De macho alfa a puto insaciable 11. Colapso sexual
Jorge esta a punto de convertirse en un putito amante de la verga, lo sabe y le gusta...
“Necesito verga... necesito verga urgentemente” era lo único que podía pensar mientras conducía a toda velocidad a las “oficinas” del burdel. Tenía que ver a Alex. Seguro él podría ayudarme, pensaba mientras movía el culo inquieto.
Todo había empezado hacía unos días, un jueves por la noche, dos semanas después de que hubiera ganado avasalladoramente el concurso, aquella noche en que el licenciado me cogió por primera vez.
A la semana siguiente, yo había decidido usar el blue de forma “normal”, es decir, a través de la boca, pero me daba cuenta que era aburrido: El efecto era más débil y duraba menos, apenas una hora, lo que me obligaba a usar más dosis en la misma noche. Y como consecuencia, esa semana no había conseguido el primer lugar, aunque si me había embolsado buena plata y estuve entre los mejores.
Por lo tanto, la siguiente semana (es decir, la pasada) decidí intentarlo a la primera oportunidad, que resultó ser de las mejores: Ese jueves estuve de mesero y muy temprano en la noche vi llegar al viejo Ruelas, quien sin demora me solicitó. Acepté y antes de ir a su encuentro, me decidí: Tomé la dosis y me la encajé en el culo tan profundamente como alcanzaron mis dedos.
Ruelas me esperaba, con un nuevo juego, tal y cómo me había descrito en su propuesta: Me ordenó arrodillarme en la cama, desnudo, y apoyar mi cabeza contra el colchón, estirando mis manos hacia abajo y atrás, como si quisiera agarrar mis huevos. Entonces sacó un pieza de sujeción: Consistía en dos barras de madera con una bisagra uniéndolas por los extremos. Las dos barras tenían 4 cavidades semicirculares a lo largo, mismas que, al juntar las barras una a otra, formaban 4 agujeros. Los dos de los extremos eran ligeramente más pequeños que los dos de en medio. Ruelas colocó la barra inferior de forma que mis tobillos descansaran sobre los semicírculos “grandes” y mis muñecas en los “pequeños. Luego bajó la segunda barra y aseguró el extremo opuesto a la bisagra con un dispositivo de candado. Con ello, me dejó inmovilizado en esa posición, con el culo al aire, ya que mis muñecas quedaron atrapadas al igual que mis tobillos. A continuación sacó una botella, la abrió y se vertió sobre las manos un líquido aceitoso. Asi, empezó a acariciar mis nalgas expuestas. La sensación era agradable, el aceite se sentía cálido y suave en mi piel, y resbalaba por enfrente, sobre mi espalda y por detrás, sobre mis muslos y mis huevos depilados. Yo había comenzado a gemir quedamente, excitado por el efecto de las drogas y de las suaves caricias del viejo. De vez en cuando, Ruelas me daba una sonora nalgada que, lejos de incomodarme, sólo me excitaba más. El aceite tenía un aroma intenso y penetrante. Empecé a sentirme turbado, mareado. La posición de mi cuerpo, con la cabeza apoyada incómodamente contra el colchón, tampoco ayudaba, pues me impedía respirar a mis anchas. Ruelas seguía manoseando mis nalgas cuando en poco comenzó a acercarse a mi raja, pasando sus dedos de arriba a abajo con movimientos rápidos, frotando sus dedos contra la raja de mi culo. Cada vez que sus dedos pasaban raudos sobre mi ojete, me a provocaba una intensa sensación de roce que me hacía gemir. Pronto me di cuenta que no sólo estaba cubierto de aceite sino también de sudor. La habitación tenía puesta la calefacción y me hacía sudar copiosamente. Además, el aumento de temperatura también provocaba que el aceite fluyera más rápido, tanto a mi espalda, muslos y huevos como también entre mis nalgas, resbalando en cantidades pequeñas pero continuas en mi agujero. Me comenzaba a causar un leve cosquilleo, mismo que se aliviaba parcialmente cuando Ruelas me tocaba. Mi piel se había erizado en toda el área, provocando que tanto la sensación de caricias como nalgadas se intensificara.
En cierto momento, Ruelas detuvo el dedo en la entrada de mi ano y empezó a introducirlo. Mi culo se lo tragó inmediatamente, hambriento y lubricado. Todo mi cuerpo se contrajo cuando acto seguido metió el segundo y sin pausa el tercer dedo. Gemí mientras me preguntaba vagamente en mi mente mareada cómo era posible que me hubiera metido tres dedos tan rápido y sin hacerme sentir un ápice de dolor. Antes bien, sentía mi recto rellenado con sus tres dedos, que me frotaban sin cesar y me provocaban escalofríos de placer. Empezó un mete y saca con los tres dedos mientras que con la otra palma se divertía acariciando y palmeando mi glúteo izquierdo.
Venga, putito, me gusta escuchar cómo gimes. Eres una perrita en celo que deseaba esto, verdad? Se nota inmediatamente cuando un culo pide ser rellenado. –dijo, mientras me nalgueaba fuertemente
Si, por favor… agh.. por favor, trabaja mi culo… agh… llénalo –decía yo entrecortadamente
El mareo se intensificaba por momentos y apenas conseguía concentrar mi atención en los dedos que tenía metidos en el culo. Por instantes me percataba del resto de mi cuerpo, prácticamente inmovilizado, cubierto de sudor y aceite. Alcancé a sentir mi verga (no podía tocarla), con el glande rozando contra el colchón. Yo movía el culo de atrás hacia adelante, tratando de que el masaje anal fuera más intenso pero ese mismo movimiento daba estimulación a mi verga, que manaba precum deliciosamente.
Finalmente Ruelas dio el siguiente paso: Sacó el dedo anular derecho y recargó los dos restantes contra el lado derecho de mi esfínter. A continuación, enfiló el índice y medio IZQUIERDOS y los introdujo sin pausa en el lado correspondiente. Mi esfínter sintió un poco la tensión pero aun asi se dilató para recibir los 4 dedos. Cada mano jalaba en direcciones opuestas, haciendo que mi culo se abriera. Su jale era fuerte y decidido, dilatándome sin miramientos. Escuché como juntaba saliva y lo siguiente que sentí fue una masa de saliva fría que había escupido directamente en mi hoyo.
Ruelas siguió divirtiéndose estirando y cerrando mi agujero, como si una liga se tratara.
- Estas listo para lo que sigue, puto? Estas preparado para que tu culo finalmente se llene como quiere?
Yo jadeaba y sudaba. El sudor entraba en mis ojos y me picaba. Sabía lo que vendría. Me lo había dicho anteriormente. Sentía algo de miedo pero nada comparado con la emoción que sentía. Cuatro dedos ya era demasiado placer… que sería con… con lo siguiente?
Si por favor, llena mi culo.
Dilo como me gusta
Si, por favor, mi culo necesita ser llenado. Por favor, llene mi culo. Lo quiero, lo necesito. Deme todo.
Ruelas sacó los dedos zurdos y tomó la botella de aceite, derramándolo sobre su mano derecha. Afiló los 5 dedos, como en forma de capullo y comenzó la lenta pero imparable inserción de su mano entera en mi voraz culo. Cada centímetro que entraba era una delicia. Conforme avanzaba, sentí presión, sentí dolor, pero también placer. Al igual que la primera vez que me metieron una verga, yo me preguntaba hasta qué punto eso me hacía gay. Pero no, yo no era gay, simplemente me gustaba jugar con mi culo y me gustaba que me hicieran sentir puto. Y todo eso era por culpa de la droga. Maldije al Blue y lo amé al mismo tiempo cuando un pequeño jalón de mi esfínter seguido de una relajación súbita me hicieron entender que tenía dentro del recto todo el puño de un hombre, hasta la muñeca.
El viejo me había metido la mano entera al culo y ahora la estaba rotando suavemente, de izquierda a derecha y de derecha a izquierda. Sus nudillos frotaban mi pared rectal. Eran nudosos y huesudos, de forma que el masaje era intenso. Yo ya sólo podía articular gemidos y palabras sueltas, mi cuerpo, sudoroso, caliente y sometido, había cedido a la tensión y me había dejado caer totalmente sobre el colchón. No sé cuanto tiempo hizo eso. Puede que fueran apenas unos minutos o quizá media hora pero lo que sé es que no se detuvo hasta que ese masaje intenso me provocó mi primer eyaculación anal, es decir, que me hizo sacar la leche sin siquiera tocarme la verga. Yo gemí a la luz de mi orgasmo y creo que perdí el conocimiento. Cuando lo recuperé, estaba sólo, desnudo aún pero desatado… Mi cuerpo estaba entumecido, mi verga flácida… toqué mi culo. Estaba más firme de lo que pensaba. Al menos no era un flácido borde de carne, como me había temido. Y noté algo más… estaba vacío… y eso me causaba molestia… tenía que llenarlo. Me paré y sin siquiera bañarme regresé al bar, con la esperanza de que otro cliente me solicitara pronto…
Esa noche de jueves, el viernes y el sábado usé el blue ball los tres dias, en varias dosis. Lo use por vía anal para que me durara más y con el agradable efecto de que las 15 o 20 vergas que me metieron (perdí la cuenta) me hicieron sentir más feliz que nunca. Era tan agradable sentir verga que el viernes se me olvidó fijarme en el monto de la propuesta. Simplemente la leía y si tenía fotos y era un fierro gordo y largo, la aceptaba. El monto de la propuesta no era importante. Yo sabía que era bueno, sabía que era cotizado. Siempre que me siguieran dando verga, haría puntos y seguro ganaría…
Bueno, en eso me equivoqué. AL final quedé en tercer lugar. Me di cuenta que efectivamente había desperdiciado algunas oportunidades de buenos puntos (quizá con algún juego morboso que no implicara penetración) por optar por propuestas menos cuantiosas pero que me daban verga. Bueno, pensé, qué mas daba! Me la había pasado muy divertido y siempre podría volver a competir la semana siguiente.
Ya era domingo en la madrugada y regresé a casa, cansado pero feliz. Llegué a mi dormitorio. Entré en mi habitación, me desnudé y me dispuse a dormir. Pero no pude. Estaba cansado pero dentro de mi, sentía calor, excitación. Toqué mi cuerpo, acaricié mi piel vibrante, mis dedos alcanzaron mis pezones y los pellizqué. Se sentía bien pero necesitaba algo más. Me comencé a masturbar. Mejor… pero no… necesitaba algo más. Mi dedo medio entró en mi culo, casi sin darme cuenta empecé a dedearme. Si… eso era lo que necesitaba, me dije… ojalá pudiera ser un dedo más largo y más grueso… y entonces recordé… hace unas semanas, como parte del show del bar, aparecimos como policías, solo que en lugar de toletes portábamos unos dildos de plástico, que blandíamos y hacíamos ademán de usarlos en el escenario. Aquella vez Alex me había dejado uno, para que practicara los movimientos, ya que me faltaba dominarlos. Me incorporé y fui a mi armario. Ahí estaba el dildo: Un falo de unos 16 cm, de plástico rosado y muy flexible. Lo tomé entre mis manos. No tenía lubricante pero encontré la solución: Lo lamí y le unté mi saliva. Lo metí en mi culo y fue claro que eso era lo que necesitaba, mi cuerpo se calmó al instante, al sentir como ese pedazo de plástico me llenaba por detrás. Pasé la siguiente hora frotando suavemente el dildo en mi culo y masturbándome lentamente hasta que finalmente me vine… o me dormí… no recuerdo.
Es lunes. 11 de la mañana. Debería estar en la escuela. Pero no estoy ahí. Estoy en mi auto, conduciendo a toda prisa a la oficina de Alex. Estoy sudando de la desesperación… El domingo, el domingo fue una pesadilla y lo que va del lunes no ha sido mejor… el domingo desperté tarde. Comí, me bañe y salí a la calle pero por momentos sentía la excitación volver a mí. Al poco tiempo era intensa… estaba en la calle y tuve que pasar a un baño para masturbarme pero fue inútil. Mi cuerpo necesitaba algo en el culo. Tuve que volver a toda prisa a mi dormitorio y volver a tranquilizarme con el dildo. Dioses… era una delicia y me calmó milagrosamente. Todo volvía a estar bien…. Salvo que en la noche, cuando ya estaba preparando mis cosas para el lunes en la universidad… ahí estaba esa urgencia… no entendía lo que me pasaba… al amanecer lo hice de nuevo… cada vez tardaba más en saciarme y el efecto duraba menos… no conseguía concentrarme en nada mas que en darle placer a mi culo. La maldita droga no cedía, al contrario, parecía aumentar. Al final decidí que tenía que ir a la oficina y ver al ayudante de Alex. Él tendría que ayudarme, debía hacerlo.
Llegué a la oficina y llamé. Me recibió Alex. Eso no lo esperaba. Normalmente los lunes estaba su ayudante. El gordo me saludó con su calidez y naturalidad de siempre y me hizo pasar
- ¿Qué haces acá hoy, muchacho? Hoy no te toca corte!
Debió notar que algo me pasaba porque también me preguntó
- No te ves nada bien. Estas sudando. ¿Te sientes enfermo?
Yo dudé en contarle lo que me pasaba. Después de todo, él había sido quien me había advertido que no usara el blue por el culo. Seguro se molestaría. Pero quizá él también pudiera ayudarme. A estas alturas yo estaba dispuesto a aceptar su enojo con tal de obtener algún remedio contra esa maldita droga. Asi que finalmente le confesé que había estado usando el blue en el culo desde hacía varios días y de cómo ahora me sentía ansioso todo el tiempo (no le dije que mi ansiedad era exclusivamente anal, le dije que quería “venirme” todo el tiempo).
Alex me miraba con aire severo. No sé que sentía. ¿Enojo? ¿Quizá decepción? Su semblante era duro y se veía muy diferente de su habitual sonrisa socarrona. Finalmente dijo
Bueno… te mentiría si te dijera que no estoy decepcionado. Tú eres uno de mis chicos favoritos. Pensé que eras sano y que conseguirías mantenerte alejado de esos vicios. Tienes el cuerpo y la actitud para ser el mejor en el bar, no necesitas esas porquerías en tu cuerpo. Te lo advertí y no me escuchaste
Ya sé y te pido perdón pero necesito que me ayudes. Seguro sabes cómo hacer para que se me baje esta calentura. Por favor. Te lo ruego. Ayúdame
De nuevo Alex me miró severamente por varios segundos hasta que, finalmente, su rostro se ablandó un poco, quizá convencido por mi mirada suplicante.
- De acuerdo, chico. Sí hay algo que pueda hacer pero tendrás que confiar en mi, ¿vale?
Asentí. Me hizo pasar a la zona posterior, al cuarto donde normalmente ensayábamos los shows.
- Primero desnúdate por completo
Le obedecí, dejando mis ropas en el suelo. Alex me hizo pasar a un cuarto contiguo, al que yo nunca había entrado. La habitación estaba casi vacía, no tenía ventanas, y sólo había un armario y un mueble extraño: Era una especie de taburete acojinado unido a una especie de reposa manos, también acojinado. Ambos tenían dos correas.
- Híncate aquí –dijo Alex, señalando al taburete-. Y colocas tus brazos acá.
Hice como me indicaba y él ató con las correas de ambas piezas mis tobillos y muñecas, dejándome inmovilizado al mueble. A continuación, Álex movió un pedal y el reposabrazos se giró hacia adelante y hacia abajo, forzándome a bajar también junto con él, doblando mi tronco hacia abajo y quedando casi “en perrito”
Muy bien, chico, es hora de darte lo que necesitas –dijo Alex. Escuché ciertos ruidos a mi espalda. Un sonido metálico y ropas… Sentí las manos de Alex sobre mi espalda baja -. Va a ser un placer poder cogerte finalmente –dijo, riendo con malicia.
¿Qué dijiste? Me vas a coger? –dije, alarmado y tratando de voltear la cabeza. Alcancé a ver a Alex, sin pantalones y con su verga descubierta por primera vez. No se veía bien pero supe que era gruesa y parecía hundida en un mar de vello negro grueso y crespo.
Es correcto, putita. Te voy a coger y me lo vas a agradecer
Pero tu me dijiste que eras heterosexual, que nunca cogías con hombres.
Y asi es, pequeña zorra. Nunca cojo con hombres, pero gracias a tu descuido y a tu ingenuidad, tú ya no eres un hombre. Te has ido convirtiendo en puta poco a poco y finalmente te has acercado al punto sin retorno. Yo tendré el honor de empujarte un poco mas para que finalmente seas la puta que todos quieren.
Me asusté por sus palabras pero más me asusté cuando sentí sus dedos entrar en mi culo, empujando un objeto pequeño y esférico que supe inmediatamente que era una dosis de blue ball.
No. Por favor –supliqué-. No quiero ser puta.
No se trata de lo que quieras, ya lo eres –dijo, mientras empujaba en mi culo una SEGUNDA y luego una TERCERA esfera.
En cuestión de minutos empecé a sentir los efectos de la droga, cuando la sensación de urgencia por sexo (que no había desaparecido) de intensificó. Mi verga se puso erecta de inmediato y empecé a mover el culo sugestivamente
- Ves, cómo quieres y eres puta? Te diré una cosa. El blue ball no le hace el mismo efecto a todos. Cuando te lo tomas por la boca apenas y afecta. Pero cuando te lo ponen por el culo pueden ocurrir dos cosas: Que te haga sentir igual que por la boca o que te despierte ganas irresistibles de verga. Si te hubiera pasado lo primero, sería la señal de que en el fondo eres macho. Pero mírate, estas moviendo el culo como perra en celo deseando ser preñada. Eso demuestra que eres puto de corazón. El blue sólo te permitió descubrirte. Y ahora, te daré lo que necesitas.
Me volvió a tomar de la cadera y acercó la punta de su gruesa verga a mi hoyito. Presionó con fuerza, haciendo que su duro glande se introdujera de inmediato. Lancé un gemido. Presionó más, hasta que le entró toda la verga. Sin detenerse, sacó la verga de golpe y volvió a insertarla. La fuerza de la embestida me hizo sacar el aire. Repitió y repitió, cogiéndome con violencia, con gozo de saber que estaba ayudando a hacerme puto. Yo sentía no solo su verga clavándome sino también su vello y su prominente panza contra la parte superior de mis nalgas. Me di cuenta que lloraba. Lloraba y gemía, asustado por la perspectiva de volverme puto, por la decepción de saber que quien creía mi amigo ahora se aprovechaba de mi y por mi estupidez en no hacer caso de las advertencias. Pero lloraba también porque a pesar de todo, estaba gozándolo como nunca: Esa verga, que quizá no fuera muy larga, era en cambio bastante ancha y me presionaba mi próstata con delicia, prueba de ello era el hilillo de precum que manaba de mi propio pene.
- Voy a terminar, perra, te voy a llenar del semen de macho que tanto necesitas –anuncio y aceleró sus clavadas, una, dos, tres y se descargó en mi interior con un alarido de macho preñador.
Terminado el acto traidor, Alex sacó su verga y dio la vuelta. Se colocó frente a mi y me ordenó limpiarla con la boca. Yo, rendido, obedecí sumisamente, limpiando su verga y oliendo el aroma a macho de sus vellos. Era un aroma intenso y excitante, reconocí mal de mi gana. Alcé la mirada llorosa para encontrarme con su sonrisa socarrona y traicionera.
- ¿Cómo te sientes, putita? Verdad que ya estás mejor ahora que te llené de verga y de leche?
Bajé la cabeza. Respiraba agitadamente pero medí sus palabras. Era cierto, me había calmado esa ansia.
- Te cumplí lo que te había prometido, te di lo que necesitabas. Cuando un puto como tu consume blue ball, su culo se va haciendo más y más sensible. Al pasar cierto punto de consumo, la única forma de calmar los efectos es con verga y semen. Cuando tu culo entra en fricción con una verga de macho, su sudor natural actúa como un inhibidor de tu calentura. El semen hace lo mismo, solo que su efecto dura más. Con las dosis de blue que te acabo de dar, el culo te durará sensible un buen rato, varios días para ser exacto. En unas horas volverás a sentir la necesidad irrefrenable de verga pero afortunadamente a partir de ahora no te faltará, perrita golosa –dijo, dándome unas cachetadas condescendientes.
Pensé que me desataría pero no lo hizo. En lugar de eso sacó varias cosas del armario. Me colocó una antifaz en los ojos, para no dejarme ver nada. Luego, para mi espanto, volvió a jugar con mi culo, introduciendo algo… un dildo.
- Gracias a mi leche, tu culo debería estar satisfecho por un rato pero como sabes el blue es muy caro asi que no deberíamos desperdiciar sus efectos. Te dejaré gozar un rato, zorra. Con este juguetito estimulándote, en cuestión de minutos volverás a estar en celo como te gusta. Pasaré por ti luego.
Sentí presión del dildo en mi culo y en eso empezó a vibrar, produciendo sensaciones placenteras en mi culo recién cogido. En efecto, casi de inmediato regresó la sensación de calor y de urgencia, empecé a mover mi culo tratando de que esa vibración tan agradable me llenara mas. Mi verga, que había perdido algo de erección, volvió a ponerse rígida. Empecé a gemir de nuevo. Alcancé a escuchar la risa burlona de mi “amigo” y luego la puerta cerrarse…
Casi llegamos al final de esta historia. ¿Cuál será el destino de Jorge? Conseguirá salir de la trampa o se habrá convertido en puto para siempre? Dejen sus opiniones y sugerencias para el final. puto_goloso@hotmail.com