De macho alfa a puto insaciable 13-1. Venganza
Finalmente el destino de Jorge se revela.
Mi destino quedó sellado cuando Karen me preguntó por última vez:
- Responde, papi, ¿aceptas convertirte en puto de un verdadero macho? Alguien que te dé todo lo que realmente necesitas?
Y sin dudar, moví la cabeza en señal afirmativa
Si, acepto. Quiero hacerlo –dije, derrotado, entregado y, debo reconocer, curioso por saber quién sería mi… amo.
Ahora mismo conocerás a tu dueño –dijo Karen, riendo.
Sentí un jalón pequeño pero inesperado de las bolas, que me hizo dar un paso hacia adelante. Me di cuenta que el anillo que me habían colocado en los huevos tenía una cadena o cuerda y me habían jalado para hacerme saber que de ahí me conducirían. Efectivamente, de nuevo sentí un ligero jalón en los huevos y caminé lento pero constantemente en medio de la negrura de mis ojos vendados.
Sentí mis pies desnudos caminar sobre el piso hasta detenerme. Luego oi un sonido familiar: Un elevador abriéndose. Entramos. Descenso. Salimos. Sentí una corriente de aire. ¿Sería posible que estuviéramos saliendo del edificio? Yo aun iba desnudo… El suelo era frío, de cemento. El olor de humedad y de motores me hizo adivinar: Es el estacionamiento subterráneo. Nos detuvimos.
- Vas a entrar en un auto, papi. Baja la cabeza –dijo Melissa
Me empujaron la cabeza, medio orientándome para bajar el cuerpo e ingresar en un vehículo. La puerta se cerró. Sentí que alguien más se sentaba junto a mi y el vehículo arrancó. Condujimos durante unos 20 minutos. Durante el trayecto, las “chicas” platicaban de cualquier cosa, sin prestarme atención. Yo me mantuve callado, con una fuerte erección entre mis piernas.
Finalmente el vehículo se detuvo. Me hicieron salir y mis pies tocaron suelo suave y terroso. Había un olor a frescura y a plantas. Incluso algunos pájaros. Todo me hizo pensar que no estábamos en la ciudad. Me hicieron caminar y subir unas escaleras. Entramos a un edificio (lo supe por el cambio de temperatura y la textura del suelo). Nos detuvimos. Unas manos apoyadas en mis hombros me obligaron a hincarme. Mis rodillas cayeron sobre una suave alfombra. Todo quedó en silencio. Apenas unos susurros de pasos a mi alrededor.
Unas fuertes manos me sujetaron del cabello y me hicieron abrir la boca. Me metieron una mordaza que sujetaron con una correa en la nuca. También me colocaron un collar. Lo siguiente fue raro: sentí un jalón desde la parte superior del collar, que me hizo alzar la cabeza un poco y a continuación un jalón hacia abajo. Entendí que el collar tenía cuerdas que me sujetaban desde arriba hacia el techo y desde abajo hacia el suelo, consiguiendo atraparme, si no totalmente, si me dejaban bastante limitado de movimiento, especialmente porque seguía teniendo las manos atadas a la espalda.
- Quítenle la venda – escuché decir a una voz masculina.
Me quitaron la venda y abrí los ojos. Un poco deslumbrado, entorné la vista y vi de pie a unos metros frente a mi a un hombre vestido de traje. Abri los ojos aún más, con sorpresa. Era el licenciado Ruiz
- Bienvenido a mi casa, putito. Yo seré tu nuevo Amo.
Giré la cabeza y vi a las tres chicas sonriendo
Bueno, guapo, te dejaremos con tu nuevo Amo. Sé obediente! – se despidió Karen con una gran sonrisa-. No te preocupes por tu dormitorio ni por nada de tu vida anterior. Nosotras nos haremos cargo.
Si, cuando terminemos, será como si te hubieras extraviado. Nadie volverá a saber nada sobre ti jamás –dijo Tania
Las tres salieron por la puerta del salón donde estábamos, casi sin hacer ruido sobre el suelo alfombrado a pesar de sus altísimos tacones.
Me volví a ver al frente, contemplando desde abajo al licenciado, que me miraba con una sonrisa divertida.
- Ya ansiaba tenerte en mis manos, putito. Tuve que esperar bastantes meses para lograrlo –dijo, tomándome de la barbilla y levantando mi mirada hasta donde daba el collar. Finalmente te tengo donde quería.
Caminó hacia atrás de mi. Escuché el sonido de un cinturón y una bragueta abriéndose. Sentí algo a la entrada de mi culo. Pero no era una verga… todavía no. Era liso y frio… blue ball. La píldora entró en mi culo y luego otra… Yo me asusté… aun tenía el efecto de las que Alex me hubiera dado hace poco y de nueva cuenta me estaban drogando… el efecto sería intenso.
- Me costó un poco de trabajo pero gracias a la ayuda de Karen te atrapé…
Esta vez sentí la grande y jugosa cabeza de la verga del licenciado en la entrada de mi culo. Sus manos agarraron mis caderas.
- Por fin podré vengarme de lo que le hiciste a mi querida sobrina, Martha… -esas palabras me hicieron abrir los ojos con más sorpresa aún al mismo tiempo que su enorme verga me penetraba de golpe. Lancé un intenso grito, apagado por la mordaza que tenía. Un grito de placer, mientras la verga me rompía el culo…
Me convertí en el puto del licenciado. Me quedé a vivir en esa casa de campo que él tenía en las afueras de la ciudad. Me hizo un collar de acero revestido de cuero, al que le colocó unos remaches para que no pudiera retirarlo. Me rapó el cabello y me depiló con laser todo el cuerpo, para dejarme lampiño. Una vez a la semana me llenaba de blue ball para mantenerme sexualmente excitado todo el tiempo. Con el tiempo ya ni siquiera era necesaria la droga. Yo me moría de ganas por ser penetrado todo el tiempo. Dormía en una jaula pequeña y comía del suelo. Al principio no me gustaba pero él me recompensaba mi obediencia jugando con mi culo, por lo que pronto aprendí a ser sumiso.
Al poco tiempo de tenerme ahí, me colocó una jaula de castidad. La había hecho a mi medida, aprisionando mis testículos lampiños y mi verga en una aleación de titanio, con suficiente espacio para permitirme una erección pero sin darme opción de poder tocarme la verga. La cerradura era un orificio donde se ajustaba un perno con una llave Allen. Después de ponérmela y comprobar que no me hiciera daño durante un par de días, uno de sus ayudantes me sometió y me hizo ver mientras el licenciado preparaba una especie de “sopa” que humeaba y olia como metal. El licenciado me explicó mientras traía el recipiente con esa cosa que era una aleación. Me mostró el metal derretido al fondo del recipiente. Me ordenó no moverme o podría salir muy lastimado. Le creí. Se acercó a la jaula de castidad y vertió el metal líquido en la cerradura. Me mantuvo sometido un largo rato, sin moverme. Cuando me liberó, el metal había endurecido, obstruyendo totalmente la cerradura. Ahora jamás en la vida podría quitarme la jaula. Con ese artificio y con mi permanente necesidad de semen para calmar mi lujuria, me convirtió de forma permanente en un sirviente pasivo y deseoso de ser penetrado.
Claro… seguro quieren saber qué ocurrió con Martha… la pobre chica intentó suicidarse después de enterarse de mi engaño. Parece ser que fue rescatada, rehabilitada y mandada a vivir lejos gracias a los recursos de su tío, un poderoso empresario que la amaba como si fuera su hija, a pesar de que él era homosexual. Su tío juró vengarse del maldito que había lastimado a su querida sobrina y usó sus recursos para lograrlo, contratando a sus amigas transexuales para tenderle una trampa y convertirlo en un pasivo insaciable.
Aquí termina mi historia. Hoy mi Amo mi dejó jugar con los esclavos de dos amigos suyos. Son de mi edad. A uno de ellos lo conozco. Es mi antiguo compañero Daniel, que gime ruidosamente mientras le meto mi voraz lengua en el culo…
Bueno pues disculpen que haya tardado tanto en concluir la historia pero estuve de vacaciones y luego mil cosas en el trabajo.
Quizá algún dia continue la saga pero por lo pronto espero trabajar en otras historias. Si tienen alguna idea que quieran convertir en historia, avisen y nos ponemos de acuerdo.
puto_goloso@hotmail.com