De Lobos (3) - Nico, pajas y cambios

Tras la gran experiencia vivida, Rafa se va por la interrupción de Nico, y Ricky no sabe qué hacer. ¿Qué pasará ahora con su hermano? Montones de dudas asaltan a nuestro protagonista.

Y sin contenerme, aún con mi polla en su culo, me lancé a su boca, juntando nuestros pechos, mezclando nuestro sudor y su semen. Me parecía todo maravilloso. Dos cuerpos juveniles, en pleno desarrollo, rozándose tras nuestra primera vez, con tanto erotismo y pasión, a la par que bonito, incluso a pesar de lo salvaje, algo romántico. Pero duró poco. Escuché un aplauso detrás. Separé mis labios de los de Rafa y los dos giramos la cabeza hacia la puerta. Estaba mi hermano mayor Nico con su polla al aire babeando gotas de semen al suelo, ya bastante manchado pues parece que se acababa de correr, mirándonos mientras aplaudía.

- Joder, vaya espectáculo los dos enanos estos, que buen rato acabo de pasar - nos dijo mientras sonreía .

Cerré los ojos pensando que estaba alucinando por el orgasmo tan grande que había tenido. Pero no. Abrí los ojos y ahí estaba mi hermano mayor. Nico tiene diecinueve años, alto, cerca de metro ochenta y cinco y muy ancho de espalda, todo un armario. Y ahí estaba desnudo de cintura para abajo, con sus extremadamente peludas piernas y su polla de algo más de veinte centímetros. Siempre había presumido de polla, pero era la primera vez que lo veía empalmado. Sin parar de sonreír, se subió los pantalones, quedando todo oculto de nuevo. Mi cara era un poema. Miré a Rafa, y la suya era aún peor.

  • Veo que habéis venido a estudiar biología después del entrenamiento, ¿no? Así me gusta, hay asignaturas que no deberíais suspender - dijo guiñando un ojo.

  • Serás cabrón - atiné a decir mientras no salía de mi asombro. Rafa estaba rojo como un tomate.

  • Bah, hermanito, todos hemos pasado por esto, sólo que a vosotros os han visto y la verdad, ha sido todo un espectáculo - respondió mientras crecía su sonrisa, esa molesta sonrisa.

  • Mira pedazo de soplapollas, no sé por qué coño has tenido que hacer eso - mi enfado crecía por momentos.

  • Me está aburriendo esta conversación, ya hablaremos cuando te tranquilices - se dio media vuelta y se fue.

Estaba atónito, tardé unos segundos en reaccionar. Entonces volvió la ira. Me puse los calzoncillos que estaban tirados por el suelo y salí corriendo detrás de él. Por el pasillo escuché como cerraba el pestillo de su cuarto. "Mamonazo, no sé por qué puede tener un pestillo y yo no" pensé cuando llegué a su puerta y llamé.

  • ¡Abre ahora mismo Nico! - grité muy enfadado.

Pero pasó de mí. Estuve por lo menos diez minutos aporreando su puerta, pero nada, ni me respondía. Volví a mi cuarto y justo me di de bruces con Rafa, ya vestido.

  • ¿A dónde vas? - pregunté.

  • ¿Cómo que a dónde voy? Pues a mi casa, lejos de aquí - gritó

  • Pero, ¿por qué? - no se me ocurrió otra cosa que decir.

  • ¿Perdona? ¿Hablas en serio? Pues mira, para empezar, acabamos de besarnos otra vez, nos hemos chupado las pollas, tragado nuestras corridas y has terminado follándome como si no hubiese mañana. De por sí nada de esto debería haber pasado, pero para colmo, le hemos servido de peli porno a tu hermano para sus pajas. Lo siento, pero no me voy a quedar - dijo empujándome para salir de mi cuarto.

  • ¿Qué no debería haber pasado? ¿Me explicas eso? - dije mientras corría detrás suya escaleras abajo.

  • Pues no tiene mucha explicación, no sé que me ha pasado, ni qué te ha pasado a ti, pero esto ha sido una completa locura y un tremendo error - respondió girándose en la puerta mientras me miraba a los ojos.

Me quedé paralizado. ¿Después de esta tarde? ¿De ser él quien me lo pidió? ¿De pedirme que repitiésemos lo del año pasado? ¿De pedirme que le follara? ¿De decir que había sido el mejor día de su vida? No, esto no podía estar pasando, y me negaba a creerlo. Vale que lo de mi hermano tenía razón, era para morirse de la vergüenza, pero no para irse así de enfadado, y menos después de nuestra primera vez.

  • Pues sabes, yo no me arrepiento de nada - le agarré con la mano derecha el hombro, con la izquierda su paquete y le planté un beso.

Y tras unos segundos, me siguió. Ahí es donde yo quería llegar. Me agarró el paquete con una mano y con la otra acarició mi espalda desnuda, pues yo seguía en calzoncillos. Noté como se empalmaba bajo el pantalón, yo ya la tenía durísima otra vez. No sé si estuvimos así unos segundos o largas horas, pero yo estaba en una nube. Hasta que la nube explotó y Rafa me empujó de nuevo. Por la fuerza con la que lo hizo y pillándome por sorpresa me tropecé y caí al suelo.

  • Lo siento Ricky, pero esto no puede ser así. No te digo que no me haya gustado lo de hoy, pero necesito pensar. Esto no se puede repetir por ahora - dijo con un atisbo de pena en su cara mientras abría la puerta y se iba dando un portazo.

Y me quedé allí, tirado en el suelo, sin saber qué hacer y con un calentón de cojones. Cuando lo asimilé todo, me puse de pie. Noté mi sudor por todo el cuerpo, mezclado con el semen de Rafa y mi fuerte olor a hombre y sexo. Fui al baño a darme una ducha, el agua caliente me relajaría. Salí y fui a mi cuarto, sin vestir, y me tumbé directamente en mi cama. Miré el reloj que tengo sobre el escritorio y vi que marcaba las doce menos cuarto de la noche. Salimos de entrenar sobre las siete, por lo que habíamos estado más de tres horas liados y follando. Me sorprendió ese dato la verdad, se me había pasado todo tan rápido. No dejaba de dar vueltas a todo, y la verdad que seguía muy excitado. Me levanté y fui a la otra cama de mi cuarto, la de mi hermano pequeño Adrián, con el que comparto cuarto. Tiene doce años, pero está realmente salido. La verdad que tenemos mucha confianza, no como con el capullo de Nico. Esa misma tarde me dijo, antes de irse al viaje con mis padres, que si quería aprovechar el fin de semana para una buena paja, tenía una buena revista porno debajo del colchón, que la cogiese si quería. Y la verdad que no tenía intención de usarla, pero visto mi calentón no era tan mala idea. La cogí de debajo del colchón y lo primero que me sorprendió fue la portada. A un tío muy peludo le estaba comiendo la polla un chaval moreno de no más de veinte años, con un culo perfecto que mostraba a cámara en primer plano. ¿Mi hermano pequeño era gay? Ojeé el interior y la verdad que había de todo. A lo mejor era bisexual, como yo, o a lo mejor se la ha dejado algún amigo y solo le interesan las tías. No tenía nada claro, ya le preguntaría. Y para colmo caí de golpe en que Nico se había pajeado viéndonos a Rafa y a mí, es decir, dos tíos. ¿Era gay? Pero si lo había visto llegar a casa con montones de tías (sí, era un ligón el cabrón) y en más de una ocasión lo escuché follar con ellas. No entendía nada. Con tanta duda y sorpresa repentina se me pasó un poco el calentón, pero no desaproveché el momento y me hice una buena paja. Me corrí por tercera vez en ese día, y caí rendido en la cama, quedándome dormido a los pocos minutos.

Me desperté ya al día siguiente cuando el reloj marcaba las once menos cuarto. Tenía una erección de campeonato. Se ve que pajas, mamadas y polvos la noche antes no habían sido suficiente para calmar mis hormonas. Me levanté y al mirarme en el espejo vi algo extraño. Mi cuerpo estaba distinto. Tenía más pelo en las piernas, huevos, barriga y en los sobacos, no mucho, pero lo suficiente para notarlo, y había empezado a crecerme en el centro del pecho. Era extraño ese crecimiento en tan solo una noche. Además noté algo más marcada mi musculatura y que mi polla había crecido como un centímetro. Me gustaba lo que veía, pero no lo entendía, a pesar de la adolescencia no podía ser tantos cambios en una noche. Escuché un portazo en el piso de abajo, supuse que mi hermano habría salido. Miré una última vez al espejo y decidí que me gustaba mucho, así que no le di más importancia. Me puse unos pantalones cortos de deporte, pues me quedé dormido en pelotas, y bajé a desayunar. Para mi sorpresa encontré una nota en la mesa de la cocina:

"Enano, me he ido al gimnasio, cuando vuelva tenemos que hablar de lo de ayer. Nico"

¿Ahora quería hablar? Pues a lo mejor era yo el que no iba a hablar ahora. Pero aún así lo esperé. Desayuné, fui a mi cuarto y lo recogí y abrí las ventanas, pues el olor a sexo aún era fuerte en la habitación. Me acordé de Rafa y su enfado y me entró un bajón. No entendía que había pasado, de verdad que no. Si fue él mismo quien me incitó a hacer todo lo que hicimos, no sé a qué vino ese enfado. Pero aún así me fui de mi cuarto, pues no me estaba sentando bien recordarlo todo. Me fui al salón y esperé en el sofá a mi hermano viendo la tele. Seguía con mis pantalones cortos y sin camiseta, era final de mayo y hacía bastante calor. Como dos horas después llegó mi hermano. Nada más entrar noté un fuerte olor a sudor, pero que al contrario que desagradarme, me gustaba.

  • ¿Qué pasa enano? ¿Estás ya más tranquilo? - me dijo con su sonrisa burlona.

  • Gilipollas - fue lo único que le dije.

  • ¿Sigues enfadado? Pero si follar es lo más normal del mundo, no sé por qué tanto drama - dijo sentándose a mi lado. El olor que desprendía cada vez era más fuerte, y cada vez me gustaba más.

  • ¿Pero por qué tuviste que quedarte mirando? - respondí enfadado.

  • Pues os escuché desde abajo y noté el olor a sexo nada más entrar en la casa. Me excité mucho y decidí abrir la puerta. Me puse muy cachondo y me hice una paja - dijo encogiéndose de hombros, como si fuese lo más normal del mundo.

  • ¿Y eso es excusa? - dije algo sorprendido por su alusión al olor a sexo, no entendía como podía notarlo desde abajo.

  • Pues es la misma excusa por la que tu y Adri os pajeásteis el otro día escuchándome follar con Miriam - respondió contundente.

  • Ehhh - me quedé sin respuesta. ¿Cómo coño podía saber eso?

  • ¿Ahora no tienes nada que decir, no? Os escuché perfectamente desde mi cuarto, además cuando entré luego en vuestro cuarto olía a macho, y eso solo significaba una cosa - me dijo mirándome fijamente.

¿Qué coño estaba pasando? ¿Escuchar? ¿Oler? ¿De qué coño iba mi hermano? Me estaba quedando bastante loco, no entendía para nada que estaba pasando. No sólo sabía que me pajeé con sus ruidos, si no que sabía que me había pajeado con mi hermano pequeño, los dos juntos. ¿Qué pensaría? No pude pensar mucho más en ello, porque entonces se quitó la camiseta. Y el olor aumentó. Y vi ese pecho tan bien formado, esa tableta de chocolate, y ese torso tan extremadamente peludo de mi hermano. Me excité. ¿Con mi hermano? ¿Pero qué? No podía pasar. Pero mi cuerpo no reaccionaba a mi mente y se me puso durísima la polla, y como solo llevaba el pantalón de deporte, ni siquiera llevaba calzoncillos, obviamente mi hermano lo notó. Sonrió. Se acercó a mí y me agarró la mano, llevándola hasta su pecho. Me agarré a su vello, noté su sudor tras el entrenamiento. Ese olor que desprendía me embriagaba. No era consciente de nada de lo que hacía, mi instinto me llevaba. Con mis dos manos agarré sus pezones y empecé a pellizcarlo, mientras él con su mano sobaba mi polla por encima del pantalón.

  • Veo que ya se está produciendo el cambio - dijo llevando su mano a mi pecho - hoy tienes más pelo por el cuerpo que ayer, incluso te está creciendo en el pecho, tienes los músculos más marcados y hueles a macho más que nunca.

¿También él se había dado cuenta? Si no era lo suficientemente raro que mi hermano y yo nos estuviésemos metiendo mano mutuamente, ahora también hablaba de "el cambio" como si fuese lo más normal del mundo. Pero cuando metió su mano dentro de mi pantalón se me pasó todo y volví a dejarme llevar. Me agarró la polla y empezó a pajearme, y yo empecé a gemir de puro placer.

  • Te prometo, hermanito, que pronto entenderás de qué va esto. Sé que debes de estar muy confuso, pero no te preocupes. El miércoles es tu décimo quinto cumpleaños y ahí te lo podré explicar bien - dijo sensualmente susurrándome en la oreja, terminando con un mordisquito que me puso a cien.

  • ¿De, mmmmm, de qué, mmmm, de qué estás hablando, Nico? - dije entre suspiros como pude.

  • Ya te digo que te lo contaré todo cuando sea tu cumpleaños. Ahora cállate y disfruta de esta paja, que es lo único que te puedo dar, por ahora - dijo bajando su boca a mi cuello, el cual empezó a besar.

¿Sólo una paja? ¿No íbamos a follar? Sinceramente es lo único que quería en ese momento, que mi hermano metiese su pollón en mi culo. No me reconocía a mí mismo, pero el instinto me controlaba y no me dejaba pensar. Un escalofrío recorrió mi cuerpo ante tantas caricias. Fui a protestar por lo de no follar, pero mi hermano me negó la palabra callándome con un beso. Un tierno beso que se convirtió en un morreo sensual y atrevido, levantando nuestras más escondidas pasiones. ¿Estaba besando a mi hermano? Otro escalofrío me recorrió cuando aumentó el ritmo de la paja, y mis gemidos se ahogaron en la boca de mi hermano. Dejé de pensar y me dejé llevar por completo. Mi hermano no se cansaba, ni de besarme, ni de pajearme. Y ahí estábamos los dos sobre el sofá como los más profundos amantes, disfrutando de la maravillosa paja que me estaba haciendo mi hermano mayor. Y no sólo eso. Era súper excitante sentir su peludo pecho rozando el mío, mezclando nuestros sudores, nuestros olores. Y su mano que no paraba de subir y bajar mi prepucio, restregando el babeante líquido que no paraba de brotar de mi interior por toda mi polla. Notaba su lengua recorriendo cada milímetro de mi boca. No paró en ningún momento. Mi excitación no hacía más que crecer. Y una vez más me sorprendió mi aguante, pues estuvimos así por un largo rato. Hasta que no pude más, me iba a correr. Se lo intenté hacer saber, pero su lengua no cesaba en su afán de vencer a la mía y no pude cortar el apasionante morreo. Empecé a correrme a lo basto, por lo menos quince grandes y espesos chorros de semen brotaron de mi polla, que cayeron entre nuestros pechos, mezclándose con el sudor y sus pelos. Estaba exhausto por el gran orgasmo. Mi hermano separó nuestras bocas, y soltando mi polla susurró en mi oído:

  • Espero que así me perdones por lo de ayer.

Y dándome un pico, me dejó en el sofá, sin saber que decir y subió a su habitación.