De macho alfa a puto insaciable 4. El perdedor

Jorge sigue su primera semana en el burdel. Ahora está desesperado para ganar puntos y no dudará en dejar de lado su hombría para ganar la competencia

Así que estaba por empezar mi segunda noche. Ahora que Alex me había explicado el sistema de puntos, me daba cuenta de que estaba en desventaja. El chico que iba en primer lugar tenía 1240 puntos. Era imposible que yo los alcanzara, especialmente porque no tenía ni idea de cuantos puntos me darían por cada “servicio” a los clientes. Por otro lado, los dos que estaban más abajo… 120 y 80 puntos. Eso sí sonaba alcanzable, al menos. No sabía qué tendría que hacer pero al menos no perdería…

Miré como mis compañeros se dirigían al bar. Todos los meseros y barras vestíamos igual: Prácticamente desnudos, usando apenas un suspensorio rojo de hilos que realmente sólo enmarcaba más nuestras nalgas y nuestros depilados genitales. Tenis deportivos, collar de perro y en el brazo, la banda con nuestro identificador. Yo era al menos tan atractivo como ellos y tenía la ventaja de ser nuevo, carne fresca… La sola idea de pensar en mí mismo asi me estremeció.

Salí al bar y me dirigí a la barra. Empecé a servir, al igual que los otros. La noche estaba concurrida, más que el día anterior. Daniel, que estaba a mi lado, me comentó que eso era normal pues era viernes. Yo miraba nerviosamente la pantalla, esperando que saliera mi número y al mismo tiempo deseando que no. En ese momento apareció: “46” Alguien había requerido mis servicios. Miré nerviosamente a mi alrededor… Me pregunté quién sería.

Me acerqué a la pantalla que había detrás de la barra, donde podíamos ver la propuesta y la foto del cliente. Era un hombre de unos 40 años, barbudo y moreno, se veía velludo y panzón. Me dio asco. La propuesta era escueta: Penetrarme hasta acabar. $30 dólares y 1000 puntos. 1000 puntos sonaba bastante bien pero solo de pensar en dejarme quitar mi hombría por esa cantidad… No necesitaba ganar, solo no quedar en último. Decidí no aceptar.

Pulsé el botón de rechazo. Listo, estaba hecho.

A los 10 minutos volvió a aparecer mi número. Esta vez era un hombre más joven, no pasaba de 30 años. Era de aspecto normal pero apenas me fijé en eso. Lo que me gustó fue la propuesta: $5 dólares y 40 puntos por darme una mamada hasta acabar. Genial, pensé, hay putos que hasta dan dinero para colgarse de una verga. Un rápido análisis de consciencia me dijo que quizá eso podría ayudarme. Ser mamado por otro hombre no me hacía gay, después de todo, el puto era él… Acepté

Al aceptar, salió el número de mesa donde el cliente me esperaba. Fui a su encuentro. ÉL se puso de pie y me llevó a una zona del bar que no conocía, muy en penumbras. Ahí ya había varios hombres, algunos de pie, otros arrodillados, dándoles oral. Al parecer era el mamadero del lugar. El cliente se puso de rodillas también y sin perder tiempo me empezó a mamar. Yo intenté ignorarlo y concentrarme en otra cosa. Mi verga apenas y se erectó. Veía a los demás, clientes y chicos, excitados y mamando o siendo mamados y me daba aun más asco. Me obligué a concentrarme en algo erótico. Más o menos a fuerza de voluntad conseguí venirme. El cliente se tragó mi semen en silencio y se fue, sin cruzar palabra. Bueno, pensé, ya tengo 40 puntos… Quizá si salían más clientes así, podría evitar quedar en último.

Estaba equivocado… La noche siguió. Los números seguían saliendo y el 46 ya no aparecía. Me puse algo nervioso. ¿Y si nadie me elegía? Bueno, no tendría que hacer ninguna putez. Pero perdería y me vería obligado a quedarme un mes más en ese burdel. Se me ocurrió que al momento del desfile podría hacer algunas cosas. Nada que fuera demasiado obsceno pero quizá lo suficiente. Quizá alguno otro cliente me pediría darme un oral.

Esta vez la presentadora del show y del desfile fue Tania, la morena de verga gigante. EL show fue de bomberos… bastante predecible, pensé. Y luego el desfile de barman. Esta vez tendría que hacer algo. Vi lo que los otros chicos hacían… no se veía difícil. Mover el cuerpo, bailar un poco, flexionar los músculos. Sonreían.

Me tocó. Subí, con toda mi voluntad. No dejaba de pensar en lo humillante de estar ahí, expuesto como carne a la venta, pero logré moverme con más soltura que la noche anterior. Llegué al extremo de la pasarela e incluso logré hacer alguna flexión, imaginándome que era una competencia de gimnasio y no un burdel de putos…

Resulta que tuve razón. Al término del desfile no tardaron en llegar ofertas. Primero llegaron 3. Desafortunadamente sólo una era para darme oral. $10 y 60 puntos… algo mejor que la anterior… Rechacé las otras 2, que pedían penetración, acepté la otra y de nueva cuenta fui con el cliente, del cual ni me fijé, y me dieron mi segunda mamada de la noche.

Al volver tenía otras 2 ofertas. Una era para yo hacerle oral a dos tipos. La rechacé de inmediato. La otra era para dejar que un tipo me llenara el cuerpo de crema pastelera y me dejara lamer por todo el cuerpo. Eran $30 y 100 puntos. Lo pensé. La foto del tipo no estaba taaaaaaan mal. Y dejarme lamer no me haría gay. Acepté.

El cliente me llevó a una zona más del bar, por uno de los sinuosos pasillos que había por detrás. Llegué a una zona de puertas. Había una luz sobre ellas. Verde y roja. Entendí que eran habitaciones y la luz decía si estaban ocupadas. Entramos a una de ellas. En un camastro, el cliente me ordenó recostarme. Me hizo algo de plática y yo contesté más o menos cortésmente. Cómo me llamaba, que edad tenía. Le di datos falsos, por supuesto. Tomó un bote de crema en spray y me la colocó en los pies, las axilas, los huevos y los pezones. Se arrodilló y me empezó a lamer. Yo permanecí mas o menos en silencio al principio pero al ver que no reaccionaba sentí que aumentaba la velocidad. Imaginé que él querría escuchar, asi que empecé a imitar que gemía… No estaba seguro de hacerlo bien… Apenas lanzaba jadeos y susurros. Cuando terminó de lamerme todo el cuerpo, me dio las gracias, ya sin hacer plática e incluso un poco frío, y se fue.

Siguió la noche y todavía salió otra mamada. Finalmente terminó mi tortura. Esa noche al final vi a Alex, que sólo me dijo que volviera a la noche siguiente a la misma hora para la junta de puntos

La tercera noche regresé al lugar. Ahora fue noche de usar sandalias. El mismo suspensorio rojo… Inició la reunión de puntos. Yo estaba contento ya que al menos había hecho unos 230 puntos. Estaba seguro que no quedaría en último… hasta que vi el record de los otros. El primer lugar estaba en 5640 puntos… Daniel tenía 4910 y ya no estaba en el top 3… Los dos chicos que habían estado tan bajos la primera noche ahora tenían más de 2000 cada uno… Y yo, estaba en último. Efectivamente tenía 230 puntos pero el que me seguía… tenía 1400 puntos. No podía creerlo. Ahora estaba aun más en desventaja y esa era la ultima noche. Me acerqué a Daniel a preguntarle. Pensaba que, de hecho, la noche anterior apenas lo había visto, pues había tenido varias ofertas.

-          Si, eso suele pasar. El jueves las ofertas no son muy buenas, en cambio el viernes y el sábado es cuando todos aprovechamos para hacer buen dinero y buenos puntos. Tú también deberías intentarlo, galán.

La noche empezó y casi de inmediato recibí dos ofertas para darme oral. La segunda incluso era una propuesta para que 2 tipos me dieran oral alternadamente hasta acabar en uno de ellos. Acepté las dos propuestas de inmediato. Al cabo de una hora me llegó otra oferta similar. Y luego otra. En menos de 2 horas me habían mamado 4 veces y me habían hecho acabar. Me empezaban a doler los huevos pero ya tenía 600 puntos… tenía que seguir. Hubo una quinta mamada. Tardé bastante y apenas salieron unas cuantas gotas de semen. Cuando volví a la barra sentía un intenso dolor en las bolas, totalmente secas… Me llegó otra oferta para mamarme pero decidí rechazarla, tendría que conseguir puntos de otro modo.

Poco después me dieron una oferta que me hizo pensar. El cliente me ofrecía 1000 puntos… por penetrarme con un pepino… La rechacé, evidentemente, pero me asusté por haberla considerado por un segundo. Mi culo era y sería sacrosanto, no permitiría que nadie lo tocara…. Hasta que recibí la siguiente oferta. 700 puntos para dejarme lamer el culo y meter un dedo, sólo uno… La rechacé e inmediatamente el mismo cliente volvió a ofertar. 500 puntos sólo por lamerme el culo. Lo pensé… no sería tan malo… no debía ser tan malo. Mientras no lo disfrutara ni lo hiciera yo… Decidí aceptar. No entraré en los detalles, me da demasiada pena. Pero conseguí 500 puntos.

En ese momento empezó el desfile. Yo sabía que me estaba yendo mejor pero apenas tenía 1100 puntos y estaba seguro que los otros habían hecho su trabajo también, después de todo tenían más experiencia que yo. Tomé una decisión. Me acababan de lamer el culo… Ya que por el momento no aceptaría más orales, al menos podría aceptar que me lo lamieran más maricas. Esta vez subí al desfile, luego de que Karen me presentara. Caminé con decisión y con supuesta sensualidad. Llegué al extremo de la pasarela y con aplomo me di la espalda, tomé aire y me hinqué en 4. Alcé la cadera y la moví. Quiza la moví con más intensidad de lo que planeaba pero al hacerlo me gané un fuerte aplauso de los clientes y la ovación de Karen

-          Miren a nuestro novato, señores. Por fin está entrando al club como se debe. Miren que bien mueve las nalgas, ahora imaginenlo moviéndolas más cerca de ustedes!!!!

Bajé del desfile y volví a mi puesto. Me empezaron a llover propuestas. Daniel a mi lado, me felicitó, de la forma tan peculiar que él acostumbraba, tocándome los testículos. Despues de haber sido mamado por tantos desconocidos, de edades y aspectos físicos variados, no consideré el gesto tan desagradable. Después de todo, él al menos era joven y atlético. Y sólo me estaba tocando los testículos, nada más. Hasta me permití sonreir.

Las ofertas eran muy variadas pero seguí rechazando todas las penetraciones. No había tantos besos negros como quería pero en la siguiente hora me embolsé una buena cantidad de puntos.

Cuando estaba haciendo cuentas, divisé cerca de la entrada de empleados a Alex. Era la primera vez que lo veía ahí adentro. Estaba cómodamente recargado contra el muro, tomando una cerveza barata sin el glamour de los otros clientes. Me acerqué y lo saludé.

-          Vaya, chico, diste una bonita pasarela hoy, ¿verdad? Le sacaste a estos putos un buen suspiro, jajajajaja.

-          Jajaja, si, algo asi –sonreí con complicidad-. Estoy seguro que esta noche la termino bien y me gano buenos puntos

-          Pues ojalá asi sea –dijo, acercándose en susurros -. No debería decirte esto pero me caes bien y quiero ayudarte de forma que escucha: Yo puedo ver los puntos que cada chico va abonando. Lamento informarte que sigues siendo el último, 600 puntos por debajo del siguiente. Echale, ganas, hijo. Me caes bien pero no por eso te deseo quedarte aquí un mes más…

Alex se fue y yo quedé desesperado… ya era tarde y estaba lejos de esos 600 puntos. Además, como por ensalmo, me dejaron de caer ofertas de beso negro. Ahora todas eran de penetración o cosas más obscenas que yo, como macho, jamás aceptaría.

El bar se estaba vaciando… de pronto sonó mi número. La oferta me hizo abrir los ojos: 1000 puntos. A cambio de 10 minutos con el cliente, quien quería besarme. Era demasiado tentador… Me serví un whisky en la barra (según me dijo Daniel, los empleados podíamos tomar a voluntad. Aunque él sugería no hacerlo para estar al 100 con los clientes) y acepté.

El cliente era un hombre delgado y treinton. Me llevó a una de las habitaciones y para mi sorpresa, empezó a quitarse la ropa hasta quedar totalmente desnudo. Al menos no tenía tan mal cuerpo. No era atlético pero tenía cierta definición. Nos tendimos en la cama y… me abrazó. Yo me dejé hacer. Acercó la cabeza contra mi pecho, empezó a acariciarme. Olía a loción fina. Llevó sus labios a mi abodmen y comenzó a besarme. Yo seguía en silencio, conteniendo mi respiración. Estaba cansado. Estaba nervioso. Estaba enojado por tener que prostituirme en ese burdel para las tres putas que me habían puesto una trampa… Y estaba erecto. El hombre hacía bien su trabajo, lamiendo y acariciando la piel de mi abdomen, mis muslos y mi pecho. Yo inconscientemente cerré los ojos y me relajé. Cuando empezó a besarme los pezones, involuntariamente lancé un gemido, uno de verdad, no las imitaciones que había hecho hasta ahora… mi respiración se aceleró mientras trabajaba mis tetas con sus labios húmedos…

Sin avisar, se incorporó y de pronto lo sentí sobre mi, su cuerpo contra el mío, los dos desnudos, erectos… y sus labios tocaron los míos. Eso me hizo volver súbitamente a la realidad. Respingué cuando su lengua intentó abrirse paso, abrí los ojos e intenté zafarme pero él simplemente me tomó del hombro con fuerza inusitada y arremetio de nuevo contra mi boca. Empezó a besarme con pasión, mojando mis labios y los suyos, metiendo mi lengua. Yo veía su rostro tan cerca al mío. Di gracias a estar algo tomado.

Si hubiera estado en mis 5 sentidos, ya lo hubiera madreado por besarme. No sabía que todo era una farsa, que yo era un macho conquistador de hembritas, que estaba ahí por puro compromiso y que ese beso que me daba era sólo mi pase de salida de ese lugar. Si, efectivamente, él era un tonto por venir ahí y dejar su dinero en ese estúpido negocio. El pensamiento me tranquilizó hasta cierto punto. Al final opté por cerrar los ojos. Lo abracé y correspondí a su beso. No por gusto, claro. Me imaginé estar besando a una mujer. Eso ayudó bastante, si bien tuve que esforzarse para ignorar su verga que chocaba con la mía…

Terminó la noche… tenía mis 1000 puntos y sólo había tenido que besar a un hombre… no… sólo había tenido que “fingir” besar a un hombre, me dije a mi mismo con convicción…

Esa noche había sido más larga y de hecho aunque el bar ya había cerrado, no fue sino hasta que todos los chicos regresaron de sus últimas propuestas que nos reunimos todos. Mientras tanto, fuimos a una especie de sala de estar donde todos, aun cansados, hablaban animadamente de sus conquistas y logros. Daniel se acercó con otros dos chicos, Mario y Álvaro y me hicieron algo de conversación. Yo me había tomado otro whisky, feliz por haber sobrevivido a mi primera semana y la verdad es que me cayó bien conversar con ellos.

Finalmente empezó la reunión donde se anunciaría al ganador, quien al final resultó ser uno diferente de los que habían encabezado la reunión. Cuando Alex le preguntó qué opción quería, el otro sin dudar eligió la opción B. Es cierto, pensé… no sabía cuál era la opción B aún… pero no me importaba. La próxima semana que yo ganara el primer lugar (ya lo daba por hecho), yo escogería la opción A: Un mes menos en ese lugar de putos.

Ahora se descubriría cómo habíamos quedado todos. Por un momento todos los chicos callaron y contuvieron el aliento. El tablero reveló todos nuestros nombres y posiciones. Abrí los ojos… ahí aparecía yo, con 2450 puntos… Jorge Corona en último lugar. El siguiente tenía 7350… Se escucharon varias risas, muchas.

No podía creerlo. Había estado tan seguro de haber acumulado lo suficiente y en cambio ahora veía que todo había sido un juego… estaba muy lejos de competir. Jamás había sido competencia para los otros y ahora se burlaban.

Me sentía furioso… humillado… Me había dejado mamar, me había dejado chupar el culo, me había meneado como puta, mostrando las nalgas a la audiencia, me había besado un hombre… y todo por nada. Estaba muy enojado.

Ya todos estaban yéndose de forma que yo asumí que también podría irme. Me dirigí a mi casillero apresuradamente para recoger mis cosas. Al abrirlo, sin embargo, encontré mi cartera y mi teléfono pero no estaban mis ropas. Había un pedazo de papel. Lo levanté y vi que era una foto. Era una instantánea de mí, subido en la pasarela, en el preciso momento en que estaba en 4, mostrando mi culo. En la parte de atrás, había escrito “Te ves precioso, galán. Te daría un beso en esas nalgas” Y firmaba Melissa. Di un golpe contra el casillero, furioso. Rompí la foto y miré a mi alrededor.

Ya todos se habían ido. Mientras pensaba cómo podría irme, me dirigí a los vestidores y encontré una tanga negra. Apenas era suficiente para cubrir mis genitales y obviamente exponía mi firme trasero. Y una nota: Bienvenido, novato. Entendí el mensaje: Me la habían dejado ahí a propósito, privándome de mis ropas.

No tuve más remedio que ponerme eso. Sali a la calle. Era madrugada y hacía algo de

Así que estaba por empezar mi segunda noche. Ahora que Alex me había explicado el sistema de puntos, me daba cuenta de que estaba en desventaja. El chico que iba en primer lugar tenía 1240 puntos. Era imposible que yo los alcanzara, especialmente porque no tenía ni idea de cuantos puntos me darían por cada “servicio” a los clientes. Por otro lado, los dos que estaban más abajo… 120 y 80 puntos. Eso sí sonaba alcanzable, al menos. No sabía qué tendría que hacer pero al menos no perdería…

Miré como mis compañeros se dirigían al bar. Todos los meseros y barras vestíamos igual: Prácticamente desnudos, usando apenas un suspensorio rojo de hilos que realmente sólo enmarcaba más nuestras nalgas y nuestros depilados genitales. Tenis deportivos, collar de perro y en el brazo, la banda con nuestro identificador. Yo era al menos tan atractivo como ellos y tenía la ventaja de ser nuevo, carne fresca… La sola idea de pensar en mí mismo asi me estremeció.

Salí al bar y me dirigí a la barra. Empecé a servir, al igual que los otros. La noche estaba concurrida, más que el día anterior. Daniel, que estaba a mi lado, me comentó que eso era normal pues era viernes. Yo miraba nerviosamente la pantalla, esperando que saliera mi número y al mismo tiempo deseando que no. En ese momento apareció: “46” Alguien había requerido mis servicios. Miré nerviosamente a mi alrededor… Me pregunté quién sería.

Me acerqué a la pantalla que había detrás de la barra, donde podíamos ver la propuesta y la foto del cliente. Era un hombre de unos 40 años, barbudo y moreno, se veía velludo y panzón. Me dio asco. La propuesta era escueta: Penetrarme hasta acabar. $30 dólares y 1000 puntos. 1000 puntos sonaba bastante bien pero solo de pensar en dejarme quitar mi hombría por esa cantidad… No necesitaba ganar, solo no quedar en último. Decidí no aceptar.

Pulsé el botón de rechazo. Listo, estaba hecho.

A los 10 minutos volvió a aparecer mi número. Esta vez era un hombre más joven, no pasaba de 30 años. Era de aspecto normal pero apenas me fijé en eso. Lo que me gustó fue la propuesta: $5 dólares y 40 puntos por darme una mamada hasta acabar. Genial, pensé, hay putos que hasta dan dinero para colgarse de una verga. Un rápido análisis de consciencia me dijo que quizá eso podría ayudarme. Ser mamado por otro hombre no me hacía gay, después de todo, el puto era él… Acepté

Al aceptar, salió el número de mesa donde el cliente me esperaba. Fui a su encuentro. ÉL se puso de pie y me llevó a una zona del bar que no conocía, muy en penumbras. Ahí ya había varios hombres, algunos de pie, otros arrodillados, dándoles oral. Al parecer era el mamadero del lugar. El cliente se puso de rodillas también y sin perder tiempo me empezó a mamar. Yo intenté ignorarlo y concentrarme en otra cosa. Mi verga apenas y se erectó. Veía a los demás, clientes y chicos, excitados y mamando o siendo mamados y me daba aun más asco. Me obligué a concentrarme en algo erótico. Más o menos a fuerza de voluntad conseguí venirme. El cliente se tragó mi semen en silencio y se fue, sin cruzar palabra. Bueno, pensé, ya tengo 40 puntos… Quizá si salían más clientes así, podría evitar quedar en último.

Estaba equivocado… La noche siguió. Los números seguían saliendo y el 46 ya no aparecía. Me puse algo nervioso. ¿Y si nadie me elegía? Bueno, no tendría que hacer ninguna putez. Pero perdería y me vería obligado a quedarme un mes más en ese burdel. Se me ocurrió que al momento del desfile podría hacer algunas cosas. Nada que fuera demasiado obsceno pero quizá lo suficiente. Quizá alguno otro cliente me pediría darme un oral.

Esta vez la presentadora del show y del desfile fue Tania, la morena de verga gigante. EL show fue de bomberos… bastante predecible, pensé. Y luego el desfile de barman. Esta vez tendría que hacer algo. Vi lo que los otros chicos hacían… no se veía difícil. Mover el cuerpo, bailar un poco, flexionar los músculos. Sonreían.

Me tocó. Subí, con toda mi voluntad. No dejaba de pensar en lo humillante de estar ahí, expuesto como carne a la venta, pero logré moverme con más soltura que la noche anterior. Llegué al extremo de la pasarela e incluso logré hacer alguna flexión, imaginándome que era una competencia de gimnasio y no un burdel de putos…

Resulta que tuve razón. Al término del desfile no tardaron en llegar ofertas. Primero llegaron 3. Desafortunadamente sólo una era para darme oral. $10 y 60 puntos… algo mejor que la anterior… Rechacé las otras 2, que pedían penetración, acepté la otra y de nueva cuenta fui con el cliente, del cual ni me fijé, y me dieron mi segunda mamada de la noche.

Al volver tenía otras 2 ofertas. Una era para yo hacerle oral a dos tipos. La rechacé de inmediato. La otra era para dejar que un tipo me llenara el cuerpo de crema pastelera y me dejara lamer por todo el cuerpo. Eran $30 y 100 puntos. Lo pensé. La foto del tipo no estaba taaaaaaan mal. Y dejarme lamer no me haría gay. Acepté.

El cliente me llevó a una zona más del bar, por uno de los sinuosos pasillos que había por detrás. Llegué a una zona de puertas. Había una luz sobre ellas. Verde y roja. Entendí que eran habitaciones y la luz decía si estaban ocupadas. Entramos a una de ellas. En un camastro, el cliente me ordenó recostarme. Me hizo algo de plática y yo contesté más o menos cortésmente. Cómo me llamaba, que edad tenía. Le di datos falsos, por supuesto. Tomó un bote de crema en spray y me la colocó en los pies, las axilas, los huevos y los pezones. Se arrodilló y me empezó a lamer. Yo permanecí mas o menos en silencio al principio pero al ver que no reaccionaba sentí que aumentaba la velocidad. Imaginé que él querría escuchar, asi que empecé a imitar que gemía… No estaba seguro de hacerlo bien… Apenas lanzaba jadeos y susurros. Cuando terminó de lamerme todo el cuerpo, me dio las gracias, ya sin hacer plática e incluso un poco frío, y se fue.

Siguió la noche y todavía salió otra mamada. Finalmente terminó mi tortura. Esa noche al final vi a Alex, que sólo me dijo que volviera a la noche siguiente a la misma hora para la junta de puntos

La tercera noche regresé al lugar. Ahora fue noche de usar sandalias. El mismo suspensorio rojo… Inició la reunión de puntos. Yo estaba contento ya que al menos había hecho unos 230 puntos. Estaba seguro que no quedaría en último… hasta que vi el record de los otros. El primer lugar estaba en 5640 puntos… Daniel tenía 4910 y ya no estaba en el top 3… Los dos chicos que habían estado tan bajos la primera noche ahora tenían más de 2000 cada uno… Y yo, estaba en último. Efectivamente tenía 230 puntos pero el que me seguía… tenía 1400 puntos. No podía creerlo. Ahora estaba aun más en desventaja y esa era la ultima noche. Me acerqué a Daniel a preguntarle. Pensaba que, de hecho, la noche anterior apenas lo había visto, pues había tenido varias ofertas.

-          Si, eso suele pasar. El jueves las ofertas no son muy buenas, en cambio el viernes y el sábado es cuando todos aprovechamos para hacer buen dinero y buenos puntos. Tú también deberías intentarlo, galán.

La noche empezó y casi de inmediato recibí dos ofertas para darme oral. La segunda incluso era una propuesta para que 2 tipos me dieran oral alternadamente hasta acabar en uno de ellos. Acepté las dos propuestas de inmediato. Al cabo de una hora me llegó otra oferta similar. Y luego otra. En menos de 2 horas me habían mamado 4 veces y me habían hecho acabar. Me empezaban a doler los huevos pero ya tenía 600 puntos… tenía que seguir. Hubo una quinta mamada. Tardé bastante y apenas salieron unas cuantas gotas de semen. Cuando volví a la barra sentía un intenso dolor en las bolas, totalmente secas… Me llegó otra oferta para mamarme pero decidí rechazarla, tendría que conseguir puntos de otro modo.

Poco después me dieron una oferta que me hizo pensar. El cliente me ofrecía 1000 puntos… por penetrarme con un pepino… La rechacé, evidentemente, pero me asusté por haberla considerado por un segundo. Mi culo era y sería sacrosanto, no permitiría que nadie lo tocara…. Hasta que recibí la siguiente oferta. 700 puntos para dejarme lamer el culo y meter un dedo, sólo uno… La rechacé e inmediatamente el mismo cliente volvió a ofertar. 500 puntos sólo por lamerme el culo. Lo pensé… no sería tan malo… no debía ser tan malo. Mientras no lo disfrutara ni lo hiciera yo… Decidí aceptar. No entraré en los detalles, me da demasiada pena. Pero conseguí 500 puntos.

En ese momento empezó el desfile. Yo sabía que me estaba yendo mejor pero apenas tenía 1100 puntos y estaba seguro que los otros habían hecho su trabajo también, después de todo tenían más experiencia que yo. Tomé una decisión. Me acababan de lamer el culo… Ya que por el momento no aceptaría más orales, al menos podría aceptar que me lo lamieran más maricas. Esta vez subí al desfile, luego de que Karen me presentara. Caminé con decisión y con supuesta sensualidad. Llegué al extremo de la pasarela y con aplomo me di la espalda, tomé aire y me hinqué en 4. Alcé la cadera y la moví. Quiza la moví con más intensidad de lo que planeaba pero al hacerlo me gané un fuerte aplauso de los clientes y la ovación de Karen

-          Miren a nuestro novato, señores. Por fin está entrando al club como se debe. Miren que bien mueve las nalgas, ahora imaginenlo moviéndolas más cerca de ustedes!!!!

Bajé del desfile y volví a mi puesto. Me empezaron a llover propuestas. Daniel a mi lado, me felicitó, de la forma tan peculiar que él acostumbraba, tocándome los testículos. Despues de haber sido mamado por tantos desconocidos, de edades y aspectos físicos variados, no consideré el gesto tan desagradable. Después de todo, él al menos era joven y atlético. Y sólo me estaba tocando los testículos, nada más. Hasta me permití sonreir.

Las ofertas eran muy variadas pero seguí rechazando todas las penetraciones. No había tantos besos negros como quería pero en la siguiente hora me embolsé una buena cantidad de puntos.

Cuando estaba haciendo cuentas, divisé cerca de la entrada de empleados a Alex. Era la primera vez que lo veía ahí adentro. Estaba cómodamente recargado contra el muro, tomando una cerveza barata sin el glamour de los otros clientes. Me acerqué y lo saludé.

-          Vaya, chico, diste una bonita pasarela hoy, ¿verdad? Le sacaste a estos putos un buen suspiro, jajajajaja.

-          Jajaja, si, algo asi –sonreí con complicidad-. Estoy seguro que esta noche la termino bien y me gano buenos puntos

-          Pues ojalá asi sea –dijo, acercándose en susurros -. No debería decirte esto pero me caes bien y quiero ayudarte de forma que escucha: Yo puedo ver los puntos que cada chico va abonando. Lamento informarte que sigues siendo el último, 600 puntos por debajo del siguiente. Echale, ganas, hijo. Me caes bien pero no por eso te deseo quedarte aquí un mes más…

Alex se fue y yo quedé desesperado… ya era tarde y estaba lejos de esos 600 puntos. Además, como por ensalmo, me dejaron de caer ofertas de beso negro. Ahora todas eran de penetración o cosas más obscenas que yo, como macho, jamás aceptaría.

El bar se estaba vaciando… de pronto sonó mi número. La oferta me hizo abrir los ojos: 1000 puntos. A cambio de 10 minutos con el cliente, quien quería besarme. Era demasiado tentador… Me serví un whisky en la barra (según me dijo Daniel, los empleados podíamos tomar a voluntad. Aunque él sugería no hacerlo para estar al 100 con los clientes) y acepté.

El cliente era un hombre delgado y treinton. Me llevó a una de las habitaciones y para mi sorpresa, empezó a quitarse la ropa hasta quedar totalmente desnudo. Al menos no tenía tan mal cuerpo. No era atlético pero tenía cierta definición. Nos tendimos en la cama y… me abrazó. Yo me dejé hacer. Acercó la cabeza contra mi pecho, empezó a acariciarme. Olía a loción fina. Llevó sus labios a mi abodmen y comenzó a besarme. Yo seguía en silencio, conteniendo mi respiración. Estaba cansado. Estaba nervioso. Estaba enojado por tener que prostituirme en ese burdel para las tres putas que me habían puesto una trampa… Y estaba erecto. El hombre hacía bien su trabajo, lamiendo y acariciando la piel de mi abdomen, mis muslos y mi pecho. Yo inconscientemente cerré los ojos y me relajé. Cuando empezó a besarme los pezones, involuntariamente lancé un gemido, uno de verdad, no las imitaciones que había hecho hasta ahora… mi respiración se aceleró mientras trabajaba mis tetas con sus labios húmedos…

Sin avisar, se incorporó y de pronto lo sentí sobre mi, su cuerpo contra el mío, los dos desnudos, erectos… y sus labios tocaron los míos. Eso me hizo volver súbitamente a la realidad. Respingué cuando su lengua intentó abrirse paso, abrí los ojos e intenté zafarme pero él simplemente me tomó del hombro con fuerza inusitada y arremetio de nuevo contra mi boca. Empezó a besarme con pasión, mojando mis labios y los suyos, metiendo mi lengua. Yo veía su rostro tan cerca al mío. Di gracias a estar algo tomado.

Si hubiera estado en mis 5 sentidos, ya lo hubiera madreado por besarme. No sabía que todo era una farsa, que yo era un macho conquistador de hembritas, que estaba ahí por puro compromiso y que ese beso que me daba era sólo mi pase de salida de ese lugar. Si, efectivamente, él era un tonto por venir ahí y dejar su dinero en ese estúpido negocio. El pensamiento me tranquilizó hasta cierto punto. Al final opté por cerrar los ojos. Lo abracé y correspondí a su beso. No por gusto, claro. Me imaginé estar besando a una mujer. Eso ayudó bastante, si bien tuve que esforzarse para ignorar su verga que chocaba con la mía…

Terminó la noche… tenía mis 1000 puntos y sólo había tenido que besar a un hombre… no… sólo había tenido que “fingir” besar a un hombre, me dije a mi mismo con convicción…

Esa noche había sido más larga y de hecho aunque el bar ya había cerrado, no fue sino hasta que todos los chicos regresaron de sus últimas propuestas que nos reunimos todos. Mientras tanto, fuimos a una especie de sala de estar donde todos, aun cansados, hablaban animadamente de sus conquistas y logros. Daniel se acercó con otros dos chicos, Mario y Álvaro y me hicieron algo de conversación. Yo me había tomado otro whisky, feliz por haber sobrevivido a mi primera semana y la verdad es que me cayó bien conversar con ellos.

Finalmente empezó la reunión donde se anunciaría al ganador, quien al final resultó ser uno diferente de los que habían encabezado la reunión. Cuando Alex le preguntó qué opción quería, el otro sin dudar eligió la opción B. Es cierto, pensé… no sabía cuál era la opción B aún… pero no me importaba. La próxima semana que yo ganara el primer lugar (ya lo daba por hecho), yo escogería la opción A: Un mes menos en ese lugar de putos.

Ahora se descubriría cómo habíamos quedado todos. Por un momento todos los chicos callaron y contuvieron el aliento. El tablero reveló todos nuestros nombres y posiciones. Abrí los ojos… ahí aparecía yo, con 2450 puntos… en último lugar. El siguiente tenía 7350… Se escucharon varias risas, muchas.

No podía creerlo. Había estado tan seguro de haber acumulado lo suficiente y en cambio ahora veía que todo había sido un juego… estaba muy lejos de competir. Jamás había sido competencia para los otros y ahora se burlaban.

Me sentía furioso… humillado… Me había dejado mamar, me había dejado chupar el culo, me había meneado como puta, mostrando las nalgas a la audiencia, me había besado un hombre… y todo por nada. Estaba muy enojado.

Ya todos estaban yéndose de forma que yo asumí que también podría irme. Me dirigí a mi casillero apresuradamente para recoger mis cosas. Al abrirlo, sin embargo, encontré mi cartera y mi teléfono pero no estaban mis ropas. Había un pedazo de papel. Lo levanté y vi que era una foto. Era una instantánea de mí, subido en la pasarela, en el preciso momento en que estaba en 4, mostrando mi culo. En la parte de atrás, había escrito “Te ves precioso, galán. Te daría un beso en esas nalgas” Y firmaba Melissa. Di un golpe contra el casillero, furioso. Rompí la foto y miré a mi alrededor.

Ya todos se habían ido. Mientras pensaba cómo podría irme, me dirigí a los vestidores y encontré una tanga negra. Apenas era suficiente para cubrir mis genitales y obviamente exponía mi firme trasero. Y una nota: Bienvenido, novato. Entendí el mensaje: Me la habían dejado ahí a propósito, privándome de mis ropas.

No tuve más remedio que ponerme eso. Sali a la calle. Era madrugada y hacía algo de frío, pero no demasiado. Las calles estaban solitarias. Calzaba las sandalias que había usado esa noche. A paso veloz, me dirigí a mi domicilio. Afortunadamente no encontré a nadie en el camino.


Termina el cuarto capítulo. Como ven, Jorge va perdiendo su asco inicial al lugar y pronto aprenderá a amarlo y a querer otras cosas como buen puto…

Por cierto, de los nombres que me dieron hice un sorteo y salio Jorge.