De macho alfa a puto insaciable 12. Ultimo acto
Jorge ha descubierto los placeres anales y no tiene vuelta atrás... o si?
UN AÑO ANTES
Estoy en un bar, es viernes por la noche y después de clases vine acá con varios de mis amigos. Hay un chica en la barra. Usa una falda ajustada y una blusa que me permite adivinar el tamaño de su busto. No es tan linda de cara pero pasa. Me despego de mis amigos y me acerco a ella. Cambiamos algunas palabras. Ella también viene con sus amigas. Le invito un trago. Más charla. Finalmente le propongo ir a caminar alrededor. No es difícil saber que hay un hotel a unas cuadras…
A veces es tan fácil coger chicas… Nunca he entendido a aquellos que sufren por falta de sexo. Seguro es sólo inseguridad o que saben que no están guapos, jajaja. Además de mi cuerpo atlético, mi rostro es mi gran aliado. Una sonrisa encantadora, dientes blancos y relucientes, mirada decidida. Las mujeres buscan eso. A un caballero que las trate bien en la calle y que en la habitación les dé una buena verguiza. Esa chica del bar era particularmente ruidosa. No paraba de gemir como perra en celo mientras le encajaba mi verga. Era berridos de placer y de lujuria, la mejor recompensa para un macho que sabe que está cogiendo bien a su hembrita. Al día siguiente me fui mientras ella dormía. No supe su nombre pero pasará a mi lista como la “Ruidosa”. Más tarde, mientras iba a clases, recibí un texto: Mi novia, saludándome y preguntándome si iríamos al cine en la noche. OK, pensé. Puedo llevarla al cine y en la noche a mi cuarto. Martha es una niña decente. No grita ni berrea como las chicas de bar pero me encanta la forma en que se contorsiona y se retuerce mientras me la cojo.
Hoy voy a un karaoke. Canto un par de canciones pero luego me concentro en el público. Ahí están dos muchachas, solitas. Una de ellas es morenita y la de pelo castaño. No sé cual me gusta más pero sé que al final de la noche al menos una (con suerte las dos) habrá conocido mi fierro. No me equivocaba. Al final fue la morena. Tenía un coñito ansioso y tragón y debo reconocer que me deslechó con delicia.
Hoy tuve un pleito con mi novia. Se queja que no nos vemos tanto como quisiera. Yo le digo que es cosa de la escuela. Si la viera diario no podría estudiar y eso no es conveniente. Que tenga paciencia. Se queda molesta pero mi argumento medio la convence. Que se crea que tiene un novio responsable y estudioso. Yo iré a coger con una rubia que me mandó una foto de sus tetas en una app. Vaya que disfrutaré chupando esos pezones.
Martha me armó un escándalo. Al parecer una de sus amigas chismosas le dio el chisme que me vio en el bar la otra noche, cuando yo debía estar “estudiando”. Odio que las mujeres sean asi, son como espías y nunca se callan nada. Para colmo la tipa me tomó una foto cuando me besaba con una chica a la salida del bar. Martha está furiosa. Intentó cachetearme pero tengo reflejos más rápidos. Sigue insultando. Ya me estoy cansando de ella. Tiene lindo cuerpo y cogemos rico pero me da mucha pereza tener que estar con alguien tan repetitivo. Ya lo he decidido. La mandaré al carajo. Así se lo digo. De ahí ella cambia su discurso. Que raras son las mujeres. Ahora se queja que cómo puedo terminar con esa relación. Tanto que me ama y tanto que le dije que la amaba. 4 años de relación a la basura. Ahora hasta me pide que no la deje… Da pena ver cómo se humilla. Y eso que estamos en público. ¿No tiene dignidad? ¿Por qué se enoja, si sabe cómo soy? Los hombres, los machos de verdad, tenemos necesidades. Una sola mujer no es suficiente. Y menos si es tan cerrada como Martha. Una vez le propuse hacerlo por detrás (la verdad es que lo había probado por primera vez hacia unos días con otra vieja y me encantó, tan apretado que es un culito, no lo sabía) y casi se infarta de susto. Al carajo con Martha, que se vaya. La pobre perra se fue llorando. Ni modo, ya se calmará. Yo esta noche consigo coño nuevo.
A Martha no la he vuelto a ver. Después de ese fin de semana que me armó el escándalo y que yo la terminé, me cortó y me bloqueo de toda comunicación. Allá ella. Jamás se volvió a aparecer por mi universidad. Ni yo tampoco la busqué.
Después de Martha vino Elsa y luego Lucía. Duré menos con ellas. Creo que eran más listas o menos pacientes que Martha y pronto me terminaron, hartas de que su novio no dejara de cogerse a cuanto coño viera. Si quieren noviecitos príncipe azul, que los busquen. Yo soy un macho alfa y un coño no es suficiente…
Esta noche fui a un nuevo bar. Hay tres chicas en la esquina, una rubia, una trigueña y otra morena. Alguien se llevará de regalo una buena verga antes de que amanezca, pensé…
DE VUELTA AL PRESENTE
No sé cuánto tiempo pasó desde que Alex me dejó. Atado sin poder mover piernas ni brazos, cegado, poco podía hacer para no centrar mi atención fija en el vibrador insertado en mi culo, excitándome constantemente. La vibración era constante pero dependiendo de cuanto apretara el culo, diferentes zonas del mismo recibían estimulación gradual. Era casi interesante experimentar con mis músculos para ver dónde se reflejaría la estimulación y qué efecto me haría sentir. Era tan absorbente esta tarea que no me di cuenta que la puerta de la habitación donde me encontraba se abría y entraba alguien, varias personas. Fue hasta que escuché una voz familiar:
- Vaya, pero que lindo se ve así –era Tania, la transexual morena-. Miren como mueve el culo, seguro está gozándolo en grande.
Sentí una mano en mis nalgas, deteniéndolas, y fue entonces que caí en cuenta que efectivamente había estado meneado el culo sin darme cuenta.
- Claro que lo está gozando. ¿Qué perrita no gozaría tener su culo lleno? –replicó Melissa.
- Venga, chicas, no se burlen del pobre Marco. ¿No se dan cuenta que está sufriendo? El malvado de Alex lo ha saturado de Blue y además le dejó puesto ese vibrador. Estoy seguro que está muriéndose de calentura para ahora –dijo Karen, con una voz de fingida compasión.
Lo que escuchaba me parecía increíble. ¿Así que ellas estuvieron al tanto de la existencia y de los efectos del Blue desde el inicio? Me daba cuenta. Qué estúpido había sido, pensé… Desde el inicio me habían puesto la trampa, induciéndome lenta pero incesantemente al punto que ahora me encontraba. Recordé… en efecto. Hacía apenas unos meses yo era un hetero, un macho, un cogedor de coños. Las primeras noches en el bar eran una pesadilla para mi, por tener que satisfacer a esos clientes maricas, por usar suspensorio, por rebajar mi hombría… y ahora en cambio, me había convertido en un culo hambriento, en un puto que pedía sinceramente verga. Me sentí humillado y enfurecido.
- Malditas perras. Suéltenme. Déjenme en paz.
- ¿Qué pasa, papito? ¿No te gusta? –escuché a Tania
- No, no me gusta, este no soy yo. A mi no me gusta. No soy puto –grité y me revolví, tratando de zafarme sin éxito de mis amarres -. Ustedes me hicieron esto. Yo era normal
Se rieron de mi y una de ellas me tomó por la cadera. De pronto el dildo en mi interior comenzó a vibrar más fuerte. Seguro había aumentado la velocidad. Como resultado, involuntariamente lancé varios gemidos, con mis entrañas estimuladas por el aparato.
- No intentes negarlo. Eres sólo putito ansioso que se muere por que te llenen la cola. Pobre estúpido –dijo Melissa burlonamente -. Seguro Alex ya te lo dijo, ¿no? El blue no te hace puto, simplemente te permite descubrir tu verdadera vocación. Si fueras un macho, la droga no te pondría de este modo. Que ahora estés como perra en celo gozando de este dildo es sólo porque eso es lo que eres realmente. Pero no te preocupes, el dildo no será lo único que te dará placer, papito.
- Que me van a hacer? Suéltenme… suéltenme ya… ahhhhhh –grité, cuando una de ellas me sujetó por el pecho y a continuación sentí un fuerte dolor en uno de mis pezones y luego en el otro, seguido de una sensación de estiramiento. Me habían colocado algún tipo de pinzas, bastante apretadas y a juzgar por el estiramiento, eran pinzas con peso, que jalaban de mis pezones hacia abajo. Era doloroso y yo me agité para liberarlas pero estaban firmemente mordiendo mis pezones y lejos de desprenderlas, sólo me jalaban más. Permanecer quieto era la forma menos incómoda de soportarlas. Sentí que retiraban el dildo de mi culo, experimentando una curiosa mezcla de alivio y frustración. Una parte de mi estaba agradecida de que hubiera desaparecido ese incesante estímulo, que me liberara para no tener que pensar en él pero mi otra parte se sentía frustrada de haberme privado del delicioso placer que el juguete me causaba. No podía creer que estando vacío, mi culo se sintiera tan incómodo.
Pero no estaría vacío más que algunos segundos pues pronto sentí unas manos con uñas recargarse en mis nalgas redondas y musculosas y un glande frotarse contra mi ojete. La verga entró fácilmente, aceptada con vergonzosa rapidez por mi culo hambriento, haciéndome sentir placer casi de inmediato. Alex tenía razón, las vergas de verdad me calmaban inmediatamente la calentura. Conforme la chica me cogía (los leves gemidos que lanzaba mientras me clavaba me permitían adivinar que era Melissa), sentía cómo la fricción aliviaba maravillosamente mi ansiedad y despertaban sensaciones de placer que invadían mi cuerpo. Comencé a gemir sonoramente, entregándome muy a mi pesar al gozo que era verga me brindaba, aun consciente de que ni siquiera era un “hombre” quien me cogía, sino una trans, lo cual se hizo más patente cuando se inclinó sobre mi, apoyando sus grandes tetas en mi espalda.
- Tienes un culo delicioso, papito. Ya tenía grandes deseos de cogerte pero debí aguantar tantos meses para tenerte asi, bien putito para nosotras, amor. Fue una espera larga pero valió la pena, ahora tendrás las vergas que tanto necesitas –me dijo al oído, con su suave voz femenina.
Melisa me cogió con fuerza, sin detenerse en ningún momento, hasta que, con un gritito agudo y breve, descargó una abundante leche en mi culo, mezclándose con la de Alex, que me había cogido anteriormente.
Melissa sacó su verga pero afortunadamente… (me avergoncé de pensar así) no tuve que esperar mucho para que Karen tomara su lugar. La verga de Karen era más larga, de forma que al introducirla, me provocó más placer. Karen me cogió con mayor rapidez, sin inclinarse sobre mi como hizo Melissa. En cambio, me daba nalgadas para incitarme
- Vamos, putito, dime cuanto quieres esta verga –me ordenaba y de inmediato lanzaba una fuerte palmada en mi trasero. Yo estaba en trance, disfrutando como loco de su largo fierro y no podía detenerme para pedir
- Ahhh si, por favor, necesito esa verga bien adentro –gemía obscenamente
- Más, puto, pide más. Dime lo que eres
- Soy tuyo, Karen, por favor, dale verga a este puto –gritaba yo, totalmente derrotado pues ya sabía que, al menos en ese momento, estaba a su merced.
Recibí mi tercera carga de semen, misma que, como había predicho Alex, calmaba el picor incesante en mi ano pero al mismo tiempo me despertaba más ganas de ser invadido. Y sabía qué era lo siguiente cuando sentí la gruesa verga de Tania adentrándose en mí.
Tania era como siempre la más viciosa de las tres. Al igual que Melissa, se inclinó sobre mi, apoyando sus tetas en mi espalda pero además uso las manos: Mientras metía su tranca morena hasta el fondo de mi necesitado ano, con la mano se divertía meciendo las pesas que colgaban de mis pezones, para que oscilaran de izquierda a derecha. El estiramiento era doloroso pero descubrí para mi gran horror que me gustaba sentirlo. Luego de un rato, agregó un elemento más de perversión: Me abrazó por la cintura y tomó con la mano mis testículos, apretándolos con más fuerza de la que yo hubiera querido y jalándolos hacia abajo. Gemí de dolor
- Tranquila, perra. Tus huevos te duelen ahora pero pronto aprenderás. Una perra como tu ni siquiera debería tener huevos ni verga, tu placer sólo debe venir de tu culo. Quizá te debiéramos castrar –amenazó con una gran sonrisa maliciosa mientras me apretaba y me cogía.
- No, por favor, mis huevos no –imploré, temeroso de que cumpliera su amenaza y me terminara de privar de la poca hombría que me quedaba
- Ni siquiera los vas a extrañar, amor. Eres un culito nato, un trasero para machos de verdad. La verdad es que te haríamos un favor quitándote esos estorbos
Tania me cogía con esas humillantes palabras, que no hacían más que excitarme. Finalmente se descargó, completando el ciclo de violación que había empezado hacía meses, cuando me secuestraron. Claro que entonces yo había sufrido. Ahora en cambio, casi lloré cuando me sacó la verga, pero por dolor (que sí me dolía) sino por no tenerla adentro más.
Luego de una pausa que me permitió descansar brevemente, me quitaron las pesas de los pezones. Me desataron de las muñecas pero me ordenaron poner las manos en la espalda, volviendo a atarme, con algo que seguramente eran esposas. Yo ni siquiera pensé en tratar de escapar, pues aún estaba atado de los tobillos. Desataron estos y me hicieron ponerme de pie, abriendo las piernas. Unas manos manipularon mis huevos y mi verga. Sentí el metal frío de un anillo sujetador de huevos, bastante pesado pues al soltarlo jaló fuertemente mis huevos.
- Estas hecho toda una perra en celo, amor. Finalmente te estás descubriendo –escuché que decía Karen -. Deberías darnos las gracias por haberte hecho puto ya que a partir de ahora estarás a la disposición de otros machos para servirles y aprenderás que servirles y darles tu culo es lo más placentero que te pudo pasar jamás. ¿Verdad que es eso lo que quieres?
La perspectiva de ser un culo a merced de los caprichos y necesidades de otros machos, lejos de asustarme, me provocó cierto placer… Confundido por la droga, mi razonamiento era un caos pero algo me quedó claro: Comparado con ser cogido por esas transexuales, ser cogido por otros hombres era preferible, al menos con ellos no me sentiría tan miserable. Una parte de mi antigua consciencia reclamó en un rincón lejano de mi mente: “Estúpido… eres un hombre… nadie te debería coger… ¿cómo puedes pensar que es mejor ser cogido por otros hombres?” Pero era un pensamiento cada vez más lejano y débil, opacado por uno mucho más vigoroso que decía “Si acepto ser puto, podré volver a sentir ese gozo”.
Ya las tres me habían cogido y el semen en mi interior había hecho efecto, me sentía lleno y feliz. Mientras mi respiración se normalizaba, me acariciaron suavemente la espalda y los hombros, como si fuera el lomo de un animal
- Bien hecho, perrito, bien hecho. ¿Verdad que fue lindo? ¿Verdad que estás feliz de haber recibido nuestras vergas?
Yo asentí con la cabeza, instintivamente callado.
- ¿Y verdad que a partir de ahora serás un putito obediente? Si aceptas, nos encargaremos de que tengas tu culito bien atendido, siempre que te portes bien y complazcas a tu macho. ¿Sabes? Hay una persona en particular que está muy interesada en ti. Quiere que seas su perrito de ahora en adelante. Pero depende de ti. Tú sabes nuestras reglas, sólo podemos hacer lo que tú aceptes. Tú debes aceptar tu destino y aceptar convertirte en putito de tu macho –anunció Melissa.
- Es correcto, papito. Acepta y a partir de ahora tendrás verga para ser feliz –se burló Tania. Si aceptas, haremos algo para el blue sea permanente, para que de ahora en adelante seas un putito lindo.
- No tendrás que volver a tu vida de estudiante, nos encargaremos que todo lo que hayas vivido quede atrás. A partir de ahora tendrás dueño y quizá puedas seguir trabajando en el bar, si tu amo lo permite. Y si no, no importa, él tiene otros perros con los cuales podrás jugar como compañeros putitos, no estarás solo. Te mantendrán bien alimentado, sano, hermoso y caliente. Vivirás una vida fácil y placentera, dedicado únicamente a satisfacer a tu amo. Te va a encantar, pero como dice Melissa, tienes que aceptar –dijo Karen, acariciando mi nuca y detrás de las orejas, como haría con un cachorro.
Yo no sabía que pensar… me sentía humillado, exhausto. Me sentía tan envilecido. Pero tampoco podía negar todo lo que había pasado en esos días. El placer que había sentido… podría ser permanente. Intenté recordar mis años de casanova, de conquistador de mujeres, la cantidad de coños que había penetrado y los orgasmos que había tenido. Ni siquiera uno de ellos se comparaba con el placer que había sentido ese día. Las cuatro vergas que me habían cogido, de Alex y las chicas, eran simplemente el mejor sexo de mi vida. Y ahora me prometían la posibilidad de que fuera permanente… y me prometían una vida de placer al lado de un macho que me deseaba, que quería poseerme… Con cierto sentido de vanidad, pensé en lo agradable que era sentirse deseado… recordé las variadas noches en el bar, ya sea como mesero, moviéndome entre los comensales, que aprovechaban la más mínima oportunidad para tocar mis nalgas, o en el escenario, agitando mi atlético cuerpo y mostrando mi firme trasero a esos hombres poderosos… y no importa qué poderosos y ricos fueran, en ese momento me deseaban, me deseaban y era una sensación… embriagante. Sí, admití, me entusiasmaba la idea de que un hombre de verdad me deseara y que me quisiera para ser su puto. Pensé en mi vida anterior al bar: Un simple estudiante, uno más del montón. Con poco dinero. Qué podía esperar de mi vida? Un empleo mediocre, ir envejeciendo y perder mi encanto y mi cuerpo. En cambio, esta vida que me proponían…. Sería un perro feliz, junto con otros perros al servicio de mi amo…
- Es hora de decidir, puto. Ahora mismo debes decidir. Si optas por salirte, cancelaremos tu contrato en este momento, no volverás al bar jamás y te quitaremos las raciones de blue que te dimos. Pero si aceptas, ahora mismo conocerás a tu nuevo amo… -dijo Karen
Yo estaba ahí, de pie, desnudo, el semen chorreaba de mi culo y de mi verga erecta y depilada un hilillo de precum. Las manos atadas a la espalda, los ojos vendados… Y estaba a punto de tomar la que quizá fuera la decisión más importante de mi vida… aceptaría?
Espero les guste. ¿Quién será la persona que está deseando ser el dueño de Jorge? Manden sus apuestas!!!puto_goloso@hotmail.com