De macho alfa a puto insaciable 2. El trato

Después de ser violado por tres transexuales, me ofrecen un trato que no puedo rechazar, colocándome sin saberlo en el camino para convertirme en puto

Me bañé, para lavarme los restos de semen seco alrededor de mi culo y mis nalgas. Mis muñecas y tobillos tenían la irritación de las cuerdas con las que había sido amarrado. El agua caliente causaba un ligero dolor en mi enrojecido culo pero también cierto alivio. Cerraba los ojos y recordaba las sonrisas de las tres transexuales. Sus vergas. Las penetraciones. Sus voces femeninas. Un timbre me hizo reaccionar. Llamaban a la puerta. Tardé en abrir, pues tuve que secarme y ponerme un pantalón a toda prisa. Era un mensajero que me traía un pequeño paquete.

Lo abrí. Era una USB. La metí en mi computadora y cuando vi el contenido supe que mi vida había cambiado para siempre.

En la USB había sólo un archivo de video. Al reproducirlo, me mostró lo ocurrido la noche anterior: Yo atado a la cama, con las piernas abiertas mientras las tres transexuales me violaban con sus vergas. Visto desde el video, se distinguía claramente mi cara de dolor mientras me la clavaban, mis lágrimas y mis gemidos por debajo de la mordaza que hicieron con mis calcetines. Se escuchaban también las voces placenteras de ellas (o ellos?), claramente disfrutando el hurto de mi virginidad anal. El video duraba hasta que la tercera se venía dentro de mi. Esa parte yo ya no la recordaba y efectivamente se veía que yo traía los ojos cerrados y ya no respondía. Las tomas siguientes eran acercamientos a mi culo, que chorreaba esperma blanco y espumoso de las 3 vergas que recién me habían cogido. Lo último era un acercamiento a mi cara, cuando me quitaban la mordaza y pude ver mi rostro inconsciente y babeante.

Había una pausa de unos segundos y luego sonaba la voz de una de ellas

-          Hola, guapo. Espero te haya gustado el pequeño video que preparamos para ti. Estamos pensando en compartirlo con nuestros amigos. Por cierto, dejaste tu celular después de la fiesta. Lo desbloqueamos y encontramos tus contactos y tu Facebook asi que también vamos a compartirlo con los tuyos. ¿Qué bien, no? Pero si no quieres que lo compartamos, te invitamos a que nos visites y quizá podamos llegar a un buen trato que nos beneficie a todos.

Una dirección y un croquis aparecieron en la pantalla. Sonó otra de las voces femeninas

-          Tienes que venir el día de hoy a esta dirección. Te esperamos a las 11:00. Si no llegas, entenderemos que quieres compartir tu lindo video. Vente tú solito, vale?

Sonaban las risas de las 3 y terminaba el video. Yo estaba rojo de ira y de vergüenza. No podía dejar que ese video saliera a la luz. Pero tampoco veía como poder recuperarlo. No tenía más alternativa que ir al sitio y ver qué trato podían ofrecerme, aun sabiendo que no sería exactamente benéfico para mi.

Mi auto, estaba estacionado fuera de mi edificio, con todo intacto. El sitio no estaba lejos de mi dormitorio. Llegué 10 minutos antes. Era un edificio de oficinas. La dirección decía que debía subir al piso 3. Sólo había un despacho por piso. Subí. Toqué la puerta, nervioso. Me abrió una muchacha. O al menos eso parecía. Ya no estaba seguro. Me hizo pasar a una sala de espera y me dijo que las chicas me recibirían. Salió. Me quedé ahí solo, en silencio. No se oía nada. De pronto, escuché unas risas escandalosas. Se abrió una puerta y entraron las 3 transexuales, usando unos vestidos entallados que contorneaban sus cuerpos, increíblemente femeninos.

-          Hola, guapo. ¿Cómo te sientes de la fiesta de anoche? –dijo la morena, la que me hizo desmayar con su enorme verga al final.

Obviamente me quedé callado, mirándola torvamente.

-          Fue muy divertido, ¿no crees? – terció la trigueña

-          Ya díganme qué quieren – gruñí enojado

-          Tú siempre al grano, rey. Eso me gusta – dijo Karen, la única que conocía de nombre y que fue la que me metió en la trampa-. Pues bien, hablemos de negocios. Pasa por aquí.

Me hicieron pasar al cuarto de a lado, que estaba decorado como una sala ejecutiva, con sillones, estanterías y un gran escritorio. Me sorprendió un poco.

-          Siéntate, cariño. Ella es Melissa –señalando a la trigueña – y ella es Tania – señalando a la morena. Y bueno, a mí ya me conoces – dijo Karen-. Te invitamos porque queremos proponerte un trato.

-          ¿Qué clase de trato?

-          Bueno, cariño. Nos gustó mucho la fiesta de día de ayer y además tú nos encantaste. Tienes un cuerpo delicioso… por no hablar de tu culo – dijo Melissa.

-          Te queremos invitar a trabajar para nosotras –completó Tania

Me quedé callado, porque no entendía a que se referían. Karen tomó la iniciativa. Durante los siguientes 10 minutos me explicó detalladamente qué era el trato.

Las tres “mujeres” eran dueñas de un bar. Un bar que atendía a una clientela muy particular y cuyo concepto respondía a las necesidades de dicha clientela. Ese “bar” era frecuentado por hombres únicamente. Hombres que además detener carteras especialmente abultadas, tenían gusto por cuerpos masculinos atléticos y bien trabajados. De forma que el lugar les proporcionaba toda clase de servicios enfocados a satisfacer ese gusto. Lo que querían era que yo trabajara en ese lugar. Se entendía que, como empleado, mi labor sería satisfacer al cliente, de una forma que no me quedaba clara.

-          No me gusta. Yo no soy marica ni me voy a prestar a que me hagan “satisfacer” a sus clientes

-          Debes entender que nuestros clientes son muy selectos y sólo buscan lo mejor. Por eso te escogimos. Nos pareces un excelente candidato para nuestro bar. Sabemos que actualmente eres estudiante y que ocasionalmente trabajas de mesero y otras cosas similares para cubrir tus gastos. Lo que te ofrecemos es, en esencia, lo mismo. La mayoría de nuestros clientes sólo buscan recrearse la mirada con chicos lindos como tú. Además, no es que trabajes de gratis. La paga es muy muy buena.

Según ellas, el trato consistía en que yo trabajaría de mesero y “joven de compañía” 3 días a la semana, las noches de jueves, viernes y sábado. Yo recibiría un sueldo semanal (que sí era bastante bueno) más las propinas que cada cliente me diera.

-          Además, debes saber que tenemos una regla dorada: Los clientes sólo pueden hacer aquello que nuestros chicos de compañía les permitan. Está estrictamente prohibido hacer algo que no sea consentido. Por supuesto, debes cumplir con nuestros estándares de uniforme y de etiqueta, ser amable y servicial pero no te obligaremos a nada.

Obviamente no me convencía. Parecía demasiado simple. Ya me habían engañado una vez y no quería que sucediera nuevamente

-          ¿Cuánto tiempo tendría que trabajar con ustedes?

-          El trato es para 1 año, rey. Pero estamos seguros que cuando te des cuenta de las ventajas que tienes, te encantará seguir trabajando para nosotras.

-          ¿Y si me niego?

-          Bueno, te perderás una gran oportunidad… y harás que nos pongamos tristes, guapo. Y cuando estamos tristes, la mejor forma de alegrarnos es compartir momentos lindos con nuestros amigos, de forma que compartiremos el video de tu precioso culo violado por nosotras con todos nuestros amigos y con los tuyos – dijo Tania con malicia

No tenía opción, eso ya lo sabía. Estaba seguro que no estaban siendo totalmente sinceras pero no podía negarme.

-          ¿Y cuando empiezo? Digo, si es que acepto –dijo, tratando de salvar alguna apariencia de libre decisión

-          Ahora mismo firmas contrato y empiezas el jueves – ordenó Melissa.

Karen me acercó el contrato y me hizo firmar cada hoja sin siquiera darme tiempo de leerlo. Obviamente me sentía fastidiado y quería salir de ahí tan pronto fuera posible pero ellas me detuvieron.

-          Guapo, aprovechando que estás aquí, lo mejor será que te prepares desde ahora.

-          ¿Prepararme para que?

-          Nuestros chicos de compañía deben lucir de cierta forma y estar presentables de acuerdo a nuestros estándares. Tu eres muy lindo pero te faltan algunas cosas… y te sobran otras, jeje –comentó Tania

-          Ahora mismo te recibirá nuestro jefe de servicios, como nos gusta llamarlo. Él se encargará de ayudarte con tu aspecto.

Me hicieron pasar al cuarto contiguo y se fueron. Al cabo entró un hombre, de unos 40 años, bajo de estatura, calvo y con una gran barba, algo redondo y panzón. Vestía una playera, jeans y tenis, todo ello bastante viejo. No aparentaba ser una persona dedicada a cuidar la imagen de otros. Se presentó de forma muy casual y natural, como si nada. La verdad me agradó, frente a las sonrisitas maliciosas de Melissa y Tania, este hombre al menos parecía espontáneo.

-          Bienvenido al sitio, chico. Me llamo Alejandro, pero todos me dicen Alex. ¿Parece que las chicas te explicaron un poco para qué estás aquí?

-          Un poco si…

-          Mira, no te preocupes, no eres el primero que entra a trabajar aquí y aunque ahora puedes pensar lo contrario, realmente no es tan malo como parece. A otros chicos les ha ido bien, hacen buena plata y hasta se divierten. Verás que el lugar es como muchos otros antros y bares.

-          Y eso de acompañar a los clientes?

-          Bueno, cada chico es libre de atender a los clientes de la forma que decidan. Nadie obliga a nada.

Hasta cierto punto me tranquilizó. Alex parecía sincero y su gran sonrisa afable y voz masculina me agradaban, me hacían sentir más cerca de lo que yo estaba acostumbrado

-          Bueno, chico. Vamos al negocio – dijo tendiéndome una toalla-. Desnúdate y cúbrete con esto.

-          ¿Qué?

-          Si, ya oiste. Te tengo que preparar para el trabajo. Necesito que te desnudes. Toda la ropa, también interiores. Te espero de aquel lado, iré preparando las cosas. No te tardes, chico.

Me dejó solo. Me desnudé hasta quedar en boxers, colocando todas mis pertenencias en una mesa ahí junto. Normalmente no tenía problema en desnudarme frente a otros hombres, pues estaba acostumbrado por el gimnasio pero la perspectiva de que ese tipo, por mas buena onda y aparentemente masculino que fuera, me tocara, me daba ansiedad.

Finalmente me quité los boxers, me puse la toalla en la cintura y pasé al cuarto contiguo. Habia una especie de camastro elevado. Me recosté, sin toalla, y Alex comenzó lo que ya temía…. Me colocó cera en todas las piernas, brazos, pecho y me fue depilando. Nunca había hecho eso pero me dolió bastante, no sé como las mujeres lo soportan

Lo peor fue que no sólo me depiló eso. Tambien me depiló las axilas, la espalda, las nalgas y finalmente el vello púbico. Cuando me depilo los huevos con rastrillo y hasta la raja del culo, no pude evitar sonrojarme.

-          Tranquilo, chico. Para que no te preocupes te diré que yo soy totalmente hetero –dijo-. Estoy muy acostumbrado a tocar pijas y nalgas de chicos y no me excita en absoluto. Espero que tampoco te excite a ti, galán.

Medio me reí de su chiste.

Cuando terminó, me ardía todo el cuerpo y estaba colorado. Me aplicó varias lociones que ayudaron un poco.

Al terminar, me acercó una especie de tanga y unos goggles. Resulta que otro de los aspectos relevantes de los chicos de compañía era un buen bronceado. La tanga era apenas un triángulo de tela gruesa que cubría mi verga y mis huevos recién depilados pero el hilo trasero virtualmente desaparecía entre mis nalgas. Me quedé en la cama de bronceado que ahí mismo había durante 40 minutos. Luego me di una ducha y Alex me pidió mi talla de ropa y de zapatos.

-          Es para tener listo tu uniforme para el próximo jueves.

Me despidió, indicándome regresar al día siguiente para otra sesión de bronceado, a la cual acudí al dia siguiente. Realmente Alex manejaba el asunto muy profesionalmente y afortunadamente no vi a las tres transexuales. Esas dos cosas me tranquilizaron mucho.

-          No debes preocuparte por Karen y las otras, chico. Ellas tampoco van a meterse contigo. Bueno, tampoco es que se vayan a meter más de lo que ya lo hicieron, ¿verdad? –rió socarronamente, con la obvia insinuación a mi violación. Bueno... él también lo sabia, ¿y que?, traté de consolarme.

Ese dia también me dio a probar varios pares de zapatos: Unas botas tipo militar, botas vaqueras y, para mi asombro y hasta repulsión, unos zapatos de tacón.

-          No voy a ponerme eso –me quejé-. Ni ahora ni mucho menos dejaré que me vean.

-          Relájate, chico. Es sólo por si acaso. Recuerda que nadie te obligara. Es para prever en caso que te animes. Verás, varios chicos, heterosexuales como tú, se animan a usar este tipo de prendas, con la recompensa de buenas propinas. Eso no los hace homosexuales. Por eso es mejor estar preparado. Por ahora necesito saber si son tu número y de preferencia que los pruebes.

No tuve más remedio que ponerme los zapatos y tratar de caminar con ellos. No era un tacón tan alto pero en mi vida me había probado algo asi. Caminar era muy complicado y trastabillaba. Alex me miró con aire crítico.

-          Bueno, al menos te quedan bien. Lo mejor será que te los lleves e intentes caminar con ellos en casa. Por hoy es todo. Mañana vienes a la tercera sesión de bronceado.

Me fui a mi dormitorio. Obviamente con los zapatos de tacón escondidos en mi mochila, misma que aventé bajo mi cama y no pensé ni por un segundo en practicar.

Pasó asi el resto de la semana. Finalmente llegó el jueves. Alex me citó a las 20:00 en otra dirección para iniciar el “trabajo”

Esa noche llegué al lugar indicado. Estaba en el distrito de bares y restaurantes. Curiosamente no era el barrio “gay”. La fachada del lugar ostentaba un gran letrero de “Brujas Marinas” lo cual me recordó mucho a Karen y sus amigas. No entré por el frente sino por la puerta trasera, a través de un callejón donde Alex me esperaba. Me dio un apretón de bienvenida y me hizo pasar.

Por detrás, el lugar era funcional y simple. Había un cuarto de casilleros donde los otros chicos que iban llegando dejaban sus pertenencias y se reunían en un punto de encuentro. Alex me instruyó a hacer lo mismo. Miré ansioso a mi alrededor. La mayoría de los chicos habían dejado toda su ropa en el casillero y acudieron desnudos al punto de encuentro. Los menos iban vistiendo en boxers y algunos en suspensorio. Todos los chicos eran de mi edad o similar, apuestos y atléticos. Unos cuantos tenían bronceados extremos y otros no tanto. Ninguno tenía vello corporal y sólo unos cuantos tenían barba, muy cuidada. Muchos conversaban entre ellos y reían con naturalidad pero no me ayudaba mucho. Decidí quedarme en bóxer.

La reunión empezó. Alex y otro hombre, mucho más joven pero tan poco agraciado como él, distribuyeron las actividades de la noche. Organizaron a los chicos en 3 grupos: Barra, mesa y show. Los de show se fueron con el ayudante de Alex y fue hasta entonces cuando este me hizo notar.

-          Estimados, permítanme presentarles a su nuevo compañero. Es su primer dia en el club así que está un poco nervioso. Quiero que le ayuden a adaptarse y a entender el sistema como los buenos camaradas que son. Denle un aplauso de bienvenida.

Todos aplaudieron. Miré nervioso que varios hasta sonreían. ME SONREÍAN. Desvié la vista de esos y encontré a otros, algunos me miraban indiferente y otros incluso me veían con cierto recelo o hasta enojo. Yo estaba confundido por esos contrastes.

Alex me llevó con uno de los que me estaba sonriendo. Me presentó con él. Daniel, se llamaba. Alex me dijo que Daniel sería mi “maestro”, apresurándose a puntualizar que Daniel me ayudaría a explicarme cómo funcionaba el lugar. Ese día Daniel estaría de barra y yo lo acompañaría.

Daniel me llevó a otra área donde los chicos recogían sus “uniformes”

-          Verás, primero te explicaré el lugar. El frente del lugar es un pequeño bar común y corriente con una barra, un barman y algunas sillas. No es muy concurrido y sólo es una fachada. Los clientes selectos ingresan por una puerta lateral al lugar de verdad. Ahí es donde trabajamos nosotros. Los mesas obviamente son meseros y atienden a los clientes. Los de barra estamos sirviendo también. Los de show pues eso. Fácil, no?

Nos acercamos a unas gavetas, una de las cuales tenía mi nombre.

-          Este es tu locker. Todo lo que necesitas para la noche está aquí. Cada noche es diferente

Abrimos mi locker y el suyo. Yo encontré mi “uniforme” y abrí los ojos sorprendido. Mi uniforme consistía en un par de botas militares y un suspensorio de color blanco. Lo raro del suspensorio era que por enfrente la tela que cubría mi pene y huevos estaba ausente. Solo estaba el borde. Esencialmente eran apenas unos hilos que bordeaban mis genitales, cintura y muslos. Cuando me voltee a reclamar, vi que Daniel ya se había puesto una prenda exactamente igual, excepto que la suya era roja. Involuntariamente miré hacia abajo y me encontré frente a frente con su verga, enmarcada entre los hilos del suspensorio. Aunque desvié inmediatamente la mirada, pude fijarme que era bastante larga, circuncidada y que tenía un piercing Alberto en el glande, bastante grueso

-          Siempre llama la atención –dijo sonriendo con toda naturalidad.

Además del suspensorio y las botas, había una especie de collar, que me hizo recordar a los de los perros, ya que se ceñía al cuello y se cerraba con un broche. Hasta tenía un asa para correa. De nuevo, el de él era negro y el mío blanco. Finalmente, había una banda elástica, que Daniel me instruyó a colocarme sobre brazo. La suya era roja y la mía blanca. La de él además tenía impresos unos grandes números

-          Este número es tu identificador. Siempre estará visible de uno u otro modo. A través de él es que los clientes solicitan servicios. En el bar hay una pantalla. Cuando sale tu número, debes ir a una de las terminales de la barra, donde aparecerán tus mensajes. Ahí está la propuesta del cliente y la propina, para decidir si aceptas o no. Sin embargo, hoy no tendrás avisos. Como eres nuevo, tu ropa es blanca y no tienes identificador. Hoy sólo y mañana sólo verás y seras visto. El domingo será diferente. Por cierto, te queda bien la ropa –dijo y sin más acercó la mano y tomó mis testículos. Yo reaccioné alejándome. Él se rio-. Tranquilo, aquí todos nos llevamos bien y al final del dia, esto queda entre amigos. En este lugar tenemos reglas. Que otro chico de compañía te toque los huevos es considerado amistoso.

No me quedé tranquilo con esto pero no dije nada.

Ya eran casi las 9:30. Había llegado la hora de salir. Me daba mucha vergüenza saber que en unos momentos estaría ahí, prácticamente desnudo y bajo las miradas de “clientes”. Casi podía imaginar a una pléyade de viejos más o menos horribles babeando por carne joven. Sin embargo, a mi alrededor todos los chicos estaban tranquilos y animados. Incluso escuchaba comentarios que me llamaban la atención

-          Espero que venga el ingeniero Carbajal. Le tengo preparada la sorpresa que me pidió

-          ¿Finalmente te ofreció algo? Ese hombre nunca elige a nadie como tú. ¿Cómo lo convenciste?

-          Claro que me eligió. Al fin encontré algo que le convenció.

-          No, pues te va a ir bien.

-          Eso espero

Otros decían:

-          Esta noche si le ganaré a Javier. Ya supe que van a venir los 3 japoneses del otro día. Con ellos ya tengo asegurada una buena pasta.

-          Si, claro, aprovéchate que a esos japos les encantan trigueños vergones como tu

-          Jajaja, con que sean vergones es suficiente, sabes?

-          Ojalá fuera tan fácil…

En medio de ese extraño lugar, curiosamente extrañaba a Alex y su pinta descuidada pero masculina. Aunque ninguno de esos chicos parecía afeminado, el hecho de estar todos desnudos o casi era bastante perturbador. Sentí el agarre de Daniel en mi brazo

-          Venga, no te sientas nervioso. Verás que todo sale bien.

Nos encaminamos al pasillo de salida a la pista, envuelto en la oscuridad y en la incertidumbre. Tragué saliva… ¿Qué sería de mi ahora?


Así termina este segundo capítulo. No hubo sexo pero es el preludio para que nuestro protagonista inicie su lenta pero irreversible conversión de macho alfa a puto insaciable. Comentarios y sugerencias son bienvenidos