, maricón. Esta verga está bien acostumbrada a violar culos y bocas de putos como tú. Tómala toda.

Yo necesitaba cada vez más aire. Empecé a sentir cierto mareo y a perder fuerza. Por un momento temí que el tipo me violaría hasta asfixiarme. Mis brazos cayeron y apenas podía mantenerme erguido. Me ayudaba apenas que él estuviera sosteniendo mi cabeza. Quizá fue esa señal de debilidad lo que le gustó porque aprovechó para meterme la verga prácticamente a la garganta, aceleró y de súbito comenzó a gemir. Yo estaba tan concentrado en tratar de respirar que ni siquiera supe si se había venido. Tenía la verga tan enterrada en mi que el semen había salido casi directamente a mi esófago.

El viejo sacó su verga, aun semidura. Me dejó caer como un trapo. Se acercó al lavabo y se limpio. Mientras yo luchaba por respirar, inhalando ruidosamente y aun tendido en el piso, él terminó de limpiarse y se fue, ignorándome por completo. Yo tardé en recuperarme, lleno de babas por toda la cara y el pecho. Poco a poco pude incorporarme, me lavé y volví a mi puesto. Me dolía la garganta.

Esa noche no fue la mejor para mi pero al menos conseguí mantenerme lejos del último lugar. Ya casi al final me ofrecieron dar una mamada más pero preferí rechazarla.

El viernes en cambio, volví a recibir una oferta por dar oral y esta vez acepté, pues el hombre había mandado una foto de antemano y ofrecía un pene de tamaño normal. Debo reconocer que frente a la verga descomunal del viejo, mamar al segundo fue fácil y hasta placentero. O sea, no placentero. Placentero nunca, pero al menos fue sencillo y rápido. Esa misma noche hice otras 4 mamadas y creo que no lo hice tan mal.

Cerré mi segunda semana con 6040 puntos, bien lejos del último lugar y con casi $700 dólares de propinas. Por primera vez me sentí contento desde que había comenzado esa pesadilla. El martes incluso salí con Daniel, Álvaro y Mario. Eran agradables y lejos del bar, resultaban como cualquier otro chico hetero. Fuimos a un bar de deportes y vimos un juego, bebiendo y riendo juntos. Incluso esa semana cuando empezamos a trabajar, dejé que me tocaran los huevos y yo a ellos, como era el clásico “saludo” de los chicos de compañía. Finalmente entendí que era un asunto de broma entre compañeros.

Pues bien. Asi fue como pasé mi primer mes en el bar de Brujas Marinas. En el camino, tuve varias sesiones de entrenamiento con Alex, quien también estaba a cargo de los shows. Varias veces me reuní con otros chicos que aun no sabían todo lo que era bailar y nos ponía las elaboradas coreografías que luego presentaríamos en el bar. Mi debut como show fue bastante bueno, debo reconocer.

No diré que me gustaba pero al menos entendí que podía ser llevadero. No todo fueron buenas experiencias, por supuesto. Algunos clientes eran igual de agresivos que el viejo para hacerse mamar. Otros me mordían las nalgas cuando me lamían el culo o me pellizcaban los pezones con saña. Debo reconocer que siempre me preguntaban antes. Todo estaba estipulado en la oferta e incluso aprendí que había un sistema de “intensidad” de 5 niveles. La oferta podía ser nivel 1 o 5, siendo esta última la más dolorosa. Yo no había pasado de 3 y estaba seguro que no intentaría los otros dos niveles.

Asi y todo, a veces me deprimía encontrarme en esa situación hasta que las cosas cambiaron una noche que recibimos una oferta grupal: Yo, Álvaro y otro chico compartidos entre 5 hombres…

Este capítulo es corto y tiene menos acción pero es importante para lo que sigue. ¿Qué creen ustedes que cambiará a partir de ahora?

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