De Lobos (4) - Los Secretos con un Buen Polvo

En la víspera del décimo quinto cumpleaños de nuestro protagonista su hermano mayor le cuenta todos los secretos que se esconden tras los misteriosos cambios físicos que han ocurrido en los últimos días.

Y su mano que no paraba de subir y bajar mi prepucio, restregando el babeante líquido que no paraba de brotar de mi interior por toda mi polla. Notaba su lengua recorriendo cada milímetro de mi boca. No paró en ningún momento. Mi excitación no hacía más que crecer. Y una vez más me sorprendió mi aguante, pues estuvimos así por un largo rato. Hasta que no pude más, me iba a correr. Se lo intenté hacer saber, pero su lengua no cesaba en su afán de vencer a la mía y no pude cortar el apasionante morreo. Empecé a correrme a lo basto, por lo menos quince grandes y espesos chorros de semen brotaron de mi polla, que cayeron entre nuestros pechos, mezclándose con el sudor y sus pelos. Estaba exhausto por el gran orgasmo. Mi hermano separó nuestras bocas, y soltando mi polla susurró en mi oído:

- Espero que así me perdones por lo de ayer.

Y dándome un pico, me dejó en el sofá, sin saber que decir y subió a su habitación.

Pasaron los días de forma muy confusa. Había sido un fin de semana lleno de emociones. Por fin era martes, mañana Nico me había prometido despejar todas mis dudas. Y allí estaba tirado en mi cama, tan solo con un pantalón de deporte, pues el calor del último día de mayo era sofocante. Acababa de llegar de un entrenamiento y mis amigos del equipo me habían dicho que iban a organizarme una fiesta por mi cumpleaños, pues la casa de uno de ellos, Miguel, se quedaba sola el sábado y podíamos hacer lo que quisiésemos. Me gustaba la idea. Empezamos a hablar de los detalles, pero todo se vino abajo cuando me dijeron que habían hablado con Rafa, que llevaba dos días sin ir a clase ni a entrenar, y les dijo que no podía ir. Claramente me estaba evitando después de lo del viernes. Aún así intenté no pensar mucho en ello, y seguimos hablando de la fiesta. Ya cuando llegué a casa me tumbé y aquí estoy.

Suelto el móvil y me da por mirarme. Después de lo de mi hermano me he fijado y he cambiado aún más. Se venía a mi cabeza la imagen de mis compañeros en las duchas, y apenas tenían vello en las piernas, y yo sin embargo hasta mi pecho estaba cubierto por completo de pelo bastante oscuro. Ni siquiera gente de cursos superiores estaban tan desarrollados, pero aunque era raro, nadie le daba mayor importancia. Pero algo pasaba, Nico me lo dijo. Seguí mirándome, y vi el bulto en mis pantalones. Me había excitado mirándome, la verdad que me encantaba mi cuerpo. Me recordaba mucho al de Nico, pero algo más pequeño, como que me faltaba unos años para ser como él. Después de la paja que me hizo mi hermano el otro día, lo veía con otros ojos. Recordando el momento, comencé a empalmarme, y ya que estaba sólo en casa, pues decidí hacerme una paja. Me bajé los pantalones y los calzoncillos y ahí estaba desnudo sobre la cama, con mi polla apuntando al techo. Sí, definitivamente había cambiado. Siempre he tenido la polla más grande que ninguno de mis amigos, y eso sí que siempre ha llamado la atención en los vestuarios, pero es que me había crecido por lo menos dos centímetros desde el sábado. Si no alcanzaba ya los veinte centímetros, poco faltaba. En ello estaba cuando sonó mi móvil. Era mi hermano. "De verdad, que persona tan inoportuna", pensé. De mala gana lo cogí:

  • ¿Qué quieres? - dije de forma seca.

  • Hermanito, prepárate. Te prometí que te iba a explicar que te estaba pasando. Te recojo en media hora, coge lo que necesites para pasar la noche fuera - me dijo y colgó.

¿La noche fuera? ¿A dónde íbamos? Y lo más importante, ¿qué iba a pasar esta noche? Con las dudas en la cabeza, y el calentón aún en mis pantalones, me vestí, cogí una muda y lo metí en una mochila, y bajé a esperar en el salón. Tal y como me había dicho, a la media hora me llamó de nuevo  y me dijo que saliese, que estaba fuera. Salí y estaba en el coche esperándome. Me monté y no me dio tiempo a reaccionar. Me agarro el paquete y me comió la boca. Allí, en mitad de la calle, cualquiera podía vernos. Y eso me excitó aún más. No sé cuánto tiempo estuvimos así, pero cuando nos separamos me dijo Nico:

  • No sabes las ganas que tenía de que llegara este día hermanito.

  • Pero, ¿qué es lo que pasa, Nico? - pregunté a mi hermano.

  • A ver, es que es complicado. Hay muchas cosas que debes saber y te las tengo que contar hoy, así que nos vamos a un sitio más tranquilo - respondió arrancando el coche y poniéndose en marcha.

  • ¿A dónde vamos? - dije intrigado.

  • Pues pronto lo verás. He comprado unas pizzas para cenar, que la noche va a dar para mucho - dijo sonriéndome

  • Pero mañana tengo clase, no me debería quedar muy tarde - respondí.

  • Tranquilo, papá lo sabe todo. No te preocupes, que porque faltes un día a clase, no pasa nada - respondió guiñándome un ojo.

Aún así, no estaba tranquilo. No sé qué coño pasaba, pero era muy raro. Y encima tenía un calentón del carajo. Miré a mi hermano. Y es que el cabrón estaba muy bueno. Llevaba una camiseta de tirantes, que dejaba sus peludas axilas al aire, y me estaba volviendo loco. Desprendía un olor a macho que no hacía más que ponerme a cien, un olor exagerado, que sólo me hacía pensar en enterrar mi cara entre sus pelos. Y luego unos pantalones vaqueros cortos, que dejaban sus peludas y fuertes piernas a la vista. Y un bulto la mar de apetecible, que se le marcaba totalmente. ¿Estaba empalmado? Joder, yo sí que lo estaba, me iba a reventar el pantalón. Y en serio, hacía mucho calor. Estaba sudando. Notaba como mi camiseta estaba empapada. Acababa de ducharme, pero ya olía a sudor. Mucho. Mi hermano mi miró y aspiró fuerte. Me sonrió y no dijo nada. ¿Qué coño pasaba?

Al poco tiempo me di cuenta de a dónde me llevaba. Ese camino era el de la casa de campo de nuestros padres. ¿Para qué íbamos allí? Me había dicho que pronto lo sabría todo, así que no quería insistir, cada vez que preguntaba algo me respondía lo mismo. Al fin llegamos y bajamos del coche. Vi que Nico sacaba unas bolsas del maletero y entramos en la casa. Dejó todo en la cocina, sirvió dos vasos de cerveza y nos sentamos en el salón.

  • Bueno hermanito, no se me ocurre una forma suave ni apropiada de decirlo. Así que no voy a dar muchos rodeos. Sé que a priori va a ser extraño e inverosímil - dijo dando un sorbo a su cerveza. Me estaba empezando a asustar, ¿extraño? ¿inverosímil?

  • A ver, es que joder, no es nada fácil. Mira, que no doy rodeos. Eres un hombre lobo - dijo, evitando mirarme.

¿Por qué tengo que tener un hermano tan gilipollas? Tanto drama para una puta broma. Él siempre igual, siempre tiene que joderme. No sé a qué vino lo del sábado, pero si no quería repetirlo, que por supuesto era lo más lógico, bastaba con decirlo, no preocuparme de esta manera para nada. Me levanté y me dirigí a la puerta. Me iba de allí.

  • ¿A dónde vas? ¿Es qué no vas a decir nada? - me preguntó.

  • ¿Qué quieres que diga? ¿Qué te ría tu estúpida broma? Porque a mí no me hace ni puta gracia, la verdad - dije lo más borde que pude.

  • ¿Broma? Te lo digo muy en serio. Eres un hombre lobo, y yo también. Todos en la familia paterna, de hecho. Así se transmite - dijo agarrándome del hombro y girándome hacia él.

  • ¿Pero qué gilipolleces dices? Mira, Nico, no sé de qué coño va esto, pero no estoy para bromas. Llévame a casa ya - dije en tono autoritario.

  • Bien, es normal que no me creas. Pero te daré pruebas.

Y sin poder evitarlo me besó. Y tampoco es que quisiese evitarlo. Me agarró con sus dos manos del culo y me pegó hacia él. Nuestras lenguas jugaban en el interior de nuestras bocas. Pasamos así un rato hasta que empezó a subir mi camiseta y me la quitó. Comenzó a besar mi pecho, mi cada vez mas peludo pecho, deteniéndose en mis pezones. Comencé a gemir de placer. Me encantaba como jugaba mi hermanos con mis pezones usando su lengua.

  • Ahora explícame, si lo que digo es mentira, como un chaval de catorce años tiene el pecho más peludo, no de su clase, sino de todo el instituto. Muchos en la universidad tienen menos vello en el pecho que tú - dijo volviendo a mis pezones.

  • Eso, mmm, eso es por la edad, mmm, cada uno crece a un ritmo distinto - dije entre gemidos.

  • ¿Y por eso tienes hoy casi el doble que el viernes? - respondió Nico

  • Yo, mmm, yo, mmm - no encontraba una explicación.

  • Y explícame, como tienes una polla tan enorme a pesar de tu corta edad. Juegas al baloncesto, se la has visto al resto del equipo. Se la has visto a tus amigos cuando os pajeabais en tu cuarto. Y tu polla es muchísimo más grande - me dijo mientras agarraba mi polla por encima del pantalón.

  • Ca...mmmmm...cada uno es distinmmmm, distinto - no podía hablar, el placer me invadía.

  • Y dime, hermanito, tan distintos que...  - en ese momento me bajó el pantalón y los calzoncillos - ¿qué te crece la polla por lo menos tres centímetros en apenas tres días?

Iba a responder, pero justo en ese instante mi hermano se arrodilló y se tragó mis veinte centímetros de polla. Y sólo pude gritar de puro placer. Joder, como la chupaba. A pesar de mis grandes dimensiones, se la tragaba entera sin ningún problema. Lo que decía no era posible, pero eso tampoco era normal. Al rato soltó mi polla. Yo sentía que moría de placer.

  • He estado cerca de quince minutos chupándotela sin parar. Ni me he cansado, ni tú te has corrido. Explícame como tienes tanto aguante - dijo llevando su boca a mi oído y susurrándome.

  • Yo, Nico, mmmm - no podía articular palabra, el cabrón comenzó a pajearme cuando intenté hablar.

  • Dime, Ricky, ¿por qué te has excitado tanto en el coche? ¿Ha sido por casualidad por mi olor? ¿Mi fuerte olor a macho? ¿Y que sientes al olerme ahora? - me dijo quitándose la camiseta. El olor aumentó. Pude ver su negro vello del pecho impregnado de su sudor. Sus fuertes brazos. Sus abdominales, cubierto de una hilera de vello que se perdía en sus pantalones. Quería que me follara.

  • Yo, yo, mmmm - no era yo mismo, no me controlaba.

  • Hermanito, quieres que te folle. Es normal al olerme. Yo también quiero que me folles. Aún no eres un lobo completo, pero ya hueles a macho que da gusto. Y vas a follarme. Claro que vas a follarme - me dijo volviendo a besarme y quitándose los pantalones y los calzoncillos, quedando completamente desnudo.

Me cogió del culo y volvió a besarme, pero esta vez con aún más pasión, empujándome hacia atrás hasta que caí al suelo, y el encima mía. Ni siquiera noté lo frío que estaba el suelo, solo pensaba en mi hermano y su polla. Su enorme polla, por lo menos veinticinco centímetros. ¿Sería de verdad lo que me decía? ¿Cómo podía ser? No, no podía ser. Pero en ese momento todo volvió a darme igual. Mi hermano se sentó sobre mi polla y comenzó a restregarse. Mi polla no paraba de expulsar líquido preseminal, estaba más cachondo que nunca.

  • ¿Lo sientes? Ese instinto dentro de ti que no te deja pensar en otra cosa que no sean nuestras pollas - dijo agarrando mi polla y apuntándola a su culo.

  • Ni...Nico....yo... - dije entre suspiros y gemidos.

  • Claro que lo sientes, y ahora cuando tu polla entre en mi culo, más aún - dijo sentándose sobre mi polla.

Sentía como poco a poco me abría paso por su culo, que estaba totalmente abierto y entraba con toda facilidad. Gemí fuertemente de placer. Y comenzó a subir y a bajar sobre mi polla. No podía creer que me estuviese follando a mi hermano.

  • Oh sí, hermanito, así, mmmm, que bien - se relamía y gemía de puro placer mientras subía y bajaba por mi babeante polla - no sabes cuánto tiempo he esperado esto mmmmm.

  • Ahh Nico, pe...perooo ahhh que bien joder - es lo único que pude decir, no me salía nada más.

  • ¿Lo sientes? ¿Sientes ese instinto de hacer conmigo lo que quieras? ¿Ese sentimiento de que sólo existen tu polla y mi culo? No pienses en nada más, déjate guiar, tu instinto de lobo hará el resto.

-Oh, sí, Nico, sí, sí, no pares - no me salían las palabras.

  • Así, enano. Sé que aún no eres un lobo completo y que mi olor te atrapa y deseas que te folle. Te prometo que lo haré, en cuanto haya acabado el día y tengas quince años serás un lobo por completo, y te follaré causándote el mayor placer de tu vida que hará que te transformes. Pero ahora vamos a divertirnos así, que hace tiempo que nadie me folla y tú lo haces de maravilla. No pienses en nada, déjate llevar, hazme todo lo que quieras, aunque en tu mente sea una locura, tú ni lo pienses.

Y me olvidé de todo. Le hice caso a mi hermano y me dejé llevar. ¿Qué más daba si era verdad o no todo lo que decía? Yo estaba disfrutándolo de verdad y eso es lo que me importaba. Me guié por el instinto y seguí dándole por el culo a mi hermano mientras no parábamos de gemir y gritar. Entonces le saqué la polla y lo quité de encima mía. Me puse de pie y tiré de él y le metí la lengua hasta la garganta. Le di el morreo de mi vida empujándolo sobre el sofá y lo tiré y yo encima suya. No parábamos de tocarnos por todo el cuerpo, rozándonos por todos lados. Me encantaba sentir todo el vello de su cuerpo sobre el mío. Le cogí el culo y puse sus piernas en mis hombros y volví a meterle toda mi polla. Gritó de placer: "oh sí, hermanito, no pares nunca". Me ponían a tope sus gemidos y no paraba de follarle. No pensaba en otra cosa. Ese culo lo era todo ahora mismo. Miré a Nico a sus ojos y vi algo que me sacó de mi excitación. Eran amarillos. ¿Qué coño? Pero no pude pensar más porque se incorporó y me agarró tirándome sobre él, juntando nuestros pechos y dándonos otro pasional morreo. Nos caímos del sofá pero no dejé de follarle. Estaba desatado. No sé que me pasaba, pero no tenía control sobre mi cuerpo.

  • Hermanito, eres todo un follador. Me encanta tu polla - dijo entre suspiros mi hermano.

No sabía cuánto llevábamos así, pero estaba a punto de acabar. No podía más. Pero no, no iba a acabar así, quería algo más. Le saqué la polla del culo a mi hermano y lo levanté. Nos besamos y lo empujé sobre la mesa. Lo puse encima y le metí la polla hasta el fondo. Entonces y sin esperármelo, mi hermano empezó a gritar, a gemir muy fuerte hasta que terminó echando todo su semen con un fuerte aullido. Sí, aullido. Y vaya pedazo de corrida, se llenó entero de semen, por todo el pecho, la cara, la mesa, el suelo. ¿Cómo era posible? Pero es que con ese tremendo orgasmo se le cerró el culo sobre mi polla, ejerciendo una presión que no pude aguantar y terminé corriéndome dentro de él. Una impresionante corrida, que le llenó el culo con toda mi leche, después de un intenso orgasmo de casi treinta segundos. Estaba exhausto y me eché sobre él y lo besé, juntando mi cuerpo sobre los restos de su semen, lo cual en vez de darme asco, me excitó y me hizó lamerle todo su pecho. Que rico estaba.

Nos quedamos así un rato hasta que nos levantamos de la mesa pues estaba a punto de romperse de tanto peso. Miré el reloj, pero era imposible. ¿Llevábamos follando dos horas? ¿De verdad? No, no podía ser.

  • Ves Ricky, no te he mentido. Todo era verdad, tú mismo lo has comprobado.

Miré a mi hermano y lo vi con los ojos amarillos de nuevo, mucho más vello por todo el cuerpo, musculatura mucho más marcada y rasgos animales en el rostro. Parecía un lobo. Y entonces entendí que todo era verdad.